lunes, 30 de septiembre de 2013

Nuevas dinámicas urbanas

"La construcción de la ciudad está cambiando de forma muy apreciable en los últimos años. No solamente el ritmo de creación del espacio urbanizado que se ha acelerado casi hasta el paroxismo, sino también los objetivos, la propia mecánica de su planificación y la relación que se establece con el ciudadano. Si a esto añadimos que a partir de mediados de los años ochenta del pasado siglo XX aparece un problema nuevo de carácter planetario que tiene que ver con la relación entre la biocapacidad de la Tierra y consumo, ya puede comprenderse que las dinámicas que subyacen en la creación de la ciudad del siglo XXI son muy diferentes a las de todas las anteriores". Así comencé mi ponencia en el Encuentro de Arquitectura Contemporánea en Ciudades Históricas que se acaba de celebrar en Sevilla el 17, 18 y 19 de septiembre. Como no tengo claro que, al final, se haga una publicación que recoja lo allí debatido, he pensado que sería interesante traerla aquí un poco adaptada y con algunas cosas nuevas. En ella planteaba temas polémicos (que os sonarán bastante a los que leéis el blog) con objeto de generar debate. He tratado de agruparlos en tres apartados.

Visión nocturna de Los Ángeles  LucasJanin

El primero vendría de la mano de lo que Koolhaas llamó “ciudad genérica”. Es decir, una ciudad que va perdiendo sus connotaciones específicas del lugar y que se queda exclusivamente con aquellas que son válidas para casi todos los lugares. Surgen así extensiones urbanas y arquitecturas que podríamos denominar clonadas, copiadas, descontextualizadas o banales.

La ciudad de cualquier lugar

Piezas urbanas de Barcelona, Shangai, Ámsterdam o Tokio, que no se diferencian nada más que en las letras de los carteles de publicidad, si es que se diferencian. Así es como determinado tipo de arquitectura ha construido hectáreas y hectáreas de áreas urbanizadas. Se pueden encontrar muchos ejemplos en el libro de Francesc Muñoz Urbanalización. Lugares comunes, paisajes globales y hay varios artículos del blog dedicados a esta cuestión. No se trata de algo nuevo. Se podría decir que empieza a dar sus primeros pasos a principios del pasado siglo XX con la llamada Ciudad Jardín, sigue luego con el Movimiento Moderno, pero sólo hace unas décadas que adquiere su verdadera dimensión. Muchas son las causas que han llevado a esta uniformidad en la creación de las ciudades. Indudablemente la primera es la globalización, que ha acercado y mezclado culturas y formas diferentes de vivir. Las grandes multinacionales han contribuido de forma muy importante a la creación de imágenes comunes y a la configuración, mediante la publicidad, de paisajes urbanos similares en todo el planeta. Esta cultura de la imagen y de la marca como sustrato de todo lo que vemos ha traído consigo una forma de mirar el paisaje urbano similar en muchos lugares del mundo.

Clones urbanos válidos para cualquier lugar  alturbanist

Se ha creado de esta forma una cultura común que ha permitido avances muy rápidos en la asimilación y deglución de las formas por sociedades muy diferentes, permitiendo que sean soporte de innovación. Esta posibilidad de innovación ha traído consigo que estas piezas genéricas se hayan identificado inmediatamente con la modernidad y el progreso. De tal forma que nos encontramos con arquitecturas y áreas urbanas genéricas, adaptadas a los requisitos que exigen las formas de vivir globales, que han colonizado no sólo las periferias urbanas sino que se han ido introduciendo también en las zonas urbanas históricas. Y esto es válido, tanto para el sustrato urbano, el tejido, como para las emergencias, es decir, aquello que sobresale del tejido: arquitecturas “singulares” que acaban por ser genéricas a base de querer singularizarse. Pero el problema de los límites planetarios, característico de este siglo, hace necesario adaptarse a las condiciones del sitio más que adaptar el sitio a nuestras condiciones. Si tenemos que adaptar nuestras ciudades y nuestros edificios a las condiciones del sitio para conseguir menor consumo y contaminación, ¿alguien me puede explicar como es posible dar la misma respuesta urbana y arquitectónica a requisitos de contexto muy distintos?

¿Arquitecturas singulares? ¿Cuáles?  Wikimedia

De forma que, desde el punto de vista de la eficiencia habría que desconfiar de entrada de las soluciones genéricas, clónicas, descontextualizadas ya que sería bastante extraño que la misma solución arquitectónica y urbanística pudiera funcionar igualmente bien en un clima lluvioso, en uno seco, en una topografía llana y en otra muy accidentada, para una cultura cristiana o para otra musulmana (por poner ejemplos). Las arquitecturas y piezas urbanas “singulares”, en general, deberían resultar de las consideraciones específicas del lugar. Los profesionales somos capaces controlar algunos elementos en situaciones muy distintas. Así, la radiación solar, o la humedad, o el viento. Pero los más complejos, como los culturales o los identitarios, pienso que sobrepasan la capacidad de afrontar problemas “variados”, aunque se trate de un arquitecto o un urbanista. Por ejemplo, una consultora de planificación urbana alemana debería reconocer sin complejos que no es capaz de identificar los elementos esenciales de una ciudad como Amman. Pero el caso es que este tipo de consultoras han destrozado, literalmente, la capital jornada tal y como se puede constatar en una tesis que dirigí ya hace algunos años a Mazen Suleiman titulada Amman, una sociedad islámica en una ciudad de forma y estructura occidentales (Publicado el resumen en Ciu[ur]33 como "La ciudad musulmana y la influencia del urbanismo occidental en su conformación").

Amman (Jordania) “genérica”  triptojordan

Los grandes despachos de arquitectura que construyen en todo el mundo deberían tener su campo de acción limitado a las piezas urbanas con vocación genérica, o a elementos situados en lugares muy concretos y consensuados de las ciudades consolidadas. No digo que hubiera que proscribirlos enteramente como una aberración. No, claro que no, tienen una función obvia que es la de innovar muy rápidamente tanto en las formas como en las técnicas. Y a veces es necesario innovar muy rápidamente. El problema es que las innovaciones rápidas muchas veces son simples ensayos que conducen al fracaso. Otras no, y los inventos formales, funcionales o técnicos, terminan por incorporarse al acervo tradicional de soluciones válidas y adaptadas al contexto. En momentos en los cuales todos los indicadores del funcionamiento de nuestras ciudades nos dicen que resulta necesaria una vuelta a lo local, después de la locura ineficiente de una organización del territorio basada en el transporte masivo de personas, energía, materiales y alimentos, lo mas moderno, lo más puntero, no puede ser lo genérico. Lo que de verdad tiene el valor de lo singular es aquello que está directamente relacionado con el contexto, con el sitio, y por supuesto, con las formas de vida, valores y usos de una sociedad concreta.

Amman (Jordania) “contextualizada”  cestyapamatky

El segundo elemento al que quería referirme es el relativo a las nuevas formas de planificación, en concreto, a la planificación estratégica que cambió el rumbo de los sistemas de planeamiento al cambiar los objetivos. Ya no se trata de tener previstos una serie de espacios para acomodar necesidades ciudadanas, se trata de competir con otras ciudades en una verdadera guerra para captar y acumular riqueza.

La imagen urbana sustituye al plan de urbanismo

En esta guerra, la identidad, la eficacia y la eficiencia, pasan a un segundo plano para ceder paso a la imagen, a la marca ciudad. Guerra en la que vale todo, y en la que en nombre de “la ciudad” como ser supremo, los responsables de su gobierno y planificación se olvidan de los ciudadanos. El modelo subyacente en esta forma de entender el territorio es “cuanto mayor, mejor”. Se supone que una gran ciudad ofrece mejores (y, sobre todo, más) oportunidades al ciudadano que las ciudades medias o que los pueblos. Esto es verdad en parte. Se necesita una cierta masa crítica de público para ofrecer determinados servicios de forma rentable. Es decir, es raro que en un pueblo tengamos un traductor de chino. Y si lo tenemos, es todavía más raro que exista, además, otro de yoruba. Es decir, hay servicios que sólo pueden ofrecer determinadas ciudades. Y cuanto mayores, más posibilidades. De forma que nos encontramos con que las ciudades han optado mayoritariamente por crecer a toda costa. Han entrado, por tanto, en una auténtica competición, en una guerra entre ellas para conseguir acumular la mayor cantidad posible de habitantes, de empleos y de riqueza. Para ello se necesita vender la ciudad en el mercado global. Actualmente los mercados globales se basan en marcas. Lo que quiere decir, en el mundo publicitario, en imágenes.

Global Cities Index  gaiamisiones
  Señalar en la imagen para verla más grande

Así, se sustituyen las actuales realidades urbanas incomprensibles para los foráneos en tuits comprensibles. Hay que dejar reducida la imagen de la ciudad a ciento cuarenta caracteres. Y los mejores tuits urbanos son, precisamente, las obras de arquitectura. Además, dado que los tuits deben ser legibles en todos los idiomas, no podemos basarlos en las culturas locales sino que es imprescindible recurrir a formas genéricas que se entiendan en el mundo global. Sin embargo, este planteamiento tiene partes perversas y otras falaces. Aunque ahora no es el momento de detallar los inconvenientes y falsedades de este planteamiento, me referiré a ciertos lugares comunes para situar el tema. Por ejemplo, aunque no lo parezca, está demostrada la existencia de un gradiente negativo en la eficiencia del funcionamiento urbano en relación al tamaño. Hasta el punto que, algunos autores han llegado a plantear la existencia de un tamaño máximo a partir del cual la ciudad colapsa y empieza a funcionar como piezas urbanas independientes. Es como una estructura que llega un momento en que toda la masa se destina a aguantarse a sí misma. De forma que no es cierto que una gran ciudad sea más eficiente que una pequeña. Es justo lo contrario. Otro de los lugares comunes desmontado por las evidencias: todas las encuestas de satisfacción demuestran que los habitantes de las ciudades medidas son más felices y se encuentran más sanos que los habitantes de las grandes urbes. Vivir en una gran ciudad no es más satisfactorio.

  Tuit perfecto de usar y tirar (pero se queda para siempre)
  El gran consolador en medio de la Sagrada Familia  lavanguardia

A estos datos habría que añadir algo importante. En la era digital, las posibilidades de funcionar en red ya no hacen necesaria una masa crítica de población localizada en un lugar específico para poder ofrecer determinados servicios. Por tanto, el objetivo no debería ser crecer a toda costa, sino que los ciudadanos tuvieran oportunidades de vida suficientes, fueran felices y el coste del mantenimiento de su estructura urbana fuera el más rentable posible. Los planes no deberían marcarse como objetivo “posicionarse en los mercados globales” sino más bien organizar su territorio lo más eficaz, eficiente y bellamente posible. Esto apunta directamente a la recuperación de "la vida cercana" con ayuda, ahora posible, de las nuevas tecnologías. Y su arquitectura no debería intentar ser la “marca" de la ciudad sino representar la identidad, la memoria colectiva, de sus habitantes. En un momento en el que parece verosímil la hipótesis de una subida muy significativa de los costes de transporte debería entenderse, cuando menos temerario, apostar al cien por cien por la obtención de rentas, materiales, alimentos o energía, en sitios lejanos. Más bien, el futuro parece estar en una visión regional. Casi todas las propuestas más modernas se refieren a las ecorregiones, con la recuperación de la agricultura de proximidad, y la planificación conjunta de naturaleza y ciudad, apoyando su eficiencia en la infraestructura verde y los servicios de los ecosistemas.

La singularidad llevada al esperpento, Catar busca imagen
  Alcalde, ¿necesita una torre singular? aquí tiene un muestrario  elpaís

En este contexto, tanto las soluciones urbanas genéricas (todo el sprawl periférico, banal, ineficiente y escasamente funcional), como las singulares basadas en una imagen (escultura, icono, símbolo) que sustituyen a la arquitectura y que se convierten en el mismo momento en que se construyen en aparatos obsoletos y desfasados, no sólo desde el punto de vista técnico sino también formal, no parecen tener razón de ser, como aquellos lugares de París de que hablaban los dadaístas. En la cultura del tuit, el trending topic de hoy dura minutos (y a veces segundos). ¿Alguien en su sano juicio puede basar un desarrollo social armonioso (hago notar que no hablo de crecimiento sino de desarrollo) en cuatro fuegos artificiales que duran lo que duran y nos dejan sumidos luego en una obscuridad todavía más negra que la que había? ¿Alguien puede pensar que ha hecho más por los madrileños el trending topic de ayer por la tarde ("relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor") aunque lo hayan rebotado millones de seres, que el propio espacio de la Plaza Mayor? ¿Alguien puede pensar que la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela va a hacer más por los santiagueses que la catedral? ¿o qué la torre Cajasol en Sevilla más que la Giralda o la Torre del Oro? Por supuesto, ahora estoy hablando estrictamente de imagen urbana.

¿Sevilla busca posicionarse mundialmente con un rascacielos-tuit?
  ¿Para qué? ¿Atraerá más turistas o riqueza con esto?  elcorreoweb

El tercer conjunto de temas tiene que ver con el divorcio progresivo que se ha ido produciendo de forma acelerada desde mediados del pasado siglo XX, entre los políticos, los técnicos y la sociedad civil, y que ha caracterizado unos usos autistas de estos estamentos y unas formas de planificar y organizar la ciudad ajenas a la racionalidad y el sentido común.

Otra gobernanza para otra sociedad

Los políticos tienen ya poco que ver con los de la antigua democracia, cuando las relaciones personales importaban. Ahora lo único que importa es la imagen que dan los medios lo que, de hecho, implica una separación con el ciudadano que no llega a conocer a sus gobernantes (y a la inversa) sino la imagen de estos gobernantes. Sucede algo parecido a lo que escribía en párrafos anteriores relativo a las formas y soluciones urbanas y arquitectónicas. Y esto tiene también que ver con la ciudad, su tamaño y organización. En una ciudad de diez mil habitantes probablemente una parte importante de los vecinos conozcan a su alcalde, hayan sido incluso compañeros de juegos, estudios o trabajo. En una ciudad de trescientos mil ya es más complicado aunque, probablemente, se le vea por la calle e, incluso, hable con algún vecino. Pero, desde luego, en una ciudad de un millón o más eso es imposible. De forma que la política local (de eso estamos hablando) deja de ser local y se convierte en otra cosa. El sistema actual de representación local es evidente que no funciona en estos casos, y que deberíamos de estar repensándolo, porque el divorcio entre políticos y ciudadanos es ya casi irreversible.

Calderón de la Barca, El alcalde de Zalamea
  ¡Un político que anteponía el honor a la hacienda y la vida!

Una ciudad la deben construir los ciudadanos, y sus representantes deberían intentar que esto fuera así. Pero, a día de hoy, la situación es penosa. Los actuales planes de urbanismo, pensados para resolver los problemas de la ciudad industrial, no sirven de ninguna manera para organizar la ciudad del siglo XXI. Es imprescindible pensar cosas nuevas. Ciudades de código abierto, transparentes, en las que el ciudadano sepa, de verdad, las implicaciones de tomar una decisión u otra. Porque nuestros sistemas de participación ya no puede ser igual que los del siglo XX. Lo digital abre posibilidades que deberían ayudar a mejorar la relación entre los políticos y los ciudadanos, pero nada ha cambiado todavía. Parece necesario modificar la organización de las entidades locales con objeto de conseguir una democracia real (objetivo de movimientos como el 15M) planificando áreas urbanas con entidad propia y reconocible en las que, por ejemplo, la elección directa de sus representantes sea posible, acercando el político local al ciudadano, de forma que la relación personal se imponga. Y, por supuesto, aprovechar las nuevas formas de comunicación descentralizadas de base local, mucho más difíciles de controlar que un periódico o una emisora de televisión.

Anuncio que muchos veíamos representativo del técnico:
  un ser de otro mundo, un fantasma ajeno a la vida real

Y, por último, los técnicos. El divorcio entre los técnicos y la sociedad lo denunciaba Morin ya hace algunos años. En el último cuarto del pasado siglo veinte los técnicos se han recluido, definitivamente, en sus torres de marfil al volverse muy complejas (a veces de forma innecesaria) las metodologías y las formas de investigar los problemas, de proyectar y de planificar. Con ello se han distanciado de los políticos y de los ciudadanos, renunciando a comprender otras visiones de la realidad alternativas a las propias. A su vez se han ido separando entre ellos, creando lenguajes y jergas propias, de manera que la comunicación empieza a ser imposible entre áreas de conocimiento. Esto que incluso puede ser bueno al ser más precisa la terminología, en materias transversales como la construcción de la ciudad, se convierte en un problema. Más de la mitad de la humanidad está viviendo inmersa en ese artefacto técnico cada vez más complejo llamado ciudad. Y los ciudadanos deberían decidir sobre su organización, su forma, sus condiciones y sus límites. En la situación actual, no sólo no participan en las decisiones, sino que el sistema les hurta la información necesaria para saber qué está pasando en sus calles, en sus plazas o en sus parques.

El plan de urbanismo en España ¿proyecto incomprensible de ciudad?
  Más bien: garantía comprensible para el inversor inmobiliario  cabezodetorres

He tratado de demostrar con tres temas esbozados de forma muy esquemática, que las ciudades del siglo XXI se deberían de construir con presupuestos diferentes a las de épocas anteriores, por la sencilla razón de que los requisitos son distintos. Las regiones, las ciudades, que antes lo comprendan y cambien el rumbo se encontraran mejor preparadas cuando se produzcan los cambios que vienen.

A modo de final que es un comienzo

Las actuales dinámicas de formación de áreas urbanas ya empiezan a plantear algunos de estos temas. Es verdad que no sabemos, en realidad, qué va a venir. Es por tanto, un momento de crisis, de incertidumbre. Y en los momentos de incertidumbre el único consejo de sentido común es el de no hacer nada irreversible. Muchas de las cosas que estamos haciendo, en nuestra desesperación por agotar un sistema agónico, son irreversibles. La construcción de un canal de comunicaciones que rompe en dos un ecosistema es irreversible. La construcción de las cuatro torres en Madrid es irreversible tanto desde el punto de vista funcional como visual. Como lo fue en su momento la construcción de la Torre de Valencia como fondo escénico de la Puerta de Alcalá. Porque destruyen el imaginario colectivo de generaciones y generaciones que basan su identidad en la permanencia de determinados elementos urbanos.

Santiago, Ciudad de la Cultura, destrucción irreversible del Gaiás  compostelavirtual

Pero no querría terminar sin plantear dos cuestiones insinuadas en párrafos anteriores. La primera es la vuelta a lo local. En un mundo global en el que el dispendio energético y la contaminación producidos por el transporte de grandes cantidades de energía, materiales y personas, entre puntos del planeta separados miles de kilómetros es insostenible, en algunos sitios ya se está empezando a preparar el cambio. Resulta imprescindible reducir las distancias a las que se transporta la energía, el agua, las personas o los alimentos. Para ello no queda más remedio que volver al uso de los materiales locales, a la agricultura de proximidad, al autoabastecimiento energético, a la comprensión de las relaciones de los ciclos de los ecosistemas y los servicios que prestan a la ciudad, y a la recuperación de las identidades locales perdidas o a su creación. Desde este punto de vista las ciudades históricas tienen ya una parte del camino andado porque, normalmente, su expresión urbana responde a identidades y cultura locales y lo único de verdad necesario es su adaptación a las formas de vida actuales que, por experiencias anteriores, sabemos que nunca resulta bien si se hace de forma traumática.

La agricultura de proximidad está teniendo un importante
  protagonismo en la recuperación de lo local  elmundo.es

La segunda tiene que ver con la nueva política local. En estos momentos hay una eclosión de términos que tienen que ver con búsquedas de caminos alternativos a las tradicionales formas de gobierno representativas. No voy a hablar de democracia líquida, holacracia, lógica distribuida o inteligencia colectiva. Porque, además, no está muy claro si algunas de estas formas de encarar las relaciones entre gobierno y gobernados, y entre los ciudadanos entre sí, acabarán finalmente por dar resultados prácticos. Lo que sí parece claro es que, desde el punto de vista de la construcción de la ciudad, el sistema tradicional no funciona. Ya lo denunciábamos cuando redactamos para el Gobierno de España el Libro Blanco del Planeamiento Urbano Sostenible: no es que la ciudadanía tenga derecho a participar en la construcción de sus ciudades, es que debe ser la encargada de hacerlo con auxilio de los técnicos, que deberían descender de su Olimpo y aprender del ciudadano. Saskia Sassen habla de la ciudad de cristal, transparente y visible para todos. Pero para que una ciudad sea de verdad transparente es imprescindible información comprensible. Y ese es el primer deber del técnico que colabora con el ciudadano. Ya hace algunos años un visionario llamado William Bunge lo experimentó en Detroit, pero en la era digital todavía no se ha producido la revolución en la gobernanza local que se tiene que producir.

Buscando nuevos caminos para avanzar juntos  urbanohumano

Cuando voy a Santiago y los amigos me preguntan qué me parece la Ciudad de la Cultura yo (muy gallego) les respondo: y a ti ¿alguien te lo ha preguntado?¿alguien te ha explicado sus costes ecológicos, sociales y económicos?¿te han presentado alternativas viables?¿te han explicitado los objetivos reales a conseguir con su construcción?¿te han dicho que esos mismos objetivos se podrían conseguir rehabilitando algunas de las decenas de edificios existentes en el casco histórico o distribuyendo las actividades en los barrios degradados de la periferia? Y, sobre todo, ¿quién, en realidad, se ha beneficiando, se beneficia o se beneficiará con ella: los santiagueses, un especulador, un grupo político, un banco? Las mismas preguntas se pueden aplicar a determinados aeropuertos, barrios, torres, rehabilitaciones, peatonalización de calles o campos de golf. La construcción de la ciudad, en la situación actual, se está empezando a convertir en algo insoportable para el ciudadano. Recuerda el momento histórico de aparición del plan de urbanismo, cuando el descontento se había ya empezado a concretar en revueltas sociales, derivadas de la ciudad insana y gentrificada producida por la Revolución Industrial. No hace falta ser muy clarividente para darse cuenta de que, de continuar la situación actual, va a producirse una mutación (esperemos que no violenta) en la forma de entender la ciudad y su relación con el ciudadano. Y sería deseable, por los perniciosos efectos colaterales que pueden producirse, que en lugar de una mutación se produzca una evolución controlada.

Alejandro de la Sota, maestro de tantos de nosotros
  Que este recuerdo sea un homenaje a su figura  alejandrodelasota

Ya acabo, y con una anécdota que suelo utilizar frecuentemente al abordar el tema de la arquitectura en ciudades históricas. Cuenta Alejandro de la Sota: “Un alumno preguntaba al arquitecto Neutra qué debía de hacerse si en una plaza antigua, de viejo cuño y con solera, se derrumba una de las casas que la forman. Se podría hacer una copia de la desaparecida, o un pastiche o bien una casa actual ocupando el hueco. El viejo profesor contesto simplemente: llamar a un buen arquitecto. Como en una dentadura el diente caído no es sustituido por otro ya gastado sino más bien por una moderna y cara prótesis que no desentone por bien hecha. El nuevo rico, quizá, se ponga un diente de oro”. Probablemente hoy también sería suficiente con llamar a un buen arquitecto. Pero el buen arquitecto de hoy no debería hacer las cosas como entonces. Necesita, más que nunca, estar empapado de una cultura que, normalmente, en ciudades históricas, es local. Y, sobre todo, los arquitectos y los urbanistas del siglo XXI deberían proyectar con la ayuda del ciudadano y para el ciudadano. Nunca para su propio ego o para el ego del prócer de turno (por no hablar de lindezas pecuniarias relativas a elementos corruptos). Y plantear con todas las cauteles la intervención en determinadas áreas urbanas de las grandes multinacionales de la arquitectura, que crean iconos de consumo instantáneo, en Bangkok, Sevilla, Estocolmo o Nueva York, indiferentes al sitio, sin importarles destrozar las imágenes de largo recorrido, las identidades y la memoria de generaciones que han anclado sus recuerdos en unos espacios y unas piedras irremplazables.

martes, 3 de septiembre de 2013

Maurice Halbwachs, la memoria colectiva

En pocos días empieza un nuevo semestre. El ritmo tradicional de los cursos académicos de un año ya se ha olvidado, sustituido por un sistema acelerado que, prácticamente, impide una relación mínima entre profesor y alumno. Pero no se trata de quejarse demasiado, el sistema tiene otras ventajas como, por ejemplo, la cantidad de cosas variadas que se pueden impartir en doce meses. En mi caso concreto estoy de suerte, a partir de septiembre (y hasta enero) la temática con la que he de enfrentarme en dos de las asignaturas que me corresponden es bastante parecida. Una de grado, Paisaje y Territorio, y otra de postgrado, La Protección del Patrimonio Urbano. He estado pensando qué artículo podría escribir que sirviera de introducción a ambas y que tuviera que ver con algunos de los temas que me preocupan actualmente. Lo mejor en estos casos es recurrir a los clásicos. La identidad, lo local, el lugar, todo parece que me conduce directamente a la figura del sociólogo francés Maurice Halbwachs, que fue quien propuso y desarrolló el concepto de memoria colectiva.

Maurice Halbwachs  MediHal

Aunque Halbwachs nació en Reims en 1877 su familia se trasladó muy pronto a París. Estudió el bachillerato en el liceo Henri IV donde tuvo como profesor a Bergson. Su influencia fue determinante en su vida, al ser alumno suyo desde 1894 hasta 1901 (ya que lo fue también en la École National Supérieure). Hasta tal punto que su madre, cuando recibió Les Cadres sociaux de la mèmoire, le escribió diciéndole: “estoy emocionada de verte casi colaborando con Bergson que fue tu demonio personal de juventud”. A raíz del caso Dreyfus se acerca al socialismo y conoce a Simiad que le presenta a Émile Durkheim, la otra influencia básica en su obra. Halbwachs, doctor en letras y en derecho, fue sucesivamente profesor de filosofía en Caen, de sociología en Estrasburgo, y desde 1935 catedrático en La Sorbona. Por cierto, que su tesis de derecho publicada en 1909 se tituló Les expropiations et le prix des terrains à Paris de 1860 a 1900. Como puede verse, el urbanismo no era ajeno a sus preocupaciones.

Campo de Buchenwald, 14 de abril de 1945 
 Muertos apilados en un remolque  Wikipedia Commons

En 1938 es nombrado presidente del Instituto francés de sociología y en 1944 es elegido para la cátedra de psicología colectiva en el Colegio de Francia. Pero en julio de ese año es detenido por la Gestapo. Muere de inanición en marzo de 1945 en el campo nazi de Buchenwald. Jorge Semprún, compañero suyo en el campo, describe así su muerte: “Busqué en el fichero central de la Arbeitsstatistik el casillero correspondiente a su número. Saqué la ficha de Maurice Halbwachs, borré su nombre: un vivo podría ahora ocupar el lugar de ese muerto. Un vivo, quiero decir: un futuro cadáver. Hice todos los gestos necesarios, borré cuidadosamente su apellido, Halbwachs, su nombre de pila, Maurice: todas sus señas de identidad. Tenía su ficha rectangular en la palma de la mano, volvía a estar blanca y virgen: otra vida podría inscribirse en ella, una muerte nueva. Contemplé la ficha virgen y blanca, mucho rato, probablemente sin verla. Probablemente tan sólo veía en aquel instante el rostro ausente de Halbwachs, mi última visión de ese rostro: la máscara cerosa, los ojos cerrados, la sonrisa de más allá” (Semprún: La escritura o la vida, Tusquests, 2007).

Jorge Semprún en Buchenwald (1995)  laregledujeu

Halbwachs había dejado sin publicar un libro que salió a la luz póstumamente, La mémoire collective (La memoria colectiva). En el artículo de hoy me voy a referir a este libro y a otro publicado en el año 1925 titulado Les cadres sociaux de la mémoire (Los marcos sociales de la memoria). Ambos ponen las bases de lo que será otra forma de ver la memoria, distinta a la de San Agustín o a la Bergson, ambas centradas casi exclusivamente en la memoria individual. Se puede decir que aplica los principios sociológicos de Durkheim al concepto de la memoria de Bergson. El resultado, que ya se dibuja en Los marcos sociales de la memoria, supone la irrupción del concepto de memoria colectiva que tanto recorrido ha tenido posteriormente. Según su análisis, la memoria está formada por unos “marcos sociales”, bien de carácter general (lenguaje, espacio, tiempo) o específicos, que hacen posible el recuerdo. Se aleja, por tanto, de las propuestas de Bergson y contraponiéndose a ellas, plantea que no es posible una memoria individual pura y que lo que llamamos memoria tiene siempre carácter social.

Portadas de La memoria colectiva y
de Los marcos sociales de la memoria

Escribe en Los marcos sociales de la memoria: “Podemos recordar solamente con la condición de encontrar, en los marcos de memoria colectiva, el lugar de los acontecimientos pasados que nos interese. Un recuerdo es tanto más fecundo cuando reaparece en el punto de encuentro de un gran número de esos marcos que se entrecruzan y se disimulan entre ellos. El olvido se explica por la desaparición de esos marcos o de una parte de ellos, siempre y cuando nuestra atención no sea capaz de fijarse sobre ellos, o sea fijada en otra parte (la distracción es a menudo la consecuencia de un esfuerzo de atención, y el olvido es casi siempre el resultado de una distracción). Si bien el olvido o la deformación de algunos de nuestros recuerdos se explica también por el hecho de que esos marcos cambian de un periodo a otro. La sociedad, adaptándose a las circunstancias, y adaptándose a los tiempos, se representa el pasado de diversas maneras: la sociedad modifica sus convenciones”.

“El pensamiento social es esencialmente una memoria” (Halbwachs)  wikiversity

Es este libro analiza la memoria colectiva de la familia, de los grupos religiosos y de las clases sociales. Termina afirmando que: “por lo tanto se deduce que el pensamiento social es esencialmente una memoria, y que todo su contenido no es más que recuerdos colectivos”. En 1939 publica un artículo titulado “La mémoire collective chez les musiciens” (La memoria colectiva en los músicos) para demostrar que un sistema lingüístico como el musical, ajeno al hablado, podía también organizar marcos sociales de la memoria. En 1941 aparece La topographie légendaire des Évangiles en Terre Sainte (Topografía legendaria de los evangelios en Tierra Santa) donde plantea la importancia del espacio para inscribir la memoria. Se trata de un trabajo clave para el análisis de cómo se localiza la memoria colectiva en lugares concretos y debería haberse traducido al castellano aunque no tengo constancia de que tal traducción exista, o por lo menos, yo no la he encontrado. Relaciona los relatos evangélicos de los sitios y los recorridos con testimonios de viajeros, historiadores y arqueólogos. Aunque escribió otros textos importantes (como La classe ouvrière et les niveaux de vie o también Les Causes du suicide) están menos relacionados con nuestro tema.

Jerusalén, el muro de las lamentaciones  mi9

En 1950, cinco años después de su muerte, se publica La memoria colectiva. Como de este libro sí que hay traducción al español es la que voy a seguir. La edición, de 2004, es de Prensas Universitarias de Zaragoza y se basa en la 2ª edición, de 1968, de Presses Universitaires de France. Se incluye, como anexo, el artículo ya comentado de “La memoria colectiva en los músicos” publicado en la Revue philosophique. Como todas las obras póstumas esta también tiene algo de inacabada. La obra está dividida en cuatro capítulos que relacionan la memoria colectiva con la memoria individual, la historia, el tiempo y el espacio. Todos ellos plantean numerosos interrogantes y buena parte de sus afirmaciones se han puesto en revisión posteriormente. Incluso desde el mismo momento que propone el concepto de memoria colectiva (por ejemplo, por parte de su compañero Marc Bloch). Sin embargo, sienta las bases de una línea de pensamiento muy fecunda y pone sobre la mesa los aspectos básicos de una discusión que, posteriormente, afectaría a muchos campos del conocimiento.

El recuerdo del mundo rural  diariodenavarra

El primer capítulo está basado en Los marcos sociales de la memoria y sirve para introducir el concepto de memoria colectiva. De todas formas, aunque luego se le acuse de centrarse en la memoria colectiva y negar, en la práctica, la posibilidad de una memoria individual, lo cierto es que en muchos lugares destaca la necesidad de considerar ambas a la vez: “Por lo demás, si la memoria colectiva obtiene su fuerza y duración al apoyarse en un conjunto de hombres, son los individuos los que la recuerdan, como miembros del grupo. De este amasijo de recuerdos comunes, que se basan unos en otros, no todos tendrán la misma intensidad en cada uno de ellos. Cabe decir que cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva, que este punto de vista cambia según el lugar que ocupo en ella y que este mismo lugar cambia según las relaciones que mantengo con otros entornos. Por lo tanto no resulta sorprendente que no todos saquen el mismo partido del instrumento común” (he cambiado la traducción del párrafo porque en la edición de Prensas Universitarias de Zaragoza resultaba incomprensible).

“La historia no es todo el pasado, pero tampoco 
 todo lo que queda del pasado” (Halbwachs)  eldiario24

Para Halbwachs la diferencia entre memoria colectiva e historia (no termina de entender la "memoria histórica") está bastante clara: la historia reconstruye y proyecta, mediante los datos actuales que se conocen, una sociedad pasada reinventada; mientras que la memoria colectiva recompone mágicamente el pasado. De esta forma, la historia es irreductible a la memoria: la memoria es continua, la historia discontinua; las memorias son varias, la historia es una; la memoria se fija en las semejanzas, la historia en las diferencias: “No diremos que a diferencia de la historia, o si se quiere la memoria histórica, la memoria colectiva sólo retiene semejanzas. Para que se pueda hablar de memoria hace falta que las partes del período sobre las que se extienden se encuentren diferenciadas en alguna medida. […] Lo que llama la atención es que en la memoria las similitudes pasan a primer plano. El grupo, al momento en que mira su pasado siente que sigue siendo el mismo y toma conciencia de su identidad a través del tiempo. La historia no recupera los intervalos de tiempo en que aparentemente no pasa nada, en que la vida se limita a repetirse, bajo formas poco diversas, sin alteración esencial, sin rupturas ni sobresaltos”.

¿Existe una historia única?  eldecano

Dice que hablar de "memoria histórica" le parece una contradicción ya que dicha expresión “asocia dos términos que se oponen desde todo  punto de vista” tal y como se ha señadado en el párrafo anterior. Para una mejor comprensión esta cuestión habría que relacionarla con los temas del espacio y del tiempo. Aunque luego analizaremos sus propuestas en lo que se refiere al espacio, los lugares y los símbolos, es imprescindible decir desde ahora que este es uno de los aspectos más controvertidos de su análisis. Y también mencionar la revisión de Pierre Nora en su obra monumental en tres tomos Les lieux de mémoire (Los lugares de la memoria). De todas formas toda esta cuestión de la memoria histórica es demasiado compleja como para tratarla con un mínimo de rigor en una reseña como esta. Aparte de soportar una carga ideológica muy importante, el concepto ha sido sometido a múltiples revisiones desde que Halbwachs planteó la cuestión de la memoria colectiva (entre otros, habría que citar a Ricoeur, Namer o el mismo Nora), y está muy relacionado también con el tercer capítulo del libro en el que se plantea el tema del tiempo.

A veces el tiempo, el espacio, los marcos de la memoria 
 y los grupos, todos juntos, construyen símbolos  pupargentina

Precisamente este tercer capítulo me siento casi incapaz de sintetizarlo ya que lo importante es cómo Halbwachs va tejiendo la argumentación y, sobre todo, la forma literaria de hacerlo. Concluye que el tiempo real, el tiempo vivido de Bergson, solo puede plantearse desde las conciencias colectivas y se relaciona con lo que permanece lo que le da una cierta identidad o sentido de unidad: “Sociedades religiosas, políticas, económicas, familias, grupos de amigos, de conocidos, e incluso reuniones efímeras en un salón, en una sala de espectáculos, en la calle... todas inmovilizan el tiempo a su manera, o imponen a sus miembros la ilusión de que durante al menos un tiempo, en un mundo que cambia sin cesar, algunas zonas han adquirido una estabilidad y un equilibrio relativos, y en ellas no se ha transformado nada básico durante un periodo más o menos largo”. Y ya casi al final del capítulo, escribe: “El tiempo sólo es real en la medida en que tiene un contenido, es decir, que ofrece una materia de hechos al pensamiento”.

Vitoria-Gasteiz, plaza de la Virgen Blanca y el Celedón  destinoviajar

Probablemente la última parte del libro sea la que pueda despertar más expectativas entre los lectores del blog, ya que la dedica a tratar el tema de “La memoria colectiva y el espacio”. Sin embargo es la de contenido más endeble. Pienso que todo el potencial existente en el trabajo sobre La topografía legendaria de los evangelios en Tierra Santa, está sin desarrollar más que en una pequeña parte. Eso no quiere decir que no esté bien escrito (leer esta parte es una delicia), ni que esté falto de ideas, sugerencias e, incluso, emociones. Empieza por plantear al grupo en su marco espacial: “…todo lo que hace el grupo puede traducirse en términos espaciales, y el lugar que ocupa no es más que la reunión de todos los términos. Cada aspecto, cada detalle de este lugar tiene un sentido que sólo pueden comprender los miembros del grupo, porque todas las partes del espacio que ha ocupado corresponden a otros tantos aspectos distintos de la estructura y la vida de su sociedad, al menos en su faceta más estable”.

El Rastro, Madrid, la Ribera de Curtidores a finales del siglo XIX  elrastro

Luego, en el apartado “Las piedras del casco histórico” intenta relacionar la estabilidad del grupo con la permanencia del aspecto de calles y edificios. Tras unas páginas muy bien escritas concluye que, en los grupos, la memoria colectiva se apoya en imágenes espaciales. De ahí la resistencia a modificar determinados sitios. Aparece así el apego al lugar como forma de mantener esa memoria colectiva, es decir como forma de mantener los grupos. ¿Qué sucede entonces con las agrupaciones sin base espacial aparente? Estudia las agrupaciones jurídicas, económicas y religiosas y trata de razonar como, en realidad, es casi imposible describir estos grupos dejando al margen cualquier imagen espacial. Lo tiene bastante fácil con los grupos religiosos (lugares sagrados, lugares profanos, lugares malditos) y se defiende con las agrupaciones jurídicas ya que las leyes se relacionan bien con los sitios. Pero tropieza con dificultades cuando se trata de grupos económicos. Prefiero no pensar en las terribles complicaciones que tendría para asociar a sitios concretos los actuales grupos por ejemplo, de Facebook, Twitter o Google+. Así, su conclusión de que “no hay memoria colectiva que no se desarrolle dentro de un marco espacial” es posible que, a dia de hoy, necesite un análisis más elaborado.

Santiago de Compostela, plaza de la Quintana
 Esperando para entrar por la Puerta Santa  minute

Concluye el libro estableciendo una relación entre memoria, grupos, espacio y tiempo: “…la mayoría de los grupos, no sólo los que resultan de la yuxtaposición permanente de sus miembros, dentro de los límites de una ciudad, una casa o un apartamento, sino también muchos otros, dibuja en cierto modo su forma sobre el suelo y encuentran sus recuerdos colectivos en el marco espacial así definido […] Por lo tanto, no es totalmente cierto que para recordar haya que transportarse con el pensamiento fuera del espacio, ya que, al contrario, es sólo la imagen del espacio la que, por su estabilidad, nos ofrece la ilusión de no cambiar en absoluto a lo largo del tiempo y encontrar el pasado en el presente; pero así es como podemos definir la memoria, y el espacio es el único que resulta lo suficientemente estable para poder durar sin envejecer ni perder ninguna de sus partes”. Las propuestas de Halbwachs están en la base de muchos planteamientos relacionados con la Protección del Patrimonio y da sentido a bastantes aproximaciones a la identidad desde la Teoría del Paisaje. Resulta imprescindible, como mínimo, conocer su existencia en unos momentos en los que está en revisión todo el andamiaje teórico relacionado con estos temas. Pienso que ir directamente a las fuentes puede ahorrar bastante trabajo.


Referencias citadas en el artículo

Referencia 1.-La edición digitalizada del original en francés de 1925 de Les cadres sociaux de la mémoire, realizada por Jean-Marie Tremblay, puede obtenerse gratuitamente en (.doc) o en (.pdf) en esta dirección de la Université de Québec a Chicoutime (UQAC).

Para aquellos que tengan problemas con la lectura del original en francés, existe una traducción al español.Halbwachs, M. Los marcos sociales de la memoria, Anthropos editorial, coedición con las universidades de Concepción (Chile) y la Central de Venezuela, Barcelona, 2004. La traducción es de Baeza y Mújica de la edición de Albin Michel de 1994. Cuenta con un postfacio de Gérard Namer. 

Referencia 2.-La edición digitalizada del original en francés de 1939 de “La mémoire collective chez les musiciens”, realizada por Lorraine Audy a partir del original extraído de la Revue philosophique, de marzo-abril de 1939, p. 136 a 165, puede obtenerse gratuitamente en esta dirección de la Université de Québec a Chicoutime (UQAC).

Existe una traducción al español (ver la referencia 4).

Referencia 3.-Respecto a la obra La topographie légendaire des Évangiles en Terre Sainte, étude de mémoire collective, publicado por Presses universitaires de France en Paris en el año 1941, era prácticamente imposible de encontrar. Afortunadamente en el año 2008 se ha reeditado, con una introducción de Marie Jaisson. La primera parte está dedicada a una recopilación de artículos a propósito del libro: “La Religion comme chaîne de mémoire” (Danièle Hervieu-Léger); “Halbwachs et l’espace fictionnel de la ville” (Jean-Pierre Cléro); “Mémoire collective et espace social” (Marie Jaisson); “Juste parmi les Nations : un fragment de mémoire collective” (Sarah Gensburger); “Portée du lexique halbwachisen de la mémoire” (Éric Brian). Luego viene un dossier con las obras de Halbwachs, una recensión del libro de 1941 y la carta de Yvonne Halbwachs de 1945. Después de todos estos prolegómenos, que enriquecen bastante la edición, se pasa a la introducción y a los nueve capítulos del libro. 

Halbwachs, M.: La topographie légendaire des Évangiles en Terre Sainte, étude de mémoire collective, Presses universitaires de France, Paris, 2008.

Referencia 4.-La edición digitalizada del original en francés de 1950 de La mémoire collective, realizada por Lorraine Audy y Jean-Marie Tremblay, puede obtenerse gratuitamente en (.doc) o en (.pdf) en esta dirección de la Université de Québec a Chicoutime (UQAC).

También en este caso existe traducción al español. Halbwachs, M.: La memoria colectiva, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004. Es la traducción realizada por Inés Sancho-Arroyo de la segunda edición en francés, 1968, de Presses Universitaires de France. Como ya he dicho, en esta edición se incluye como anexo el artículo de 1939 "La memoria colectiva de los músicos", publicado en la Revue philosophique.