martes, 24 de enero de 2012

Paisaje, lugar e identidad

Hace unos meses, charlando con mi amiga Esther Prada me dijo que había terminado una Guía de Buenas Prácticas para la observación del Paisaje Agrario como espacio patrimonial en el occidente peninsular por encargo del Ministerio de Medio Ambiente. La Guía es un documento muy interesante y si la podéis conseguir os recomiendo su lectura. También muy recientemente ha terminado un trabajo coordinado por Eduardo Martínez de Pisón sobre Sayago y el concello luso de Miranda (Braganza). Luego, hablando y hablando, terminamos remontándonos a nuestras tesis doctorales. La mía sobre la aldea rural gallega y la suya sobre sus queridas tierras de Sayago. Pero así como en mi caso dejé prácticamente abandonado el estudio del rural gallego después de aquella incursión juvenil, Esther no. Más constante que yo siguió trabajando en el tema hasta hoy mismo. No sé si cuando tenga mi edad seguirá Sayago va y Sayago viene pero, de momento, continua fiel a sus amores. También hablamos del blog y, al final, terminé convenciéndola para que escribiera algo sobre el tema de la identidad y la relación con el lugar. Como es una persona absolutamente cumplidora lo hizo. El resultado es este artículo.

Todos los derechos reservados ©Esther Prada

Os daréis cuenta al leerlo que considera el dibujo (la representación,  interpretación y apropiación del paisaje mediante esta herramienta) como una metodología analítica fundamental para la comprensión del territorio rural. También observaréis que predica con el ejemplo. Los dibujos que acompañan el texto correspondientes a la zona de León, Zamora y Salamanca (todos suyos) son magníficos y van directos a la esencia de lo que quieren mostrar. Señalando en cada uno de ellos se pueden ver a mayor tamaño. Desde el punto de vista teórico tiende un puente muy interesante entre el paisaje particular de las memorias personales y el colectivo. Entiende que no es posible éste sin aquellas, y que la formación de una identidad colectiva se hace posible de esta forma. Este planteamiento ayudaría a superar la contradicción entre la construcción personal y social del paisaje que, tantas veces, ha imposibilitado racionalizar una praxis en las cercanías del proyecto y del plan. También retoma una idea de Martínez de Pisón al afirmar que cualquier amputación del paisaje interiorizado y vivido supone una mutilación del yo, sea o no percibido por el sujeto. Habría que concluir, por tanto, que esta amputación cercena también la identidad colectiva. Se llega así al desarraigo como uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta la sociedad actual.


Paisaje, lugar e identidad
Autora: Esther Isabel Prada Llorente. Dra. Arquitecta

Como decía Giner, el paisaje en gran medida
lo traemos con nosotros.
Eduardo Martínez de Pisón. Laberintos, nº21, 2010

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Pienso que escribir en el blog de José implica una gran responsabilidad y el agradecimiento por mi parte hacia su confianza por lo que yo pueda aportar a la historia del mismo. Historia que lleva ya un largo recorrido desde sus comienzos en el verano del año 2007, y que como él dice, "parece que tiene vida propia" siguiendo un camino paralelo pero que discurre independientemente de su creador y sigue, muchas veces, los albures de tantas cosas como puede ser la publicación de este mismo artículo. "Un camino es una posibilidad, una ruta siempre abierta dónde el deseo es quién perfila el recorrido, lleno de sueños, de huellas, encuentros, despedidas...su trazado, precisa lentitud excluyendo el exhibicionismo..." De esta forma concluía mi experiencia vital de un paisaje agrario, la vivida en el occidente fronterizo castellano-leonés de alguna forma resumida en el monográfico que dedica al paisaje de Castilla y León la revista de geografía Polígonos coeditada por las Universidades de León, Valladolid y Salamanca.

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Toda mirada afectiva es parcial, pero provoca a su vez otras miradas afectivas que permiten enriquecer la experiencia sobre espacios, paisajes cotidianos, paisajes heredados... habiéndose convertido para mí en un camino de trabajo, estudio y difusión, la definición de la identidad o carácter del paisaje propio. Los paisajes propios, los paisajes familiares, son fundamentales para la configuración de la memoria personal y colectiva. Cada uno tenemos el nuestro y es preciso promover un pensamiento crítico sobre sus procesos de génesis y transformación a lo largo del tiempo, para conseguir una sensibilización. Cuando se ha interiorizado un paisaje vivido y forma parte del yo, de la propia identidad, la idea de encuadrar un estado de ese paisaje y una metodología para su estudio y representación, encuentra su origen en aquellos elementos materiales y espirituales que implican un modo de mirar, de ver el mundo. Esto supone un esfuerzo de reflexión y de método que origina una construcción intelectual,  una geografía del alma en la que la memoria es la que caracteriza el paisaje y su representación, ese paisaje afectivo, la idea propia y personal de su imagen.

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Es la memoria que revela el tiempo de los orígenes, el de la infancia, cuando se dieron las primeras contemplaciones que han sido definitivas para nuestra formación. En mi caso, con la suerte de haberlas podido reflejar en la Guía de Buenas Prácticas para la Observación del Paisaje Agrario como espacio patrimonial en el Occidente Peninsular realizada para el MARM (Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino), y en el Estudio comparado Tierra de Sayago (Zamora)-Concelho de Miranda (Distrito de Braganza) coordinado por el geógrafo y profesor Eduardo Martínez de Pisón, director del  Instituto del Paisaje de la Fundación Duques de Soria. Cómo surge y por qué la realización de estos trabajos sobre ese paisaje vivido y experimentado desde la realización de mi tesis doctoral, significa que se ha elegido un camino, no tanto como elogio de lo rural, sino de entendimiento del valor pedagógico de los paisajes antiguos. Paisajes culturales que muestran las huellas de prácticas cotidianas organizadas como habitus, estructuras de carácter colectivo que expresan la verdadera función de habitar, a medio camino entre los condicionantes de un determinado contexto histórico socio-cultural y la creatividad,  una iteración en el tiempo que determina las formas de entender y organizar el espacio vivido por una comunidad, el espacio o lugar  antropológico, el territorio social, del que podemos extraer lecciones que la cultura contemporánea no nos ha aportado.

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Cualquier amputación en ese paisaje interiorizado y vivido, supone asimismo una mutilación del yo, lo perciba o no quien lo experimenta, expresa Martínez de Pisón. Educadas las gentes en la dureza de alma, hay una generalizada insensibilidad y una extensa carencia de cultura que no permiten apreciar tales hechos, que sin embargo existen, como una ceguera o falta de percepción inducida. En este sentido, el hecho de acercarse a través de la imagen y la memoria, reinterpretando y dibujando, re-presentando algunos fragmentos-rincones de estos paisajes prácticamente desaparecidos, implica tanto un modo personal de relación y percepción del mismo, como una lectura concreta de lo visible a través de la que revelar su identidad o singularidad como lugar. El paisaje que habita en el núcleo de la experiencia personal es una interpretación del territorio, en el presente caso, de un paisaje agrario, un espacio patrimonial situado en la franja fronteriza con Portugal, pero manteniendo una actitud más amplia desde lo local hacia los fenómenos que determinan la construcción del territorio o paisaje cultural. Detrás de cada una de estas imágenes topamos con una referencia explícita al lugar, documento de su propio devenir y el de sus gentes. Asimismo estas imágenes son depositarias de formas y escenarios que nos invitan a una relectura callada de la memoria e identidad de los lugares, cuando ya muchos de ellos se han convertido en lugares borrosos.

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Los lugares y sus paisajes están cargados de señales y signos, también de símbolos, una escritura colectiva, la vida, el trabajo y la experiencia de una comunidad acumulados en el tiempo sobre el espacio, la propiedad de la tierra, la organización de lo comunal, lo público y lo privado, que se decantan a modo de  imagen hoy progresivamente debilitada y que interacciona con el soporte ecológico descifrable a partir de su tejido, su urdimbre de redes y límites, una mixtura entre naturaleza y cultura expresada en el espacio exterior como construcciones materiales y en nuestro espacio más íntimo, el interior, como pensamiento reflejado en el lenguaje, el léxico, la toponimia. El léxico implica una taxonomía de los objetos vividos, hay un principio de clasificación en el mero acto de nombrar, una cartografía mental que muestra la huella de esas prácticas. La desaparición de las últimas generaciones ligadas al trabajo de la tierra y a géneros de vida calificados ahora de ecológicos o sostenibles, liquidará definitivamente muchos de estos signos o señales de nuestros paisajes identitarios. Es la trama de la memoria y la identidad, la tradición, dinámica por su sentido de transmisión, el genius loci cuya presencia todavía podemos leer en las cercas de piedra, en los caminos, en las viejas casas arroñadas por el tiempo y la indiferencia.

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La palabra "tierra", transformada o abducida por las urbanas "finca" o "solar", derivada del latín terra y común a todos los romances presenta una diversidad de sentidos, terrazgo, terreno, terruño, territorio, territorial o territorialidad, desde el suelo que se pisa con los pies o que se trabaja, al país en que se vive, expresión que se conforma según los modos de ver y de decir, a través de diferentes términos. Así "paisaje" según expresa Corominas, se encuentra directamente relacionado  con aquella, a través de "país" utilizado por primera vez en castellano en 1597, tomado del francés  pays, duplicado de pagensis "el que vive en el pago" (1ª doc.: doc. leonés de 1095), pueblo, aldea, distrito o comarca pequeña y sustantivado en el sentido de "territorio rural". La imagen de un lugar, la representación ajustada y completa de un sitio, supone una concepción del mundo, un sentido de la tierra fundado en valores mayores. El mundo que alentaba esta empresa, la lentitud, la experiencia, y el conocimiento de una comunidad, generó una manera concreta de hacer, un sistema, una homología en la que todas las escalas, desde el territorio a la arquitectura con el hito urbano como nexo de unión,  reflejaban la identidad de un lugar y el paisaje como producto de la misma.

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El paisaje representa una respuesta culturalmente creada y transmitida frente a problemas humanos sólo expresables en el grupo social concreto, que responde a requerimientos tales como la fijación en un lugar. En este sentido, la red caminera, los sistemas de cultivo, la rotación de las "hojas" y la organización del terrazgo tradicional en propiedades privadas y comunales para la escala del territorio, las unidades básicas de aprovechamiento agrícola agrupadas en barrios como celdas elementales de la escala urbana y la casa en la escala de la arquitectura, centro de vida y trabajo, espacio en el que se produce el encaje de las partes, espacio que inviste el carácter de las personas que viven y trabajan un territorio, configuran el sistema paisaje agrario, una síntesis entre naturaleza y cultura. En cada uno de estos órdenes de complejidad o grupos de escalas, el paisaje participa tanto de la ecología, como de la geografía, la urbanística, la historia, la lingüística, la antropología o la arquitectura, al modo de cajas dentro de cajas. El espacio se ha construido de forma entrelazada, una urdimbre de redes subyacente que configura el sistema territorial social, componiéndose la realidad del paisaje de hechos particulares atomizados en infinidad de datos y aspectos que expresan una determinada estructura social, un sistema socioeconómico concreto. Las reglas de construcción del mismo, se fundamentan en la célula elemental o primaria, la casa, que genera según un proceso de agregación de dichas células un "sistema" de ocupación del territorio.

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Por otra parte, los elementos patrimoniales se definen en relación con un territorio dado, paisaje y territorio que a su vez se identifica por el conjunto de elementos que lo componen, las "marcas" a través de las que las personas se reconocen. La "marca" o frontera, palabra germánica, territorio fronterizo, de dónde se pasó a "señal que marca un límite", "mojón" o piedra clavada en aquellos límites de las heredades que por no ararse estaban siempre verdes, "comarca", o territorio colindante, primera fase del recorrido en etapas o escalas del sistema del paisaje agrario. Sistema que se organiza en una red de caminos y una red de límites, que pueden ser construcciones materiales o líneas virtuales señaladas por hitos puntuales, los signos o topónimos. La transformación de la construcción material en lenguaje hay que buscarla en los "signos", término que proviene de "seguir las huellas", una acción sostenida en el tiempo fruto de una experiencia colectiva, una comunidad que por iteración consiguió además, efectos compositivos de belleza orgánica. El dibujo permite rescatar, en el proceso de reconocer, interpretar y exponer, las morfologías históricas y actuales de terrazgos y asentamientos reflejando una imagen, un paisaje. El arquitecto puede y debe recuperar mediante esta herramienta, los trazos naturales y culturales del paisaje en todas y cada una de las escalas, de la llanura o la ribera a la casa, los puentes, muros, núcleos urbanos, montes y las viejas palabras que lo definían.

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La recuperación de esos términos trae consigo los significados de un medio y un lugar, una identidad para muchos perdida pero necesaria para la supervivencia del habitante. Es preciso enseñar a ver el paisaje también desde la arquitectura y el urbanismo y difundirlo. Dado que el paisaje es un complejo de ingredientes complementarios, toda aproximación parcial se queda en una aportación parcial al paisaje. El objeto arquitectónico, aún como ingrediente parcial, debe contribuir a la comprensión del lugar por sus habitantes. Asimismo, dado que detectar los procesos de identificación de los habitantes con los lugares es difícil de conseguir en las ciudades, es importante cambiar de escala y en los paisajes agrarios patrimoniales encontramos las claves para que el "saber mirar" arquitectónico, que requiere conceptos, perspectiva y método, se recicle a una necesaria visión transversal, superando la dicotomía local-global, ya que todos los paisajes son la expresión local de fenómenos con alcance global. Estudiando en profundidad nuestros paisajes personales, nuestros lugares secretos, el "paisaje propio" como elemento fundamental en la configuración de la memoria personal y colectiva, exponemos una percepción única de los paisajes familiares, contribuyendo al habitus colectivo y a la dinámica de habitar, ya que somos, en tanto que nos podemos explicar a través de nuestra relación con el resto de la sociedad.

Esther Isabel Prada Llorente

martes, 3 de enero de 2012

Smart Cities, los inventos del TBO

Después de unos años en retirada las soluciones tecnológicas atacan de nuevo. Todos aquellos que conocen mi defensa de la eficiencia en el funcionamiento de edificios, ciudades y territorios, puede que se sorprendan de este ataque a una de las etiquetas (Smart City) que se presenta como la solución a nuestros males. Pero no creo que la serie de inventos que están apareciendo con el objetivo supuesto de mejorar el funcionamiento del sistema urbano resuelvan los problemas reales a los que nos enfrentamos. A mediados de los años cuarenta del pasado siglo XX el semanario de historietas cómicas TBO, el más famoso de la historia del cómic español, comenzó a publicar una serie humorística que tuvo diferentes nombres tales como Grandes Inventos o Inventos Prácticos, que se caracterizaba por organizar montajes sumamente rebuscados con objeto de solucionar problemas tontos, generalmente cotidianos. Sobre esta serie dice la Wikipedia (la cito, no como el Sr. Houellebeck): “En ella se describían pormenorizadamente inventos estrafalarios, a veces sumamente complejos, con una finalidad banal”.

Modelo de máquina llamadora para pulsar el timbre
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Lo cierto es que se trata de una parte de mis recuerdos realmente maravillosa. Hay que reconocer que todos aquellos que hemos leído sistemáticamente al profesor Franz de Copenhague probablemente hayamos quedado bastante inmunizados frente a los alardes tecnológicos, arquitectura high-tech y demás muestras prodigiosas del pensamiento inventivo humano. Decía la publicidad del propio TBO reproduciendo uno de los “inventos” del dibujante Sabatés: “El profesor Franz, de Copenhague, propugna la creación de un periódico infantil nutritivo”. Efectivamente, según el reputado inventor, “los niños pasarán un rato placentero, leyendo las graciosas historietas de su periódico favorito, y después lamerán las páginas de éste, deleitándose con el dulzor de la tinta y el papel hábilmente combinados. Finalmente se comerán el periódico que, además de ser una deliciosa golosina, constituirá un alimento de alta calidad”. Es una pena que no se pueda hacer lo mismo con el ordenador en el que estáis leyendo este artículo. El hecho de que uno de los inventos, un cómic comestible, sirviera de publicidad al mismo, ya puede dar idea de la ironía que encerraban las historietas.

Periódico infantil nutritivo
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Relaciono a continuación algunos ejemplos (correspondientes a diferentes dibujantes que se han encargado de los Grandes Inventos) para que los jóvenes que se han perdido tamaña aportación a la historia de la humanidad vayan rápidamente a la oficina de patentes, los patenten antes que nadie, y luego exijan el cobro de derechos de autor a través de la SGAE u organismos unicelulares parecidos cuyo objetivo sea patrimonializar privadamente el acervo cultural de la humanidad: dispositivo para hacer vino con zapatos viejos, bicicleta recoge basuras, suministro automático de leche para el bebé, aparato limpia narices, máquina para hacer cosquillas, huevos con cáscara de cristal, melones cuadrados, cepillito filarmónico, bicicleta para limpiar farolas, periódico infantil nutritivo, artilugio para brindar en mesas grandes, plataforma accionada por gallinas para subir el coche a casa, máquina para partir un piñón. En España se ha quedado para siempre la expresión “los inventos del TBO” como sinónimo de artilugio tecnológico creado para realizar una actividad normalmente cotidiana (ficticia o no), organizando un mecanismo cuanto más complicado mejor, y sin preocuparse de los problemas que pueda producir su funcionamiento.

Baldosas con sensores de lluvia, nieve o presión, Wifi y Bluetooth
Pavimentos inteligentes en la Puerta del Sol, Madrid, Xataka

La primera vez que oí la expresión Smart City me pareció que por fin se reconocía la necesidad de racionalizar la construcción de la ciudad. Sin embargo dudé un poco porque dadas mis escasas habilidades lingüísticas, y aunque casi todas las expresiones que conocía (smart phone, smart card, smart terminal) aplicadas a aparatos generalmente tecnológicos parece que se traducían por “inteligente” (teléfono inteligente, tarjeta inteligente, terminal inteligente), visto el tratamiento que se le daba a la ciudad no acababa yo de ver la inteligencia por ningún lado. Tampoco me cuadraba como relacionada con la elegancia, el buen tono y cosas así (to look smart, the smart set). Aunque como “ciudad lista” o más bien “listilla” quizás (sobre todo por parte de determinadas multinacionales). Con lo que sí estaba claro que se relacionaba era con la tecnología, pero no les debía de parecer una etiqueta demasiado “eco” o “verde” y la expresión technology city ni se la debieron plantear. En fin, independientemente de mis subjetivas y limitadas apreciaciones en este campo, se estaba consolidando la expresión con bastante fuerza entre algunos círculos dedicados a la planificación de áreas urbanas concretas tales como la energía, la movilidad o las infraestructuras.

Langfang “eco-smart city”, Master Plan en Inhabitat 
Premio AIA, ¿Alguién puede entender el “eco”? ¿y el “smart”?

Después de las ciudades sostenibles, las ciudades resilientes, las ciudades habitables, las ciudades sanas, las ciudades seguras, las ciudades bioclimáticas, las ciudades verdes o las ciudades de los ciudadanos, los que de una u otra forma nos relacionamos con la organización, diseño y planificación de esas cosas que algunos llaman ciudades teníamos otra etiqueta más, smart cities. Pero, en realidad ¿dónde ponen el acento las ciudades inteligentes? Se supone que en la inteligencia (o la listura) ¿qué es eso aplicado a una ciudad? ¿una ciudad piensa? ¿tiene alma? ¿se condena para siempre en el infierno si se porta mal? Uno teclea en Google smart cities y la primera página que aparece es www.smartcities.es (claro, busco desde España) correspondiente a una consultora. Supongo que habrá pagado a Google para que aparezca en primer lugar ya que en el que día que la visité tenía la fabulosa cifra total de 7.560 visitas aparte de haber registrado el nombre de “smartcities” antes que nadie. En cabecera aprecía el título siguiente: “Smart Cities: un primer paso hacia la internet de las cosas. Informe de la Fundación Telefónica para descarga (pdf)”. Así que me fui a la Fundación Telefónica y leí.

Dubai, una de las ciudades con mayor huella ecológica del mundo 
Además de ciudad sostenible ¿también smart city? FastCompany 
 
No necesité descargar el informe (para lo cual tenía que estar registrado, pero no me gusta que conozcan la dirección del correo más que a mis amigos y me parecía una villanía darles la que utilizo como sumidero de spam) ya que en la propia página se puede leer lo siguiente para sacarnos de dudas sobre lo que es una ciudad de este tipo: “Se define Smart City como aquella ciudad que usa las TIC para hacer que, tanto su infraestructura crítica, como sus componentes y servicios públicos ofrecidos sean más interactivos, eficientes y los ciudadanos puedan ser más conscientes de ellos”. Y más adelante: “El espectacular desarrollo de las tecnologías TIC relacionadas con la IoT en los últimos años (redes de sensores, RFIDs, etc.) y de las comunicaciones de datos móviles (M2M, Mobile Broadband, etc) amplia enormemente las posibilidades de mejora muchos servicios urbanos hasta cotas hasta ahora inimaginables, sólo limitadas por la capacidad financiera de los órganos de gobierno municipales” (curiosa forma de llamar a los Ayuntamientos, y no quiero hacer sarcasmos con el tema de la corrupción que ya está muy tratado). No fue necesario leer más. Una Smart City es aquella que utiliza los servicios de Telefónica.

Uso intensivo de las TIC Fundación Telefónica

Claro que también podemos leer una noticia del 24 de noviembre del servicio de prensa de otra afamada multinacional: “IBM ha presentado el programa Smarter Cities Challenge, cuyo objetivo es contribuir a que los sistemas y procesos urbanos de 100 ciudades de todo el mundo sean más eficientes, más sostenibles y, en definitiva, más inteligentes. Para ello, la Compañía donará servicios y tecnología por valor de alrededor de 50 millones de dólares, a lo largo de los próximos tres años”. El hecho de que IBM esté dispuesta a “donar servicios y tecnología por valor de 50 millones de dólares” a mí, particularmente, me resulta bastante emocionante. Así que, con toda rapidez, me desplacé al apartado de “Ciudades Inteligentes” que IBM tiene en su página web y leí: “Barrios seguros. Escuelas de Calidad. Vivienda asequible. Tráfico fluido. Todo es posible”. Tal muestra de optimismo me dejó, literalmente, paralizado por el ansia. De forma que abrí como pude (las manos me temblaban) los documentos disponibles en español. Su lectura me decepcionó un poco. Sobre todo el que se titulaba “Ciudades más inteligentes para un desarrollo sostenible”.

La smart city de IBM de IBM 
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Al final del documento se detallan los pasos que, según IBM, deben adoptar los responsables urbanos: “Decidir cómo debe ser su ciudad: crear su marca; adoptar políticas que conduzcan a un crecimiento basado en la cualificación, la creatividad y los conocimientos; optimizar los servicios orientándolos al ciudadano; emplear el pensamiento sistémico en todos los aspectos de la planificación y la gestión; desarrollar y aplicar las tecnologías de la información para mejorar los sistemas básicos de la ciudad”. Este último (el más importante según se dice textualmente) está basado en “el poder de la ingente cantidad de datos reales que ya se recogen sobre los patrones de comportamiento de los habitantes y los sistemas de la ciudad, procurando dotar a sus sistemas de tres niveles básicos de capacidad: recoger y gestionar el tipo adecuado de datos; integrar y analizar los datos; basándose en análisis avanzados, optimizar el sistema para lograr el comportamiento deseado”. No quiero poneros los pelos de punta pensando en Orwell pero si pincháis en la pestaña que dice “Sistemas” (está al lado de la que pone “Ciudades”) veréis que lo de Orwell es un juego de niños. En cualquier caso ya comprendo. Una Smart City es aquella que utiliza los servicios de IBM.

Los sensores nos rodean Living PlanIT Valley 
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Pero no vaya a pensarse que Telefónica o IBM están solas en la lucha por la sostenibilidad del planeta. También Microsoft pone su granito de arena. Hace unos meses nos sorprendió la noticia de que la firma Living PlanIT liderada por un ex directivo de Microsoft y con la implicación total de esta compañía pretende construir una smart city cerca de Oporto en Portugal. La sostenibilidad y mayor habitabilidad va a ser conseguida a base de dotar a todos sus edificios y construcciones de variados sensores que se encargaran de detectar múltiples problemas de seguridad (no se especifica qué clase de seguridad: alimentaria, atracos, infidelidades, fuego, escapes de gas, libros incluidos en el Índice) y de otros tipos. Para ello todos estos datos se gestionarían, desde la plataforma Urban Operating System (USO), en tiempo real y en “la nube”, por los diferentes sistemas informáticos de control de infraestructuras, tráfico, distribución de energía, contaminación y otros. Se supone que un cuarto de millón de personas van a vivir en las mejores condiciones en unas 1700 hectáreas. Es coste estimado es de 10.000 millones de euros. Ya voy comprendiendo, una Smart City es aquella que utiliza los servicios de Microsoft.

Planta de la smart city de Paredes (Portugal) inhabitat 
Microsoft y Living PlanIT: Paredes (Oporto)

Sin embargo, no hay que ser tan negativos. Por supuesto que una empresa privada intenta vender sus productos y su objetivo es conseguir los mayores beneficios posibles para sus accionistas. Su comportamiento desinteresado sería perverso y pondría piedras en el engranaje del sistema. De forma que es comprensible que si alguna de ellas, bien sea Telefónica, IBM o Microsoft, ve un nicho de negocio intente explotarlo. Pero una ciudad es algo más que un nicho de negocio empresarial. Y el colectivo de sus habitantes sí que debería pensar inteligentemente. Claro que hay que aplicar las nuevas tecnologías en el siglo XXI. De hecho se están aplicando. No creo que vivamos en la edad de piedra ni que ningún planificador urbano piense que vamos a volver a la Edad Media con el “agua va” y cosas parecidas. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es pensar que las nuevas tecnologías van a solucionar problemas que son, esencialmente, políticos y éticos. El "asuntillo" de los límites del planeta no se resuelve sólo mejorando la eficiencia de nuestros sistemas. Por supuesto que hay que mejorarla. Pero ese no es el objetivo principal. El objetivo principal no es construir “ciudades inteligentes”, sino construir ciudades habitables y adecuadas a las condiciones del siglo que nos ha tocado vivir que es el siglo XXI.

Ranking europeo de ciudades inteligentes European Smart Cities 
De las 70 primeras: Pamplona (41), Valladolid (43), Oviedo (50)

La situación extraordinaria en la que nos encontramos es que, por primera vez en la historia de la humanidad, para seguir creciendo tenemos que impedir que otros crezcan si por crecimiento se entiende seguir consumiendo planeta. Porque resulta que ya hemos llegado al límite de su biocapacidad. Así de sencillo. Esta situación nos obliga a repensar la mayor parte de los planteamientos con los que hemos funcionado hasta ahora. No es suficiente con mejorar la eficiencia de los sistemas. Por supuesto que hay que hacerlo. Pero como dije en el Congreso de APIA (Asociación de Periodistas de Información Ambiental) hace más o menos un mes en el CaixaForum de Madrid: “tenemos un enfermo al que hay que operar y pretendemos solucionar el problema con cuidados paliativos” (perdón por la autocita). Claro que son necesarios los cuidados paliativos, el enfermo no debe sufrir. Pero si pensamos que el objetivo es sólo que no sufra probablemente se morirá. El problema de las smart cities no es el intento de mejora en la eficiencia del sistema urbano. Es que este intento oculte el problema básico que debemos afrontar. La tecnología no es más que un instrumento. Y además, un instrumento que hay que aplicar con sumo cuidado no sea que estemos propiciando inventos del TBO, y que las soluciones aportadas sean puras banalidades, resuelvan problemas inexistentes o compliquen más las cosas de lo que están.

Foto de Jevons y portada The Coal Question
Puede leerse esta obra en la Open Library, foto UCL

Aún suponiendo que las smart cities aborden problemas relevantes y consigan resolverlos sin aumentar los costes ecológicos previos, además resulta que el planteamiento es bastante discutible desde el punto de vista teórico en algunos aspectos que no puedo resistirme a plantear (por lo menos de forma indicativa) aunque alargue excesivamente el artículo. La primera es que si se pretende racionalizar el funcionamiento de la ciudad para que consuma menos y contamine menos resulta imprescindible abordar la llamada “paradoja de Jevons”. Ya me he referido en otros lugares del blog al efecto rebote pero no estará de más recordarlo ahora. William Stanley Jevons fue un economista británico que en el año 1865 publicó The Coal Question donde planteaba la dependencia energética de Inglaterra respecto al carbón considerado como un recurso limitado. En esta obra Jevons trató algunas cuestiones que ahora nos pueden sorprender por lo modernas tales como el tema de los “picos” energéticos, la posibilidad de utilizar energías renovables como solución, o su escasa fe en medidas fiscales para reducir el consumo. Aunque las tesis de Jevons se han revisado posteriormente (Polimeri en su libro The Jevons paradox and the myth of resource efficiency improvements) parece que el problema se mantiene en la mayor parte de los casos (elasticidad ligada al precio) a menos que se activen medidas complementarias. Aquellos interesados en el tema pueden revisar también el llamado “Postulado Khazzom-Brookes”.

Efecto rebote: LEDs en edificios que probablemente no se habrían
iluminado por el gasto que supondría. Torre Agar, Barcelona, Techpin

En cualquier caso Jevons constató que “se trata de una confusión de ideas completa suponer que el uso eficiente del combustible equivale a una reducción del consumo. La verdad es exactamente contraria a este supuesto”. Hizo esta afirmación después de demostrar que las mejoras en la eficiencia que Watt introdujo en la máquina de vapor sobre el diseño de Newcomen aumentaron de forma notable el consumo de carbón. Se puede establecer incluso una fórmula matemática que expresa el efecto rebote, pero podría resumirse de una manera sencilla así: aumentos en la eficiencia reducen el consumo instantáneo pero la mejora el modelo trae consigo un aumento del consumo global. Esto significa que los planteamientos puramente tecnológicos no nos llevan a conseguir los objetivos marcados si estos objetivos son reducciones del consumo que permitan una más justa distribución de los recursos. Según Jevons tampoco parece que la vía de la imposición mediante tasas o impuestos haya dado resultado, de forma que la única solución razonable pasa por el cambio de modelo y de valores. Esto es lo que proponen aquellos que optan por el decrecimiento o la vías de desarrollo alternativas. No es ahora el momento de discutir el tema (hay un artículo en el blog sobre decrecimiento) pero es una objeción bastante importante a las propuestas tecnológicas de las smart cities.

Microsoft y Living PlanIT, smart city de Paredes (Porto, Portugal)
Película de terror ¿la bola verde será el cerebro de la ciudad? inhabitat 
 
El segundo problema se refiere a la propia consideración sistémica del planteamiento. Me refiero a la confrontación entre “ciudades resilientes” y “ciudades inteligentes”. Resulta que uno de los principios básicos de la sostenibilidad de los ecosistemas (de su resiliencia) es la diversidad. La diversidad huye del control centralizado de los diferentes subsistemas. A mayor dependencia unos de otros mayor es la probabilidad de que, ante una situación crítica, todo se venga abajo. Precisamente por lo que aboga la resiliencia es por la autosuficiencia de los diferentes elementos que componen el sistema. Cuanto más autosuficientes sean los susbsistemas más posibilidades hay de que todo funcione mejor. La existencia de elementos fundamentales para la resiliencia como son la redundancia (que es lo que primero que se elimina en aras de la eficiencia) o los ecotonos fuertes, diversos y con posibilidades de convertirse en sistemas nucleares, parece imprescindible. Sin embargo, la filosofía básica de las smart cities es justamente la contraria. La centralización e interdependencia de los diferentes procesos permite la racionalización y eficiencia del conjunto. Hay que hacer notar que este sistema que ahora se quiere aplicar a las ciudades ya hace tiempo que ha sido desechado por las mayores empresas del mundo que han optado (en aras precisamente de su resiliencia) de desprenderse de procesos, hacerlos autónomos y dejarlos que se las compongan por sí mismos.

Sensores diversos irán apareciendo en las calles inteligentes
Orwell, te lo has perdido. Smart Cities Platform, Urenio

Para terminar de señalar algunas de las dificultades que veo en estos planteamientos centralizadores sólo quisiera destacar otra de las que me preocupan especialmente. Ya hace tiempo que vengo proponiendo que la alternativa al modelo actual pasa por reforzar las identidades locales de forma que los territorios se empiecen a volver más autistas, más encerrados en sí mismos, con objeto de evitar el mayor peligro del siglo XXI, el pensamiento único. Quisiera diferenciar ahora, y de forma especial, el pensamiento único del pensamiento planetario. Así como el segundo ha sido una de las mayores conquistas de la humanidad el primero es la amenaza más directa a la misma. La tentación de imponer sus tesis de los que tienen las palancas del control, se acrecienta notablemente cuando se puede acceder a una gran cantidad de datos que se cruzan, analizan y organizan para evitar “las anomalías”. Estoy hablando de Orwell, claro. Pero no sólo de Orwell (es decir, de la ficción) sino de los servicios de inteligencia, del espionaje industrial, de la publicidad, del marketing y de los robots buscadores en Internet, por ejemplo. Los sensores de temperatura que se pretenden colocar en las viviendas de la smart city portuguesa permiten monitorizar la temperatura de los inmuebles en tiempo real y los de movimiento la actividad que se produce. El problema es que todo ello está controlado por no se sabe muy bien por quién y de forma no transparente. De nada de esto se habla cuando se diseña un sistema de este tipo. Y es de lo que hay que hablar. Colocar un sensor de temperatura es una tontería y diseñar un sofware que lo controle también. Lo que ya no es tan tonto es proponer como se gobierna toda esta información.

Profesor Lucifer Butts y la servilleta que funciona sola
Máquina de Rube Goldberg sitio oficial de Rube Goldberg

Es realidad, más que hablar de smart cities habría que hablar de “ciudades estúpidas” (stupid cities) o “ciudades tontas” si empezamos a pensar que la solución de nuestros problemas es tecnológica. La tecnología puede ayudar pero el foco no hay que ponerlo ahí. La dificultad está en dotarnos de instrumentos de organización verdaderamente participativos que permitan que una sociedad con una cultura específica, anclada en un territorio, con relaciones no depredatorias sobre el mismo, se aglutine en torno a valores con los que la mayor parte esté de acuerdo. Hablar de tecnología (y no quiero insultar a nadie) es algo simple. Incluso puede ser muy divertido como han demostrado los inventos del TBO. Como divertimento podemos intentar algunas cosas aunque resulte evidente a veces que estamos matando moscas a cañonazos o que, simplemente, estamos matando el tiempo. Los inventos del TBO no son originales, claro (como tampoco lo son las smart cities, en otro artículo hablaré del tema). En USA las máquinas de Rube Goldberg son famosas desde que en 1914 dibujara el primer invento titulado “Automatic Weight Reducing Machine”. Y en Inglaterra William Heath Robinson también dibujó máquinas improbables, desvencijadas que apenas funcionan mediante retoques imposibles.

Copenhagen Wheel, la smart bicycle, ¡quiero una!
Señalar en la imagen para verla más grande, Walyou

Hay que dar la bienvenida a la tecnología como ayuda para que nuestras ciudades funcionen mejor. Pero es que algunas de las innovadoras propuestas merecerían figurar como inventos del profesor Franz de Copenhague o asimilarse a las excéntricas máquinas de W. Heat Robinson. Innovaciones como la Copenhagen Wheel, una bicicleta con una rueda que nos informa en tiempo real de la contaminación, el estado de la calzada (supongo que si hay baches o si el piso está deslizante), o de la densidad del tráfico, no tienen nada que ver con la nueva organización urbana. O el CO2GO, una aplicación para el iphone que nos dice el CO2 que generamos identificando si vamos a pié, en bici o en coche, se han expuesto en un reciente congreso sobre smart cities. Por supuesto que hay cosas más serias e interesantes. En este mismo congreso el teniente de alcalde de Sant Cugat habló de que Plan Local de Innovación persigue dos objetivos: la "Ciudad Verde" junto a la "Ciudad Digital". Juntas las dos confluirán en la "Ciudad Inteligente". Y yo con estos pelos. Lo más asombroso es que ya se hacen estudios como el presentado recientemente en otro evento celebrado recientemente en Madrid en el que una consultora IDC clasifica las ciudades españolas según su “inteligencia”. Para lo que utiliza 94 indicadores y 23 criterios de evaluación. No coincide demasiado con la europea que reproducimos más arriba pero es que criterios e indicadores deben ser distintos (supongo, no quiero pensar mal).

Matriz del índice de ciudades inteligentes de España, IDC
Señalar en la imagen para verla más grande Computing

Como puede verse en el cuadro las ciudades menos smart (no sé si calificarlas directamente de más tontas o estúpidas, en el informe se las denomina discretamente followers) parece que son Las Palmas de Gran Canaria, Badalona, Badajoz, Sabadell, Jerez de la Frontera, Alcorcón, Salamanca o Vigo. Aunque dada la dificultad de interpretación de lo que aparece en los ejes igual me equivoco. Pero las más inteligentes (el top5) para asombro del personal (Anton Ozomek, oído al parche) resultan Málaga, Barcelona, Santander, Madrid y Donosti. De ninguna manera estoy en contra de que se innove. Todos mis alumnos saben que soy orteguiano hasta la médula. Y para Ortega, la técnica es lo específico, lo esencial, del hombre. Pero a veces la tecnología, esa hija no reconocida de la técnica, se comporta de una forma tan rastrera que casi dan ganas de repudiarla. Resumiendo este artículo tan largo: necesitamos soluciones tecnológicas para los cuidados paliativos de un enfermo que empieza a sufrir en muchos lugares del mundo, pero tenemos que saber que estos cuidados paliativos no lo van a curar y que, en algunos casos, pueden ser contraproducentes. Nuestras ciudades tienen que reorganizarse de nuevo como lo hicieron después de la Revolución Industrial. Pero esta reorganización va a venir de la mano de un cambio en la forma de pensar, en los valores y en los objetivos. Para terminar, por favor, dejemos de ponerle etiquetas a la pobre ciudad, ya no aguanta con el peso de más. Comprendo que las empresas tienen que vender y, para la venta, el marketing y los slogans son fundamentales. Pero los ciudadanos y ciudadanas del siglo XXI no tienen que comprar una ciudad nueva a ninguna empresa privada (básicamente porque en estos momentos no hay dinero para hacerlo), tienen que construirla entre todos.



Materiales

Afortunadamente para el artículo de hoy esta sección (que es en la que más tiempo invierto) ya la tenía hecha. Y es que Manu Fernández de Ateneo Naider en “Ciudades a escala humana” hace una recopilación muy buena de referencias sobre el tema de las smart cities (leer también los comentarios al artículo). Incluso ha refundido en Scribb un documento con el título de “Smart City. Tecnologías emergentes para el funcionamiento urbano” que recopila lo que ha escrito al respecto. De forma que lo único que tengo que hacer es poneros el enlace que es este:


Por desgracia casi todas están en inglés (aunque sus artículos no). Como este blog lo lee bastante gente en Latinoamérica y muchos me escriben porque tienen problemas con este idioma he tratado que las imágenes (y, por tanto, los enlaces preceptivos) sean de páginas en español aunque sólo he podido conseguirlo en algunos casos. Por cierto, os recomiendo la lectura regular de “Ciudades a escala humana” de Manu en Ateneo Naider. Veréis que no está incluida en la sección de “Artículos en otros blogs” ya que no he podido al no tener feed asociada (o asociado según se traduzca por fuente o canal), pero la podéis encontrar en el apartado “Páginas de interés” aunque, claro, no salta cada vez que hay un artículo nuevo.