Perdonad que sea tan pesimista en este comienzo pero acabo de leer el manifiesto Contra el borrador del Estatuto del Personal Docente e Investigador de la Universidad española y me doy cuenta de que la cosa no tiene remedio. Si ya la situación actual es verdaderamente intolerable con una evaluación de la actividad docente que es sencillamente de pena y de la actividad investigadora puramente formal y no de contenidos (aparte de un procedimiento, desde mi punto de vista, no constitucional y extraído directamente de los tiempos de Torquemada por su opacidad y obscurantismo) la situación que se nos avecina en lugar de enmendar los errores incide en ellos como una especie de maldición bíblica. Sin embargo todavía hay profesores que, saltando un obstáculo detrás de otro, investigando (con una financiación misérrima) a la vez que dan clases, rellenando interminables papeles en una burocracia absurda, pagando luego por la traducción de un artículo a un inglés fetén con objeto de ver si cuela y se lo publican en alguna de las revistas anglosajones del listado canónico con un índice de impacto elevado (?), son capaces de preparar una lección que es realmente “una peripecia de fuerte dramatismo”. De vez en cuando también hay Jornadas y Congresos donde se dicen cosas y donde se atisban soluciones. Increíblemente esto me ha sucedido hace unos días en dos sitios aparentemente muy diferentes y en un plazo de menos de una semana.
El primer milagro sucedió con la disculpa de la clausura de los Ciclos de Paisaje, organizados por la UPV/EHU con el apoyo del Gobierno Vasco y Unesco Etxea, con un diálogo entre Antonio Serrano y yo mismo, moderado por Santiago González sobre el tema de “Bio-regiones para el futuro”. El diálogo se celebró en un lugar extraordinario: el pórtico de la catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz. Aparecieron muchos amigos y conocidos como Stepien y Barno una pareja de jóvenes que prometen ser unos extraordinarios comunicadores (os recomiendo su blog) y a los que, por fin, pude conocer personalmente. Y digo disculpa porque aproveché el fin de semana para quedarme un par de días y recorrer la zona con Luis, Rebeca, Irene y Jon de anfitriones. Surgió uno de los temas que más me interesan desde hace unos años, el ámbito del planeamiento (mejor “los ámbitos” del planeamiento). Luis Andrés Orive, después de haber impulsado y luchado por la supervivencia del Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz y trabajar hasta la extenuación por establecer una relación armónica entre lo urbano y la naturaleza próxima (con batallas ganadas y perdidas), está ahora decidido a incluir la naturaleza más lejana y los aspectos rurales en dicha relación. El caso de Vitoria-Gasteiz es un tanto peculiar porque está situada en una llanura rodeada de montes que configuran una especie de círculo de naturaleza alrededor. Lo que se pretende ahora es incorporar este anillo de naturaleza (lo llaman “Anillo de las tierras altas”), las áreas agrícolas, el propio Anillo Verde y la ciudad de Vitoria-Gasteiz, a un entendimiento global de las relaciones territoriales entre todo ello.
Ya hace años que vengo denunciando la incoherencia de un planeamiento basado en los límites administrativos cuando el soporte natural nunca coincide con dichos limites. A mis alumnos, con objeto de que entiendan la diferencia, les aconsejo que tomen con unidad de análisis del territorio la cuenca hidrográfica a la escala que sea necesaria según la variable a analizar y luego vean si se puede hacer coincidir con alguno de los límites administrativos existentes. Todavía estoy esperando que coincida una sola vez. Por supuesto que el ámbito no tiene porque ser la cuenca hidrográfica. Pero desde el punto de vista docente me sirve muy bien porque permite que el alumno delimite con bastante precisión, entienda el significado de la escala en el territorio (una cuenca hidrográfica puede abarcar desde una parte importante del país hasta, incluso, menos de una hectárea) y analice las contradicciones entre un planeamiento basado en un ámbito natural y otro relacionado con criterios puramente económicos y de gestión. La necesidad de fijar el ámbito del plan antes de realizar el plan en función de los elementos de naturaleza y no en los administrativos, ya la recogíamos como parte fundamental de las propuestas del Libro Blanco de la sostenibilidad en el planeamiento urbanístico español. Este enfoque trae consigo bastantes problemas como los derivados del sistema competencial regulado en la Constitución, la necesidad de crear nuevos órganos que se encarguen de la redacción (en su caso), gestión y seguimiento del plan y otras minucias semejantes. Pero seguir haciendo lo que se viene haciendo hasta ahora es, sencillamente, una pérdida de tiempo.
Se les puede llamar como se quiera (bio-regiones, comarcas, áreas naturales, áreas funcionales) pero su delimitación debería basarse en criterios de racionalidad y de funcionamiento de los sistemas naturales en ese territorio. El problema es que no basta con fijar un ámbito adecuado. Además, el plan debería considerar “todo” el territorio. Un plan de urbanismo suele detallar de forma muy precisa la determinaciones urbanas (que se puede construir, donde, de que forma y hasta en algunas ocasiones el color de las fachadas o el tipo de teja en la cubierta) pero el resto es un agujero del que nada se sabe o que contiene una determinaciones tan elementales y poco meditadas que, como mucho, son poco operativas. De manera que las relaciones entre lo urbano, lo natural y el campo sencillamente no existen. La planificación sectorial hace lo mismo. Un Plan de Ordenación de Recursos Naturales detalla de forma muy precisa la forma de conservar o mejorar estos recursos pero se detiene ahí. Respecto a lo rural, frecuentemente es el “territorio olvidado” en casi todos los planes. Pero sin poner sobre la mesa todos los elementos que existen en el territorio y estudiar sus relaciones difícilmente podremos introducir racionalidad y, probablemente, el planeamiento no sólo no mejora la situación sino que la empeora en algunos casos.
Ya puede comprenderse mi emoción cuando me explicaron que el próximo paso que pretenden dar en esta ciudad que va tan por delante de las demás en estos temas es, precisamente, integrar en un todo el ámbito de naturaleza que constituye el anillo de las tierras altas, los pueblos comprendidos en su área incluida la parte rural y la ciudad de Vitoria-Gasteiz con su anillo verde. El problema es que no existe el instrumento adecuado para acometer esta empresa. En el País Vasco lo que más se aproxima es el Plan Territorial Parcial (PTP). Pero claro, no deja de ser un Plan Territorial con todos sus inconvenientes, el mayor de los cuales probablemente sea que deja en manos del planeamiento urbanístico municipal la concreción de las determinaciones más importantes perdiéndose, una vez más, la visión conjunta del territorio y las posibilidades de una gestión común del mismo. Es decir, que puede imponer límites, indicaciones, o incluso precisar el número de viviendas de protección oficial o promoción pública y la cantidad suelo industrial mediante polígonos urbanizados, pero no puede gestionar de forma conjunta con un órgano específico que se encargue de ello, y se deja esta gestión en manos de los municipios a través del planeamiento urbanístico. De todas formas más valen una reglas de juego que nada (muchas comunidades, la mía incluida, no tienen ni eso). En Vitoria-Gasteiz van a intentar conseguirlo mediante la declaración de Reserva de la Biosfera de toda el área.
Las Reservas de la Biosfera según la UNESCO “sirven para impulsar armónicamente la integración de las poblaciones y la naturaleza, a fin de promover un desarrollo sostenible mediante un diálogo participativo, el intercambio de conocimiento, la reducción de la pobreza, la mejora del bienestar, el respeto a los valores culturales y la capacidad de adaptación de la sociedad ante los cambios”. Además, desde un punto de vista puramente turístico visualizan aquellos lugares de un interés especial. Su propuesta requiere no sólo demostrar el interés de su mantenimiento para el planeta sino también un compromiso de las autoridades de cumplir un proyecto que lo permita. En definitiva, posibilitaría aglutinar voluntades en torno a un objetivo preciso y darle forma a una idea de territorio compartida por sus habitantes. Es algo más que un Plan Territorial Parcial y conseguirlo sería un paso importante en la dirección que muchos entendemos que debe ir la organización de nuestros territorios. Cada vez que me acerco por Vitoria-Gasteiz y me explican sus objetivos (sus ilusiones) me doy cuenta que suelen estar siempre mirando hacia delante. Incluso recurriendo a todo lo que pueden encontrar para conseguirlo, sea declarando un territorio Reserva de la Biosfera o presionando para que no se coloquen bancos en determinados sitios del Anillo Verde. Esta lucha entre las herramientas insuficientes con las que cuentan (que son las de todos) y el proceso que pretenden poner en marcha emociona cuando se analiza desde fuera. Pero debe ser duro y, muchas veces, frustrante hacerlo desde dentro.
En cualquier caso la necesidad de nuevos instrumentos de planeamiento que permitan hacer lo que hay que hacer, que no es otra cosa que iniciar procesos y no plantear fotos fijas de la llegada, es imprescindible. Es casi un clamor. Cualquiera que mire con ojos de hoy, tanto los planes de urbanismo como la mayoría de los planes territoriales, necesariamente tiene que darse cuenta que corresponden a un pasado con otros requerimientos sociales, territoriales y económicos. Es urgente buscar nuevos instrumentos que permitan hacer lo que quieren hacer en Vitoria-Gasteiz sin necesidad de hacer “planeamiento creativo” (que no se entienda como “contabilidad creativa”, por Dios) dedicando más tiempo y esfuerzos a estudiar como hacerlo con las herramientas existentes que son del siglo pasado (o del anterior) que al verdadero análisis y proyecto. Pero todavía no había terminado mi recorrido en aquella semana. A los dos días me fui a Valencia a una Jornada organizada por el Centro de Estrategias y Desarrollo (CEyD). El titulo de la Jornada era bastante genérico “Las ciudades, piezas claves para la sostenibilidad. Valencia, construyendo futuro”. Aparentemente era lo de siempre: que si la importancia de las ciudades, que como hacerlas sostenibles (el titulo de mi ponencia era ¿Es posible una ciudad sostenible?), que si la ciudad por aquí, que si la ciudad por allá... Pero las cosas se desarrollaron de forma muy distinta. Afortunadamente.
Puedo aseguraros que no nos pusimos de acuerdo. Pero la Jornada se desarrolló según la descripción que va a continuación. Me correspondió abrir el fuego con un planteamiento probablemente conocido por todos los lectores del blog: la ciudad como tal no existe si no existe un territorio subsidiario de la misma que, según los casos y según las épocas, puede abarcar desde unas pocas hectáreas hasta el planeta entero. Y que, en la actualidad, es más bien el planeta entero aunque hay una zona más cercana, también de geometría variable, cuyas relaciones entre los distintos elementos son mucho más directas y frecuentes y cuya base es el soporte natural. Por tanto, en la situación actual no se puede hablar de “sostenibilidad local” (sea urbana o no) sino, simplemente, de sostenibilidad porque si la “sostenibilidad global” falla la “local” también. La cuestión está en saber la contribución de la ciudad, entendida no sólo como la zona central del área de influencia, a la huella ecológica global. Y para eso tenemos que considerar a la ciudad como un todo con su territorio subsidiario inmediato, independientemente de sus límites administrativos, de su forma de gobierno o de sus sistemas de gestión. La única forma de hacer eficiente el funcionamiento de una ciudad es estudiando conjuntamente todo el territorio subsidiario más inmediato y las relaciones con lo más lejano (básicamente los flujos de todo tipo: energéticos, de materiales, económicos, sociales). El problema está en la delimitación de este territorio porque resulta que su delimitación depende de la variable a considerar. Mi propuesta es que, en el momento de mínimos en que se encuentra la naturaleza, el elemento que base esta delimitación para el análisis de las relaciones con el espacio más inmediato sea, precisamente, un ámbito de naturaleza. Exactamente lo que están intentando en Vitoria-Gasteiz.
Luego fue el turno de Aracha Muñoz. Arancha ya ha tenido un lugar destacado en el blog cuando escribí sobre el tema de la huerta de Valencia. Además acababa de ser nombrada hacía unos días Secretaria Autonómica de Territorio, Medio Ambiente y Paisaje del Consell valenciano lo que le daba mayor relevancia a su ponencia. En el año 2003 coordiné un trabajo titulado “Problemas y oportunidades para el urbanismo de Madrid al empezar el nuevo siglo” realizado para al ayuntamiento que, por desgracia, no llegó a publicar, y fue allí donde incidí por primera vez en la necesidad de cambiar el enfoque sobre los espacios libres urbanos (incluyendo los verdes) de su consideración como equipamiento al de infraestructura. Bien, pues esta idea es la que está detrás de la Ley valenciana y la que Arancha ha intentado dibujar y concretar en los planos. Además de arquitecta es paisajista y, por supuesto, ha abordado la cuestión desde este ámbito. La ley 12/2009, de 23 de diciembre de la Comunidad Valenciana modificó el articulo 19 de la 4/2004 de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje estableciendo la figura de Infraestructura Verde como “la estructura territorial básica formada por las áreas y elementos territoriales de alto valor ambiental, cultural y visual; las áreas críticas del territorio que deban quedar libres de urbanización; y el entramado territorial de corredores ecológicos y conexiones funcionales que pongan en relación todos los elementos anteriores”.
Se trata de algo más que una mera red ecológica de espacios protegidos en la Comunidad Valenciana (o eso espero). Aunque sólo esto ya sería suficiente para destacar su interés. Sin embargo en el articulo 20, según la nueva redacción adaptada a la introducción de la Infraestructura Verde, puede leerse que “La planificación territorial y urbanística integrará la protección, conservación y regeneración del patrimonio natural, garantizando el mantenimiento de los procesos ecológicos básicos y la conservación y preservación de paisajes relevantes por su elevado valor natural, cultural y productivo”. Precisamente este entendimiento conjunto del territorio y sus valores naturales, culturales y productivos se acerca bastante en sus intenciones a los objetivos que se pretenden conseguir en Vitoria-Gasteiz. Dicho y hecho: surge así el Plan de Infraestructura Verde y Paisaje de la Comunitat Valenciana. En la Cátedra de municipios sostenibles de la Universidad Politécnica de Valencia se puede encontrar un breve explicación y los documentos del plan. De acuerdo, todavía no es. Pero el camino está marcado. Sobre todo estoy esperanzado de lo que vaya a surgir del punto 4 del nuevo artículo 19bis en el que se lee: “Se establecerán los criterios integrados de gestión que deban aplicarse al conjunto de la Infraestructura Verde, sin menoscabo de lo dispuesto en las legislaciones y normas sectoriales que regulan cada uno de sus elementos constitutivos, con los que en todo caso deberán coordinarse”. Este es un tema clave que todavía deberá desarrollarse adecuadamente.
En Valencia estas ideas están dando todavía los primeros pasos y se nota excesivamente que, en realidad, el plan de infraestructura verde y paisaje es más bien un plan de paisaje que un plan de infraestructura verde. Resulta curioso constatar que las formas más avanzadas de comprensión del territorio vengan, precisamente, del ámbito del paisaje. No solamente en Vitoria o en Valencia, también en Barcelona o en Santiago, incluso en Madrid en los leves atisbos que asoman es a través del proyecto del Manzanares intentando enganchar como en un collar un cierto número de áreas protegidas y conectar la ciudad con su entorno (a nivel de idea, claro, porque aquí no somos capaces de pasar a la acción cuando se trata de estos temas). Se nota también un cierto olvido de los ámbitos urbanos como si fueran pecadillos (en Valencia pecados mortales) que es conveniente no tocar. Y esto no es bueno. De la misma forma que la mirada urbana suele olvidar las áreas rurales y de naturaleza, a menos que ejerzan el oficio de esclavos de la ciudad, tampoco es bueno que las miradas desde la naturaleza y el rural hacia la ciudad la olviden como si fuera un ente maligno a estigmatizar. Lo mismo que el plan valenciano de la huerta tenía muchas cosas positivas, también hay cosas positivas en el plan de infraestructura verde y paisaje. Sería una pena que quedaran para siempre en el baúl de los sueños incumplidos. También sería bueno dar un paso adelante más y que los conectores que forman la red ecológica no sean casi exclusivamente los ríos cuyas llanuras de inundación deberían manejarse como se ha hecho en Vitoria de forma que realmente fueran una infraestructura y no una simple línea azul en un plano. También es positivo que se aborden algunos temas urbanos aunque pienso que debería existir una mayor integración con la red ecológica para conseguir un funcionamiento total y armónico de todo el sistema. Procesos más que imágenes.
Ya en la segunda parte de la mañana Roberto González, técnico del Centro de Estudios Ambientales de Vitoria-Gasteiz, explicó las bases de la designación de la ciudad como European Green Capital 2012. Es como el círculo que se cierra. Roberto, lo siento, pero no voy a decir nada más de Vitoria porque ya le he dedicado más de la mitad del articulo. El resto de temas expuestos por los ponentes están más alejados del objeto de esta columna y sólo voy a mencionar el título. Luis Jiménez, director del Observatorio de la Sostenibilidad de España habló sobre “Sostenibilidad local y empleo verde” y, por último, César Jiménez gerente de RIVA en Ruzafa y Arturo Ortigosa, director de FIVEC, explicaron respectivamente la actuación en este barrio valenciano y el proyecto CAT-MED. Como puede verse una jornada bastante completa y que complementaba de forma notable mi viaje a Vitoria-Gasteiz. Comprendo que el contexto en el que se producen las ideas en Valencia hace que las que tienen que ver más con la solidaridad que con la competitividad sea complicado que pasen de ideas a realidades. Pero el mero hecho de que existan es un paso adelante imprescindible. Para rematarlo todo hace un par de días vino a verme al despacho Francesca Lotta, una alumna de la universidad de Palermo a la que codirijo la tesis con un profesor de esa universidad, y me contó los progresos realizados en Santiago de Compostela en el estudio de los espacios verdes en el interior de la ciudad considerados como una red ecológica. Es decir, como una infraestructura. Hay esperanza de que las cosas se vuelvan más racionales.
Alcira, Valencia, inundación del Júcar en 1916 (Urbanity)
El camino parece claro. Los espacios libres y las zonas verdes en nuestras ciudades deben ser considerados como algo más que un equipamiento. Además deben formar parte de un entendimiento global del territorio de forma que estén relacionados con las grandes (o pequeñas) reservas naturales periurbanas y con todo el territorio preservado. Para ello deben ser estudiados, organizados y proyectados, de forma conjunta con los elementos urbanizados y con las zonas rurales. Para hacerlo posible lo primero será delimitar las áreas de planeamiento y gestión del territorio en términos de naturaleza y no en términos de urbanización, por la sencilla razón que los elementos de naturaleza se han vuelto prioritarios para que lo urbanizado pueda funcionar de forma adecuada. Y luego contar con los instrumentos necesarios para poder gestionar procesos y no metas. De acuerdo que la gestión de procesos es mucho más compleja que la gestión de imágenes finales. Sobre todo si la gestión es una gestión de verdad participativa. Pero el tiempo de gestionar imágenes finales se ha terminado. El planeamiento, basado en este tipo de metas, no parece tener razón de ser ante el escaso control posible sobre la multitud de interacciones que se producen en los territorios modernos. Sobre todo los sometidos a fuertes dinámicas de cambio. Me parece (y esta es una hipótesis a verificar) que deberíamos de reconocer la imposibilidad de controlar ad nauseam la forma final, el resultado de estas interacciones, y centrarnos en comprender los procesos y en reconducirlos en la medida de lo posible. Y eso lo hay que hacer de forma continua (en tiempo real), con acuerdos a corto y a largo plazo y con participación efectiva de la población. Estamos muy lejos del urbanismo como proyecto cuasi arquitectónico que tuvo su cenit en los años ochenta y noventa del pasado siglo. Cuando se aprobó el Plan General de Madrid ¿a quién se le hubiera ocurrido dibujar el perfil urbano con las características que tienen en la actualidad? Claro que todavía queda la necesidad de garantizar a los inversores en suelo que sus inversiones van a seguir siendo rentables. Todo se andará. De momento mis últimas excursiones me han devuelto la esperanza.
Finísimo Maestro Fariña no imagina Ud la falta que le hace a America Latina este tipo de opiniones para cambiar la cultura del urbanismo por acá y que como hace muchos años se inició en Colonia Alemania un intento de hacer un cerco verde a dicha ciudad con prohibicion de construir fuera de esa margen verde-ecologica, muy interesante articulo y buena remenbranza del eterno Ortega y Gasset. Respetuoso Saludo desde México.
ResponderEliminarPepe: Me ha resultado interesante el tema y coincido bastante con lo expuesto. Sin embargo me sorprende que tu alumna italiana haya encontrado que se han realizado progresos en el tema de las redes ecológicas en Santiago de Compostela. Pienso que conozco algo el tema y la calificación de "progresos" no se si es adecuada. Digamos que con el gobierno anterior había algo parecido a "intenciones" pero según mi humilde opinión actualmente no existe ni eso. Es posible que esté equivocado, ya conoces mi filiación profesional y capacidades al respecto, pero me gustaría que "alguien" me desmintiera. Lo de Vitoria era previsible pero lo de Valencia es sorprendente aún tomado con todas las cautelas con las que lo expones. Unha aperta.
ResponderEliminarCoincido con Antonio Folgado en mi asombro por el caso de Valencia. Probablemente tengas razón y sea un avance tremendo respecto a la tradición "cementista" que caracteriza a esa comunidad autónoma. Lo que me gustaría saber es lo que realmente se ha aprobado de todas esas buenas intenciones. Y sobre todo si todavía están a tiempo de salvar algo. Porque claro si ya no hay otra forma de conectar más que mediante el sistema hidrográfico, si casi ni existe naturaleza no antropizada, si el paisaje de todo el borde costero es ya un desastre irreparable... Como que es muy sencillo intentar conservar lo que queda, casi no queda nada y, además, eso que queda resulta que es lo que nadie ha querido convertir en ladrillo...
ResponderEliminarLas palabras están bien pero todavía estarían mejor si fueran acompañadas por cosas más sustanciosas. Hace ya años que se viene hablando de redes ecológicas con lo que esto significa que no es sólo conectar unas áreas protegidas de territorio con otras mediante "corredores ecológicos" de pocos metros de anchura que, muchas veces no son más que caminos peatonales o de bicicletas que tienen poco de "ecológicos" y mucho de equipamiento urbano tal y como denuncia el articulista.
ResponderEliminarCuesta trabajo cambiar de cultura y cuesta todavía más cambiar la economía. Es pura especulación económica lo que se esconde muchas veces detrás de los llamados "corredores ecológicos" o como mucho lavado de cara de una sociedad que sólo quiere hablar de su comodidad. Lo mismo que considerar a los ríos como conectores cuando la mayor parte de las veces las cercas de división de parcelas llegan hasta el agua saltándose a la torera el dominio público. Me llamarán ecoterrorista pero cuando puedo me dedico a tirarlas.
Y eso por no hablar de las ciudades en las que las zonas verdes están sistemáticamente situadas en los sitios menos interesantes para situar una zona verde. Lo digo por la topografía, el tipo de suelo o el soleamiento. La prioridad siempre es de las casitas. Si todo el mundo pensara como el Sr Fariña las cosas podrían acercarse algo a eso que se llama sentido común y alejarse del sentido económico contradictorio con el primero. Efectivamente: infraestructura verde siempre, equipamiento verde sólo en algunos casos. Javier.
Comparto sensibilidad, diagnóstico, afilada crítica y alternativas... Hermosa lección de lo que la sociedad espera de los urbanistas...gracias
ResponderEliminarJosé, no eres el único en pensar eso del PowerPoint. Mira en este enlace
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/tecnologia/Nace/Suiza/partido/Anti-PowerPoint/elpeputec/20110706elpeputec_4/Tes
Un saludo, J. Regueiro.
Si nos fijamos en el plano que se llama "infraestructura verde regional" correspondiente al Plan de Valencia que se explica en el post veremos que todas las flechas van en sentido hacia el mar. Es lo que decía otro comentarista anterior al hablar de los ríos como únicos conectores ¿es qué no hay conexiones transversales? La explicación es sencilla: las infraestructuras existentes y las urbanizaciones lo impiden. Así cualquiera hace un plan de este tipo, con todo el pescado vendido. Es como los europeos, cuando se han cargado todas sus posibilidades de reciclar CO2 ahora quieren que lo recicle Brasil. Eso sí, a precio de saldo. Que cada palo aguante su vela, Brasil tiene árboles suficientes para reciclar todo el CO2 que produce y más. He puesto a Brasil como ejemplo, pero el ejemplo vale para casi todos los que tienen una huella ecológica por debajo de la mundial y un déficil ecológico que es en realidad superavit. Pues con Valencia pasa igual respecto a España. A buenas horas mangas verdes.
ResponderEliminarEn el caso de Vitoria no tengo nada, pero que nada claro que la de-claración de Reserva de la Biosfera sirva para demasiado. En cualquier caso el plan de apoyo a dicha declaración sería un PTP. La posibilidad de aprobarlo en las condiciones en las que se explica en el articulo son muy pocas. Hay demasiados intereses y son demasiados ayuntamientos afectados. Es verdad que los instrumentos de planeamiento que tenemos no sirven para hacer estas cosas. Hay que inventarlos nuevos. No creo que se pueda hacer nada antes de contar con algún sistema que permita considerar el territorio de verdad como una unidad. Si se consigue en Vitoria será un milagro de voluntad política sin instrumentos que lo posibiliten. En Valencia es al reves, tienen el instrumento, el Plan de Paisaje e Infraestructura Verde, pero lo que no creo que exista es voluntad política de hacer algo razonable.
ResponderEliminarMe gustaría saber si existen algunos ejemplos europeos de actuaciones parecidas que consideren las áreas agrícolas periféricas. Javier.
ResponderEliminarJavier, en esta dirección puedes encontrar lo que buscas:
ResponderEliminarhttp://habitat.aq.upm.es/eacc/
Un saludo.
Pepe: ¡Qué cambio de look en el blog! Te felicito. Sigue tan minimalista como siempre, ya sé que es lo que te gusta, pero tiene ahora un aire más moderno. Se sigue leyendo muy bien y lo veo más ordenado que antes. Pero un accesorio -no sé como se llama- que había antes que era un desplegable con todos los artículos ha desaparecido. Desde mi punto de vista tenía bastante interés. No sé si lo podrás recuperar con este look pero estaría bien que lo hicieras. Unha aperta.
ResponderEliminarAntonio: no he quitado nada, está al final de la página. Es más, lo he mejorado porque ahora tengo más espacio y he incluído el año de publicación de cada artículo. El cambio ha sido debido a que después de cuatro años (los hace a finales de agosto, quién lo diría) necesitaba un mayor ancho de columna y algunas funcionalidades más imposibles con el antiguo sistema. Gracias por las alabanzas. Unha aperta.
ResponderEliminarEsto del planeamiento no acabo de entenderlo. La pregunta sería: qué es lo que piensa planificar Valencia cuando lo tienen todo ya hecho unos zorros. En lugar de planeamiento debería llamarse remendamiento, de remendar. Alberto Fdez Madrid
ResponderEliminarEl tema que se plantea en la entrada es más que importante, es dar en el clavo, es la cuestión.
ResponderEliminarLa necesidad de generar unas herramientas que permitan tratar el territorio como lo que es, una unidad compleja de interacciones, permitiría elevar la cuestión del mero planeamiento urbano a un discurso superior, en el que se puede traspasar los conceptos actuales bajo los que se ordena el territorio. Pero ello implica tumbar barreras y saltar muchos obstáculos, el primero el puramente Administrativo, que no deja de ser la expresión del económico-especulativo en su más amplio sentido. Aún así, y con todo, está claro que se precisan nuevos formatos para nuevos tiempos, es decir, en definitiva para nuevas necesidades.
Responder a estas necesidades pasa por poseer esa herramienta, esa máquina de entendimiento y respuesta, que permite trabajar en lo local, dada la imposibilidad de comprensión y alcance de lo total, pero desde una mejor y más profunda, real, comprensión de lo global. No parece sino una puesta en paralelo de los sistemas de planificación territorial a las realidades que acontecen.
Sin embargo, y pese al entusiamo que genera este tipo de iniciativas, increíbles, incipentes y prácticamente exclusivas, al menos en el territorio Español,(a las que aplaudo), parece que no se termina de superar la decisión sobre el enfoque principal que adquieren estas herramientas. Preocupa que el dilema sobre la perspectica paisajística o puramente urbanística, empañe el esfuerzo de alcanzar este tipo de avances en la materia.
NO parece por tanto que se esté tratando el tema desde otro espectro, sino desde el mismo con distinto enfoque, y eso no se hasta qué punto, en el mundo que vivimos, en el momento que atravesamos y en la sociedad que padecemos será capaz de dar frutos.
Por supuesto que esto es mejor que nada, no lo dudo, y valoro muy positivamente el paso adelante que supone. Pero no termino de ver que efectivamente, en la práctica, estas innovaciones, sean capaces de superar las "fronteras administrativas" que imposibilitan de una u otra manera,y en mayor o menor medida(depende de los casos), que el soporte ambiental en toda su extensión, sea la unidad única, exclusiva, y principal, sobre la que se estudia un posible desarrollo territorial. Ya no diré urbano, puesto que no siempre tendrá ese carácter en lo sucesivo, afortunadamente, pero por imposibilidad económica, no por superación y avance social.
Preocupa que la fragmentación que la Administración realiza sobre el medio, para poder organizar unos procedimientos virtuales, en la mayor parte de los casos, trascienda al planeamiento, que se refleja en el medio físico de manera real, y lo impregne de sus características más tenebrosas.
Entiendo la evolución y parte de las coyunturas pasadas en cuanto a planificación urbana. Pero no encajo la limitación constante que supone este sistema organizativo de Estados, en cuanto a estrategia territorial se refiere.
Todavía recuerdo las clases de planificación de porcentajes y de equipamientos, y sobre las que se pretendía "proyectar", sobre papel, mini ciudades de poni-pon que se adherían a conjuntos urbanizados más grandes, y que dependiendo de su tamaño y condición las llamábamos, PAUS,barrios, calles o manzanas, y sobre lo que se debatía inútilmente, y con cierto grado de miopía sobre el entorno más inmediato,sin cuestionarnos siquiera nada de las relaciones con el planeta global.
Nos queda mucho por caminar.
Un saludo,
Adri
Sigo con mi fijación en los temas agrícolas. Vale, en Vitoria se está intentando integrar el medio natural y en Valencia también la infraestructura verde en el paisaje. Lo que no veo es casi nada de áreas agrícolas. Es curioso ya que uno de los mayores costes ambientales de la civilización actual es el transporte de productos agrícolas. No sé cómo pero esto debería de acabar. Me gusta este blog porque es uno de los pocos sitios en los que se habla de estas cosas. Ah, por cierto, bello diseño de la página. Se lee muy bien y no se distrae uno con chorradas laterales centelleantes y colores chillones. Sobrio, elegante y funcional. Gracias por el tiempo dedicado gratuitamente a los demás.
ResponderEliminarHace unos años a un profesor de proyectos de la ETSAM le parecía fascinante que una col cultivada en Almería, viajara por carretera, para ser depositada en un almacén que estaba en Valencia y que de allí, después de una vuelta por la Península, se comercializara en un establecimiento Madrileño. Fascinante, me imagino, desde el punto de vista de la tecnología, y de las posibilidades que ofrece; y fascinante, además, desde la pose obligada y miope que se debe de tener a favor de la tecnología, si eres profesor de proyectos de la ETSAM, sin establecer un juicio previo o filtro personal, sobre nada.
ResponderEliminarYo elevé la mano, y claramente dije: "a mi lo que me parece es una salvajada".
De esta triste anécdota hace tan sólo 4 ó 5 años.
Que las ciudades se conviertan en lugares más eficientes, y sostenibles es una necesidad, que lo hagan mejorando su entorno y "naturalizando" y ordenando, el encuentro entre lo antrópico y lo natural, sería, simplemente lo idóneo. Que pudiéramos coger un metro o un autobús para ir a buscar la cesta de la verdura a las afueras de la ciudad...Un sueño.
Un saludo,
Adri
Coincido con Juan Cervera acerca de la cuestión de los corredores ecológicos y con el articulista en que, en realidad, el Plan de Infraestructura Verde es un Plan de Paisaje disfrazado. Parece talmente que nos están vendiendo algo que luego en la realidad es humo. La realidad es un territorio ya cementado con una agricultura en franca decadencia y unas reservas de naturaleza para las que la palabra naturaleza tiene otro significado diferente al de "funcionamiento natural del territorio con escasa intervención humana". Cualquiera que venga por estas tierras no tiene más que mirar. Invito a todos los que vienen y sólo ven un trocito de playa donde plantar la sombrilla a que miren algo más y luego piensen si es que no tengo razón. No creo que estemos a tiempo de salvar casi nada porque ya no hay casi nada que salvar. Valenciano escéptico.
ResponderEliminarHola a todos, saludos José;
ResponderEliminarRecién llegada del encuentro sobre paisajes del viñedo, de la Complutense, y un poco obsesionada por mi aún no-tesis, no puedo evitar extrapolar todo al caso de la ciudad de Toledo.
Me alegran iniciativas como la de Vitoria, creo que una declaración (reserva de la biosfera) es mejor que nada, y quiero pensar de manera optimista. Otra cosa, es que los políticos luego no lo cumplan... y bla, bla... Por nuestra parte, a los científicos, o a los que intentamos trabajar en el tema nos corresponde la responsabilidad de hacer las llamadas de atención, y sin declaraciones ni reconocimientos, el tema se vuelve aún más complicado, con lo cual: ¡bravo por Vitoria!
En estos días en el foro del viñedo, se comentaba, que España siendo el primer país con mayor superficie de suelo destinada a la vid, aún no contaba con ninguna declaración de reconocimiento patrimonial, es obvio que algo se está haciendo mal. Al contrario, cada vez se apuesta más por su destrucción a través de subvenciones para facilitar el arranque. En este foro tuve la oportunidad de volver a coincidir con Javier Maderuelo, y en cuánto lo ví, le saqué a relucir una pregunta abierta que se formulaba como conclusión y reflexión en el curso de Paisaje Cultural celebrado en Cádiz, no hace mucho: ¿quiénes van a ser los jardineros de Europa?...le comentaba mi obsesión con la pregunta. Y claro, todo esto, me vuelve a Toledo, a la imagen terrorífica del POM, recalificando suelos "rústicos" como urbanizables, todos aquellos suelos agrarios en torno a la vega, aquellos sobre los que se soporta el "sorprendente" asentamiento urbano toledano. Mi postura es clara, ya que el sentido común lo hemos perdido, se hace necesaria una nueva instrumentación de carácter patrimonial, quizás pudieran ser Cartas del Paisaje, que protejan estos lugares, que como bien comentabamos forman parte de la infraestructura de la ciudad ( y no creo, como en algunos estudios se ha dicho, favorezcan la fragmentación de la misma) al contrario tejen y cosen el territorio, sin embargo; ¿cómo conservar el carácter agrario de estos lugares? ahí me vuelve a la mente el tema de los jardineros de Europa... ¿dejamos una tierra historicamente labrada salvaje? ¿confiamos en el buen hacer futuro?
En fin, gracias por dejarme reflexionar con vosotros.
Como en algún momento comenté en este blog, al hilo de otra entrada referente a agricultura y paisaje, para mí el problema radica en que pretendemos conservar y proteger una actividad humana, que es la agricultura y el paisaje que genera, que está fuertemente desprotegida desde las políticas del Estado, que ha sido menospreciada y devaluada durante años en el territorio, y que se encuentra atacada por intereses internacionales y comerciales varios.
ResponderEliminarLa mejor manera de que un suelo rústico, cultivable, no se convierta en un suelo urbanizado, es que exista un convencimiento y un interés claro de su propietario, acerca de la necesidad, y las bondades de cultivar y preservar ese terreno para la agricultura,(primer nivel de antropización del medio) y gracias a eso, para el resto de especies de ese entorno, que agradecerán un espacio más donde habitar; o un espacio menos donde moverse, depende de cómo se mire.
Pero claro, ¿cómo conseguir que todos los propietarios de suelo pusieran primero,en su escala de valores, estos principios frente a los de dinero y enriquecimiento personal a base de actos especulativos?
Era una empresa difícil. Máxime en una generación que ha crecido anhelando más, y con muchos delirios de grandeza. Tanto es así, que se ha acuñado el término de nuevos ricos para denominarlos.
Presenciamos las consecuencias de la victoria del capital, y sus valores a corto plazo, frente al medio preservado, y sus beneficios y ventajas a largo plazo.
Y todo ello porque un lote de subvenciones en un momento dado de la historia de España, no son suficientes para impulsar una actividad, contra la que se hace una política incorrecta y en cierto modo incoherente.
Las "ayudas", y en general, la promoción para el arranque de vid, olivos, y otros aprovechamientos agrícolas del territorio, no es comprensible desde el raciocinio humano. Salvo que se pretenda desmantelar por completo el sistema que había montado, hace 50 años, de autoabastecimiento y autosuficiencia en el medio rural. Y salvo que se quiera un territorio más "dependiente" del supermercado, y por tanto, más introducido en el mercado laboral impuesto,y en el sistema económico deseado, que es el actual, el de los "asalariados-hipotecados"; sin incluir ningún otro modelo vital.
(continua)
Así que no se trata sólo de un análisis de las herramientas adecuadas para preservar qué...Se trata de una reflexión más profunda, que implica hacernos cargo de la situación que vivimos, y de las consecuencias de las decisiones e ignorancias del pasado; e intentar de alguna manera entender, que cuando algunas cuestiones son difíciles y complejas, puede ser porque no se atacan desde la disciplina adecuada. O porque se lleva el sentido contrario desde otras.
ResponderEliminarEs muy lamentable leer que el plan de Valencia está bien y es sencillo de hacer porque las circunstancias te lo dan hecho, es lo que queda, es lo que hay. Formulé unas preguntas en la ETSAM, en la asignatura de Urbanismo y Planeamiento, que no obtuvieron respuesta: ¿que pasará cuando se redacte el último Plan de un territorio determindado?¿Existe una figura que albergue la posibilidad de proclamar un territorio "agotado"?¿qué sucede entonces,llegados a ese punto?
Parece que hoy obtengo respuesta a mis preguntas: se hacen Planes de Paisaje. Vamos que se acomete lo estético.
El caso es que vivimos momentos de desengaño, porque nos estamos cerciorando de que se precisa mantener el medio natural y el agrícola como soporte base de la subsistencia humana; cuando las previsiones pasadas parecían vaticinar un planeta lleno de rascacielos de hormigón y acero, en el que las especies animales no tenían lugar, y era siempre de noche.
Vivimos momentos de desengaño porque parecía que nadie cogería el azadón, ni agacharía el lomo entrados ya en el siglo XXI(como si de una maldición bíblica se tratase), y parece que es la única posibilidad que les queda a muchos para sobrevivir, a algunos informados para alimentarse sin químicos,a otros para ir a la moda y a unos pocos para seguir sus principios.
En cualquier caso no creo que la pregunta clave sea quiénes adecentarán el aspecto visual de las tierras en barbecho, porque me temo que antes de eso, habrá que haber abordado desde otro ángulo esta cuestión. Bien porque la situación nos lo exija, bien por interés colectivo. Y quizá sea un poco responsabilidad de todos, que este medio de vida, paisaje y entorno habitable prospere.
La mejor manera de protegerlo es desde dentro, siendo protagonista de esta historia, formando parte de ella: activándola.Y si no vamos a fomentarla en primer plano; la tarea que nos queda es valorarla, apreciarla y cuidarla.
Debemos congelar la expansión del hormigón, a favor de todo lo demás.
Un saludo,
Adri
Hola: me alegro mucho de encontrar aquí tan bien expuestos y ordenados temas sobre los que ya hemos hablado en otros sitios. Y me parece una gran mejora los cambios gráficos del blog; siempre pensé (aunque es cierto que nunca lo dije) que un mayor ancho de columna le daría una mejor legibilidad a un texto que suele tener varias imágenes intercaladas. Te deseo un buen verano, y hablamos en Septiembre. Andrés
ResponderEliminarPepe: tanto leerte cosas de ella que me quedaba el regustillo de verla. Acabo de llegar de unas minivacaciones con los vascos y, efectivamente, Vitoria está espléndida. Choveu e choveu e choveu y, a pesar de todo, qué bien. No me extraña que les tengas tanto cariño. Xa de volta no corruncho aquí tamén chove. Unha aperta.
ResponderEliminar¡Fantástico el Blog! Y para retomar el intercambio de ideas, a propósito de "lo natural" en el territorio, quisiera recordar parte del texto de "El Mediterráneo" de Braudel, en el que recuerda su condición de encrucijada viejísima donde todo ha contribuido a alterar/enriquecer su historia: "Creéis que [las plantas] son mediterráneas. Pues bien, excepto el olivo, la vid y el trigo -autóctonas desde muy pronto-casi todas han nacido lejos del mar. Si Herodoto [...] volviese mezclado con los turistas de hoy iría de sorpresa en sorpresa. [...] Esos frutos de oro, en esos arbustos de color verde oscuro, naranjos, limoneros, mandarinos..., pero no recuerda haberlos visto cuando estaba vivo. Son de Extremo Oriente y fueron transportados por los árabes. Y esas plantas extrañas de siluetas insólitas, que pinchan, de bohordos floridos y nombres extraños, cactus, agaves, áloes, higueras de Berbería. Son americanos. Y esos árboles de follaje pálido que, sin embargo, llevan nombre griego: eucalipto: nunca los vio, ni siquiera parecidos. Son australianos. Y los cipreses tampoco, son persas. Y en cuanto a la menor de las comidas, cuántas sorpresas todavía, ya se trate del tomate, peruano; de la berenjena, india; del pimiento, guayanés; del maíz, mexicano; del arroz, favor de los árabes, por no hablar de la alubia, de la patata, del melocotonero, fruto de montaña chino vuelto iraní; ni del tabaco. Y no obstante, todo eso se ha vuelto el paisaje mismo del Mediterráneo." (pp. 10-11 de la ed. de Espasa Calpe, 1987).
ResponderEliminarEstimado Adri,
ResponderEliminarTotalmente deacuerdo contigo en tu exposición.
El tema de la conservación del paisaje agrario es muy complicado, porque no sólo se encuentra amenazado por la especulación urbanística, si no por una falta de relevo generacional.
Aunque no soy una experta en el tema, creo saber algo de ello, puesto que soy nieta de agricultores, y mi padre hasta que ha podido ha conservado, por ejemplo, los viñedos.
¿Por qué el arranque? pues, porque no hay quien quiera labrar la tierra, y me siento totalmente responsable, pero he preferido la universidad al sufrimiento del campo.
La siguiente pregunta: ¿por qué no hay quién quiera labrar la tierra? a parte del cambio de sociedad, la razón fundamental radica en la falta de rentabilidad, ¿a cuánto se paga la uva? pongo el ejemplo de la vid, porque es lo que más conozco y uno de los cultivos que exigen un mayor cuidado y mantenimiento. Por supuesto, de esta conservación tienen una responsabilidad directa los gobiernos y las estrategias económico-territoriales, y creo que, es tan sencillo como que, se debe ayudar y fomentar para que el agricultor siempre viva de su trabajo, pero dignamente. Para ello hay que centrarse en qué tipo de producto para vender queremos, ¿un producto de calidad, exclusivo? creo que Europa en general, y España en particular, sólo tiene un futuro: la calidad, que nos permita competir y no tirar los precios y entrar en mercados inviables sin ningún futuro. En el caso del vino, parece estar claro, el vino se puede vender como experiencias, cultura... he ahí el creciente enoturismo. Pero; ¿y las huertas? ¿el cereal? sobre el aceite también tengo algunas conclusiones sacadas... pero; ¡qué complicado es!.
Aunque cada vez somos más conscientes que no podemos dejar abandonados las tierras, no sabemos cómo evitarlo. Gemma Molleví, comentaba cómo en cataluña se han replantado viñedos, precisamente para evitar problemas de incendios, erosión...y cómo la denominación de origen ha sido clave para la protección de algunos territorios. Además, si nos quedamos sin el campo, ¿qué clase de realidad urbana nos espera?... saludos
Hola Inmaculada, me ha parecido acertada tu entrada, sólo comentarte que he escuchado en muchas ocasiones la palabra "sufrimiento" relacionada con el campo, y creo que es algo que se nos ha impuesto desde la sociedad, y se nos ha introducido en el subconsciente definitivamente.
ResponderEliminarNo me considero ni víctima del sistema, ni una sufridora total. Pero he tenido la suerte de vivir muy de cerca el mundo agrario, y he pasado por la Universidad. Concretamente por la Escuela Técnica Superior de Madrid, lugar en el que, por cierto, uno se lleva puestas ciertas dosis altas de sufrimiento. Y he de decir, que no existe tal diferencia entre ambos mundos. En ambos puedes gozar o padecer, todo depende de la actitud y el estado que te suscita cada actividad.
Lo que creo que ha sucedido es que durante muchos años las generaciones de nuestros abuelos, vieron en el campo un modo de vida de subsitencia, del que no se obtenían grandes beneficios, y se encargaron de intentar "sacar" del campo a las generaciones siguientes, con la ilusión de que todos fuésemos médicos e ingenieros.
Y en esas estamos...Yo no veo mayor problema a que todos estudiemos una carrera, lo que veo imposible es que todos nos dediquemos a lo mismo.
La virtud está en el equilibrio. Se puede ser un profesional de tu campo, y dedicarte a muchas otras cosas en la vida.
Además, para suerte de los que necesitan la "protección que ofrece el grupo", ahora todo esto del huerto está muy de moda.
Un saludo,
Adri
Acabo de descubrir hoy tu blog, via eco-union, y te he de dar, como arquitecto y estudiante de paisajismo, mi mas sincera enhorabuena. Ánimos y a seguir.
ResponderEliminarEn relacion a tu (grata) sorpresa por las aportaciones del paisajismo al debate territorial, te he de decir que en "europa" hace muchos años que pasa. Que la escala territorial con la que debemos mirar esas unidades de planeamiento de las que tu hablas, que se escapan de unidades administrativas, tienen que ver directamente con el paisaje como disciplina. Porque el paisajismo, trabaja procesos, no formas, donde las unidades de paisaje son reales, no invenciones de planeamiento. Y porque la ordenacion territorial, afortunadamente, ha dejado de ser campo exclusivo de arquitectos y debe abrirse a otras disciplinas para poder pensar, tal como tu dices, en lo "natural", o mejor en lo "menos antropizado", como una infraestructura esencial en el desarrollo futuro.
No solo debemos remirar lo construido, sino sobretodo, mirar a lo no construido para construir de otra forma.
Saludos desde barcelona.