miércoles, 7 de enero de 2015

Metáforas de la frontera

A veces las metáforas nos pueden. Sobre todo si nuestra profesión obliga a que nos entiendan y el tema a tratar es complejo. Entonces recurrimos a simplificar las cosas buscando analogías y trasponiendo ideas y conceptos. En concreto, una de las cuestiones relacionadas con la organización del territorio a la que más solemos recurrir para poder abordar un análisis “asumible” de la realidad, es su subdivisión en unidades. Se hace en planeamiento, se hace en paisaje, se hace en urbanismo. De forma que lo primero que intentamos es trocear el territorio, dividirlo en zonas y, entonces, vamos (trozo a trozo) estudiándolos por separado. Para ello, claro está, resulta necesario establecer límites. Surgen así fronteras, más o menos naturales, que podrían (o no) relacionarse con el concepto que todos tenemos en la cabeza cuando hablamos de fronteras. Es decir, por ejemplo: estados nacionales, autonomías o municipios.

Intentando superar una frontera no metafórica, Melilla  lavanguardia

Para empezar, el planeamiento tiene sus fronteras claramente marcadas. En el caso español el plan por antonomasia ha sido (y sigue siendo) el plan municipal. Pero, en general, los límites, los ámbitos de los planes, suelen estar marcados por la capacidad de los entes administrativos para gestionarlos. El problema es que los límites administrativos no suelen coincidir con los límites “naturales”. Los ecosistemas, las unidades naturales, siguen sus propias normas de frontera, independientemente de las administrativas. Pero si consideramos que, además, existe gente que habita en estas unidades (tanto naturales como administrativas) y que cuenta con unas vivencias comunes, una historia, una forma parecida de enfrentarse a la vida, en definitiva lo que se suele llamar una “cultura” (o “culturas”), las cosas se complican de forma bastante importante. Porque resulta que estas “unidades culturales” (si es que existen) tampoco coinciden ni con las administrativas ni con las naturales.

El pueblo de Os Peares  pabloavizor

A lo largo del blog he ido tratando de explicar como las “unidades administrativas” han ignorado de forma bastante evidente a las naturales. Las unidades naturales, aunque también de compleja determinación, han corrido diferente suerte según las necesidades de la urbanización, resultando troceadas en muchos casos, aisladas en otros o, simplemente se han antropizado en todo o en parte. Podríamos decir que las unidades administrativas no sufren de indeterminación. Son las que son, e incluso en muchos sitios están debidamente amojonadas. En su caso no necesitamos acudir a ningún tipo de metáfora para entenderlas. Incluso cuando se producen situaciones especiales la indeterminación no existe. Por ejemplo, en Galicia, el pueblo de Os Peares “pertenece” a dos provincias (Ourense y Lugo), cuatro ayuntamientos (Ferreira de Pantón, Carballedo, A Peroxa y Nogueira de Ramuín), tres partidos judiciales (Ourense, Chantada y Monforte de Lemos), cuatro puestos de la Guardia Civil y tres parroquias.

Los cuatro alcaldes de Os Peares  elpaís

Para intentar resolver este caos administrativo se ha creado un consorcio que, más o menos, funciona “lánguidamente”. Cuenta nada menos que con cuatro alcaldes para la fabulosa cifra de 300 habitantes. Pero sus habitantes, incluido el actual presidente de la Xunta gallega cuya casa familiar está en este pueblo y donde pasó su infancia, lo tienen claro. Saben perfectamente si son de Lugo o de Ourense. Esto ya no es tan sencillo si nos referimos a los ecosistemas naturales. Porque en este caso lo normal es que no exista una fina línea de separación entre ecosistemas como en el caso de los habitantes de Os Peares que saben perfectamente que “esta casa pertenece a A Peroxa y esta otra a Nogueira de Ramuín”. Aunque también podemos encontrar bordes de este tipo debido a discontinuidades topográficas o hidrológicas, en muchos casos existen zonas de transición más o menos amplias con una forma de evolucionar (una administración) diferente a las zonas más individuales. Es decir, se produce una especie de “mestizaje” o mezcla. Los ecólogos suelen hablar de ecotonos.

Las fronteras en la naturaleza, ecotonos  apesnature

Pero aunque lleve ya casi un folio y medio escribiendo sobre estas fronteras administrativas y naturales hoy no me quería referir a ellas sino a otras fronteras relacionadas con los paisajes culturales y, más concretamente, con el análisis cada vez más frecuente de estos paisajes en términos de identidad o, de forma más general, de cultura. Algunos de mis alumnos están trabajando en estas cuestiones que son, probablemente, de las más complejas que se pueden abordar en términos de planeamiento y organización del territorio (diferenciar entre ciudad, campo o naturaleza en estos términos hoy lo considero irrelevante). En el blog ya hemos hablado de la necesidad de contar con formas de enfocar los problemas complejos que aporten diferentes perspectivas. Hasta ahora me he referido en numerosas ocasiones a los sociólogos, geógrafos, economistas o, incluso, policías para conocer sus puntos de vista sobre la ciudad. Sin embargo, repasando los diferentes artículos veo pocas referencias antropológicas básicas a la hora de plantear estos temas.

El Güegüense o Macho Ratón, Nicaragua  spenta

Como me voy a meter en un campo que da verdaderamente miedo por las implicaciones emocionales (básicamente sentimentales) que conlleva, intentaré plantear el tema exclusivamente desde las diferentes miradas que se pueden producir “desde fuera”. Y voy a empezar por una autocrítica. Entre las metáforas que suelo utilizar para justificar lo local como unidad de planeamiento, gestión y relación entre ciudadanos, está la trasposición de los ecosistemas a la ciudad. Muchas veces los profesores (también los conferenciantes) tenemos que tratar de explicar en un par de minutos cuestiones complejas que requerirían cursos enteros. Y entonces recurrimos a estos trucos. Pero no dejan de ser trucos. Así resulta que las unidades urbanas de análisis suelo convertirlas, para que se entienda rápidamente, en una especie de ecosistemas (barrio, distrito, unidad vecinal) con sus peculiaridades paisajísticas, económicas, sociales o, incluso de soporte. Unidades con características propias y diferenciadas, y con zonas de borde más o menos amplias (que incluso he llegado a llamar con toda desfachatez "ecotonos urbanos") donde se supone que se desarrolla la mezcla y se produce la innovación.

A veces los barrios urbanos son auténticas fronteras
O sólo faltan las concertinas  eldiario

Pero esta metáfora prestada de las fronteras naturales probablemente pueda inducir a error en muchos casos. Tiene la ventaja de la simplicidad y el ser aplicable de forma inmediata si recurrimos a identificar las variables características, las aislamos, y estudiamos sus gradientes. El problema es que el medio antrópico, como bien razonó Ortega en su momento (y a pesar de las opiniones en contra) no es el medio natural, y el funcionamiento de ambos no se corresponde punto por punto. Para dar unas pinceladas sobre el tema desde una visión más antropológica, me voy a centrar en la evolución intelectual y teórica de Ulf Hannerz, profesor de la universidad de Estocolmo, ya que puede ilustrarnos sobre la temática de la propia antropología urbana y sobre estas metáforas de la frontera. También mencionaré a Benedict Anderson por la fuerza de la expresión “comunidades imaginarias” dotada de una alta carga simbólica, aunque dejaré aparte sus aportaciones más famosas sobre el nacionalismo, ya que superan la intención y posibilidades de este artículo. En otro momento trataré el caso de Arjun Appadurai, antropólogo indio conocido sobre todo por su trabajo en el campo de la globalización.

"Exploración de la ciudad"  fragmento de la portada

Hace ya unos años que cayó en mis manos el libro de Ulf Hannerz titulado Exploración de la ciudad. Hacia una antropología urbana. Se publicó en inglés a comienzos de los años ochenta del pasado siglo y su traducción al español es unos seis años posterior. Comienza refiriéndose al papel del antropólogo urbano y luego va repasando algunas de las aportaciones más importantes (aunque no sean antropología pura) tales como la Escuela de Chicago, el urbanismo de Wirth o el caso de Copperbelt. Básicamente intenta demostrar que este tipo de estudios estaban centrados más en la comprensión de “unidades aisladas” fuertemente caracterizadas y, por tanto, con límites claros que facilitaban su estudio, que en propuestas comprensivas sobre la ciudad. Hay que entender que los estudios antropológicos tradicionales se encaminaban precisamente al estudio de este tipo de grupos, sobre todo en “culturas” aisladas y con fuerte raíces. El mismo Hannerz publicó en 1969 Soulside: Inquiries into Ghetto Culture and Community, y en 1974 Caymanian Politics: Structure and Style in a Changing Island Society. Obras que se corresponden con este enfoque.

Ulf Hannerz y los libros  artist

Sin embargo, el acercamiento antropológico a las “culturas diferenciadas” lo veía insuficiente cuando se trata de la ciudad. En Exploración de la ciudad decía, refiriéndose a la Escuela de Chicago: “Esto es etnografía cooperativa: si el mosaico no forma una imagen de Chicago en su conjunto, entonces por lo menos obtenemos una imagen más amplia del medio urbano de cualquier grupo o institución particular de la que podríamos encontrar normalmente en cualquier estudio suelto. Vale la pena señalar este logro porque apenas si ha tenido parangón en otros lugares. (…) Sin embargo, corresponde en gran parte al lector descubrir para sí los hechos en que basar esta comprensión de más amplio alcance. Los autores mismos tendían más bien a exagerar el aislamiento del mundo social que estudiaban”. Planteaba la existencia de una cierta ceguera en el estudio y análisis de las superposiciones y conexiones. Es decir, denunciaba el abandono del estudio global de la ciudad frente al de las unidades elementales en las que se subdividía.

Diner de Ethel Spears. Chicago, 1920  bifurcaciones

Luego, el libro de Hannerz se ocupa de otros aspectos del estudio urbano en los que la antropología puede hacer aportaciones significativas, como en el capítulo que llama “Pensar en redes”. A mis alumnos al oír la palabra “redes” se les habrá aguzado el interés, pero tengo que desilusionarlos un poco. Se trata de redes, pero de redes tal y como se entendían antes de la era de internet. Por supuesto estamos hablando de redes sociales y con las limitadas posibilidades de aquellos momentos. Se plantea también aquí incluso el problema de los límites, las formas de la red, etc. Quien esté interesado puede leer el capítulo correspondiente del libro, aunque en el año 2015 probablemente le parezca elemental. También trata de la ciudad como teatro y estudia el tema de los roles que se pueden jugar en un escenario urbano como objeto de la antropología. Aunque realmente, lo que me interesa destacar es que este libro es el inicio de un proceso evolutivo de su autor hacia otros campos (dentro de la antropología urbana) de mayor interés para un siglo del que ya llevamos quince años.

"Conexiones transnacionales"  fragmento de la portada

La siguiente obra de Hannerz en la que quería fijarme es Conexiones transnacionales: cultura, gente, lugares que en su original inglés se publicó en 1996 y la traducción al español en 1998. Se trata de una obra bastante divulgativa escrita en un estilo “poco académico” y que ha recibido bastante críticas por este hecho, pero que tiene una fundamentación teórica mucho más sólida en el libro Cultural Complexity: Studies in the Social Organization of Meaning publicado en 1992, y que yo sepa no está traducido al español. De cualquier forma me sirve perfectamente para ilustrar un cambio en el enfoque bastante evidente. Así como en La exploración de la ciudad trataba de demostrar que el objeto de la antropología urbana no debería ser sólo dividir la ciudad en trozos pequeños (barrios, empleos, intereses) y estudiarlos por separado, sino que los análisis debían de ser también de su totalidad, en Conexiones transnacionales plantea el hecho de que en el mundo actual en la mayor parte de las culturas intervienen influencias autóctonas y globales. Y que es imposible entender el funcionamiento urbano sin analizar también lo que llama “un contexto global o transnacional”.

Los medios de comunicación en el foco de la cultura  storify

La última vuelta de tuerca de Hannerz probablemente les sonará bastante a los seguidores del blog (os recomiendo que releáis ahora el artículo "Robert E. Park, sobre ecología y comunicación" que publiqué en el blog en junio del 2014). Pasa a trabajar con otro tipo de “unidades de investigación”: periodistas que se habían especializado como corresponsales. Es así como el foco de sus intereses se desplaza a los medios de comunicación. En 2004 publica Foreign News: Exploring the World of Foreign Correspondents, y en 2010 Anthropology's World: Life in a Twenty-First Century Discipline. Y es aquí donde lo quiero enlazar con Benedict Anderson. A Anderson se le conoce sobre todo por su libro Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism (1983, revisada en 1991). No quiero entrar ahora en la polémica que suscitó en su momento en las distintas interpretaciones que se han hecho de sus palabras pero, en resumen podríamos decir que para Anderson las naciones no son otra cosa que construcciones imaginadas. Es decir, comunidades construidas socialmente.

"Comunidades imaginadas"  fragmento de la portada

El hecho de que aparezca en este artículo es porque puede aplicarse este mismo esquema a la discusión sobre las unidades de análisis y las fronteras entre ellas. En el fondo, tanto Anderson como Hannerz plantean como una de las fuentes fundamentales de la creación de estas “unidades culturales”, “nacionales” o “sociales”, los medios de comunicación. Anderson llega a hablar del “capitalismo impreso”. Hannerz incluso se refiere a comunidades imaginadas no locales que van más allá del lugar, y cuyos vínculos no están relacionados con el sitio físico sino con lo que se lee, lo que se comenta, o lo que se interactúa sin necesidad de presencia real. Esta cuestión ya la planteó en su momento Marshall McLuhan con su aldea global, pero en el año 2015 se ha complicado extraordinariamente. Esta creación transnacional de cultura, de grupos, de comunidades que no se ven cara a cara, pudiera hacernos pensar que estamos en un momento de previsible desaparición de lo local frente a lo global. De reducción de la diversidad cultural en el mundo. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas.

Las grandes empresas son ya transnacionales, El Roto  elpais

Lo que parece deducirse de lo dicho hasta ahora es que, aparentemente, la antropología sólo tiene dos formas de enfrentarse a su trabajo: o bien estudiar lo que nos une y permite entendernos globalmente, o lo que nos separa y nos hace diversos. A lo largo de su evolución Hannerz parece que se siente más cómodo eliminando las fronteras y centrando su mirada en el lenguaje común que nos une. Y eso a pesar de intentar una combinación de estas dos metaculturas. Así, escribe en Conexiones transnacionales: “Las personas pueden parecerse en algunos aspectos y ser diferentes en otros, y lo que hace falta en el ecúmene global es más bien un estudio teórico de dos cosas que ocurren a la vez: la apertura y la variación”. Pero lo cierto es que, al final, no es capaz de reunir ambas en un único cuerpo teórico y termina decantándose claramente por poner el foco sobre la metacultura de la homogeneidad frente a la diversidad (respecto al tema de la arquitectura y el urbanismo puede leerse el artículo del blog “Urbanización descontextualizada” de agosto de 2013).

Lo global sólo se introduce en lo local si
 se hace comprensible localmente  lauraorlescu

Pero esto no quiere decir que no existan fronteras, que no existan bordes que marcan territorios. Y no sólo bordes administrativos o ecológicos, sino también bordes culturales aunque estos tengan mucho de metáfora. El hecho de que Hannerz ponga el énfasis en lo que llama “transnacional” (o global) no quiere decir que esté desapareciendo “lo local”. Es más, en su libro Conexiones transnacionales demuestra que la cultura se produce mediante experiencias personales que se generan localmente. Y que lo global sólo se introduce en lo local si es posible hacerlo comprensible reduciéndolo al ámbito más familiar. De forma que lo local termina imponiéndose a lo global. También parece que los dos extremos en los que puede moverse esta combinación de metaculturas, la homogenización completa y la balcanización extrema, no llegarán previsiblemente a producirse nunca. De lo que no hay duda es que las fronteras administrativas son las más claras y, frecuentemente, las más absurdas. Que las fronteras ecológicas incluyen frecuentemente amplias zonas de transición y que suelen evolucionar de forma lenta, mientras que en el momento actual las fronteras culturales son casi sólo metáforas de fronteras ya que, salvo casos excepcionales, incluyen siempre una mezcla de cultura común y culturas específicas (del lugar o no).


Bibliografía básica sobre Ulf Hannerz:
  • 1969, Soulside: Inquiries into Ghetto Culture and Community
  • 1974, Caymanian Politics: Structure and Style in a Changing Island Society
  • 1980, Exploring the City: Inquiries Toward an Urban Anthropology (La exploración de la ciudad: hacia una antropología urbana. 1986)
  • 1992, Cultural Complexity: Studies in the Social Organization of Meaning
  • 1996, Transnational Connections: Culture, People, Places (Conexiones transnacionales: cultura, gentes, lugares. 1998)
  • 2004, Foreign News: Exploring the World of Foreign Correspondents
  • 2010, Anthropology's World: Life in a Twenty-First Century Discipline

Bibliografía básica sobre Benedict Anderson:
  • 1983, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, edición revisada en 1991 (Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. 1993).
  • 2005, Under Three Flags: Anarchism and the Anti-colonial Imagination (Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial. 2008)