martes, 31 de agosto de 2010

Paisajes urbanos virtuales

En el ordenador que tengo en el despacho de la Escuela de Arquitectura de Madrid he puesto un fondo de escritorio que consiste en una vista aérea de Manhattan. Los edificios parecen púas de un erizo sobresaliendo de una piel invisible. En el lado derecho está, casi camuflado, uno de los iconos de la ciudad: el edificio Chrysler con su esbelta línea art decó. Algún día tendré que contar la historia de esta construcción ya que se trata de una buena metáfora de la arquitectura del siglo XX (incluido el hecho de que Walter P. Chrysler no le pagó al arquitecto William Van Alen sus honorarios). Más reconocible que el propio Empire, desde el que están hechas la mayor parte de las fotografías de los turistas (como la de mi fondo de escritorio) forma ya parte del skyline más reconocible de la ciudad. La panorámica todavía acentúa más la verticalidad al estrechar el formato original 16:9 para adaptarlo a mi monitor 4:3. Aunque es una foto anterior al desastre del 11 de septiembre no pueden aparecer mis queridas torres gemelas ya que están situadas al sur de la isla (digo queridas porque tuve el privilegio de poder verlas días antes de que fueran inauguradas). Pero no hay problema, un solo edificio como el Empire o el Chrysler es capaz de situarnos en la capital del mundo. Esto tiene que ver claramente con la identidad urbana.

El fondo de escritorio del ordenador de mi despacho

Recuerdo que en unas jornadas técnicas sobre el paisaje del centro histórico celebradas en Madrid en el año 2005 entre las diferentes ponencias (me parece que yo hablé sobre áreas paisajísticas y también acerca de la escena urbana en varias ciudades europeas) hubo una a cargo de Félix Murcia que me dio la clave de algunas cosas. A Félix Murcia, pintor, escenógrafo, guionista, director de cine, premio nacional de cinematografía, fue al primero que le oí las dificultades para situar al espectador en el lugar de los hechos en una película. Sobre todo si se pretende recurrir a uno o dos planos solamente y la ciudad es, por ejemplo, Madrid (esto es válido también para muchas otras ciudades del mundo). Basta un plano del Támesis y del Big Ben para situar al espectador en Londres. O del Gran Canal para situarlo en Venecia. O la Torre Eiffel con París. Y luego decía algo así como que “para el caso de Madrid hay que poner en grandes letras M-A-D-R-I-D”. Esto lo decía medio en broma medio en serio citando el crítico de cine Ignacio Armada Manrique y tiene que ver bastante con la idea que pretendo desarrollar en este artículo.

Cibeles o la Puerta de Alcalá
no pasan de ser
símbolos de ámbito nacional
Imagen de Monorama

Para empezar me gustaría incidir en una distinción que ya he propuesto en otros sitios (y en este mismo blog, incluso en un comentario al artículo anterior): la diferencia entre paisaje y escena urbana. Pero antes es necesario plantear los cambios producidos en la definición oficial de paisaje. Si atendemos a la propuesta del diccionario de la Real Academia Española (avance de la vigésima tercera edición) sólo podemos aplicar al paisaje urbano la primera de sus tres acepciones (puesto que las otras dos se refieren a espacios naturales): “parte de un territorio que puede ser observada desde un determinado lugar”. Hay que hacer notar el cambio tan profundo que se ha producido desde la vigésima segunda edición en la que el paisaje era además de “extensión de terreno que se ve desde un sitio”, también “extensión de terreno considerada en su aspecto artístico”. Esto permitía extender el concepto de paisaje como constructo cultural a los paisajes urbanos ya que el terreno podía ser urbano. Además, la diferencia entre las expresiones “puede ser observada” y “se ve” también pone en aprietos la idea de que no existe paisaje sin observador, ya que ahora puede ser paisaje si es susceptible de ser observado en cualquier momento (por ejemplo, del futuro). No puedo estar más en desacuerdo con estos cambios. Pienso que la Real Academia se ha equivocado. Lo mismo que tampoco puedo estar de acuerdo con la definición de “paisajismo” que se reserva exclusivamente a parques, jardines y medio natural excluyendo claramente como objeto el paisaje urbano, es decir, la calles, las plazas, los edificios, etc.

Un único edificio puede cambiar la imagen de una ciudad
Museo Guggenheim, Bilbao
Imagen de Intermediate Spanish

Me parece que la Real Academia no lo tiene claro porque tampoco se ha planteado la distinción entre “escena urbana” y “paisaje urbano”. Y es que una ciudad se puede vivir de diferentes maneras. En primer lugar se puede entender como el sitio concreto donde se desarrollan los diferentes roles del ciudadano. Sitios donde se socializa, donde se traslada, en los que trabaja, se divierte, se manifiesta o, sencillamente, pasea. Pero también los lugares pueden ser bellos o feos, que se admiran, que emocionan, ante los que el ciudadano no se comporta como actor sino como espectador. Esta diferencia de implicación ante el lugar es lo que nos permite diferenciar entre escenario y paisaje.

Las piezas urbanas tienden
a considerarse
más como escenas que como paisajes
Imagen de Valladolid en Píllala

Es evidente que todo es mucho más fácil cuando nos referimos al paisaje natural. Casi todos somos hijos de las ciudades y las ciudades, bien directamente o a través de los medios de comunicación han impuesto su cultura de forma que, ante un paisaje urbano es complicado comportarse simplemente como espectador. Casi siempre sentimos el lugar urbano como una mezcla de paisaje y escena en el que suelen predominar las condiciones de ésta. Esto es así porque, inevitablemente, cuando estamos en una plaza o en una calle, además de contemplarla nos sentimos algo partícipes de los roles que se pueden desempeñar en ellas: trasladarse, pasear, comunicarse… En cambio, a menos que seamos agricultores o nuestro oficio sea ganadero o forestal, no sentimos roles asociados a los lugares naturales y tendemos a contemplarlos más que a vivirlos. Es bastante sencillo ponerse como espectador ante un paisaje natural (más o menos natural, claro) pero es bastante más complicado hacerlo ante un paisaje urbano. Aunque a veces, sobre todo cuando no conocemos la ciudad y la visitamos como turistas, podemos conseguirlo sin excesivos problemas.

Un urbanita ante un paisaje natural lo contempla,
casi nunca asume un rol (excepto el de turista, claro)

Esta distinción es importante porque nos permite separar claramente las condiciones que debe cumplir, por ejemplo una plaza, para que en ella se puedan desarrollar los distintos papeles asignados a la ciudadanía, de las condiciones para conseguir que sea bella. Por supuesto que lo normal es que las personas la usen para desplazarse, para sentarse, para hablar con otras, pero a la vez, que la contemplen y la valoren como bella o como fea según su cultura y educación de forma que, en realidad, la mayor parte de las veces es muy difícil considerar escena y paisaje urbanos separadamente. Sin embargo, desde el punto de vista analítico y conceptual es positivo hacerlo ya que este mecanismo nos permite su estudio y explicación más claramente. Todo este largo prolegómeno es para decir que voy a intentar hablar de paisaje urbano. No de escena urbana. De forma que todo aquello que tenga que ver con la funcionalidad urbana lo voy a separar en la medida de lo posible. Además no me voy a referir a piezas concretas de la ciudad, sino de la ciudad en conjunto. Lo hago por comodidad y porque entiendo que es mucho más sencillo que se me entienda de esta forma.

Centro histórico de Toledo
¿Estará este plano trucado?

El hecho que comentaba al comienzo de la necesidad de que las ciudades tengan algún icono o elemento especial que las identifique (entre otras cosas para vender su imagen de marca) sugiere que, probablemente todas ellas sean demasiado parecidas entre sí. Cuando explico la ciudad hispanomusulmana a mis alumnos hago la broma de proyectar plantas de tejidos urbanos de los centros históricos de estas ciudades y colocar trozos de unos encima de otros. Por ejemplo, un trocito del centro de Córdoba encima del plano de centro de Toledo. A menos que haya algún alumno que conozca muy bien Toledo, nadie se da cuenta. Luego, cuando llegamos a la ciudad actual hago lo mismo con el suburbio de unifamiliares o con los barrios de extensión de bloques, etc., intercambiando, por ejemplo, trozos de Madrid o de París, de Bilbao o de Nápoles. Resulta espectacular (y hacerlo muy entretenido, en lugar de perder el tiempo terminando un sudoku). El hecho de que las grandes ciudades asiáticas, americanas, europeas o africanas sean en la actualidad tan parecidas entre sí es bastante sorprendente considerando las diferentes culturas, religiones, economías, formas de planificación (!) y cánones de belleza imperantes, que constituyen la base de su formación.

Dibujos extraídos del libro de K. Lynch
"La buena forma de la ciudad"

Mi sospecha, alimentada por el análisis morfológico de muchas ciudades, es que el resultado final del paisaje urbano es independiente de sus orígenes y condicionantes, y se reduce a tres modelos descritos de forma magistral por Kevin Lynch en su libro La buena forma de la ciudad. El primero es el que llama de “agujeros en una masa” que corresponde a la ciudad europea clásica en que las calles y las plazas se excavan en una masa más bien compacta de edificios de altura moderada. En el segundo (“objetos en el espacio”) los edificios se han convertido en elementos perceptivos muy destacados sobresaliendo de su enclave. Según el autor: “En ciertas ocasiones, en algunas pocas composiciones finas y bien planificadas, o más raramente por accidente, estos conjuntos de grandes objetos en el espacio crean una escena espléndida. Con mayor frecuencia el todo se desintegra”. Este modelo, tan querido por el arquitecto (sobre todo por el arquitecto mediático ya que posibilita que su edificio se convierta en un icono) y tan odiado por el urbanista ya que es casi imposible conseguir espacios funcionales y bellos, es realmente difícil de tratar. El tercero, que Lynch llama “entorno suburbano frondoso” es la herencia de la ciudad jardín y se corresponde con las tipología de unifamiliares, en parcelas independientes, agrupadas o adosadas.

Objetos en el espacio, suburbio frondoso y otras hierbas
en una tarjeta postal de la ciudad de Los Ángeles

Lo normal es que estos tres tipos de paisajes se produzcan de forma híbrida. Particularmente interesante es el que resulta de la mezcla de “agujeros en una masa” con el de “objetos en el espacio”. A veces (aunque no siempre) se produce por evolución del primero sustituyendo determinadas manzanas por edificios singulares y, generalmente, en lugares históricos de alta centralidad. Pero también puede producirse directamente a partir, por ejemplo, de una planta en parrilla. Lo asombroso es que, sea cual sea el sistema de planificación, si le damos a la ciudad el tiempo suficiente para que evolucione normalmente terminará con lugares centrales de alta densidad formados por la mezcla descrita anteriormente y áreas de agujeros en la masa y suburbio frondoso de bastante pureza. Esto ha sido detectado por aquellos que se dedican a fabricar paisajes urbanos digitales (por ejemplo, destinados a juegos) que han conseguido resultados realmente notables a partir de un conjunto de reglas tan elementales que harían sonrojar a cualquier urbanista.

Manhattan por la noche
Imagen de Wikimedia Commons

Entre los cientos de programas de este tipo existentes en la red voy a comentar solamente un par de ellos para ver como se crean estas ciudades y cuales son las bases de partida en las que se fundamenta la creación de paisajes urbanos digitales. El primero, al que además le voy a dedicar más tiempo, ha sido creado por Shamus Young, (un ingeniero de sofware) y lo traigo aquí porque se describe paso a paso el procedimiento. El programa se llama Pixel City y es bastante interesante porque nos permite conocer los elementos que configuran estos paisajes virtuales. En YouTube puede verse un vídeo resumen de los diferentes pasos de que consta el proceso. También aparecen descritos más detalladamente en la página del propio autor (por desgracia está todo en inglés, lo siento por los hispanoparlantes que no puedan leerlo).

Pixel City, la ventana como unidad y textura de los edificios
Imagen de Shamus en YouTube

De todos los pasos solamente algunos tienen interés para nuestras intenciones. Básicamente el paso tercero que se refiere a la generación de edificios; el cuarto, en el que se organiza la trama urbana; y el séptimo relativo al cielo. Las texturas para los edificios tienen menos importancia ya que el paisaje urbano a conseguir va a ser nocturno y, en realidad, se logran de una forma sencilla simplemente colocando celdas aleatorias en blanco, negro y algunos grises (luces encendidas, apagadas y con menor iluminación). También le añade unas pequeñas pinceladas de color en forma de ruido para dar una apariencia algo más real.

Pixel City, tipos de edificios
Imagen de
Shamus en YouTube

Respecto a los edificios se generan a partir de un bloque cúbico al que le surgen diferentes “extensiones” también cúbicas. El autor clasifica los edificios según la siguiente tipología: clásicos, modernos y torres de oficinas (aunque la nomenclatura utilizada en ligeramente distinta en el vídeo resumen y en la descripción que se hace en la página). Hay que hacer notar los pocos edificios que, en realidad, diseña aunque luego no será un problema a la hora de percibir globalmente el resultado. Igual que en el urbanismo real una de las decisiones a las que se enfrenta el creador de paisajes virtuales es el de la escala a la que acometer sus trabajos, con el plus añadido de que en este caso hay que considerar cuidadosamente la cuestión de la renderización para no sobrepasar las posibilidades de los procesadores. Después de una discusión que se puede leer en la página de Shamus decide utilizar la ventana como unidad para dimensionarlo todo. No parece ser una mala elección si estamos intentando conseguir una visión global de la ciudad.

Pixel City, trama urbana y principales edificios colocados
Imagen de Shamus en el manual

La trama urbana se consigue mediante una retícula. En la parte central de esta retícula coloca veinte edificios con una altura entre 45 y 55 unidades: prácticamente rascacielos. Luego, alrededor de éstos una docena de edificios más pequeños (entre 25 a 35 unidades de altura) y, por último, rellena el resto con simples edificios cúbicos. En total 4.752 edificios aunque los utilizados para el vídeo fueros sólo 1.700 debido a los consabidos problemas de renderización. Con ellos es suficiente para construir el paisaje urbano que estamos considerando. Quedan detalles como el de colorear cada edificio con un tinte propio, intervenir en la distribución aleatoria de ventanas para que no sea “tan aleatoria” y queden bandas enteras sumidas en la obscuridad de la noche, y otros detalles más técnicos que no me interesan particularmente para los fines que persigo ahora. También se queja de la rigidez que marca la retícula en ángulo recto pero la deja así por problemas de complejidad del programa.

Pixel City, renderizado ya con el cielo añadido
Imagen de Shamus en YouTube

Para terminar me gustaría destacar la importancia que le da el autor al cielo. Lo cual podría resultar sorprendente si pensamos que se trata de un paisaje nocturno. Sin embargo, el perfil de la ciudad recortado en el cielo resulta fundamental para una visión de este tipo y para identificarla como tal. De forma que le añade un gradiente al cielo y simula la existencia de algunas nubes. Luego puntea las calles con pixeles rojos y blancos simulando la circulación de los coches. Al final el autor se pregunta para qué puede servir todo este trabajo que ha hecho. Lo único que se le ocurre es convertirlo en salvapantallas de forma que si queréis uno bastante “urbanístico” ya sabéis donde encontrarlo.

La ciudad en "El quinto elemento"
Imagen de Cinépatas.com

Sin embargo, vistos los resultados conseguidos y la forma de generarlos, podría servir para realizar una reflexión acerca de algunas cuestiones relativas al paisaje urbano. Mi pretensión en este artículo es, sencillamente, plantear algunas preguntas que me preocupan. La primera tiene que ver con lo que comentaba al principio: ¿realmente los paisajes urbanos en su conjunto se parecen tanto unos a otros? Verdaderamente parece como si la ciudad, considerada como una “categoría”, fuera de una forma y de ninguna otra. Esto no pasa con otras creaciones. Por ejemplo, cuando alguien escucha la palabra ventilador se imagina unas aspas girando pero no se le ocurriría que un simple aro sin aspas pudiera ser también un ventilador (ventiladores Dyson). Sin embargo, las ciudades (también las que surgen de la mente imaginativa de algunos artistas) se parecen todas demasiado entre sí. Incluso en algunas como la que aparece en la película “El quinto elemento”, su director Luc Besson (que contaba con el asesoramiento para el diseño de producción de los autores de cómic Moebius y Jean-Claude Mézières) se permitió la alegría de mantener Central Park en Nueva York. Eso sí a varios kilómetros de altura sobre el suelo. Y si obviamos el “descoyuntamiento” de los edificios para permitir acceder a las casas por el aire, la foto de arriba recuerda bastante a la de Nueva York que aparece al principio.

Pixel City, rótulos en las cornisas
Imagen de Shamus en YouTube

Una cuestión que parece obvia si partimos del hecho de que, desde el punto de vista del paisaje urbano, “todas las ciudades son más o menos iguales”, es la competencia que se ha producido entre unas y otras para conseguir posicionarse como imagen frente a sus competidoras. Y aquí entran en funcionamiento la arquitectura, la ingeniería o la publicidad singulares, incluso (¡!) el arte o la extravagancia, como medios de conseguir diferenciarse. Sobre la masa amorfa (normalizada por la reglamentación urbanística) del tejido urbano de preponderancia residencial surgen lo que Kevin Lynch llama los “hitos”, “referencias” o “marcadores” (según las diferentes traducciones de su libro seminal La imagen de la ciudad) que nos permiten orientarnos y que pueden llegar a convertirse en verdaderos iconos urbanos. Incluso en Pixel City la ciudad virtual, Shamus, su autor, en un momento determinado no ha tenido más remedio que singularizar alguno de sus edificios introduciendo carteles de publicidad en las cornisas.


Otra pregunta a plantear (en el supuesto de que pudiéramos verificar esta pretendida uniformidad de los paisajes globales urbanos) sería acerca del origen de esta situación. Es decir, ¿se debe al hecho de una reglamentación urbanística casi copiada de unos lugares a otros o interviene básicamente el azar? Mi hipótesis es la segunda de forma que le concedo muy poca importancia al planeamiento y sus reglamentaciones en el caso del paisaje urbano global (recuerdo al lector que no estoy analizando ni la escena urbana ni los paisajes concretos de una calle, una plaza, un jardín, etcétera). El segundo ejemplo que he traído hoy es el programa llamado Suicidator City Generator que promete la creación de ciudades en tres dimensiones con un simple click. Se puede bajar de esta dirección, pero para funcionar se necesita el entorno Blender y la aplicación Python. Puede verse un vídeo de demostración en YouTube y un manual para su uso aquí. En el manual se describen los pasos que hemos de dar para generar una ciudad virtual: determinar la textura de los edificios (todos cúbicos), su altura y densidad sobre la malla.

Suicidator City Generator, ejemplo de trama de calles
Imagen del manual de Suicidator City Generator

Así como el generador de texturas es muy parecido al de Pixel City no pasa lo mismo con el de calles ya que es posible una variedad mucho mayor pudiendo controlar: la topografía (elevación del terreno), la longitud, la curvatura, el solapamiento y otros muchos parámetros. Curiosamente este mayor control no significa una diferencia sustancial en la imagen final respecto al caso anterior. Incluso los resultados obtenidos por el programa de Shamus son mejores, probablemente debido a la tipología de edificios que falta en este. Esta intuición le gustará a muchos arquitectos para los que la arquitectura en la que diferencia unos paisajes urbanos de otros.


En la red se pueden encontrar muchos otros generadores de ciudades. Pienso que sería un buen tema de análisis para trabajos académicos de paisaje, urbanismo, planeamiento o diseño urbano. No puedo terminar sin citar Blended Cities que es un generador de código abierto para Blender. De este generador destacaría la creación de la malla urbana (incluso con la posibilidad de utilizar planos de ciudades reales y zonificación), además de una amplia librería de edificios distintos. Pero no sólo se pueden encontrar ciudades virtuales llenas de grandes edificios y rascacielos. También hay sitio para los pueblos y ciudades pequeñas como se puede ver en el ejemplo de arriba extraído del vídeo demostrativo de CityEngine.

Pixel City, paisaje nocturno de la ciudad virtual
Imagen de Shamus en YouTube

Comprendo que el de hoy es un artículo de verano, probablemente poco serio, pero me he divertido mucho escribiéndolo. A pesar de su aparente levedad me ha dado la ocasión de reflexionar un poco sobre cuestiones que podrían se calificadas de poco importantes pero que siempre vamos dejando atrás ante las urgencias del día a día. Comparando la imagen del Nueva York nocturno, pero real, que he incluido más arriba y esta última creada por un programa realmente sencillo como Pixel City lo cierto es que (desde el punto de vista del paisaje de la ciudad) no aprecio demasiadas diferencias. Si, claro, faltaría el edificio Chrysler camuflado a la derecha en mi fondo de escritorio, o el Empire. Pero se me está ocurriendo que si corto el edificio de Van Alen de la foto y lo pego en la ciudad virtual después de tratarlo un poco con PhotoShop obscureciéndolo (por la noche todos los gatos son pardos) e iluminando algunas de sus ventanas…

En este artículo han aparecido referencias a dos libros de Kevin Lynch, ya con algunos años encima, pero imprescindibles y de lectura absolutamente recomendable:

Lynch, K.: La imagen de la ciudad, Gustavo Gili, Barcelona, 1998. Original en inglés: The Image of the City, Cambridge, Mass: MIT Press, 1960.

Lynch, K.: La Buena forma de la ciudad, Gustavo Gili, Barcelona, 1985. Original en inglés: A Theory of Good City Form. Cambridge, Mass: MIT Press, 1981.


domingo, 8 de agosto de 2010

Árboles de aire en el eco-bulevar de Vallecas

Vallecas en un barrio de Madrid un tanto peculiar. Fue un municipio independiente hasta los años 50 del pasado siglo veinte cuando Franco pensó que la población del término municipal donde se alojaba la capital de España no podía ser inferior a la de Barcelona. De forma que lo solucionó de forma drástica anexando algunos de los municipios que se encontraban en los alrededores. Uno de ellos fue Vallecas. Pero Vallecas no perdió nunca su identidad. A los vallecanos les gusta llamar a su pueblo Valle del Kas. La tradición dice que en la Edad Media en ese lugar vivía un árabe llamado Kas. Con la reconquista, al ser expulsado, el lugar lo ocuparon algunos de los habitantes de Torrepedrosa (pueblo situado muy cerca) que llamaban al lugar “Valle del Kas”. Luego la cosa derivó en Valle-Kas, Vallekas y Vallecas. Pero a partir de los años 80 del pasado siglo veinte sus habitantes más alternativos han vuelto a llamar al barrio Vallekas. De forma que se encuentran pegatinas, carteles o grafitis por todo el barrio sustituyendo la “c” por la “k”. Sobre la historia de Vallecas se puede consultar la excelente página web Vallecas Todo Cultura.


Pero Vallekas no es solamente un nombre alternativo. Cuenta con una radio propia, radio Vallekas, una emisora de televisión, Tele K y un equipo de fútbol que llegó a jugar el campeonato de la UEFA, el Rayo Vallecano. Todo ello refuerza notablemente el sentido de identidad de sus habitantes. El día 31 de diciembre de todos los años se celebra una de las carreras de referencia del atletismo en España, la San Silvestre Vallecana. Esta carrera la han ganado, entre otros, Dave Lewis, Martín Fiz, Tadesse Tola, Marta Domínguez o Moses Ndiema, todos ellos y ellas primeras figuras del atletismo. En el barrio se encuentra uno de los Campus de mi universidad la Politécnica de Madrid y, además, este barrio ha sido famoso por ser el lugar donde se han establecido algunos de los asentamientos marginales más importantes de la capital como Palomeras o el Pozo del Tío Raimundo (ya reconvertidos) o poblados dedicados a la venta de drogas como La Celsa o la Rosilla (desmantelados) o Las Barranquillas. Dice la Frikipedia: “La Republica de Vallekas es un pequeño estado situado en el centro de España, además posee distintas colonias en la Península Ibérica y un (tugurio) embajada en Japón y otros países asiáticos”. Hay que reconocer que sentido del humor no les falta.

Mapa de la Nación de Vallekas de González Lozano (años 80)
Extraído del artículo de Matilde Fernández mencionado abajo

Esta identidad que caracteriza al barrio se puede rastrear en el sentido de pertenencia de sus habitantes al espacio concreto que ocupan tanto el llamado Pueblo de Vallecas como el Puente de Vallecas, actualmente separados por infraestructuras muy potentes. Aquellos que estén interesados en bucear en el espíritu de los vallekanos les recomiendo que lean el artículo de Matilde Fernández Montes (Departamento de Antropología, CSIC) publicado en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares en el número del primer semestre de 2007 y que lleva por título “Vallecas, identidades compartidas, identidades enfrentadas: la ciudad, el pueblo y el campo, el suburbio y el barrio”. Se puede encontrar en formato .pdf aquí. Al final de artículo se hace una breve mención al PAU y a las esperanzas que ha suscitado sobre todo entre los jóvenes. Esperanzas que, a día de hoy, agosto de 2010, y según la asociación de vecinos, parecen no haberse visto correspondidas con la realidad.

Señalar en la imagen para ampliarla (Amestizarse)
 
Una de las cosas que hacen más famoso a este barrio son las fiestas de la Virgen del Carmen que se celebran en el segundo fin de semana de julio. A la vez que las fiestas oficiales que tienen lugar en el recinto ferial de la calle Puerto Barbarán, se celebran en el de la calle Buenos Aires las fiestas de la Karmela de carácter alternativo. Son tan alternativas que organizan, entre otras cosas, una Batalla Naval (el mar más cercano queda de Vallekas a más de trescientos kilómetros) a base de regarse de agua unos a otros. Por supuesto que hay una Cofradía Marinera, se han escrito libros sobre el tema como Vallekas, puerto de mar de Elisabeth Lorenzi, y para mayor emoción la fiesta fue prohibida en su momento por el alcalde de Madrid, de forma que pasó a celebrarse de forma clandestina. Puede encontrarse el libro de Lorenzi publicado por Traficantes de Sueños en formato .pdf aquí. Ya fuera de la clandestinidad sigue manteniendo su carácter alternativo. Además de su reivindicación de un “puerto de mar para Vallekas” (!) ahora, además, Vallekas cuenta con tres árboles artificiales (!!) conocidos en las revistas de arquitectura de todo el mundo y que están situados en una extensión del barrio llamada ensanche de Vallecas. Espectacular.

Imagen de 20 minutos

La lectura del libro de Elisabeth Lorenzi junto con el artículo de Matilde Fernández mencionado arriba son fundamentales para darse cuenta de la personalidad reivindicativa y utópica del que fue uno de los barrios marginales más importantes del asociacionismo vecinal de Madrid. Para que el lector (sobre todo el no madrileño) pueda llegar a entender como el espíritu alternativo de un pueblo puede trascender los avatares de su historia no soy capaz de terminar esta introducción sin reproducir unos párrafos de la revista Puerto de Mar (1984, extraídos del libro de Lorenzi): “Las Malvinas son de Vallekas: indignados ante la pugna anglo-argentina por la soberanía de Las Malvinas, queremos expresar nuestra más enérgica repulsa por el ocultamiento de la verdad por parte de las naciones en conflicto. Según documentos históricos del Archivo de Indias (1) el primer marinero que pisó tierra en esas islas australes un tal Pedro García García, era natural de Vallekas, antiguo marinero echado a marino, que teniendo necesidad de orinar por hallarse con la vejiga llena, pisó el suelo malvinense y bautizó el primero las islas en nombre de Vallekas y de la cristiandad. Por lo tanto, señores, que la Thatcher y el Galtieri se dejen de historias, Las Malvinas forman parte indisoluble del territorio nacional vallekano y nada ni nadie podrá destruir los vínculos que nos unen a esas queridas islas en un destino común. (1) “Libro de las conquistas de P. García”, tomo IV, pág. 123”. A nadie debe extrañar que en Vallekas se hayan construido los tres primeros árboles de aire del mundo.


Mi relación con el llamado Bulevar del Ensanche de Vallecas (no confundir con el Bulevar de Vallecas nombre popular con el que se conoce a la calle Peña Gorbea) empezó cuando en el año 2002 la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo del Ayuntamiento de Madrid nos reunió a Andrés Perea, Luis Moya, Salvador Rueda, José María Torres Nadal y a mí para confeccionar el Documento Programático de lo que la EMVS llamaba “Estrategia Eco-Valle” con objeto de presentarse a un LIFE (en concreto el LIFE02/ENV/E/000198). El documento se completó con tres proyectos. El primero se llamaba “Water Spirals”, el segundo “Sunrise” y el tercero “Mediterranean Verandahways”, que quedarían a cargo, respectivamente, de Toyo Ito & Associates Architects, Feilden Clegg Bradley Architects con Ortiz León Arquitectos, y Ecosistema Urbano. El documento programático con artículos críticos de cada uno de nosotros se publicó en el año 2005 con el título de Estrategia Eco-Valle, tres proyectos para un entorno residencial sostenible en el Nuevo Ensanche de Vallecas, Madrid.


Dado que esta publicación es bastante difícil de encontrar y no está accesible en la red me gustaría plantear mis críticas globales al proyecto urbanístico que se incluyen en la misma. La más importante es que este plan de ensanche está hecho totalmente de espaldas a los vallecanos (y todavía más a los vallekanos) y de la villa y del puente de Vallecas. Hemos visto al comienzo de este artículo la fuerte identidad de un pueblo que ha sobrevivido a la mutilación más grande que se le puede hacer a un grupo social: quitarle su independencia administrativa y sus órganos de gobierno y absorberlos en otro. Pues bien, nada de esta fuerte personalidad se ha tenido en cuenta. Pero ahí no termina la cuestión. Es que, además, desde el punto de vista formal, de continuidad morfológica, funcional o social pasa lo mismo. Escribía en el punto 2.1: “No se entiende muy bien el objeto, por ejemplo, de un bulevar que va de la nada a la nada pero que podría ser muy bien la conexión con el resto del área urbana de Vallecas. O el establecimiento de una gran superficie comercial al lado de una actuación y que va a competir directamente con el intento de conseguir una calle comercial. Esta forma fraccionada de entender la realidad urbana produce disfunciones evidentes y, como en este caso, penaliza fuertemente un proyecto con magníficas intenciones como el que estamos comentando”. Lo que intentaba decir es que no se aprovechó la oportunidad de que esta parte del barrio estuviera conectada morfológica, social y funcionalmente con el Vallecas histórico.

Imagen de Google Maps

No aparecía claramente delineada una política de movilidad. Esto era así porque si ya el propio ensanche donde se ubicaba la actuación estaba totalmente concebido a espaldas a Vallecas, las manzanas del proyecto eran una especie de anomalía dentro de otra. Las infraestructuras y los equipamientos aparecían claramente sobredimensionados. Además, el planteamiento, en general, era todo menos complejo y diverso tal y como hubiera requerido la frase “entorno residencial sostenible” a que hacía referencia el proyecto. En general, en el proyecto urbanístico se optó por la separación en lugar de por la integración cosa que se podía haber hecho (por los menos con San Pedro) a pesar de las evidentes dificultades que suponía la ruptura de la M-40, el ferrocarril y el polígono industrial respecto al centro histórico. Estas eran las cosas a modificar pero, por supuesto, había muchas otras que se correspondían con la excelencia: los proyectos en sí, tanto el de Toyo Ito para el Parque de la Gavia (resulta curioso que una parte del parque se organice en torno a un llamado “árbol de agua), o el de Ecosistema Urbano para el Bulevar de la Naturaleza (nombre que tiene actualmente) estaban muy por encima del plan en el que se inscribían y rozaban la excelencia. Pero hoy pretendía escribir sobre árboles. Aunque no sé si los árboles de los que voy a hablar le harían mucho ilusión a José Martínez Sarandeses con quien compartí la necesidad de amar el árbol para entender la ciudad.

Al fondo el árbol de aire, en medio en árbol lúdico
y en primer plano el árbol mediático

En realidad se trata simplemente de acondicionar tres zonas concretas del bulevar intentando producir unos microclimas que permitan la utilización de los espacios exteriores en tanto no se desarrollen los árboles reales. Desde este punto de vista el nombre de árboles no es más que una imagen ya que (como se verá más adelante) estas construcciones colocadas en medio del espacio público presentan sólo algunas de las características básicas de un árbol real. Podríamos decir que representan una situación intermedia entre los edificios cerrados y separados del entorno (patios de manzana incluídos) y el espacio abierto.


Dice Ecosistema Urbano en su propuesta: “Así surgen estos elementos que servirán como punto de partida para un futuro espacio público acondicionado mediante árboles. Estas infraestructuras-base generan desde cero unos entornos acondicionados bioclimáticamente, con densidad de programa y capacidad para adaptarse y soportar distintos usos. Con el tiempo los “árboles artificiales” terminarán siendo “claros en el bosque”. Estas escenas urbanas se sitúan en los puntos de concentración de presupuesto y esfuerzos. Son focos de especial importancia, caracterizados por un mayor grado de confinamiento y acondicionamiento, una mayor generación de actividad y capacidad de ocupación. Su ubicación es una intersección de motivos urbanos, climáticos y geometrías particulares de la zonal”.


Y más adelante: “Construidos con una base estructural muy ligera, que servirá de soporte al resto de elementos, está realizada con elementos seriados. Añadimos los elementos vegetales, plantas trepadoras de distintas especies en función del soleamiento. Aunque la estructura no requiere una cimentación importante, el terreno del entorno se modificará para conseguir un mayor grado de confinamiento, para ello, también tendrá un papel importante el agua. Las técnicas de evapotranspiración se introducen mediante la incorporación de torres de frío. Los colectores u paneles fotovoltaicos nos permiten obtener agua caliente y energía utilizados para acondicionar el espacio”.

Árbol de aire y urbanización

Existen cosas discutibles en esta propuesta (empezando por el uso del término evapotranspiración) pero pienso que son muchos más los hallazgos, de forma que el balance global es muy positivo. Es difícil encontrar ideas nuevas en el campo del espacio público. Pienso que desde la teoría de las aceras asimétricas que, junto a otros urbanistas, vengo defendiendo hace más de treinta años para la sección de la calle-corredor, o el City Lounge de Pipilotti Risk y Carlos Martínez son escasos los ejemplos que plantean algo de innovación en este campo. Probablemente lo que menos me guste sea el nombre de “árboles” (aunque sean del aire, lúdicos o mediáticos) que se le ha dado a estas construcciones. Como decía unos párrafos más arriba probablemente el hallazgo más importante sea replantear de una forma nueva la relación entre el espacio cerrado puramente arquitectónico y el espacio abierto más urbanístico.

Árbol de aire, captadores de brisas y paneles solares

“Como si estuviésemos bajo un gran árbol, en estos espacios nos encontramos en una situación intermedia entre exterior e interior, protegidos y en condiciones de confort pero a la vez al aire libre. La transición del exterior al interior se realiza de forma natural, no es un edificio, un espacio cerrado. Estamos en contacto con el exterior continuamente. En verano estos “árboles” funcionan hacia el exterior, se abren creando más zonas de sombra y amplían su área confinada mediante el uso de agua. En invierno se repliegan, bajan parte de su cerramiento, aumentan el control de la zona acondicionada y funcionan hacia el interior”. También se tienen en cuenta situaciones de uso muy distintas, de forma que se puedan realizar proyecciones, reuniones de vecinos, etc.

Árbol de aire, pintadas

Estuve de visita en el Ensanche de Vallecas pocos días antes de que empezara mi pesadilla hospitalaria. Aunque conocía el proyecto y su construcción desde el principio preferí esperar un tiempo antes de ir a verlo para que estuviera algo más consolidado su funcionamiento y las viviendas a las que dan soporte, además de verificar el tratamiento que le daba la gente (actos de vandalismo, pintadas, etc.). Aunque, efectivamente, hay pintadas, lo cierto es que el grado de conservación es bastante bueno a pesar de lo que manifiestan algunos habitantes de la zona a los que no parecen hacer mucha gracia ya que, según ellos, atraen a la marginalidad y están medio abandonados por el Ayuntamiento. Aparentemente lo que no ha sido demasiado bien tratado es el tema de los elementos vegetales y las plantas trepadoras ya que presentan un aspecto bastante deplorable.

Árbol de aire, interior

Hay que advertir que “árbol de aire”, en realidad, solamente es uno de ellos y lleva este nombre porque en la parte superior tiene unos captadores que introducen aire en los cilindros. Este aire es impulsado por un ventilador y atraviesa una capa de agua pulverizada que se encarga de aumentar la humedad y reducir la temperatura. Este árbol es el que ha sido pagado mediante el proyecto LIFE. El segundo tipo de árbol lo denominan “árbol lúdico” tiene una pared vegetal, columpios-nido y suelo anti-caídas realizado mediante neumáticos reciclados. El microclima se consigue mediante agua pulverizada, lo mismo que en el tercero (el “árbol mediático”) que cuenta con una pared que sirve de pantalla para realizar proyecciones. Este último es el único cubierto y ofrece datos sobre la temperatura exterior e interior. La construcción de estos dos árboles ha supuesto una inversión de 2,5 millones de euros que ha pagado en su totalidad el Ayuntamiento de Madrid. Se pueden encontrar más fotografías y planos de los tres árboles (además de en la web de Ecosistema Urbano) en Verdeciudad.com.

Árbol lúdico

La idea que hay detrás del proyecto es seductora: intentar sustituir durante un tiempo a los árboles como elementos esenciales del entorno urbano por unos artefactos que cumplan, en la medida de lo posible, sus funciones. El problema es que no todas las funciones del árbol natural las realiza el árbol de sustitución. Veamos algunas. La adaptabilidad térmica se consigue mediante la sombra, la radiación, el viento y la humedad relativa. Pero, por ejemplo, el aumento de la humedad en el árbol de sustitución precisa captar las brisas, nebulizar el agua y conducir estas brisas a través de las pequeñas gotas. El árbol natural aumenta la humedad relativa mediante la evaporación del agua contenida en el terreno a la que se suma la transpiración a través de las hojas que se consigue de forma natural mediante una diferencia de presión con el aire y no necesita de brisas para conseguirlo ni impulso de ventiladores para conseguirlo. Este fenómeno se conoce con el nombre de evapotranspiración. Evidentemente el árbol de sustitución puede conseguir sombra (aunque es bastante más complicado conseguir radiación en los meses infracalentados aunque con un buen diseño es posible) de una manera relativamente sencilla, pero para aumentar la cantidad de vapor de agua no recurre prácticamente al suelo natural y, en escasa medida a las plantas por lo menos en su estado actual.

Árbol lúdico, columpios

Los árboles naturales son capaces de reducir significativamente la contaminación atmosférica fijando los gases tales como NO2, SO2, CO, así como partículas y metales pesados producidas por la combustión de fuentes fijas y móviles, particularmente los productos nocivos producidos por los combustibles fósiles. Por supuesto, nada de esto es capaz de hacerlo el “árbol de sustitución”. Los árboles naturales son capaces, además, de reducir la contaminación sonora producida por los ruidos de la calle y percibida en los edificios cercanos. El “árbol de sustitución” sí es capaz de reducir esta contaminación para aquellas actividades que se desarrollen en su interior. Pero no así para las que tengan lugar fuera del mismo.

Árbol lúdico, detalle

Además existen otras funciones también importantes que no es capaz en su totalidad de llevar a cabo el “árbol de sustitución”. La primera de ellas es la producción de oxigeno. Efectivamente, mediante la fotosíntesis los árboles consumen CO2 y son capaces de producir una gran cantidad de oxigeno. En segundo lugar, el valor como elemento básico del paisaje en las áreas urbanas tapando o enfatizando vistas, reduciendo si es necesario la luz muy fuerte y la reflexión o complementando las formas más duras de los elementos urbanos artificiales y la arquitectura. Por último, en su función como “elemento restaurador” (ver varias entradas en el blog sobre los elementos restauradores, particularmente la titulada “Espacio público y vivienda” donde Corraliza y Lorenzo exponen las teorías de Kaplan al respecto) es difícilmente sustituible.

Árbol mediático

Esto no le quita un ápice de mérito a la propuesta de Ecosistema Urbano si se entiende el “árbol del aire” (“árbol artificial” o “árbol de sustitución”) como una metáfora del árbol natural. Porque el verdadero valor del proyecto que lo convierte en extraordinario está en haber inventado una especie de lugares intermedios entre los edificios y el espacio abierto. Este intento de cambiar no lugares por lugares es lo más destacable del Bulevar de la Naturaleza. Además no se trata de espacios semi-privados como los de la ciudad hispanomusulmana sino de verdaderos espacios públicos de contenido singular. No se trata de fondos de saco a los que sólo acceden de forma natural los vecinos de los alrededores creando auténticos guetos o de patios de manzana privados, sino que tienen vocación de “hacer” ciudad. Paradójicamente esto es lo que menos les gusta a los vecinos que ya van poblando los edificios cercanos. De forma más o menos inconsciente se rebelan ante una construcción que no permite la “exclusión de los indeseables”. En el fondo les gustaría más un espacio semi-privado o privado sobre el que tuvieran un mayor control.

Árbol mediático, cubierta

Pero, precisamente, lo que posibilita que “el aire de las ciudades haga hombres libres” es que los espacios públicos puedan ser apropiados por los ciudadanos y ciudadanas y no por particulares o grupos específicos. La contrapartida, evidentemente, es la inseguridad. Pero sin inseguridad, como dice Bauman, el aprendizaje de la urbanidad desaparece. De ahí el fracaso actual de buena parte de los métodos de autocontrol social. La creación de una verdadera educación urbana es imprescindible para conseguir ciudades más libres y esto sólo será posible si funciona un aprendizaje que permita la relación entre ciudadanos en el ámbito estrictamente urbano que es aquel que se encuentra pisando los territorios, por un lado de la intimidad de las personas, y por otro del anonimato absoluto de la multitud. Desde mi punto de vista este el verdadero valor de los llamados “árboles de aire”: posibilitan el encuentro y la relación puramente urbana más allá del ámbito doméstico o grupo. Por eso todas las críticas que se le han hecho al proyecto basadas en la ausencia de otros valores no deberían de preocupar demasiado a sus autores. Lo mismo que la de los residentes que van buscando “nichos entre iguales” olvidando que uno de los valores básicos de la ciudad es la complejidad, derivada tanto de la existencia de desiguales como de las posibilidades de relación entre ellos.

Árbol mediático, interior



Árboles artificiales en el ensanche de Vallecas

Ensanche de Vallecas, Madrid, 40.37271, -3.63013 (Google Maps)
Bulevar de la Naturaleza (antiguo vial C-91 del PAU)
Autores: Ecosistema Urbano (Belinda Tato José Luis Vallejo Diego García-Setién)
Colaboradores: Ignacio Prieto, Maria Eugenia Lacarra, David Delgado, David Benito, Jaime Eizaguirre, Patricia Lucas, Ana López, Asier Barredo, Laura Casas, Fabricio Pepe, Michael Moradiellos
Tectum Ingeniería, S.L., IP Ingeniería, Ignacio López
Empresa Constructora: Grupo Entorno, S.A.
Entre otros han recibido los premios: 2005 (Holcim Foundation for Sustainable Construction), 2006 (Asprima, Enor, Ayuntamiento de Madrid), 2007 (seleccionado European Mies Van der Rohe Awards, seleccionado Zumtobel award for Humanity and Sustainability in Architecture and Built Environment).