domingo, 2 de julio de 2017

Cityland, ciudad de vacaciones

Hasta hace pocos años el turismo (“ese gran invento”) parecía que era iba a ser la panacea para que determinadas ciudades en declive recuperaran su pasado esplendor. Aunque en algunos casos ya se habían detectado problemas. Por ejemplo, siempre se citaba Venecia o Salzburgo. Pero se suponía que eran distorsiones puntuales y que el turismo permitiría recuperar determinados centros históricos que se iban despoblando paulatinamente y para los que no se veía solución. De forma que algunas ciudades empezaron una labor de recomposición de su imagen, tan y como analizaba en el artículo del mes pasado, para colocar su centro histórico en el mercado turístico local o en el global. Esto se hizo mediante distintas estrategias, aunque casi todas pasaban por operaciones puntuales de rehabilitación de edificios concretos o de renovación de espacios urbanos mediante peatonalización y modernización de los mismos.

Imagen tópica del centro histórico de Oporto  voyageprive

Pero hoy no voy a tratar las formas de abordar esta reconversión sino sus consecuencias. Ya se empiezan a alzar voces, no sólo por parte de los vecinos, sino también por expertos en el tema turístico y por urbanistas y planificadores, que señalan los peligros de este tipo de operaciones que terminan por descontrolarse y producir problemas graves en el funcionamiento de la ciudad y en la vida de sus habitantes. Aprovechando que una alumna de la ETSAM presentó hace unos días un TFG sobre esta cuestión relativa a la ciudad de Oporto en Portugal, pensé que sería interesante utilizar parte del mismo para poder tratar el tema con una cierta perspectiva. La alumna se llama Itziar Echebarrieta y su tutora Beatriz Fernández Águeda. Además, dado que en España existe toda una polémica que en estos momentos se concreta en la cuestión de los llamados “pisos turísticos”, que afecta a diversas ciudades, también es bueno mirar a otros sitios para saber si esta situación es privativa de nuestro país.

Antiguos pórticos de descarga de mercancías  Del trabajo de Itziar

Los lectores habituales ya saben que los trabajos de investigación de los alumnos al pasarlos al formato del blog sufren una “reconversión”, no solamente formal sino también relacionada con la finalidad más divulgativa (hasta cierto punto, claro) y polémica. El trabajo entero se podrá encontrar en su momento en el archivo digital de la UPM. Les pido disculpas tanto a la autora como a su tutora por los cambios que he tenido que introducir para adaptarlo.


La identidad [post]industrial. Caso de estudio: Oporto.
Autora: Itziar Echebarrieta
 
Oporto, ciudad con capas  de información superpuestas y yuxtapuestas. Oporto, hipertexto de información descodificado. Oporto, mucho más que “antigua, leal e invicta”, más allá de la ciudad anclada en la historia y la tradición. Oporto como un ente complejo. Podríamos resumir la evolución de esta ciudad portuguesa en tres fases principales: comercial-religiosa, industrial-burguesa y cultural-turística. “O Porto”, desde su origen romano y como su propio nombre indica, ha sido siempre un asentamiento portuario y comercial, punto de entrada, salida y paso de mercancías obligatorio del país. La ciudad fue sede del obispado durante siglos, siendo el obispo quien organizaba la actividad comercial de la ciudad, cuyos éxitos permitieron crear numerosos edificios religiosos. Tal era el poder del obispo, que la nobleza no tenía permitido pernoctar en la ciudad.

Mosteiro de S. Bento da Vitoria portopatrimonio
 
Vila Nova de Gaia, al sur del rio, fue construida como respuesta desafiante del rey hacia el obispo. Sin embargo, su orientación solar norte hizo de ella el lugar idóneo para el almacenaje del vino y construcción de barcos, desarrollándose el espacio más urbano y comercial en Oporto y el más industrial en Gaia. En la segunda fase, la ciudad crece en términos de evolución económica y urbana, decayendo el poder del clero y siendo ahora la burguesía quien posee el poder sobre la ciudad. En este período se realizan proyectos urbanísticos que tratan de dar una imagen monumental y uniforme a la ciudad. Acabado el período de industrialización, la región cae en un decrecimiento profundo de raíces económicas, sociales y políticas. Oporto pierde su función portuaria en 1930 con la construcción del gigantesco puerto de Leixões en la costa.

Puerto de Leixoes, nuevo terminal de cruceros  visitporto

En la última década del siglo XX se inicia la transformación de la ciudad industrial en la ciudad terciaria o de servicios, necesaria dada la grave crisis económica que afecta a las ciudades europeas industriales en los años 70. Después de años de incertidumbre económica, recupera su dinamismo volviéndose una ciudad de economía basada en el turismo, con regeneración urbana y ambiental enfocada hacia instituciones culturales que sirvan de llamada al visitante. Podemos ver claramente este cambio e inicio de la estrategia en el Plan de Acción Turística publicado en 2008 donde se desarrolla una política turística “regional, coherente, realista y original” que, por primera vez, se encuentra contenida en un plan urbanístico que espera sea una referencia común para la expansión del turismo en el Norte.

Imagen de referencia de Oporto en TripAdvisor  tripadvisor

La ciudad de Oporto se convierte en uno de los destinos turísticos destacados en TripAdvisor y empieza a aparecer una y otra vez en los suplementos turísticos de los grandes periódicos como (paradójicamente) el lugar secreto al que hay que ir. No hace más de un par de meses The New York Times la confirmó como el “Portland” de Portugal. Pero ¿qué ha ocurrido con la ciudad real? ¿Qué ha pasado con ella mientras se multiplicaban las tiendas modernas, los salones de té, las terracitas y los apartamentos turísticos con encanto? Hablar de gentrificación cuando se habla de los cambios que ha sufrido el centro de Oporto, “la ciudad antigua” (como reza su lema), no es lo más correcto. Los edificios ruinosos no han dejado paso a viviendas modernas, destinadas a modernos habitantes con un estilo diferente de vida y mayor poder adquisitivo que sus habitantes originales. Se han reconvertido en algo distinto.

Tienda "tradicional" en la Rua das Flores  pfashionmakers

Al pasear por sus calles, se observa que aún cuenta con edificios ruinosos y numerosos carteles de obras en curso o de inmediata realización. Los nombres de las inmobiliarias detrás de los proyectos se repiten constantemente. Varias de estas inmobiliarias se sitúan cerca de la Rúa das Flores, una de las calles más céntricas y uno de los ejemplos de cómo ha cambiado la ciudad en los últimos años, siendo ahora peatonal, abarrotada de terrazas y caras tiendas “tradicionales”. Oporto está cambiando. Vendida a los turistas como portadora de un tradicional señorío, llena de soportales y brisas marinas, con tranvías de madera amarillos fotografiados por miles de cámaras, con fachadas clásicas en empinadas calles o con tiendas de dulces exquisitos y restaurantes de mariscos atendidos por una familia. Veamos los principales problemas consecuencia de lo que se podría llamar “turistificación” de la ciudad.

Aumento de precios

En los últimos años, los precios de los inmuebles en la Baixa  y el centro histórico, se han revalorizado mucho. Según datos de Porto Vivo (la sociedad de rehabilitación urbana) y de Confidencial Imobiliário, en 2015 los precios subieron un 17,1%, siendo el cuarto año consecutivo en el que los precios suben en la zona por encima del 10%. Paralelamente a esta subida, también aumentan los proyectos de restauración con fines hoteleros.

Evolución del precio de residencias  Del trabajo de Itziar
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En un artículo publicado en 2014 en la revista Metrópole, Luís Mendes explicaba que las leyes de rehabilitación de Portugal han ido cambiando en los últimos tiempos y su consecuente impacto. Dice que: “Este cambio empezó con un giro neoliberal en las políticas urbanas en 2004, con la aprobación de una serie de paquetes de leyes que fueron defendiendo una visión más pro-mercado en lo que respecta a la habitabilidad, favoreciendo la iniciativa privada, la colaboración público-privada y la competitividad en el sector”, explica. “Este giro neoliberal culminó con la aprobación de la Nova Lei do Arrendamento Urbano en 2012 y que facilitó mucho los desalojos y agravó la segregación residencial”.

Número y valor de ventas de alojamientos  Del trabajo de Itziar
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En 2009, el gobierno de Sócrates implementó el régimen fiscal de los residentes no habituales para atraer a profesionales cualificados y jubilados extranjeros. Los primeros disfrutan de una tasa impositiva reducida sobre la renta del 20% y los segundos (en su mayoría franceses) no pagan impuestos por sus pensiones. En 2012, Passos Coelho liberalizó los alquileres con el resultado de su actualización por encima de la capacidad económica de muchos inquilinos en un contexto de austeridad. Ese mismo año puso en marcha el programa Golden Visa, similar al que existe en España o Grecia, que otorga permisos de residencia a ciudadanos extracomunitarios que hagan inversiones (generalmente inmobiliarias) de 500.000 euros en Portugal. En caso de compra de propiedades de más de 30 años o situadas en áreas de rehabilitación, basta gastar 350.000. Al estimular la demanda en mercados externos con mayor poder adquisitivo, se promueve el aumento de los precios de la vivienda sobre la capacidad de una población local empobrecida por la austeridad.

Modificación del uso habitacional

Nuno Cabral, de la inmobiliaria “100 Domus”, confirma en una entrevista que la zona no se está gentrificando de un modo tradicional. Cuenta que alrededor del 95% de sus clientes están comprando estos edificios restaurados,  reconvertidos en apartamentos para estancias cortas, en espacios turísticos. Reconoce que hay algunos edificios de renta antigua y cuyos habitantes permanecen allí, pero lo más habitual es que fuesen antes viviendas unifamiliares que llevaban mucho tiempo cerradas. Comentando estas opiniones de la inmobiliaria con Rio Fernandes, éste las confirma, y apunta que: “en algunos casos se puedan haber producido presiones para convencer a las personas para que saliesen, no ha ocurrido en muchos casos”.

Alojamientos para alquilar  Del trabajo de Itziar
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Entonces, si nadie se fue de sus casas y si nadie habitaba allí, ¿ha encontrado Oporto la varita mágica para solucionar los problemas de los centros históricos sin hacer daño a nadie? “Es cierto que una parte significativa de la ocupación por parte del alojamiento turístico de los edificios de uso residencial no implicó el desalojo directo de los habitantes, porque los edificios ya estaban vacantes y en avanzado estado de mala conservación. Estaban vacíos. No vivía nadie allí. Es un hecho. Sin embargo, el desalojo al que estamos asistiendo es indirecto y más grave todavía”, explica por correo electrónico Luís Mendes, profesor de la Universidad de Lisboa y experto en geografía urbana. La ciudad, explica, está cambiando a largo plazo y hace que los habitantes de bajo nivel adquisitivo tengan mucho más complicado quedarse en la zona. En este contexto de demanda acumulada de vivienda de alquiler y poca oferta surge Airbnb, que ofrece a los propietarios la oportunidad de ganar más por sus viviendas si alquilan a corto plazo.

Alojamientos en venta  Del trabajo de Itziar
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Se dan de dos situaciones: los negocios «profesionales» de edificios convertidos en bloques de apartamentos, y los «amateur», con habitaciones o pisos completos que la población, como medida de desprecarización o invitada al festín del negocio turístico, que pone en alquiler en plataformas digitales. La paradoja es evidente: la población en situación de precariedad contribuye al encarecimiento de unos alquileres que al cabo de poco tiempo acabará expulsándola. Airbnb nació como una buena idea de Internet: compartir, conocer gente y conseguir algo de dinero. Alquilar  a turistas ocasionales la habitación de invitados, desayunar con ellos, orientarles un poco por la ciudad propia. Ése era el propósito inicial. Airbnb peleaba a la vez contra caseros  y hoteles. La economía colaborativa prometía un futuro esplendoroso y horizontal, en el que cada individuo con una propiedad o un medio de producción podía vivir el sueño emprendedor a microescala.

Crecimiento de nuevas formas de alojamiento  Del trabajo de Itziar
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Para Álvaro Ardura, coautor de First we take Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades, Airbnb pudo canalizar en un principio las viviendas que estaban vacías, impulsando a sus dueños a destinarlas al alquiler turístico, “pero lo que sospechamos es que ahora se está produciendo una importante sustitución de vivienda habitual por una vivienda turística”. Al menos la mitad de ellas se alquilan al completo: son viviendas turísticas donde no vive nadie. Gestionadas por agencias que controlan la entrega de llaves, la limpieza de los pisos, hasta ofrecen servicios de interiorismo para perpetuar esa ilusión de que el turista llega a una casa normal. Las residencias se han convertido en simulacros de vivienda. Juguetes en el cuarto de los niños que no han sido usados. Libros que jamás han sido abiertos en las estanterías. Fotos de recuerdo para rememorar viajes que nadie ha realizado. Todo para prolongar esa ilusión de estar en un hogar. Por supuesto, también para que ese "hogar" no sea considerado como piso turístico y pueda evadir impuestos y requisitos.

Alquiler Airbnb en Oporto  Del trabajo de Itziar
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Y así, en tan solo dos años ha desaparecido casi toda la oferta de alquiler tradicional en el centro urbano. El problema añadido es que la inmensa mayoría (hasta un 90%) son ilegales, es decir, no tienen la licencia correspondiente. Según un informe de principios de año, hay poco más de 900 pisos registrados como turísticos en la ciudad. Sin embargo, según las estadísticas de la web especializada AirDNA, existen más de 10.000 ofertas de alquiler en Airbnb sólo en la ciudad. El 64% son ofertas por la casa entera, frente al 34% que ofrece alquilar una sola habitación. “No son ya propietarios que alquilan la casa que tienen vacía, sino empresas inmobiliarias que compran pisos para destinarlos a esta actividad, sacan del mercado de alquiler residencial miles de pisos, se reduce la oferta y se disparan los precios”, argumenta Castaño.

Exclusividad de servicios

El fin de la renta antigua ha multiplicado también los precios de los alquileres de locales por cuatro o por cinco, lo que ya ha provocado el cierre de multitud de negocios, sustituidos por franquicias o grandes firmas. Siendo el vínculo de la ciudad con el turismo como única vía productiva, y por lo tanto con el sector de la hostelería, se genera otro círculo vicioso. Las instituciones no abogan por alternativas productivas y favorecen solo a este sector. ¿Para qué se va a montar un supermercado si en tu barrio sólo hay turistas? ¿Para qué ofrecer servicios a ciudadanos que no existen? El comercio tradicional es el que más sufre, desapareciendo y, con él, está muriendo un ecosistema urbano.

Sectores de empleo en 2001  Del trabajo de Itziar
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El sector hostelero, con permisividad administrativa y perfil laboral de baja cualificación, contribuye a la precariedad laboral. Debido a sus corta duración los contratos temporales dejan a los trabajadores sin apenas posibilidad de acceso al desempleo. Así por ejemplo, la famosa librería Lello e Irmão, que siempre aparece en las listas de las librerías más bonitas por su arquitectura modernista, al perder sus clientes habituales por estar siempre llena de visitantes, ha pasado de prohibir hacer fotos, a limitar el aforo y cobrar entrada, cada año más cara, después de hacer una cola que se extiende calle abajo. “Los viejos restaurantes se han adaptado a los nuevos clientes, otros cierran comprados por quienes venden algo ‘neotradicional’ supuestamente típico pero caro”, explica Rio Fernandes. “Con el comercio pasó un poco lo mismo”, recordando que “una mercería que tenía fruta en cestos y bacalao seco colgado en el exterior, la Casa Oriental, al lado de la Torre dos Clérigos, ha sido comprada y ahora es algo totalmente limpio y ordenado y tiene colgados bacalaos de plástico. Es muy ridículo”.

Sectores de empleo en 2011  Del trabajo de Itziar
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El entorno se ha llenado de bares, entre los que abundan lo de grandes cadenas, franquicias y otros sin apenas singularidad, así como un comercio que, orientado al consumo de masas, deja a los vecinos sin posibilidades de cubrir sus necesidades cotidianas. Estos bares interfieren con la vida de los residentes habituales por el ruido o reciben denuncias por incumplimiento de la normativa sobre accesibilidad que obliga a una separación mínima entre las mesas de las terrazas y las fachadas para facilitar la orientación con el bastón a las personas ciegas. No deben de realizarse demasiadas inspecciones para comprobar su cumplimiento, cuando a simple vista encontramos multitud de establecimientos que la vulneran.

Expulsión de la población del centro

Las viviendas del centro histórico de Oporto se estudian en la Universidad de Arquitectura como “casas burguesas”, dado que la mayoría corresponden a la época de auge de este sector y se realizaron siguiendo los modelos ingleses y holandeses de casas altas y estrechas, con un jardín privado en la parte posterior. Muchos propietarios las describen con techos altos, escaleras centrales y aires victorianos. La topografía de la ciudad, sus calles estrechas y empedradas, la falta de aparcamiento y la construcción antigua hacían de estos inmuebles una propiedad como deseada hasta hace relativamente poco tiempo.

Variación población residente por barrios  Del trabajo de Itziar
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La población original del centro estaba compuesta básicamente por residentes de edad avanzada que habían crecido en la zona, igual que sus padres, así como de población de bajo o medio poder adquisitivo que fue llegando al irse despoblando. Esto se debía a que la práctica general de los poderes públicos durante décadas fue el abandono de la zona, que decaía entre ruinas, solares, falta de servicios públicos, basura y suciedad. De forma que los precios de la vivienda resultaban accesibles para la población migrante, jóvenes estudiantes o con trabajos precarios formando, entre otros, un cierto tejido innovador. La llegada de otra población, de locales de ocio nocturno, de espacios creativos y culturales, dio dinamismo a una zona que, al mismo tiempo, atraía a perfiles de mayor poder adquisitivo. Debemos sumar a ello la, en principio, positiva peatonalización de grandes áreas, que, no obstante, ha traído consigo la invasión del espacio público por terrazas y “segways” con turistas.

Portopoly  Del trabajo de Itziar

Esta huida del comercio tradicional y este cambio en lo que se vende y en cómo se vende no solo interviene en el paisaje, sino que además modifica por completo la accesibilidad de la zona. Es parte del desalojo indirecto del que hablaba Luís Mendes, que sumado a la subida de precio de los alquileres y los servicios de la zona, hacen que sea imposible que nuevos habitantes y comerciantes de la propia ciudad entren en el barrio. “En este momento, no existen casas en el mercado del alquiler residencial en los centros de Oporto y de Lisboa, ya que todos los apartamentos han sido tomados al asalto para los alquileres de corta duración, los hoteles o el alojamiento, destinados al turismo de city break”, apunta. Las piezas del mecanismo de recambio de población están listas, algo además allanado por una población en permanente rotación y tránsito, que dificulta cualquier relación de vecindad y lazos de comunidad frente al proceso en marcha.

City exit  Del trabajo de Itziar

La población originaria es empujada a abandonar la zona y dar vía libre a su sustitución por una población flotante de turistas, que requiere negocios ruidosos para su ocio, en lo que es parte de ese círculo vicioso de   la “turistificación”.

Pérdida de identidad

El peligro es que los centros de las grandes ciudades asediadas por el turismo se conviertan en disneylandias deshabitadas, en apartahoteles masivos que ofrecen servicios exclusivos para turistas en muchos casos similares a los de sus propios países. Vasconcelos se justifica diciendo que: “las grandes ciudades cosmopolitas del mundo se parecen entre sí”. Y añade que ahora la ciudad es “verdaderamente cosmopolita”. Cabe preguntarse si todos estos cambios no acabarán matando a la ciudad en sí. Las ciudades italianas, que han sufrido este proceso desde que los años del Gran Tour y los viajes de los poetas románticos ingleses, se han convertido ya en muchos casos en un espacio irreal, un escenario. El caso más conocido es Venecia, hasta tal punto que se ha acuñado ya el término “el síndrome de Venecia” para hablar de este fenómeno. Se calcula que en 2030 no quedará ningún habitante en el centro de esta ciudad italiana.

 Porto, A Ribeira con los antiguos soportales reconvertidos  trekearth

Todo podría haber resultado diferente si la ciudad estuviese orientada a recibir turistas pero sin ser de los turistas”, apunta Rio Fernandes cuando se le pregunta si todo se podría haber hecho de otra manera. Se está cayendo en el riesgo de depender demasiado del turismo y sobre todo de perder por completo lo que caracteriza a la ciudad, su identidad, su particular forma de ser. “La pérdida de características de los barrios históricos y su disneyficación destruyen precisamente su autenticidad, su memoria y la identidad de sus comunidades, condiciones que son las que constituyen el atractivo turístico”, señala. Oporto no es una ciudad con ruinas de más de 2000 años de antigüedad. Italia, incluso en sus casos más extremos, sigue funcionando como llamada turística, pero Oporto capta la atención de los visitantes precisamente por sus habitantes, por las tradiciones que aún se desarrollan en sus calles y fachadas.

Se vende ciudad  Del trabajo de Itziar

No podemos reducir la ciudad a un escenario turístico vacío de habitantes reales, ya que probablemente muchos turistas dejarán de estar interesados en visitarla. Se habría matado a la gallina de los huevos de oro de tanto cebarla. Por tanto, orientar la nueva identidad de la ciudad únicamente hacia el turismo podría llevar, en el futuro, a una nueva decadencia de la ciudad. ¿Qué otros costes incuantificables para la población supone este modelo? Pérdida patrimonial, de opciones de uso del espacio público, de calidad de vida, de comunidad, expulsión del entorno habitual, trastornos en la salud y el descanso, etc. También se corre el riesgo de que este modelo urbano se vaya extendiendo a otras partes de la ciudad como una mancha de aceite.

Autora: Itziar Echebarrieta


Aunque el trabajo de Itziar explica como se ha producido el proceso de reconversión de Oporto desde una ciudad religiosa y comercial a una ciudad turística pasando por una etapa industrial y la situación en la que se encuentra actualmente, me he centrado en recoger la parte exclusivamente dedicada a las consecuencias indeseadas (para algunos) de este cambio. Por supuesto, esto no quiere decir que no existan aspectos positivos que han de ser considerados con el mayor interés. Es más, en muchos casos ha sido la última posibilidad de unos centros cuya degradación no parecía tener solución. Pero estos aspectos positivos son los que normalmente se destacan y es necesario poner el necesario contrapeso en los negativos.

Calle Santa Catarina  otroviaje

Además me ha parecido interesante recoger este trabajo por otras razones, una de las cuales es la polémica que actualmente está planteada en algunas ciudades españolas como Madrid o Barcelona. Incluso Santiago de Compostela a pesar de su experiencia de siglos relacionada con el turismo, y haber conseguido salir relativamente indemne hasta el momento, empieza a dar síntomas de que pierde el control de algunos elementos críticos. La situación es complicada porque en casi todos los casos el problema es de monocultivo turístico y no es fácil plantear alternativas razonables. Se trata, además, de un monocultivo turístico muy específico y sensible a “infecciones” importantes tales como la seguridad, los precios o la moda. Probablemente la recuperación del rumbo de la nave (que ahora mismo está al pairo) pase por introducir algo de complejidad. Complejidad no solo basada en actividades distintas a las propiamente turísticas, sino también en turismo de diferentes formatos tal y como he tratado de razonar en otros artículos del blog desde hace varios años.

El abandono de Holy Land (USA), metáfora de la posible
 decadencia de la ciudad como parque de atracciones  pinsdaddy

En cualquier caso parece básico conseguir vida urbana real en estos centros sometidos a una fuerte presión del selfi. Lo que significa, obviamente, dedicar una parte importante del mismo a la residencia con lo que ello conlleva. En aquellos lugares donde todavía sea posible, habría que incentivar el mantenimiento de las viviendas de uso residencial tradicional tratando de no perder las redes sociales permanentes, básicas para el funcionamiento de los grupos y del modo de vida urbano. En caso de no conseguirlo, el futuro se anuncia complicado al sustentarse este tipo de turismo masivo de forma casi exclusiva en precios del transporte de personas muy bajos por no incluir (de momento) los costes ecológicos. Y en una “sociedad del espectáculo” que, tarde o temprano es probable que cambie, dejando el parque de atracciones en que se han convertido algunos centros urbanos, en un espacio degradado y abandonado con unas posibilidades de reconversión futura bastante limitadas.



Nota.-He optado por no incluir las fuentes y referencias del trabajo que, en su momento, se podrán consultan conjuntamente con el mismo cuando se suba a la plataforma abierta de la UPM, para no alargar un artículo ya demasiado extenso. A continuación incluyo solo algunas páginas accesibles en Internet y que pueden ayudar a completar el tema:


12 comentarios:

  1. José Antonio Marina reflexiona sobre la globalización y concluye que "está provocando un obsesivo afán de identidad". Al margen de las ciudades costeras y el turismo de playa, se poduce una paradoja con el auge de las ciudades y pueblos turísticos, el turismo globalizado en busca de lo auténtico, lo diferente. Y en esa búsqueda de experiencias se desplaza a la ciudadanía convirtiendo a la ciudad histórica en otro producto comercial. Quizá, en lugar de evitar y poner veto a determinadas actividades, lo que tenemos que hacer es adaptarnos a ese cambio. A lo largo de la historia las ciudades han cambiado su esencia, transformando con relativa normalidad su actividad comercial en las rutas establecidas siglos atrás a actividades industriales o administrativas. Los centros históricos de ciertas ciudades están llamados a convertirse en los mayores complejos turísticos y de ocio, operados por pequeños empresarios y propietarios de viviendas.

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  2. Muy de acuerdo con el último comentario. Creo, después de haber meditado (y escrito) algo sobre la identidad, que la búsqueda forzosa de la misma y su sublimación es un error excepto en sociedades excepcionalmente maduras, donde identidad no signifique diferencia. Por tanto, creo que es mejor adaptarse a ella que estar como los irreductibles galos, llenos de morriña por un presente que ya huele a pasado. Quizás la aculturación global no sea tan mala: sólo hay que mirar, globalmente y sin detenerse en honrosas excepciones, para lo que nos han servido históricamente las culturas más identitarias: división, guerra y hambre. Un abrazo. Javier M. Fernández-Rico.

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  3. No estoy de acuerdo para nada con los dos comentarios anteriores. Si miramos hacia donde hay que mirar, hacia la naturaleza, veremos que lejos de que todo el mundo natural sea algo único y uniforme, lo que lo hace verdaderamente interesante dicho mundo es la diversidad. Las formas de pensar únicas siempre han sido sinónimo de los fascismos o de los regímenes totalitarios. Y no digamos de las religiones. En la tradición judeocristiana, y según el Génesis: “Toda la Tierra hablaba una misma lengua y usaba las mismas palabras”. Pero, Yahveh al ver que los hombres empezaban a edificar una torre para llegar al cielo dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua; siendo este el principio de sus empresas, nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros”. Y sigue: “Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie”. Esto siempre se ha interpretado como algo malo para los humanos. Pero puede verse también, justamente desde el lado contrario: como la única forma posible que un Dios benefactor preservara a los hombres de ser completamente destruidos cuando al llegar casi al cielo, cayeran despeñados desde lo alto y perecieran para siempre. Una cosa es la globalización y otra la pérdida de la diversidad que inevitablemente se produce cuando la primera avanza. La globalización no es que sea mala en sí misma, lo es cuando como está pasando ahora, aniquila lo distinto.

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  4. Bueno… se ha organizado un bonito debate en el sitio más inesperado. Este tema de lo global versus local se ha tratado en mucho sitios del blog y tanto Javier como Alicia conocen mis ideas al respecto (que, por otra parte he escrito en muchos sitios). Es más, pienso que la planificación urbana debería considerar la existencia de zonas basadas en problemas y lenguajes globales que sirvieran de experimento para que las áreas más de “aldea gala” pudieran asumir determinadas innovaciones beneficiosas, y avanzar.

    Porque las formas y las culturas que han llegado a una perfecta comunión con el medio (que, en definitiva, han alcanzado el “climax climático” si hacemos una analogía con las comunidades vegetales) aparentemente no necesitan cambios. Pero siempre existen perturbaciones externas que pueden hacer peligrar esta situación idílica (cuasi zen) de las comunidades locales. Y ahí entra la innovación. Es un tema bonito, pero estoy más con Alicia porque el peligro ahora mismo no está en lo local, está en que lo global termine devorándolo.

    En definitiva, menos mal que los irreductibles galos resistieron en la aldea perdida frente al Imperio que, en aquellos momentos, tenía su centro en Roma. Y menos mal que existió Roma que permitió corredores ecológicos entre las diferentes aldeas para que no se consumieran en la consanguinidad. El tema daría para un Congreso. Aunque lo que esperaba aquí era, más bien, un debate sobre los pisos turísticos... ¿nadie se anima?

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  5. Totalmente de acuerdo, José. Entre el globalismo neoliberal del sálvese quien pueda y el ruralismo moñas del buen salvaje hay un término medio, que creo es el más sano aunque el más difícil de mantener. Claro que es buena la diversidad, principalmente porque disuelve o matiza la identidad, que si se deja sola puede crear monstruos.
    Respecto a los pisos turísticos, son claramente un reflejo de que el barrio tiene identidad. Ahora bien, si se pasa de rosca la identidad se pierde diversidad (véase Barcelona). Por tanto, creo que habría que fomentar la coexistencia entre los habitantes de estos barrios con los pisos turísticos mediante un incremento de impuestos a los mismos junto con cuotas de ocupación por edificios. Y, por supuesto, que los propietarios de esos pisos paguen más a sus comunidades (aumento del porcentaje), por uso adicional de los elementos comunes. Un abrazo, Javier

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  6. Alberto Sánchez7 de julio de 2017, 0:36

    ¿Es que acaso hay otra alternativa a la turística para esos pisos de unos centros históricos degradados en los que nadie quiere vivir por no estar adaptados a la vidad de hoy? ¿En los que solo aguantan los turistas ya que no viven en ellos al ser solo lugares de visita en los que están pocos días y para los que este tipo de estancia es soportable?

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  7. Por supuesto. Hay bastantes mas alternativas como pueden atestiguarlo cientos de renovaciones y rehabilitaciones de cascos históricos que se han venido realizando en todo el mundo desde los años setenta con un éxito innegable y que no son hoy carne de piso turístico. Y no necesariamente gentrificando. También es verdad que existen intentos fallidos pero normalmente eso suele ser debido -como dice Fariña- a la utilización de soluciones genéricas para casos específicos. Solo en algunos casos funciona. Claro que la admón tiene que implicarse y hay que contar con los vecinos aunque sean pocos, pero es casi el único capital humano con el que se cuenta y no se puede dilapidar. El turismo no es la única alternativa pero puede ayudar. Ahora, el peligro es que se convirta en LA ÚNICA ACTIVIDAD.

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  8. Una vivienda con fines turísticos no es más que una vivienda que se alquila a turistas y como tales deben respetar las mismas condiciones urbanísticas y técnicas establecidas para las viviendas no turísticas. Por lo tanto, la imagen de la ciudad es la misma, pero la vida de la ciudad no lo es. Las familias y los grupos de amigos que alquilan la vivienda turística por unos días no necesitarán autoescuelas, academias de idiomas, parques de bolas para niños, ferreterías, tiendas de trajes de bodas, tapiceros... que se verán forzados a cerrar sus negocios o a desplazarlos a otras zonas. Y en su lugar se instalarán comercios de compras rápidas, bares, cafeterías, restaurantes, tiendas de souvenirs... Y en este contexto, los ciudadanos, los habitantes de esos barrios de toda la vida sufren una pérdida de calidad de vida.
    En mi opinión, como desplazamiento de la actividad ciudadana no le veo ningún problema, más allá de que sea forzado por intereses económicos. Otra cosa es la nostalgia que siempre sentiremos al ver la vida de nuestros centros históricos en fotografías en blanco y negro.

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  9. Dosg, no tiene nada que ver con la nostalgia sino, más bien, con la complejidad del tejido urbano. No es simplemente que se desplacen actividades de un sitio a otro, es que la ciudad -esa parte de la ciudad o la ciudad entera- se convierte en un monocultivo turístico. Todos sabemos qué pasa con los monocultivos: que son muy eficientes, en este caso económicamente, pero muy frágiles. Si a eso añadimos que el turismo masivo es el más frágil de todos los tipos de turismo nos encontramos con una situación nada envidiable. Sería largo de discutir pero parece claro que el cambio hacia una situación de menor complejidad no es el ideal al que debe de tender cualquier ciudad.

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  10. ¿Deben ser las ciudades complejas?. O de forma más simple, ¿deben ser todas las ciudades complejas?. Yo soy de la opinión de que no todas las ciudades deben ofrecerlo todo.
    Podenos pensar en ellas como en un artefacto del tipo perpetum mobile, pero no podremos controlar su devenir. La vida industrializada de Detroit dio paso al abandono de grandes zonas por la crisis... y ahora vuelven a resurgir; los pueblos hundidos en pantanos; pueblos de Teruel abandonados por sus habitantes en busca de una vida mejor en la ciudad; Chernobyl. Los destinos de las ciudades son, a veces, condicionados por factores externos y en este caso que nos ocupa, vuelve a ocurrir. Coincido en que la pérdida de complejidad es lamentable si los centros históricos se convierten en parques temáticos, pero, si esa complejidad se desplaza a otras zonas, no se pierde. No obstante, pensando en las personas, el panorama es desalentador si los vecinos de un barrio se ven obligados a desplazarse. Este es para mí el problema de fondo, la emigración local forzada.

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  11. La complejidad no sólo tiene que ver con la variedad sino también con el número de relaciones que establecen entre los elementos. Fariña siempre nos explica el caso de un zoológico en el que hay una gran variedad de elementos pero casi nula complejidad al no estar relacionados unos con otros. Las relaciones entre elementos solo se producen cuando hay tiempo suficiente para consolidarlas, cosa que no sucede con las sucesivas oleadas de turistas que pueblan algunos de nuestros centros históricos. Pero como dice Dosg también hay que relacionarlo con el tamaño. No es igual una mega ciudad como New York que una ciudad más pequeña como Lugo. Es un tema apasionante en el que hay mucha gente trabajando, entre ellos yo mismo, y del que no se puede hablar a la ligera ya que el concepto es tan abstracto que el llamado sentido común a veces en este caso no funciona.

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  12. Al margen del debate. Yo quisiera felicitar a la alumna por tan buen trabajo realizado. Saludos

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