lunes, 27 de diciembre de 2010

Prevención del delito y diseño urbano

La seguridad es uno de los temas clave en el funcionamiento de la ciudad actual. Aunque a veces sólo se mencione bien como disculpa ante determinadas actitudes, bien como chivo expiatorio de multitud de cosas que se hacen mal. Sin embargo, y de forma sorprendente, no es una cuestión que normalmente se tenga en cuenta a la hora de planificar o diseñar nuestras áreas urbanas. Estamos ante una especie de tema tabú en el urbanismo que raramente se trata en los centros de enseñanza que forman a los profesionales de la planificación urbana. La consecuencia es que se comenten errores de bulto acerca de cuestiones elementales que luego repercuten en el anómalo funcionamiento de calles, plazas y parques. En el blog ya he escrito algunos artículos que tienen que ver con esta cuestión ("Espacios urbanos seguros", "Manual de diseño urbano seguro" o "El atlas de la seguridad de Madrid") y me gustaría dedicarle también el de hoy.

Atraco en un supermercado (ABC)

En estos momentos le estoy dirigiendo una tesis doctoral titulada “Seguridad y diseño urbano en los nuevos crecimientos de Madrid” a Elena Escudero, una de mis colaboradoras en el trabajo de investigación que hicimos ya hace algún tiempo para el Ayuntamiento y que se llamaba “Atlas de la seguridad de Madrid”. Elena, en su momento tuvo que redactar un pequeño expediente para que la Comisión de Doctorado le aprobara su titulo de tesis. El proyecto de Tesis que preparó fue francamente bueno (y espero que cuando termine, la tesis lo sea también). Basándome en su planteamiento, he tratado de reconvertir una parte de la introducción de este proyecto en algo publicable en el blog, de forma que las personas interesadas puedan encontrar una especie de guía para no perderse y empezar a trabajar en el tema. He tenido que introducir bastantes cambios porque un proyecto de investigación no es un articulo de un blog. Así, por ejemplo, entre otras “minucias” he eliminado todas las referencias, comillas, citas textuales, etc., para hacerlo más liviano de forma que, tanto en su nombre como en el mío, si alguien siente que parte de lo que sigue le corresponde en alguna medida le rogaría nos lo dijera para mencionarlo.

Algunas bases teóricas

Existen varias herramientas que se suelen utilizar como ayuda para conseguir un diseño urbano “más seguro”, pero hay tres que no deben desconocerse: el llamado método CPTED y sus derivados, los mapas de criminalidad y las encuestas de victimización. Estas herramientas están basadas en una serie de teorías, y aunque su exposición y comentario ocuparía varios artículos como éste es imprescindible, como mínimo, mencionar las principales. Probablemente la prevención situacional del delito sea el área más cercana a los intereses del diseño urbano. Desde este punto de vista la oportunidad se considera como la causa principal del delito. Felson y Clarke plantean los diez principios de la teoría de la oportunidad. Por supuesto no vamos a repasarlos todos, pueden encontrarse en la Web en muchos sitios (por ejemplo aquí en un artículo básico de Felson y Clarke del año 1998) pero sí mencionar algunos. Así: los delitos de oportunidad no se circunscriben sólo a la propiedad, son muy específicos y se concentran en el tiempo y en el espacio. Y, por supuesto, se supone que pueden ser reducidos al disminuir las ocasiones en que puedan producirse.

El delito de oportunidad (Diario del Viajero)

Otra de las bases más elementales es la llamada teoría de las actividades rutinarias (Routine Activity Theory, RAT). Se basa en la teoría de oportunidad. Utiliza el llamado triángulo de análisis del delito. Se supone que para que ocurra un delito deben converger tres elementos en el tiempo y en el espacio: la presencia de un agresor motivado, un objetivo adecuado (persona, objeto o lugar) y la ausencia de un observador capacitado capaz de impulsar algún tipo de acción que lo impida. Es la base de bastantes de las herramientas CPTED. Puede encontrarse más información aquí y, por supuesto en el artículo de Felson y Clarke mencionado en el párrafo anterior. También es interesante la Teoría de las decisiones racionales propuesta por Cornish, y Clarke en 1986. Se supone que el delincuente busca un beneficio a través de su actividad delictiva y toma decisiones “racionales” relacionando el “coste” que le puede suponer respecto al “beneficio” esperado. Ya puede comprenderse que, en este caso no hay nada que hacer respecto a los crímenes compulsivos. Para una mayor información puede leerse el libro de Cornish y Clarke The Reasoning Criminal publicado por Springer-Verlag en Nueva York en 1986 (imposible de encontrar en bibliotecas de arquitectura, mirar más bien en las de derecho).

Alegoría del efecto cucaracha
Grafiti de Bansky en
Composición nº 1

Por último nos gustaría decir algo sobre la teoría del desplazamiento, también llamada “efecto cucaracha”, porque ayuda a entender que el diseño urbano puede ser efectivo ante determinado tipo de delitos (los circunstanciales, que se producen si existe la oportunidad) pero no ante otros. Se supone que el delito puede desplazarse geográficamente, temporalmente, moviéndose de un objetivo a otro o de un tipo a otro, o tácticamente. Además el desplazamiento puede ser positivo, por ejemplo de uno grave a otro menos grave. Pero también puede ser negativo o dejar las cosas más o menos como estaban. Incluso puede utilizarse para “desconcentrar zonas” y repartir el problema en áreas más amplias con un aumento global de la seguridad subjetiva. Pero, sobre todo, hay que tener cuidado de no solucionar problemas en una zona y agravarlos en otra. Se puede encontrar más información con un ejemplo y enlaces aquí. Una vez planteados algunos de los caminos por los que discurre la teoría ya es hora de pasar a la práctica. Hablábamos al comienzo de tres herramientas: el llamado método CPTED y sus derivados, los mapas de criminalidad y las encuestas de victimización.

CPTED y técnicas derivadas

La primera, Prevención del Delito a Través del Diseño Ambiental (Crime Prevention Through Environmental Design, CPTED, iniciales de las siglas en inglés) es la herramienta básica. Sus objetivos, prevenir el delito e incrementar la seguridad, se intentan conseguir a través de: la promoción de la vigilancia natural, el control de accesos y la implicación de la comunidad en la ocupación, uso y disfrute del espacio urbano y sus instalaciones, así como con un adecuado mantenimiento del mismo. Puede estudiarse cualquier zona de la ciudad a través de fichas, encuestas, observación directa o mediante el análisis de planos y fotos. Ha sido capaz de adaptarse a muy diferentes países: Australia, Canadá, Estados Unidos, Países Bajos, Reino Unido, Sudáfrica o Chile. Los estudios han demostrado la importancia de que la herramienta sea diseñada y ejecutada desde y por el nivel local, de modo que las estrategias que la conforman sufran las adaptaciones que sean necesarias. Se puede encontrar información complementaria, entre otros muchos sitios, en la ICA (International CPTED Association) y en este pdf: “A review of Scientifically Evaluated Good Practices for Reducing Feelings of Insecurity or Fear of Crime in the EU Member States”.

Algunos de los elementos del método CPTED
Imágenes de Andrea Cook en City of Vancouver

El llamado método CPTED ha tenido múltiples adaptaciones. En los párrafos que siguen se recogen algunos ejemplos. El primero que vamos a tratar es chileno. Los Espacios Urbanos Seguros de Chile tratan de prevenir el delito e incrementar la seguridad a través de los siguientes mecanismos:
  • Promover la vigilancia natural
  • Fomentar el control natural de accesos
  • Estimular la confianza y colaboración entre los vecinos
  • Reforzar la identidad con el espacio público
  • Diseñar y planificar barrios a una menor escala
  • Fomentar la participación y responsabilidad de la comunidad
  • Administrar adecuadamente los espacios públicos
Para ello se analizan los distintos espacios a través de un recorrido desde que el ciudadano sale de su hogar hasta su llegada a centros comerciales, hospitales, guarderías y otros elementos urbanos básicos. También se estudia la relación entre lo construido y el espacio público en tres categorías: viviendas, agrupaciones de viviendas y otros espacios públicos o elementos urbanos.

Participación en la comuna de Puente Alto, Chile
Imagen del
trabajo de Robert Stephens y Macarena Rau

Normalmente la herramienta chilena de Espacios Urbanos Seguros se desarrolla a través de fichas que analizan la categoría del espacio estudiado y su definición, los problemas de seguridad que se presentan frecuentemente en ellos, recomendaciones de diseño y listas de chequeo con los principales problemas de la categoría analizada. Aparentemente resulta bastante útil para los encargados del diseño de la ciudad siendo otra de sus fortalezas la adaptabilidad a situaciones muy distintas. Puede encontrarse más información sobre este tema en AAVV (2002): Espacios Urbanos Seguros, recomendaciones de diseño y gestión comunitaria para la obtención de espacios urbanos seguros, Chile: Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Ministerio del Interior y Fundación Paz Ciudadana, 1º ed. La Fundación Paz Ciudadana, además de este manual cuenta también con una serie de publicaciones interesantes que se pueden descargar en pdf, tales como el Estudio comparado de prevención del crimen mediante el diseño ambiental CPTED de Andreas Hein Macarena Rau o la aplicación de este método a la seguridad escolar de Cecilia Tijmes Jorge Varela.

Ejemplo de aspectos a considerar en el análisis
Imagen del manual
Espacios Urbanos Seguros

Una de las formas que ha adoptado el Método CPTED en Inglaterra es la denominada Retrato del Delito de Oportunidad en la Calles (Crime Opportunity Profiling of Streets, COPS, iniciales de las siglas en inglés). Se encarga de resaltar las deficiencias de una calle en relación a los causantes de delitos y aporta una serie de recomendaciones sobre lo que hay que conseguir, como por ejemplo minimizar el desorden o aumentar la vigilancia. Para ello se analizan exhaustiva y sistemáticamente ámbitos con elevados niveles de delincuencia, comportamiento antisocial e inseguridad y/o con problemas de drogas. Se estudian tanto los focos de comportamiento antisocial como aquellos factores que contribuyen a la aparición de delitos: puertas retranqueadas, mobiliario urbano infrautilizado, escasa iluminación de las calles, callejones con poco uso y accesos no restringidos en las partes traseras de las propiedades. Resulta útil sobre todo para los agentes promotores de la seguridad, públicos y privados, encargados de eliminar las causas del delito de oportunidad. Puede conseguirse más información por ejemplo en este artículo titulado “Crime Opportunity Profiling of Streets (COPS)”.

Australia, estación modificada según el método CPTED (Cozens y otros)
D
epart. of Urban and Regional Planning Curtin University of Technology

En Holanda el método se ha aplicado de varias formas distintas. Una de ellas es la propuesta Los Lugares y los Niños (Kids and Space). Se trata de ayudar a los jóvenes para que aporten ideas relacionadas con la construcción del espacio público y ofrece a los encargados de diseñar la ciudad la posibilidad de oírlos. Para ello se les enseñan los principios básicos del diseño urbano, luego hacen una maqueta de la zona y presentan sus modelos a los urbanistas, autoridades locales y a las asociaciones de vecinos. También se utilizan imágenes de “buenas cosas” y “malas cosas” para explicarlo. Esto ayuda a que se involucren más en sus barrios y conciencia a los responsables del diseño de la ciudad en un mayor conocimiento de las necesidades de la juventud. Puede encontrarse más información de Kids & Space aquí. Está también indirectamente relacionado con las ideas de Francesco Tonucci y su “Ciudad de los Niños” que pretende también algo parecido aunque más general y encaminado a una relación más global del niño con el entorno.

Trabajando en el proyecto Kids&Space (dsp-groep)

Virtual CPTED es otra herramienta que surge de la aplicación práctica de CPTED en Holanda con el objetivo de que la policía y otros agentes puedan reducir los delitos, el miedo a la delincuencia y los comportamientos antisociales. Se trata de aumentar la sensación de seguridad a través de los resultados obtenidos por un programa informático capaz de simular distintas condiciones de visibilidad de un área. Se usa para el caso de proyectos o situaciones reales mediante un simulador en 3D verificando varios puntos de vista e intensidades de luz. Es capaz de generar un listado de “puntos calientes” desde el punto de vista delictivo o, sencillamente, antisocial aportando posibles soluciones. Se desarrolló en el 2001 por el City Council de Apeldoorn. Pueden encontrarse otras aproximaciones al tema en el trabajo titulado “Crime Prevention Through Environmental Design in Virtual Reality” presentado al 9º congreso CPTED celebrado en el año 2004, y alojado en SVOB & E-DOCA donde también se encuentran otros documentos interesantes como este.

Virtual CPTED, Apeldoorn, Station Square (COPS)

Existen muchas otras técnicas derivadas del método CPTED producidas en diferentes países y que no se refieren sólo al diseño urbano. Incluso certificaciones de viviendas. Incluimos a modo de ejemplo el Certificado Policial de Casas Seguras (Police Label of Secured Housing) holandés sencillamente porque se leyó una ponencia acerca del mismo en el Congreso Internacional de Ciudades, Urbanismo y Seguridad celebrado en Madrid en el año 2007 en el que participamos, y pudimos oír directamente la exposición que se hizo entonces. Se basa en el sistema inglés SBD propuesto en 1989 en el Congreso de Mandos Policiales sobre Prevención de la Delincuencia celebrado en el Reino Unido. Según los responsables holandeses el riesgo de robo de las viviendas ya construidas y que cuentan con el “Certificado Policial de Casas Seguras” ha descendido alrededor de un 98%. Aunque parecido al inglés, en Holanda el certificado es diferente en algunas cosas básicas. Por ejemplo, se interesa más por el entorno de la vivienda y no sólo en las condiciones estrictas de la misma, se centra en mayor medida en el punto de vista de los delincuentes y puede utilizarse de forma más flexible adaptándose a los problemas y soluciones específicos del área.

Policía, arquitecto y constructor negociando (Handboek Model IBB)

La policía holandesa ha formado a especialistas policiales conocidos como Agentes de Enlace de Arquitectura (Architectural Liaison Officers) que son los elementos esenciales para el proceso del certificación. Las promociones que hayan seguido las directrices de la policía pueden utilizar un logo que suele servir como promoción de cara a las ventas de los inmuebles. Para ello existen directrices de diseño (un manual que, por desgracia, sólo he encontrado en holandés) que han sido redactadas de forma que puedan entenderlas tanto el diseñador urbanístico como el arquitecto o el agente de policía. Los Agentes son los encargados de verificar los requisitos que aparecen en el manual y pueden negociar con los arquitectos, los propietarios y los constructores las condiciones del certificado. Puede encontrarse más información , así como un ejemplo práctico de aplicación, en la ponencia que presentó Armando Jongejan (coordinador del Proyecto Noord-Holland Noor Police) en las citadas jornadas y que llevaba por título “Diseño urbano en entornos de convivencia a través del “certificado policial de casas seguras”. Aunque se trata de una transcripción no demasiado buena del artículo (pero que se entiende lo suficiente) se puede obtener aquí en formato .pdf y en español.

Diseño y delincuencia (Design Against Crime)

Se han llevado a cabo experiencias en muchos otros países. Puede consultarse la página web de la ICA (International CPTED Association) para buscar los sitios de los miembros de esta asociación que son: Canadá, Europa, Holanda, Corea del Sur, Latinoamérica y los Estados Unidos de Norteamérica. En ellos se puede encontrar mucho material y ver diferentes experiencias todas basadas en este método. Por ejemplo, en el caso europeo existe un link que nos remite a la Central Saint Martins College of Art and Design que ha desarrollado la técnica Design Against Crime centrada en el diseño de objetos y la planificación, o a la E-DOCA holandesa. Además, en esta página de la ICA existe una apartado dedicado a recursos y otro a materiales de lectura entre los que se puede encontrar un interesante informe de Cynthia L. Hookstra titulado “Adolescent Graffiti Vandalism: Exploring the Root Causes” (por desgracia todos los materiales están exclusivamente en inglés). Las otras dos herramientas a las que me refería al comienzo del articulo eran los Mapas de Criminalidad y las Encuestas de Victimización.

Mapas de Criminalidad

Tratan de georreferenciar los hechos delictivos y las incidencias policiales. Esto permite obtener información espacial de su distribución. Debería ser siempre el primer paso antes de analizar una ciudad o un área concreta desde el punto de vista de la prevención del delito. También resultan fundamentales para cualquier investigación que pretenda relacionar o detectar aquellos elementos que favorecen la apertura de expedientes de incidencias por parte de la policía con datos socio-económicos o espaciales. Por ejemplo, intentar relacionar determinado tipo de delito con densidad habitacional. Buena parte del trabajo que hicimos en el Atlas de la Seguridad de Madrid eran, precisamente, mapas de criminalidad. Fue una pena que, por falta de continuidad, no pudiéramos terminar el trabajo buscando tasas de correlación o llegando, incluso, a un análisis factorial y por componentes principales entre las variables urbanísticas e incidencias.

Reyertas en la vía pública (Atlas de la seguridad de Madrid)

André-Michel Guerry fue el primero en realizar este tipo de mapas. En su principal obra "Essai sur la statistique morale de la France" (1835) propone dos leyes basadas en sus análisis cartográficos: las zonas geográficas determinan las clases de delitos y la causa del delito es la pobreza (incluyendo en el término pobreza, la miseria, el desempleo, la ignorancia y el hacinamiento). Desde entonces la cartografía ha avanzado bastante. Pero el avance más importante ha sido el de los Sistemas de Información Geográfica (SIG en español; GIS, Geographic Information System, en inglés) , sofisticados instrumentos informáticos que permiten manipular y extraer información de datos georreferenciados. Ya puede comprenderse el interés que tiene para el estudio de la criminalidad relacionada con la planificación y el diseño de la ciudad. Pero es que, además, los datos expresados en forma de mapas permiten una mejor difusión de la información lo que, en muchos casos, favorece por si misma la prevención del delito (sobre todo del delito de oportunidad). Esto es lo que entienden ciudades como Chicago que, mediante un SIG abierto y Google Maps pone a disposición del público la posibilidad de entender la criminalidad de esta ciudad. Cualquiera puede entrar en la página llamada Chicagocrime.org y conocer al día este tipo de datos (se actualiza diariamente, podéis hacer la prueba).

Parcial de Chicago Crime (EveryBlock Chicago)
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En la ponencia de Lorenzo Segato titulada “Los mapas de criminalidad”, y presentada en el Congreso a que hacíamos alusión antes, se puede leer: “El delito tiene una cualidad geográfica inherente. Para que tenga lugar un delito deben coincidir un delincuente y un objetivo apropiado en una localización concreta. Comprender el rol que esta localización tiene y la importancia de otros factores geográficos que dan lugar a que un delito suceda (por ejemplo las características del vecindario del que procede un delincuente) pueden proporcionar unos indicios de vital importancia que contribuyan a mejorar nuestra respuesta ante los problemas que conlleva el delito y cómo podemos capturar a los delincuentes”. En esta misma ponencia que puede obtenerse en formato .pdf aquí, se explica un caso práctico de aplicación en el análisis de robos a bancos.

Encuestas de victimización

Puede leerse en el Manual de las Naciones Unidas: “Las fuentes administrativas (como las estadísticas policiales o judiciales) no pueden ofrecer por sí mismas un análisis suficientemente confiable y exhaustivo del delito. Las encuestas a las víctimas son ya una herramienta reconocida que ayuda a los gobiernos y su público a comprender sus problemas delictivos y la mejor manera de abordarlos” (“Manual para encuestas de victimización”, Naciones Unidas, 2009). Estas encuestas a las victimas son el complemento ideal a los datos oficiales. Además permiten abordar el problema de la seguridad subjetiva o seguridad percibida, básico para el funcionamiento de casi todas las herramientas basadas en el método CPTED. En la mayor parte de los casos resulta casi imposible una comparación con el resto de datos oficiales “porque las encuestas a las víctimas reflejan las experiencias de victimización tal como son percibidas por las víctimas, mientras que las otras fuentes son producto de distintos sistemas administrativos y procesos operativos que varían debido a las diferencias entre los códigos legales, los sistemas operativos y los diferentes contextos culturales”.

Resultado parcial de una encuesta de victimización en Chile
Imagen del libro “
Violencia y delincuencia en Barrios

Se encuesta a las victimas con preguntas de lo más variado: quienes son las personas que delinquen, cómo percibe la población el delito, datos sobre el delito (lugar, modo...) incluso opiniones sobre el sistema penal en general. Esto hace que una de las mayores dificultades a la hora de utilizar este tipo de datos sea la homogeneización. El tema está magníficamente tratado en la tesis doctoral de Henrique Inácio Thomé titulada “Victimización y cultura de la seguridad ciudadana en Europa” en cuyo capítulo segundo se pueden encontrar datos de varios países europeos (entre ellos, España). Es obvio que se trata de una herramienta que no sirve para resolver problemas y que su utilidad es como complemento de otros enfoques. Aparte de las fuentes citadas puede encontrarse más información en la publicación de la Unión Europea titulada “A review of scientifically evaluated good practices for reducing feelings of insecurity or fear of crime in the eu member states” que, además, puede servir para conocer las buenas prácticas en para reducir la sensación de inseguridad y el miedo al delito. También puede resultar interesante un vistazo al British crime Survey, Home Office.

Encuesta de victimización de Madrid (Atlas de la seguridad de Madrid)
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Siempre que decido liberar a la parte del cerebro que tiene que ver con mi “rincón de jurista” me asalta el temor de que, en realidad, no me esté traicionando a mí mismo. Y también, claro, de que esté contando una película que no interese lo más mínimo a los lectores de este blog. Sin embargo, y dado mi natural optimismo, me rehago pronto. Si estoy continuamente diciendo que la mejor forma de entender la realidad es confrontando visiones distintas de la misma y poniéndolas en colisión, esta postura es imprescindible que comience por aplicármela a mí mismo. Después de haber escrito el artículo con la ayuda fundamental de Elena (que ya, de por sí, tiene otra visión distinta de estos temas) pero con una perspectiva más bien del licenciado en derecho que soy, he tratado de leerlo con una mirada del urbanista y arquitecto que siempre he sido. La verdad es que pienso que mi parte más creativa ha aprendido bastante de la parte más jurídica. Al hacerlo me he acordado de aquellas sesiones que tuvimos al redactar el Atlas de la Seguridad de Madrid cuando nos reuníamos con la policía municipal y discutíamos de lo que pasaba en los parques, en las plazas y en las calles con objeto de modificar partes concretas de la ciudad con criterios de diseño urbano seguro. Pienso que fueron unos momentos en los que, probablemente, me acerqué algo más al entendimiento de cómo funcionaba en realidad la ciudad.

Reunión con los responsable policiales (Atlas de la seguridad de Madrid)

Parece evidente que la ciudad es algo que se debe hacer entre todos. Esto es muy bonito de decir y “políticamente correcto”. Sin embargo es mucho más complicado conseguirlo y los pasos que hay que dar para hacerlo muchas veces ya no son tan “políticamente correctos”. Por lo menos si atendemos a lo que se dice en determinado ámbitos profesionales y académicos. Es evidente que la policía conoce otra ciudad que desconocemos los profesionales de la planificación urbanística. Y no digamos los arquitectos “puros” que piensan que con uno de sus proyectos estrella van a cambiar para siempre el rumbo, las condiciones de habitabilidad y el destino de los barrios, distritos o ciudades (depende del grado de megalomanía) donde “insertan” su proyecto. Pero también otros profesionales, los médicos por ejemplo, conocen otra ciudad diferente. Casi todos los años me llaman de algún municipio de la red española de Ciudades Saludables para celebrar el día Mundial de la Salud (este año estuve en Leganés) con algún acto que suele incluir una mesa de debate o unas conferencias. Es en ese tipo de intercambios cuando comprendo claramente el sentido de hacer una ciudad entre todos. Porque una ciudad no son sólo sus niños, su cultura, su libertad o sus ancianos. Son también sus miserias, sus crímenes, sus pobres, sus marginales, sus delitos o sus enfermos. Y si esto se obvia no estaremos entendiendo nada de su funcionamiento real. Luego nos quejaremos de que no se use, de que no se eduque al ciudadano en los valores de urbanidad o de que muchas de las funciones del espacio público se recluyan en guetos privados. Pero, a veces, no sé si por desprecio o por desconocimiento, tengo la impresión de que no estamos haciendo lo necesario para evitarlo.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Locura en Santiago, la Ciudad de la Cultura

Hace unos días estuve en Santiago de Compostela dando una charla en las Jornadas de Arquitectura Bioclimática que organiza el Colegio de Arquitectos. Por si no lo he dicho antes he nacido en esta ciudad mágica. Aquellos que hayan leído el blog desde el principio conocerán mi predilección por las Quintanas y su escalera simbólica que se presta a tantas interpretaciones. Precisamente en la Quintana de Mortos se encuentra el local del Colegio donde se imparten las Jornadas. En la llamada Casa da Conga (también Casa de los Canónigos) que es obra de Domingo de Andrade. Ya podéis comprender que trabajar en este marco tan espectacular es muy estimulante. Recordando ahora la plaza me vienen a la cabeza muchas imágenes y sucesos que no comenté en el artículo “Quintana dos Vivos e Quintana dos Mortos” allá por los comienzos de este blog. Entonces no hablé del fantasma. Parece lógico que si se trata de un cementerio haya fantasmas. Allí, en la esquina con Platerías, junto a la Puerta Real, al ponerse el sol dicen que se refugia detrás de las verjas, cerca del pilar que sostiene el pararrayos. Hay fotos de la sombra que se produce. Yo nunca lo he visto pero, por si alguna vez decide darse un paseo por la explanada, tengo conectada en la pantalla de inicio de Internet la WebCam que CRTVG tiene permanentemente enfocando a la plaza desde la Casa de la Parra, arriba, en la Quintana de Vivos.

La sombra del fantasma peregrino (Navarrico, también aquí)

Ya puesto a volverme “morriñoso” he decidido oír, mientras escribo este artículo, “A Danza da Lúa en Santiago” de Carlos Núñez basada en el poema del mismo título de Federico García Lorca. Ahí van unos cuantos versos del final del poema:

¿Quén brúa co-este xemido
d'imenso boi melancónico?
Nai: É a lúa, é a lúa
na Quintana dos mortos.
¡Si, a lúa, a lúa
coronada de toxos,
que baila, e baila, e baila
na Quintana dos mortos!

Podéis encontrar el poema entero en muchos sitios. Por ejemplo, aquí lo tenéis, el original y traducido al español y al inglés. Pero el tema de hoy era el monte Gaiás, lo que sucede es que siempre que comento algo de Santiago mis querencias paisajistas me conducen como un imán a esta plaza extraordinaria. No lo puedo remediar. Bien, salgamos de la plaza, otro día volveremos.

El excepcional conjunto de espacios en torno a la Catedral (Big Maps)

Después del trabajo, en la comida con Paloma, María José, Miguel y Federico surgió el tema de la Ciudad de la Cultura y una especie de manto gris se abatió sobre la conversación. Aunque había oído bastantes cosas y conocía la tremenda polémica suscitada no había ido nunca a ver las obras. De forma que, al terminar de comer, Federico tuvo el detalle de llevarnos al sitio. A pesar de mi insistencia en que simplemente me indicara el camino se negó en redondo y dijo que si íbamos por nuestra cuenta nos costaría mucho trabajo llegar ¡cuanta razón tenía! De ninguna forma habríamos llegado a pesar de que conozco algo esta ciudad y el Gaiás. Llovía, claro (aquellos que no lo sepan es lo normal en Santiago) y dimos vueltas y vueltas hasta que conseguimos llegar a un “carreiro” por el que apenas pasaba el coche deslizándose entre el barro, el agua y la yerba, y desde este camino lateral pudimos ver las obras en toda su plenitud porque el paso a las mismas está prohibido a menos que vayas en una visita organizada. Debo reconocer que quedé impactado. Apenas hablamos, sólo mirábamos.

Las obras, al fondo la sala Fontes do Sar (El Tiralíneas)

Más adelante diré algo del proyecto aunque probablemente muchos de mis lectores arquitectos o estudiantes de arquitectura ya lo conozcan. Ahora sólo voy a describir la impresión que me produjo ver aquello. Lo primero que se me ocurrió fue pensar: “me han robado mi monte” (algo parecido a lo que le sucedió al carro de Manolo Escobar). El monte de Gaiás es una de las colinas que, como en el caso de Roma, configuran la ciudad de Santiago. Si uno se coloca en el valle, por la ladera que mira al levante trepa el caserío de la ciudad y por la que mira al poniente el monte Gaiás. Por el fondo discurre el río Sar, y en una de sus curvas, la Colegiata de Santa María la Real, prodigio de estabilidad inestable donde fui bautizado (y donde también se casaron mis padres). Ya podéis comprender por qué hablo de “mi” monte. Soy consciente de que no todo el mundo tiene el privilegio de ser bautizado en una pila bautismal del siglo XII y que este hecho marca a cualquiera, por lo que las opiniones que voy a verter en este artículo probablemente serán sesgadas y pasionales. Lo siento pero hoy voy a hablar de paisaje. Y hablar de paisaje significa entrar en las procelosas aguas de la subjetividad. Aunque también comentaré cosas menos espirituales relacionadas con la gestión, el mantenimiento o el urbanismo.

No me he podido resistir: “mi” pila bautismal (José Antonio Gil)

A pesar de todo voy a intentar razonar en la medida de lo posible. El caso es que en la ladera del Gaiás que configura el valle del Sar había una mezcla de naturaleza no demasiado exuberante pero que marcaba la vertiente, unas cuantas casas rurales con sus huertas, algunos cultivos, algo de ganado y varias “corredoiras” de tránsito complicado. Todo ello recortándose en una línea del horizonte bastante suave y con un cielo casi siempre gris. Lo que ahora veía ante mis ojos era algo completamente distinto. Un enorme conjunto de construcciones realmente impactante que se imponía al paisaje borrando cualquier imagen previa que uno pudiera tener sobre el mismo. La verdad es que la Sala multiusos Fontes do Sar terminada en 1996 y obra de Xosé Manuel Casabella, Josep María de Arenaza y Joaquín Pujol, ya distorsionó de forma notable este paisaje. Pero bueno, está en la parte baja y aunque se trata de una gran volumen que se opone al fino granulado urbanístico de la ciudad no se puede comparar a los cerca de 142.000 metros cuadrados del complejo que ahora estábamos viendo. Basta echar una ojeada a la foto aérea de Google que aparece abajo para darse cuenta de la magnitud de los trabajos emprendidos.

Las obras se distinguen claramente (Google Maps)
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Cuando alguien decide producir un impacto tan importante sobre un paisaje secular que ha ido variando lentamente, casi de siglo a siglo, debe de tener motivos muy poderosos para hacerlo. He tratado de buscar una explicación a esta propuesta. Le he dado vueltas y vueltas a las razones que han podido llevar, no sólo a su concepción sino incluso a su construcción una vez aprobado el proyecto. Pero lo cierto es que no he sido capaz de encontrar algo razonablemente pausible. Aunque en el Plan Estratégico se hable de hacer la ciudad más visible internacionalmente, Santiago no necesita ninguna “imagen de marca” nueva para competir en el mercado de ciudades. Probablemente sea uno de los lugares más conocidos del planeta (salvando las distancias con Nueva York, etc.). Lleva trabajando su “imagen” casi desde que la leyenda dice que una estrella señalaba el lugar donde descansaban los restos del Apóstol. En la mente de millones de personas en todo el mundo está la fachada del Obradoiro, el Pórtico de la Gloria, sus rúas y sus soportales ¿a qué viene una ceremonia de la confusión distorsionando esta imagen con otra que le haga competencia? Es obvio que esta no es la razón.

Una vista de la desmesura, al fondo el casco de Santiago (Skycrapercity)

También cabría preguntarse ¿Santiago necesita espacios nuevos para cumplir nuevas funciones que han aparecido en el devenir histórico de los siglos? ¿La capitalidad de Galicia ha creado necesidades que no se pueden acoger en los contenedores históricos existentes? Esta podría ser una razón de peso. El problema es que, con la construcción del complejo en su recta final, los políticos, la ciudadanía, los técnicos, ¡están dándole vueltas a las funciones con las que rellenar estos contenedores! Lo cierto es que, cuando se produjo “la idea” (1998-99) parecía que el Reino estaba en el País de las Maravillas, que sobraba el dinero, que la construcción era el motor económico de nuestro desarrollo y que había que construir lo que fuera porque construyendo se creaba empleo y todos nos volvíamos más ricos. Pero, incluso en aquellos momentos en los que reinaba una euforia que crecería todavía más en años sucesivos, sigue sin contestación la pregunta: ¿por qué aquello y no otra cosa menos impactante y lesiva para la organización y la imagen de la ciudad?

Maqueta de la propuesta de Eisenman Architects (Edificando)

Ya he dicho que he intentado superar mi estupor intentando razonar y comprender pero lo cierto es que no he sido capaz. Hablan las malas lenguas que todo esto no es más que el capricho de una persona muy concreta. Sencillamente no me lo puedo creer porque tampoco creo que en un país que lleva ya unos cuantos años de democracia no existan mecanismos para coartar este tipo de planteamientos si la sociedad está dispuesta a coartarlos. Comprendo, no comparto, que en determinados lugares del planeta con democracias muy jóvenes o poco consolidadas (o sin democracia ninguna) estas tendencias se concreten en grandes estatuas, en edificios absurdos, o en ciudades enteras de nueva construcción manifiestamente insostenibles. Pero no me puedo creer que en una democracia como la nuestra si la sociedad no está dispuesta a asumirlo pueda hacerse algo así. Ya digo que me resisto a creerlo, pero lo cierto es que, por ejemplo, se sigue votando a políticos corruptos (incluso parece que el ser corrupto es una ventaja). Indicios de este tipo llegan a hacerme dudar de que toda la sociedad no esté implicada en dar aliento a sinrazones de este tipo. En cualquier caso, si este fuera el motivo de fondo me parece tan perverso que no estoy dispuesto a admitirlo.

Las dos ciudades: el río, la carretera y el ferrocarril en medio (STGO)

Pero es que, además de no comprender el objeto de la actuación tampoco entiendo el lugar que se propuso para hacerlo. El monte Gaiás está separado de la ciudad por un corredor de comunicaciones importante paralelo al río que aumenta la separación todavía en mayor medida. Aunque visualmente la parte de la ladera que se ve desde el casco esté integrada en el paisaje compostelano el acceso es muy complicado. He relatado lo difícil que nos resultó llegar a las obras con toda la intención. Las visitas que hago de vez en cuando para ver “mi” pila bautismal no tienen problemas en caso de que no me separe del único camino que conozco. Esta es la razón de que no hubiera ido todavía a ver las obras. Pero cuando he intentado hacerlo por otro sitio siempre lo he conseguido con muchas dificultades (y preguntando). Esta separación física y psicológica de la ciudad con el Gaiás va a ser casi imposible de superar. A menos que se hagan inversiones muy importantes (¡se está pensando en un teleférico!) la “ciudad de la cultura” nunca va a estar integrada en la “ciudad de Santiago” y será siempre un anexo especializado. Precisamente lo que todos los planificadores dicen que hay que evitar. Esos fragmentos de ciudad cuyo acceso implica consumo de energía y contaminación, que sólo funcionan a determinadas horas del día convirtiéndose en esqueletos amenazantes el resto del tiempo, con necesidades de seguridad altamente costosas, y con desplazamientos pendulares de trabajadores y usuarios en horas punta que colapsan las infraestructuras, no parecen resultar el urbanismo más adecuado para una ciudad que había conseguido ir manteniendo un funcionamiento bastante eficiente de su organización urbana.

Planta sobre la foto de Google Maps (Skyscrapercity)
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No entiendo el objeto ni entiendo el lugar. Pero veamos que pasa con el proyecto. En el año 1999 la Xunta de Galicia convoca un concurso de arquitectura entre doce arquitectos: Ricardo Boffil (que se retira), Peter Eisenman, Manuel Gallego, Annette Gigon y Mike Guyer, Steven Holl, Rem Koolhass, Daniel Libeskind, Juan Navarro, Jean Nouvel, Dominique Perrault y César Portela. Todos ellos figuras de primer orden. Al final el jurado eligió el proyecto presentado por Eisenman Architects por “su singularidad tanto conceptual como plástica y su excepcional sintonía con el lugar”. El proyecto se basa en la superposición de varias tramas. Una cuadrícula deformada a la que se añade el plano de los cinco caminos de la ciudad medieval que conducen a la catedral y, a todo ello, la concha de vieira del peregrino. No quiero entrar en el análisis de la arquitectura porque se puede encontrar en muchos sitios, pero sí en el hecho de que lo destacable del proyecto según los críticos está precisamente en esta piel alabeada que según Fernández-Galiano “compone una escenografía expresionista y amable que se funde sin violencia con el terreno, y que extiende las gargantas abruptas de las calles con sendas plácidas hacia los aparcamientos al pie de la autopista y hacia el perfil lejano del Obradoiro” (cita extraída de la página web de la Fundación).

Una vista donde se aprecian las superficies alabeadas (Urbanity)

Claro que el propio Fernández-Galiano dice un poco antes “El proyecto ganador de Peter Eisenman reconcilia con gran inteligencia plástica y simbólica los requisitos contrapuestos de respetar un entorno milagrosamente intacto y de suministrar una imagen insólita y seductora”. Lamento diferir de esta apreciación de Luis pero entiendo que el mayor respeto a “un entorno milagrosamente intacto” es, precisamente, no intervenir. En el momento en el que se hace, el entorno deja estar intacto y el milagro se termina. Si, claro, ya puestos a intervenir probablemente la propuesta de modificar parte de la cima del monte y sobresalir algo sobre la línea suave de la cresa con unas formas alabeadas que recuerdan la topografía preexistente sea la menos agresiva. Sin embargo la menos agresiva de verdad sería dejar “mi” monte como estaba. Pero la locura siguió adelante y en el 2001 se empezó a construir. El proyecto original estaba compuesto por una serie de edificios como museos, bibliotecas, etc., pero en el año 2005 cambió el gobierno gallego y se planteó entonces una redefinición del proyecto. En el momento actual el “programa de necesidades” es el siguiente: Biblioteca Nacional, Archivo Nacional, Centro de Investigación de Patrimonio, Museo de Historia de Galicia, Centro de Arte Internacional (que contará con un Museo de los Niños y un Centro de Enlace Cultural) y el Escenario Obradoiro.

Vista parcial con las torres Hedjuk a la izquierda (Tectonicablog)

A día de hoy, después de nueve años de haber empezado las obras el presupuesto inicial que ya era bastante elevado (alrededor de 100 millones de euros) se ha quedado totalmente fuera de lo admisible. Se llevan gastados alrededor de 350 millones y se espera que cuando termine se llegue a los 500 millones. Pero, desde mi punto de vista, el problema no está ahí (aunque también, claro) sino en el mantenimiento y la gestión de un complejo de estas características. Desde el punto de vista escultórico (sólo lo he podido ver por afuera) realmente impresiona y yo incluso diría que es lo más bello que ha hecho Eisenman. A mí, particularmente, me ha impactado y he tenido que hacer un esfuerzo importante para razonar con la cabeza y no con el corazón. Comprendo que no le guste a todo el mundo porque su belleza es muy particular (puro expresionismo) y admito discrepancias al respecto. Pero incluso quedándonos sólo con su faceta de ingeniería es verdaderamente espectacular. Sin embargo las cosas no se pueden descontextualizar. Una obra a la que se le están buscando los usos, una obra nueva no hay que olvidarlo, en los tiempos que corren es, directamente, una obra inútil. Santiago, a pesar de ser la capital de Galicia (que es como decir que es la capital del mundo, con el permiso de Arredondo en Cantabria) y una de las metas de la cristiandad, tiene el tamaño que tiene y la capacidad de gestión que tiene. No es París, ni Barcelona, ni Chicago. Ni le hace ninguna falta, porque tal y como funciona en estos momentos, la relación entre calidad de vida y deterioro ambiental, social y económico, es muy favorable y la envidia de muchas ciudades.

La galería subterránea de servicios se puede recorrer en coche (Urbanity)

El coste de mantenimiento de un complejo de estas características va a ser espectacular si es que se pretende utilizarlo. Por lo que he podido ver, tanto en la realidad como en los planos de proyecto, las consideraciones (por ejemplo) de ahorro energético brillan por su ausencia. Analizando de forma somera el posible ciclo de vida del edificio los costes ambientales, aunque se tenga en cuenta la utilización de materiales autóctonos (a pesar de los problemas que en este caso concreto han traído consigo), son aparentemente muy elevados. Pero es que, además, la gestión de algo tan enorme ya está produciendo algunos ataques de pánico entre los responsables políticos. El llenar con actividades rentables socialmente todos los días, los meses y los años desde el momento de su inauguración va a ser muy complicado. Lo cierto es que cada vez se crean más edificios destinados a actividades culturales, hasta en los pueblecitos más pequeños, lo cual está muy bien. Pero lo que ya no está tan bien es que cada vez acuda menos gentes a los actos que programan. Sencillamente la concurrencia física a un lugar concreto para determinadas actividades “culturales” en un mundo globalizado e interconectado no parece demasiado rentable. Sobre todo si ello significa desplazar a mucha gente muchos kilómetros. Mis alumnos ya saben lo que voy a decir: “aunque esa sociedad concreta pueda pagarlo el planeta no”.

Cuarcita de Muras, Sierra de la Gañidoira, todo empezó bien
pero luego no fue suficiente y hubo que buscarla en Brasil

La ciudad compleja significa lo que significa. No es bueno hacer la ciudad a fragmentos monofuncionales. Aquí una ciudad universitaria, allí una ciudad de la cultura, un poco más lejos una ciudad financiera y, al lado, una ciudad de la justicia. La época del zoning ya ha pasado. Está más que demostrado que los costes ambientales, económicos y funcionales que acarrea son muy superiores a sus pretendidas ventajas. La distribución de las mismas funciones (si es que son necesarias) por un cuerpo vivo, sano y vital como el casco de Santiago habría tenido mucho más sentido. La pregunta ahora sería la siguiente: ¿qué se puede hacer con La Ciudad de la Cultura? El desaguisado está consumado y “mi” monte perdido. Una vez lamentados convenientemente y después de llorar un rato hay que mirar hacia delante y salir del atolladero. La verdad es que las instituciones ya lo han intentado. En el año 2006 se llevó a cabo un proceso de consulta a representantes de diferentes sectores culturales y se pidieron informes a otras instituciones con el objeto de ver qué era lo más conveniente y rentable para poner en carga unos contenedores arquitectónicos que parecían ciertamente desmesurados. El resultado fue cambiar el uso de algunos de ellos pero siempre para que la actividad que albergaran fuera “cultural”. Además, entre las grandes orientaciones se recomendaba darle un carácter unitario a todo el entramado y una orientación encaminada a la activación, estudio y difusión del patrimonio cultural de Galicia.

Sistema de colocación de las placas de cubierta (STGO)

Sinceramente, no lo tengo tan claro. Si el objetivo fuera icónico y simbólico (reafirmar la capitalidad de Santiago y posicionarla en el ranking de ciudades con una imagen poderosa) entonces el cuidadoso proyecto de Eisenman no sirve. Todos los grandes elementos simbólicos urbanos se caracterizan por todo aquello que le falta a este proyecto. Es decir: centralidad visual y funcional, fuerte silueta que destaque en el horizonte e imagen distinta y reconocible. El monte Gaiás no está en una posición central de ninguna manera. Es de acceso complicado y situado lateralmente. Es muy posible que una gran parte de mis lectores que seguro conocen Santiago no sepan de su existencia ni, por supuesto, se hayan acercado a verlo a menos que las inclinadas columnas de la Colegiata del Sar les hayan llamado la atención hasta el punto de intentar desplazarse hasta allí para ver esta singularidad del románico. Pero es que, además, ni tan siquiera las vistas desde la ladera del casco que baja hasta el río son posibles desde la mayor parte de las calles. Sólo la panorámica desplazándose en coche por la Avenida de Lugo da cuenta de su existencia. La centralidad funcional, visual (la vista de la fachada del Obradoiro desde el paseo de La Herradura es impagable), sentimental e histórica la tiene la Catedral. Pero es que, además, el propio proyecto en su intento de camuflaje con el territorio niega una fuerte silueta que destaque en la línea del horizonte. Sobre su imagen distinta y reconocible sólo querría decir que los vendedores de recuerdos van a tener grandes dificultades para reproducir esta “Ciudad de la Cultura” en miniaturas, camisetas, cucharillas posavasos o ceniceros. Si de verdad se quería hacer algo impactante hubieran sido mejor (ya puestos) construir, por ejemplo, dos grandes torres de “diseño singular” visibles desde toda la ciudad, los alrededores e, incluso, el mar si fuera necesario.

Desde la Avenida de Lugo con el ferrocarril y el río (Google Street View)
A la derecha la Sala Fontes do Sar y al fondo La Ciudad de la Cultura


También pudiera ser que el objetivo fuera ejercer como capital cultural de Galicia concentrando una gran cantidad de materiales museísticos, bibliográficos, legados de autores gallegos, etc. En ese caso la tan traída y llevada (también discutida) desconcentración de la cultura no quedaría muy bien parada. Supongo que Ourense, A Coruña, Padrón, Lugo, Vigo o Pontevedra, por citar sólo algunas poblaciones, no estarían demasiado de acuerdo. Aparte de que repugna un poco sacar determinados materiales históricos o culturales de su contexto para reunirlos en una especie de hipermercado (por cierto, algunas malas lenguas asimilan incluso físicamente La Ciudad de la Cultura a un gran centro comercial). Desde el punto de vista del mundo global e hiperconectado en el que estamos no parece muy racional. En fin, por más vueltas que le doy, y por más párrafos que escribo no encuentro razones que justifiquen este proyecto.

En primer plano la biblioteca de Andrés Perea, 2007 (El Tiralíneas)
Al fondo La Ciudad de la Cultura que alberga otra para 120.000 libros


El caso es que se va a tener que rehabilitar un conjunto de edificios antes de su inauguración. Es decir, se van a tener que adaptar unos contenedores arquitectónicos a unos usos que, probablemente (todavía no están perfectamente claros estos usos) no hayan sido los inicialmente previstos. Y esto va a ser necesario hacerlo, no sólo desde el punto de vista funcional, sino también bioclimático. Me explico. Bioclimáticamente no funciona lo mismo un contenedor destinado a almacén de libros antiguos que un aula o un auditorio. Los requisitos de confort de los libros, no son los mismos que los de los estudiantes o los asistentes a un concierto. Por supuesto que tampoco la distribución de los espacios, la altura de los techos o el flujo de las personas. Normalmente no nos sorprende demasiado esta necesidad de adaptar los edificios a nuevas funciones y se está haciendo continuamente. No sólo con los edificios, sino con las calles, las plazas o los parques: en un artículo anterior hablaba de rehacer la ciudad. Cada vez más, el contenedor arquitectónico o urbanístico se va desprendiendo de las funciones que lo justificaron en su nacimiento. Esto, por supuesto, es una auténtica revolución que empezó ya hace algunas décadas. Lo sorprendente es que tengamos que adaptar los contenedores antes de que empiecen a funcionar. La cuestión no sería demasiado grave si los contenedores, desde el principio, se pensaran como polivalentes, de modo que fueran capaces de acoger funciones muy diferentes, aunque su eficiencia no fuera muy alta. Pero esto no suele pasar con los edificios “singulares” que, normalmente se crean con una función concreta y determinada.

Colocación de la cubierta, detalle (Foroxerbar)

Pienso que, ni en la Ciudad de la Cultura, ni en el casco histórico, ni en el ensanche, ni en el suburbio de adosados es bueno crear áreas monofuncionales. Por muchas razones: urbanísticas, económicas, sociales y, sobre todo, de eficiencia. Desde este punto de vista la Ciudad de la Cultura debería reconvertirse en otra cosa. Dado que en sus alrededores se plantea crear un bosque de especies autóctonas (también un enorme aparcamiento, claro) no me atrevo a pedir que se construyan viviendas. Mejor el bosque que las viviendas, sobre todo ahora que tenemos tantas vacías. Pero, probablemente hubiera sido lo más sensato con objeto de conseguir la necesaria mezcla de funciones. También: oficinas, talleres y comercios. Además, diversificar el propio complejo. Por ejemplo, una idea (y gratis, aunque hay una verdadera proliferación al respecto): Galicia va a necesitar un Observatorio del Paisaje. No tengo noticias de si A Coruña, Vigo u otra población ya lo habrá pensado, pero ¿qué mejor sitio que un monte destrozado por un conjunto de edificios inútiles para situarlo? Podría ir acompañado de una licenciatura de grado, o por lo menos de un postgrado, de Paisaje y Territorio. Estoy hablando en serio aunque a veces no puedo evitar la retranca gallega inherente a mi naturaleza. También el Archivo central informático de Galicia donde se organizaran y difundieran todos los recursos de este tipo relativos al territorio gallego. No habría que desplazarse desde lugares recónditos (o menos recónditos) porque el acceso se podría hacer desde cualquier lugar del mundo, se ahorraría gran cantidad de energía y se contaminaría menos.

Interior de la parte ya terminada (Urbanity)

A la vista del cambio de modelo que se está produciendo debido a que hemos sobrepasado la biocapacidad del planeta vamos a tener que replantearnos muchas cosas. Entre otras, habría que reabrir el debate sobre el tamaño de ciudad ideal y el papel de las grandes ciudades, las ciudades medias y las pequeñas ciudades en un mundo global. Porque lo que está detrás de tanta “imagen de marca”, de tanta construcción megalómana, de tanta arquitectura “de autor”, no es otra cosa que un deseo de crecimiento, entendiendo que crecer es lo mejor. Y para crecer hay que destacar, diferenciarse, vender la marca, arrebatar empleos y riqueza allí donde se pueda (en el fondo estoy diciendo que hay que hacer un Plan Estratégico). Realmente, el hecho de que las ciudades sean cada vez más grandes tanto en población como en superficie ¿significa que sus habitantes son más felices? ¿hasta que número de ciudadanos puede seguir creciendo una ciudad sin volverse ineficiente? Mi amigo Mariano Vázquez lo tiene bastante claro cuando se trata de estructuras: existe un límite. El límite está en aquel valor en que la estructura no puede soportar su propio peso. Y probablemente exista un gradiente de eficiencia (esto ya es cosecha mía). Lo que significaría la existencia de un óptimo a partir del cual el rendimiento decrece y otro punto en el que colapsa ¿Parece tan claro que ciudades como Vitoria, Santiago, Pamplona o Burgos tengan como objetivo, implícito o explícito, aumentar su tamaño de forma creciente y llegar a ser como Madrid o Barcelona? ¿Es eso realmente lo que quieren sus habitantes? ¿es más feliz y tiene más posibilidades de desarrollarse armónicamente un habitante de Madrid que otro de Santiago, uno de Barcelona que otro de Vitoria?

El casco histórico en primer plano, la obra de Eisenman
 
entre grúas, y el Pico Sacro al fondo (El Correo Gallego)

Un complejo como el de la Ciudad de la Cultura es claramente excesivo para una ciudad como Santiago de Compostela. Independientemente de la posibilidad de otros más espurios a los que me he referido en los primeros párrafos, sólo encuentro tres supuestos que puedan justificarlo. El primero es que se pretenda desplazar a gente de toda Galicia (o de toda España, o de todo el mundo) a sus instalaciones para que hagan cosas que no se puedan hacer en otro sitio. Se trata de una apuesta muy arriesgada que implica tener muy claro el objeto, los objetivos a conseguir y la forma de hacerlo. Pero este no parece que sea el caso ya que, como hemos visto, se van variando tanto objeto como objetivos con el transcurso del tiempo. Además, excepto situaciones muy concretas, en el siglo XXI son ya pocas las cosas para cuya elaboración haya necesidad de desplazarse a un lugar específico (de ahí mi propuesta de crear un Archivo Central Informático de Galicia). Y, en cualquier caso, esta forma de funcionar es muy costosa ambientalmente frente a la descentralizada. El segundo supuesto es que se pretenda un crecimiento fuerte de la ciudad y esta construcción sea el impulso que lo propicie. Mis preguntas al respecto, de momento sin respuestas, ocupan casi todo el párrafo anterior. El tercer supuesto es la locura. A veces las locuras son necesarias y, en algunos casos, imprescindibles para que los individuos o las sociedades mejoren. Espero, de corazón, que este sea el caso de una locura necesaria.

Coda: el pasado 1 de diciembre nos reunimos en Madrid los miembros de jurado del premio “Ciudades Patrimonio de la Humanidad” correspondiente al año 2010 que otorga el Ministerio de Cultura. Decidimos darle el primer premio a la Oficina de la Ciudad Histórica y de Rehabilitación de Santiago de Compostela. Lo traigo sencillamente como contrapunto probatorio de que en mi ciudad también se hacen cosas razonables y sensatas.