Rebajas, la ceremonia sagrada del consumismo abcsevilla
Esta misma idea (a los economistas les encanta el término eficiencia) la tuvieron los responsables de la New Economics Foundation, que se pusieron manos a la obra y calcularon lo que llaman el Índice de Felicidad del Planeta (The Happy Planet Index “HPI”)que relaciona tres variables: el índice de satisfacción, la esperanza de vida y la huella ecológica. Para el índice de satisfacción utilizaron el Worl Database of Happiness de Ruut Veenhoven, el World Health Survey correspondiente al año 2002 de la Organización Mundial de la Salud, el Latinobarómetro (con datos del 2004) y el Afrobarómetro. Para aquellos países para los que no se tenían datos publicados, recurrieron a calcularlos mediante regresión estadística basada en una serie de variables que incluyeron en un anexo del informe.
Respecto a la esperanza de vida se utilizaron los datos contenidos en el Human Development Report de 2005 que contiene la esperanza de vida al nacer en el 2003. Por último, las huellas ecológicas se tomaron de la Global Footprint Network que ya conocemos. En concreto del informe del 2004. Por cierto, que no coincidirán algunos de los datos de la entrada anterior ya que los que he ofrecido son más actuales (informe del 2006 con datos del 2003). Por ejemplo, a España le asignan una huella ecológica de 4,8 hag/hab, cuando en realidad la cifra que aparece en las tablas del último informe de la Global Footprint Network es de 5,4. El resto de las huellas de los países que no aparecían en la tabla las calcularon mediante el método de las emisiones de dióxido de carbono corregido con algunas variables (tales como el nivel de urbanización o la latitud).
A todos estos datos les aplicaron una fórmula que, básicamente, lo que hace es multiplicar el índice de satisfacción por la esperanza de vida y dividirlo por la huella ecológica (a la que se suma un factor de corrección) y todo ello afectado por un coeficiente. La cosa es algo más complicada (aquellos que tengan interés viene detalladamente descrito en la parte final del informe) pero para tener una idea es suficiente esta explicación.
De esta forma se obtuvo el Índice de Felicidad del Planeta, HPI (The Happy Planet Index) que, en realidad, lo que pretende medir es la eficiencia en convertir huella ecológica en bienestar por parte de cada uno de los países que lo componen. La lista ordenada según este índice de los 178 países de los que se hicieron los cálculos se incluye en el informe final y en parte reproduzco algo más adelante. El informe final lo podéis bajar de de aquí. Existe, sólo para Europa, otro informe del 2007 que podéis bajar aquí. Para desgracia de muchos (y regocijo de otros) ambos están en inglés.
Relación entre huella ecológica y felicidad
Extraída de The Happy Planet Index
Pinchando en el mapa puede verse más grande
Extraída de The Happy Planet Index
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Pero no solamente se consideró el índice simplemente como un número, sino que se hicieron grupos atendiendo a cada una de las tres variables (índice de satisfacción, esperanza de vida y huella ecológica) y se representaron con colores: hacia el verde mejor, hacia el rojo peor. Por eso en los listados además del número que corresponde al HPI aparece un color asociado a cada valor de la variable y al resultado total.
Relación entre huella ecológica y felicidad
Extraída de The Happy Planet Index
Pinchando en el gráfico puede verse más grande
Extraída de The Happy Planet Index
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El primero de la lista es Vanuatu, un archipiélago del Pacífico con más de 80 islas de las cuales 65 están deshabitadas. Hay que decir que, en general, todas las islas salen muy favorecidas en este cálculo de la eficiencia. Su índice de satisfacción es de 7,4, la esperanza de vida de 68,6 años, la huella ecológica de 1,1 hag/hab y un HPI de 68,2. El segundo, sorprendente, es Colombia (67,2). Y luego: Costa Rica (66,0), República Dominicana (64,5), Panamá (63,5), Cuba (61,9), Honduras (61,8), Guatemala (61,7)…
En el lado más negro (en realidad más rojo) de la lista cuatro países africanos: Congo (20,7), Burundi (19,0), Swaziland (18,4) y Zimbawe (16,6). Como en la entrada anterior nos referíamos al Congo voy a dar los datos completos que expliquen su situación en el puesto 175 sobre 178 países. Su índice de satisfacción es de 3,3, su esperanza de vida de 43,1 años y su huella ecológica de 0,7 hag/hab. Creo que estas cifras lo dicen todo y queda poco que explicar.
España está en el puesto 87 con un HPI de 43.0 con verde en las dos variables de índice de satisfacción (7,0) y esperanza de vida (79,5), y un rojo (rojísimo) en la huella ecológica (4,8). Con lo cual el color global que le corresponde es el marrón.
Bien, la referencia. Los Estados Unidos de Norteamérica están en el puesto 150 con un índice de satisfacción de 7,4, una esperanza de vida de 77,4 años y una huella ecológica de 9,5 hag/hab. La verdad es que si nos comparamos con ellos no parece que lo hagamos muy mal. Con la mitad de su huella ecológica nos sentimos casi tan felices y vivimos más años. Pero lo podíamos hacer todavía mejor. Por ejemplo, Costa Rica (ver el listado de los primeros puestos) con un índice de satisfacción superior al nuestro y una esperanza de vida muy parecida tiene una huella ecológica de 2,1 hag/hab muy cercana a la que haría el planeta sostenible. Una vez que sabemos que puede conseguirse esa debería de ser nuestra meta.
Además, también podemos aplicarnos a nosotros mismos el invento. Si alguien se siente con fuerzas para calcular su propio HPI puede hacerlo aquí (está en inglés ¡qué le vamos a hacer!, hago lo que puedo pero, a veces, es imposible sustraerse a su dominio). Luego, os recomiendo que os pongáis en la situación de cualquiera de los niños que aparecían en las fotos de Kinshasa de la entrada anterior y comparéis. Probablemente esto nos servirá a todos para ir conociendo el verdadero significado de conceptos aparentemente abstractos y alejados de la vida real como "huella ecológica" o "sostenibilidad".
Produce impresión ver los rojos en el primer mapa del articulo. Eso de que los Estados Unidos tenga el mismo color que toda África y parte de Asia produce una impresión extraña. Como de algo irreal. Me ha resultado interesante leerlo. Un saludo, Salvador Ferrín.
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