viernes, 31 de octubre de 2008

Arquitectura, imagen y derechos de autor

Hace años me preocupa un fenómeno que se viene agudizando de forma muy notable últimamente y que, entiendo, está relacionado con el significado del término cultura. Se trata de la progresiva apropiación del conocimiento humano en beneficio de unos pocos. Algunos lo llaman de derechos de autor. Esta preocupación es, por ejemplo, la que me ha impulsado a escribir este blog y tratar de revertir a la sociedad una mínima parte de todo lo que la sociedad me ha dado en forma de educación, tradiciones, valores o conocimientos. En términos generales, es evidente que existe una cierta aportación personal (mayor o menor según los casos) en forma de ideas de la que la sociedad se beneficia y por la que es lícito y legítimo que el autor reciba una compensación. Sin embargo, los abusos a los que se está llegando son, en algunos casos, verdaderamente clamorosos y rozan directamente el delito si se considera que una parte importante de las aportaciones por las que se está intentando obtener una compensación en forma de dinero son del fondo común que la humanidad ha ido creando a lo largo de los siglos.

Rafael Moneo, Sevilla, edificio de La Previsora foto Domingo Sánchez

No quisiera que este artículo fuera un alegato a favor de la piratería intelectual o creativa, ni mucho menos, sino reflexionar en términos lo más racionales que sea capaz sobre el tema. Y, además, querría centrarlo en las obras de arquitectura o urbanismo. Esto me va a permitir dejar fuera de mis comentarios, entre otras, las creaciones musicales (lo que es un alivio) y no incurrir, por ejemplo, en las iras de la SGAE. Por otra parte voy a entrar otra vez (en este blog sólo lo he hecho antes en otro artículo) en el proceloso mar de la legislación que tanto quiero y tanto odio (el ser además de arquitecto, licenciado de derecho a veces lo llevo como un orgullo y otras como un estigma), lo que significa, inevitablemente, un cierto esfuerzo adicional por parte del lector para no dormirse delante de la pantalla del ordenador. Las “ilustraciones” finales del articulo y la de arriba, corresponden a obras de tres arquitectos españoles que (en su momento) han sido mis profesores en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Es una especie de homenaje a aquellos tiempos en que no sabíamos nada de derechos de autor ni se nos ocurría que tal cosa fuera importante.

Caso 1, el Atomium de Bruselas

De visita en Bruselas nos acercamos al Atomium (uno de los símbolos de la ciudad) proyectado para la exposición universal de 1958 por el ingeniero André Waterkeyn y construido por los arquitectos André et Jean Polack. Se pensaba que iba a durar seis meses y luego iba a ser destruido. Sin embargo, dado su éxito, se fue demorando su destrucción hasta que se decidió no destruirlo. En el 2001 se finalizó el proyecto de reconstrucción, y entre el 2004 y el 2006 se terminaron las obras principales con objeto de tener todo preparado para el cincuentenario a celebrar en el 2008. Recorremos las bolas accesibles al público, etc., y hacemos las fotos correspondientes. Cuando llegamos a casa enseñamos las fotos a los amigos. Como son unas fotos magníficas decidimos ponerlas en nuestro blog. Mala ocurrencia. Si vamos a la página Web del Atomium nos encontramos con la siguiente coletilla (en francés y en otros idiomas): "La imagen del Atomium está protegida. Toda utilización, difusión, y/o reproducción debe ser obligatoriamente notificada a la ASBL Atomium o a la SABAM scrl soc civ, Société Belge des Auteurs, Compositeurs et Editeurs". La foto que hemos hecho es nuestra, pero resulta que la imagen que figura en dicha foto (es decir, la imagen del Atomium) no. Es de los herederos de André Waterkeyn como se encarga de recordarnos (probablemente con una cierta vergüenza o saliendo al paso del escándalo que se ha formado) el propio blog del Atomium. Y el utilizarla, aunque sea en un blog no es gratuito. Primero hay que pedir permiso y luego pagar los derechos correspondientes. Por esta imagen se supone que están cobrando en total los poseedores de los derechos, como mínimo, alrededor de 25.000 € al año.

Moneda belga de 2€ (alusión directa)
A la derecha una recreación de Worth 1000

No se trata de ninguna broma. La SABAM (la SGAE belga) ha creado la siguiente página donde podemos leer: “Tomemos por ejemplo una foto del Atomium. Estamos en presencia de una foto protegida en la que el contenido (obra arquitectónica) está también protegida por los derechos de autor. Contrariamente a lo que se piensa, esta foto no se puede reproducir sin autorización de sus autores (fotógrafo y arquitecto) o de los que posean sus derechos. De la misma manera que la reproducción íntegra de la foto, la reproducción de un detalle, su adaptación o cualquier otra manipulación están prohibidas sin la autorización de todos los poseedores de derechos”. Aparece la foto del Atomium, claro (para cuya reproducción espero se hayan abonado a sí mismos los derechos correspondientes). Bart Somers, presidente de la VLD organizó un concurso de fotos borrando la representación del Atomium, como reivindicación del absurdo al que nos está llevando esta cuestión (aquí se puede ver un vídeo al respecto). No son sólo amenazas. El autor de la página Web que se puede encontrar en este enlace ha recibido una factura de 793 € por incluir fotos del Atomium (por supuesto ya las ha borrado). La mismísima Wikipedia no se atreve a incluir ninguna foto en su página en francés, tan sólo reproducciones aunque si lo que se protege son los derechos de la imagen no entiendo muy bien la diferencia entre la reproducción fotográfica o dibujada (en la página en español no aparece ni eso). Sin embargo, si hacemos una búsqueda de imágenes en Google con la palabra “atomium” salen más de 1000 imágenes. Supongo que no todas tendrán permiso ni habrán abonado los derechos correspondientes (es complicado poner puertas al campo).

Recuerdos del Atomium, de Andy Zito's Snowdomes

Me surgen muchas preguntas, muchas. Pero trataré de contenerme y seguir con los ejemplos (bueno, no me contengo, ¿por la representación de la estructura elemental del cristal de hierro de la cual está fusilada la idea, la familia no tiene que pagar nada a la sociedad? ¿los arquitectos que ejecutaron el proyecto no tienen derecho a nada? ¿tampoco el contratista, o el encargado de obra? ¿ni siquiera los que hicieron la reconstrucción? ¿el hecho de que su fama le provenga de la Expo del 58 tampoco tiene ninguna implicación? ¿el que se beneficie de estar en un lugar público tampoco?). Podría seguir, pero espero que se vaya entendiendo que mi hipótesis es que se está privatizando de forma descarada un fondo de cultura universal creado a través de siglos de pensamiento, con la excusa de los derechos de autor. Recuerdo, por si alguien no lo sabe que, de media, en los países europeos los derechos de autor perviven sesenta años después de la muerte del “creativo”. Puedo entender que se demande a un arquitecto que copie la obra arquitectónica Atomium (o algo que se le parezca) en otro sitio. Pero no es lo mismo una fotografía, un dibujo, una pintura o una escultura del Atomium en la cual el artista (fotógrafo, dibujante, pintor o escultor) ha introducido un elemento artístico adicional en otro medio diferente al arquitectónico. Exactamente lo mismo que André Waterkeyn hizo con una cierta configuración de los cristales de hierro para que sus herederos cobren ahora por ello. La copia de una obra de arquitectura es otra obra de arquitectura, no una foto un dibujo o un grabado.

Caso 2, el auditorio de Tenerife

Pero no es necesario salir de nuestro país. Ahora nos desplazamos a Tenerife. En Santa Cruz, que es una ciudad maravillosa, seguro que terminamos recorriendo el Paseo de la Constitución donde se encuentra el edificio del Auditorio del arquitecto Santiago Calatrava. Esta obra (podrá gustar más o menos) es evidente que ha producido un impacto significativo en la imagen de la ciudad. Hacemos las correspondientes fotos (en mi caso tomas de vídeo) y nos volvemos tranquilamente a casa. Estamos ante un caso que suscitó, en su momento, mucha polémica por los derechos de imagen que otorga al Cabildo el monopolio de explotación de la Marca Auditorio de Tenerife. Existe un archivo en .pdf que se encuentra en muchos sitios de la red (y en la propia página del Auditorio) donde se especifican las tarifas de precios “establecidos por el uso de los espacios exteriores del Auditorio de Tenerife” que van desde los 4.000 € de derechos de imagen internacional hasta los 1.800 € por el trabajo fotográfico de un día.

Santiago Calatrava, Auditorio, Santa Cruz de Tenerife, del blog de Roberto Monge

Aunque aparentemente el tema es similar al anterior las diferencias son muchas. En primer lugar no estamos ante un caso de derechos de autor. Se trata de la defensa de una marca registrada llamada “Auditorio de Tenerife”. Además, desde mi punto de vista, por lo que se pretende cobrar es por el uso de dicha marca, no por la imagen del Auditorio. Así como los derechos de autor están regulados por la Ley de Propiedad Intelectual, la propiedad industrial lo está por la Ley de Marcas. Dice el abogado Carlos Sánchez Almeida en un artículo publicado en el diario El Mundo el pasado 30 de abril: “En consulta realizada el pasado 17 de abril, pude comprobar que efectivamente, Auditorio de Tenerife tiene registrados un buen número de tipos distintivos denominativos con gráfico, que incluyen desde el logotipo del Auditorio, hasta fotografías del mismo”. Se trata, por tanto, de defender una Marca Registrada evitando que se utilice como distintivo en el tráfico económico.

Santiago Calatrava, Auditorio, Santa Cruz de Tenerife, del 23 Festival de Música

Y se hace así porque en España tendrían realmente complicado monopolizar los derechos de imagen basándose en la Ley de Propiedad Intelectual. Ello es debido (lo veremos luego de forma más extensa) a que el artículo 35.2 dice que las obras situadas permanentemente en parques, calles, plazas u otras vías públicas pueden ser reproducidas, distribuidas y comunicadas libremente por medio de pinturas, dibujos, fotografías y procedimientos audiovisuales. El Atomium y sus pretensiones de monopolizar los derechos de imagen no tendrían nada que hacer en España. Por supuesto que el Auditorio de Tenerife tampoco. Por tanto, como la Ley de Marcas lo que protege es el tráfico económico (y en este blog tal cosa no existe) ya habéis visto que he colocado sin el menor recato ni pudor las fotografías de la “creación” de Calatrava que ilustran esta parte de la entrada. A pesar de todo, el hecho de que una entidad (sea la que sea) o una sociedad puedan monopolizar, aunque sea como registro de marca, una obra de arquitectura nos llevaría a una discusión de largo recorrido. A diferencia de otro tipo de imágenes, la de las obras de arquitectura tienen una parte pública muy importante (precisamente la que les otorga una gran parte de su valor y, sobre todo, trascendencia) que hace complicado trasponer el mismo tipo de regulación que para una pintura, una escultura o un vídeo. Si no queremos ver La Meninas de Velázquez no vamos al museo del Prado y resuelto el problema. Pero si no queremos ver el Auditorio de Calatrava cuando vamos por el Paseo de la Constitución nuestra única solución es mirar al pavimento esperando no tropezar con los que vienen en dirección contraria (también mirando al pavimento, por supuesto).

Caso 3, las pirámides de Egipto

A finales de diciembre del pasado año una noticia curiosa recorrió el mundo. Zahi Hawass, presidente del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, reclamaba a su Parlamento la aprobación de una ley que prohibiera hacer copias exactas de algunos de los principales monumentos egipcios (a menos que se pagara un canon, claro) así como la venta de fotografías o imágenes de las mismas. Como la difusión de la noticia casi coincidió con el 28 de diciembre, día que en España se conoce como “de los inocentes” (destinado a gastar bromas llamadas inocentadas) pensé que la noticia sería una inocentada. Resultó que no, que era cierta. Es más, se pretendía que fuera de aplicación en todo el mundo. De los primitivos diez o quince años que duraban los derechos de autor desde su muerte, los acuerdos internacionales los han subido hasta los setenta en muchos casos. Ahora estamos hablando de miles de años. La perversión del copyright ha llegado a extremos verdaderamente inenarrables. Algo que parece lógico desde la óptica del premio a la creatividad se convierte en una aberración cuando, en realidad, lo que se pretende es sustraer al dominio de la cultura determinadas parcelas del conocimiento para privatizarlas y obtener un rendimiento económico. Lo que estoy planteando ahora no es la necesidad de que todo el planeta contribuya al mantenimiento de determinadas señas de identidad de la Humanidad, sino la utilización perversa de los derechos de autor. No sé que habrá pasado al final con la propuesta pero el mero hecho de su existencia es significativo de lo que está pasando.

Egipto, las Pirámides de Giza, de Viajitis.com

No quiero meterme ahora en otra de las polémicas afirmaciones de Zahi Hawass reclamando para Egipto la propiedad y posesión de sus monumentos. Porque, en realidad ¿qué es el Egipto actual? ¿O acaso los estados actuales coinciden o son herederos de los antiguos pueblos que habitaban las misma áreas geográficas? Para no personalizar tanto las cosas en un país con pocos recursos: ¿qué pueblo puede sentirse heredero de La Alhambra de Granada? ¿los árabes? ¿qué árabes, los sunnies, los chiies, los habitantes de Marruecos, los palestinos? ¿acaso los católicos? ¿los granadinos? ¿la comunidad autónoma andaluza? ¿los españoles? Porque que yo sepa, según el artículo 15 de la Ley de Propiedad Intelectual española: “1. Al fallecimiento del autor, el ejercicio de los derechos mencionados en los apartados 3. y 4. del artículo anterior corresponde, sin límite de tiempo, a la persona natural o jurídica a la que el autor se lo haya confiado expresamente por disposición de última voluntad. En su defecto el ejercicio de estos derechos corresponderá a los herederos. 2. Las mismas personas señaladas en el número anterior y en el mismo orden que en él se indica, podrán ejercer el derecho previsto en el apartado 1. del artículo 14, en relación con la obra no divulgada en vida de su autor y durante un plazo de setenta años desde su muerte o declaración de fallecimiento, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 40”. Es decir, que lo primero que habría que determinar es si, legalmente, las personas físicas o jurídicas que pretenden percibir esos réditos son, realmente los herederos.

Egipto, la Gran Esfinge, de Tripadvisor

Todo esto es tan absurdo que raya en lo grotesco. Sin embargo tiene el interés de las caricaturas. Es decir, descarna totalmente el problema para permitir que nos centremos en lo realmente significativo. Y lo realmente significativo es que, bajo el paraguas de los llamados derechos de autor se está intentando patrimonializar la cultura y el conocimiento que es de todos a favor de unos pocos. Está bien que se ayude al gobierno egipcio a mantener su patrimonio, entre otras cosas porque es ya Patrimonio Universal, pero no utilizando un instrumento que, a base de pervertirlo, se está convirtiendo en objeto de odio por parte de la sociedad. Y esto no es bueno porque al autor, al creativo, a la persona que aporta a la sociedad hay que recompensarlo. Incluso a sus hijos y a sus nietos si me apuran. Pero nunca perdiendo de vista que lo que este autor ha recibido de la sociedad es siempre mucho más de lo que aporta y que esta aportación sería imposible sin un legado histórico y social que, desde el punto de vista de las Sociedades que dicen defender estos derechos (pero que en muchos casos sólo se defienden a si mismas) es irrelevante.

Conclusión

En el lado derecho de este blog aparece un apartado llamado “Licencia” con unos símbolos y un subtítulo que dice “Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons”. Este tipo de licencias son un invento de Lawrence Lessig (se puede encontrar una entrevista aquí) para evitar el problema del derecho del copyright anglosajón que sólo permite mediante excepciones la utilización libre de materiales protegidos (lo que se llama el uso justo). Esto no ha pasado nunca en la Europa de tradición no anglosajona ya que nuestro derecho de propiedad intelectual parte de bases muy distintas. Así como el derecho inglés y el norteamericano protegen los derechos de autor en su totalidad y establecen excepciones en España, Francia, Italia y otros países europeos se protege la cultura, de forma que prevalecen los derechos morales del autor (que sencillamente no existen en la tradición anglosajona) frente a los mercantiles. Aparece así, por ejemplo, el derecho a la copia privada (a quien le interese un más amplio desarrollo de estas ideas puede leer el articulo de Pedro J. Canut titulado “La cultura libre en el derecho continental” que, aunque no está actualizado legislativamente tiene bastante interés).

Rafael Moneo, ampliación del Prado, Madrid, del Blog de Paco

En realidad la normativa española permite hacer todo lo que permiten las Creative Commons y más cosas por lo que, aparentemente, resultaría innecesaria su inclusión en el blog. Sin embargo, dado que en Internet no se diferencia (a priori) ente países, regiones o comunidades anglosajonas o no, nunca está de más señalar que se permite la reproducción o la copia dejando, eso sí, intacto el derecho moral del autor que, desde la perspectiva europea, es irrenunciable. Todo este largo preámbulo a las conclusiones es, sencillamente para que se entienda con un ejemplo concreto la diferencia que existe en la legislación española (y en la europea en general) entre derechos morales y mercantiles. Nuestra tan criticada y controvertida Ley de Propiedad Intelectual deja suficientes holguras para que se pueda afirmar que se puede aplicar el adjetivo “libre” a la palabra “cultura”. Cosa que no sucede en otros sistemas legislativos. En concreto, permite sin autorización del autor (aunque en determinados casos con limitaciones y cautelas):

1.-Las reproducciones provisionales y copia privada (art. 31)
2.-En casos de seguridad pública o procedimientos oficiales (art. 31bis.1)
3.-En beneficio de personas con discapacidad (art. 31bis.2)
4.-Cita e ilustración con fines docentes o de investigación (art. 32)
5.-Trabajos sobre temas de actualidad (con condiciones, art. 33)
6.-Bases de datos por usuario legítimo (art. 34)
7.-Por museos, bibliotecas, fonotecas, etc. (art. 37)
8.-Actos oficiales y ceremonias religiosas (art. 38)
9.-La parodia (art. 39)

Rafael Moneo, Museo de Arte Romano, Mérida, de El Tiralíneas

He dejado para el final un artículo de la Ley de Propiedad Intelectual al que ya me he referido anteriormente que es el 35. Lleva por titulo “Utilización de las obras con ocasión de informaciones de actualidad y de las situadas en vías públicas” y dice textualmente: “1. Cualquier obra susceptible de ser vista u oída con ocasión de informaciones sobre acontecimientos de la actualidad puede ser reproducida, distribuida y comunicada públicamente, si bien sólo en la medida que lo justifique dicha finalidad informativa. 2. Las obras situadas permanentemente en parques, calles, plazas u otras vías públicas pueden ser reproducidas, distribuidas y comunicadas libremente por medio de pinturas, dibujos, fotografías y procedimientos audiovisuales”. Ya puede comprenderse la importancia del artículo 35.2 para poder reproducir imágenes de obras de arquitectura y urbanismo debido al hecho de que la práctica totalidad de las mismas están situadas permanentemente en parques, calles, plazas u otras vías públicas. Se supone que el “estar situadas” es lo mismo que “visibles desde” ya que, prácticamente, no existe ninguna que esté “en” la vía pública sino en parcelas privadas colindantes a la vía pública (así lo han entendido los Tribunales de Justicia).

Javier Carvajal, Torre de Valencia, Madrid, de la Galería de Hiskinho

El derecho de autor de las obras de arquitectura plantea un “pequeño problema” y es que ni en el artículo 10, ni en el 11 ni en el 12 de la Ley de Propiedad Intelectual española se mencionan. El articulo 10.f dice que se protegerán "los proyectos, planos, maquetas y diseños de obras arquitectónicas y de ingeniería”. Pero no las obras arquitectónicas en sí. Aunque parezca raro no se trata de un olvido de la Ley sino que se dejó su regulación para incluirla en la Ley de la Edificación y, posteriormente, al aprobar dicha Ley no se debió considerar relevante la cuestión porque ni se menciona. Menos mal que el artículo 10 es abierto y la doctrina y los tribunales estiman que se pueden incluir dichas obras entre las protegidas por la Ley (puede encontrarse aquí un informe muy interesante sobre Los Derechos de Propiedad Intelectual de las Obras Arquitectónicas redactado por Rodrigo Bercovitz Rodríguez-Cano para el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España).

Javier Carvajal, Casa Sobrino, San Sebastián, en Arkitekturaz.com
(Espero que funcione el art. 32 de LPI sobre ilustración con fines docentes
o que ekainj se muestre benevolente, ver comentario de hans brinker)

A veces, otro problema complejo es la determinación de la autoría. Y no tanto respecto a los derechos de explotación (que siempre son transmisibles), sino respecto a los derechos morales que son irrenunciables e intransmisibles. La pregunta sería ¿quién es el autor de una obra de arquitectura? ¿el que la proyecta? ¿el que la dirige? ¿y sin son varios? ¿y si la obra corresponde a una empresa con arquitectos asalariados? ¿y en el caso de obras de reforma? La contestación a estas cuestiones, a veces, es muy complicada (incluso imposible). Hay una sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de febrero de 2000, recogida en el trabajo de Rodrigo Bercovitz mencionado en el párrafo anterior, en la que se puede leer: “Resta por saber quién es el verdadero autor de la obra en el caso que nos ocupa, y ello por cuanto que de una parte ha resultado probado que el querellado señor Antonio Pedro C. G. realizó los esbozos y dibujos de la casa en cuestión, realizando la delineación del proyecto de la estructura, el cual fue aportado al querellante por medio de soporte informático. Mientras que de otra parte, el querellante se encargó, y ello también ha sido probado, de realizar la dirección técnica y el proyecto de ejecución. Lo anterior supone no poder delimitar ahora con exactitud la propiedad estricta de la obra intelectual, y, por ende deberá ser entendido que nos encontramos ante lo que jurídicamente se denomina coautoría de la obra intelectual”. Todo esto viene a corroborar las dificultades de aplicar los derechos de autor a las obras de arquitectura por las especiales circunstancias que se producen en la misma.

Juan Navarro Baldeweg, Teatros del Canal, Madrid, de Es por Madrid

En conclusión, las obras de arquitectura (y urbanismo) están protegidas por la Ley española de Propiedad Intelectual siguiendo el modelo europeo. Es decir, diferenciando los derechos morales del autor (setenta años para casi todos, aunque algunos como el reconocimiento de la autoría son imprescriptibles) de los derechos de explotación. Lo que, en cierta medida, ayuda a salvaguardar la Cultura frente a los derechos de explotación (únicos reconocidos por los anglosajones). Entiendo, desde el punto de vista práctico, que lo defendido no son los derechos de imagen de la arquitectura sino la obra arquitectónica en sí. Por ejemplo, reproducir un edificio en otro lugar por otro arquitecto sin permiso del primero. Esto es así por las dificultades que presenta la atribución de los derechos de imagen a una obra de este tipo que algunos han denominado como de “encuentro inevitable” por ser visibles desde lugares públicos y beneficiarse, directa o indirectamente, de todo un entorno que es de todos. Los intentos de recorte de esta legislación (a la que está atacando desde todos los frentes, particularmente desde ámbitos relacionados con el mundo digital) solo buscan patrimonializar la cultura a favor de unos pocos para obtener un rendimiento económico del trabajo de toda la sociedad.

Juan Navarro Baldeweg, Rehabilitación, Córdoba, de [pushpullbar]2

Está bien que se recompense al autor por sus contribuciones al conocimiento y cultura de todos, pero sin perder de vista que estas contribuciones nunca serían posibles sin la existencia de un fondo universal de conocimientos. Esta recompensa debería ser al autor (o, como máximo, a sus hijos) por lo que la cifra de setenta años a que se ha llegado en la actualidad parece desmesurada sobre todo en lo que respecta a los derechos de explotación. También parece absurdo que esta recompensa que le ofrece la sociedad esté gestionada por compañías privadas cuyo fin es obtener el máximo beneficio y perpetuarse a sí mismas, y no por entidades de derecho público. La respuesta al título del articulo del diario El Mundo mencionado más arriba: “Derechos de autor: ¿Puedo hacerme una foto ante este monumento?" es que sí, por supuesto. Cada uno puede hacer las fotos que quiera. El problema es reproducirlas luego. Afortunadamente, en España esta posibilidad existe todavía y está reconocida para casi todos los casos. Esperemos que esta legislación se mantenga durante muchos años y que nadie, con la disculpa de defender unos pretendidos derechos de autor, trate de recortarla.


lunes, 20 de octubre de 2008

Ecoaldeas y comunidades sostenibles

Acabo de recibir un trabajo del doctorado conjunto que lleva el Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Madrid con la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Serena (Chile) que pienso puede complementar perfectamente el último articulo sobre “Paisaje rural y Paisaje Cultural”. Trata de las ecoaldeas (con este nombre pretende englobar una serie de términos afines tales como ecovillas, comunidades sostenibles, etc.). Su autora es la arquitecta chilena Rocío Blaitt. Las fuentes de información están extraídas en su totalidad de Internet. Del trabajo, como siempre, sólo voy a entresacar algunos apartados adecuados para ser publicados en el formato de la página que aclaren los términos y conceptos, no el trabajo de investigación en sí. Para leer informes completos de investigaciones realizadas en materias relacionadas con los temas que se tratan en este blog puede acudirse, por ejemplo, a los “Cuadernos de Investigación Urbanística” que tenemos a libre disposición de todos en la página del Departamento de Urbanismo de la UPM.

 Ithaca imagen de Ecohabitar

También, para facilitar la lectura y como en anteriores ocasiones que he reproducido el trabajo de mis alumnos, no voy a poner comillas ni cursiva en el texto que sigue, que se debe en su totalidad a Rocío desde el título hasta el final. También se puede observar que, así como en España utilizamos el término “sostenible” en casi toda Latinoamérica se utiliza el de “sustentable”. Por supuesto que no se trata de que todo “el campo” se convierta en “ecoaldeas”. Pero en la línea de lo visto en la entrada anterior es interesante por lo menos, conocer, posibilidades alternativas (aunque sean minoritarias o estén impregnadas, en algunos casos, de cierto aroma filantrópico) que puedan servir de laboratorio experimental de las nuevas relaciones con la naturaleza que, necesariamente, se han de producir a lo largo de este siglo.

Ecoaldeas, nueva forma colectiva de habitar un territorio
Autora: Rocío Blaitt

Los paradigmas que han guiado el desarrollo de las civilizaciones actuales, basados en el progreso económico ilimitado, se han visto amenazados por sí mismos dificultándose el rumbo llevado hasta ahora. Debido a este modelo de progreso, nuestro planeta vive una seria crisis ecológica que ha derivado en calentamiento global, crecimiento desmedido de las ciudades, escasez de alimentos, etc. Estos problemas generados por el “desarrollo”, se tratan de resolver con más soluciones derivadas del “desarrollo”. Así, la consecuente crisis energética, se ha tratado de solucionar a través de la producción de otras fuentes de energía alternativa, posibilidades de energía renovable, nuevos sistemas más eficientes, etc. Todos los esfuerzos enfocados a seguir viviendo con el mismo nivel de confort impregnado en nuestra cultura occidental a lo largo de las últimas décadas, esperando que la tecnología y el progreso solucionen los problemas de los hombres.

Consumo de energía en el 2010, de Educalia

En este contexto, existen ciertos grupos humanos que están tratando de solucionar la crisis desde otra perspectiva, con una propuesta que se aleja del modelo de desarrollo actual siendo cada habitante partícipe activo del cambio, partiendo desde la base que implica modificar el estilo de vida. Las ecoaldeas representan un sistema alternativo que propone experiencias comunitarias de pequeña escala, intentando construir la sostenibilidad a nivel local en armonía con la naturaleza.

¿Qué es una ecoaldea?

Al escribir la pregunta “¿Qué es una ecoaldea?” en el buscador de Google aparecen más de 50.000 resultados. Los primeros son los que contienen la pregunta textual. La definición de Robert Gilman [director del Context Institute], se repite en diferentes páginas y resume los contenidos de las definiciones encontradas en Internet (por ejemplo, en Selba): “Una ecoaldea es un asentamiento humano, concebido a escala humana, que incluye todos los aspectos importantes para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que puede persistir indefinidamente".

Ecoaldea de Lakabe, Navarra, de Amics Arbres

Un enlace que se repite al buscar una definición de ecoaldea, es el de la enciclopedia libre Wikipedia donde aparece una definición más completa, pero cuyo primer párrafo resume los contenidos más importantes: “Una ecoaldea es un movimiento de personas, en el ámbito mundial, que optan por vivir en comunidad de una forma diferente. Las ecoaldeas son modelos, algunos patrocinados por organismos como la UNESCO, que están demostrando que es posible otra forma de vivir fuera de las redes del gran consumo y el derroche, con unos principios de ecología y respeto al medio ambiente”.

Ecoaldea de Matavenero, León, de VivaLeon.com

A través de las diferentes páginas visitadas, se logra tener una visión general del concepto, a pesar que el nombre se puede interpretar de muchas maneras. La explicación más básica deriva en que una ecoaldea es una aldea ecológica. Con respecto a este término, la Ecovillage Network Of The Americas (ENA) especifica que “un aspecto sumamente importante de este concepto, es el de la igualdad entre los humanos y otras formas de vida; de manera tal que los humanos no procuren dominar a la naturaleza sino que más bien, encuentren su lugar en ella”.

Ecovilla Gaia, Argentina, de Ecovilla Gaia

Esta definición sigue siendo bastante amplia y acepta diversas configuraciones. En general todos los ejemplos comparten principios básicos en relación a la sostenibilidad de los recursos, la ecología, la relación con el entorno social y en general la máxima autosuficiencia. Basándose en esta idea y en los conceptos descritos por las definiciones citadas, se pueden acoger al término de ecoaldea tanto granjas familiares, como pueblos en deterioro transformados por algún proyecto de ONG. Lo más común son las comunidades rurales intencionales cohabitacionales, pero también caben en este concepto las aldeas indígenas y los proyectos de vecindarios urbanos. Algunos proyectos plantean la propiedad privada y otros se construyen como pequeños pueblos. En general una ecoaldea puede ser cualquier asentamiento humano que esté trabajando hacia la sustentabilidad.

Ecoaldea Grishino, Rusia, de Ecovillage Grishino

Muchos grupos han acuñado el término ecoaldeas para definir su comunidad. Pero también se pueden encontrar opiniones de personas contrarias a usarlo para cualquier proyecto de escala familiar que vive del campo, o establecidas en terrenos de un único dueño, como asimismo las comunidades sectarias en ideologías esotéricas, cerradas hacia los demás y gobernadas por muchas reglas; o en proyectos que usan el nombre para vender servicios o productos, aprovechándose del nombre que lo tilda de ecológico para un fin lucrativo (artificio conocido como “ecowash”). A pesar de la diversidad de configuraciones y tipologías que aparecen descritas bajo un mismo nombre, es posible entender el concepto de ecoaldea como un nuevo modelo de asentamiento humano, en relación a la intención de sustentabilidad subyacente al proyecto. Todas la actividades de una ecoaldea se desarrollan en armonía con la naturaleza y se basan en un desarrollo holístico.

Valle de Sensaciones, Granada, de Valle de Sensaciones

En varias de las páginas encontradas se hace mención a la “Cumbre de la Tierra”, en Río de Janeiro (1992), como evento impulsor de muchas de las ecoaldeas, basándose en poner en práctica, a nivel local, los criterios consensuados en la Agenda 21, cuyo principio básico es un compromiso de cambio hacia la sostenibilidad. Este interés común nace entonces como respuesta al colapso medioambiental que vive el planeta. A pesar de existir singularidades en las filosofías que arman cada comunidad, existe una ideología ecológica, antiindividulalista, inherente a las bases de cada proyecto. Se comparte el deseo de llevar una vida más tranquila sin estrés, vinculándose al concepto de “Slow life” y decrecimiento. Son comunidades formadas por personas que quieren vivir una vida alternativa a la que ofrece el sistema imperante, alejándose del modelo de economía global.

Red Global de Ecoaldeas

La Red Global de Ecoaldeas (GEN: Global Ecovillage Network) se formó en 1995, como resultado de una conferencia mundial sobre “Ecoaldeas y comunidades sostenibles” en Findhorn, Escocia. Es una organización de comunidades y personas que comparten ideas y desarrollan intercambios culturales y educacionales. El primer objetivo de la GEN es apoyar y estimular el desarrollo de nuevos asentamientos sostenibles en el mundo entero.

Findhorn, Escocia, de Findhorn Foundation

Los integrantes de esta red incluyen ecoaldeas de toda escala, como el pueblo de Auroville en India, con una población de 1500 habitantes, y pequeñas ecoaldeas familiares rurales. También contiene proyectos juveniles urbanos, centros educacionales y otras comunidades intencionales. La organización tiene una directiva formada por 8 personas, representantes de las diferentes regiones. Existe una secretaría base de coordinación internacional general y su oficina está en Gaia Villages de Dinamarca. Las ecoaldeas fundadoras de esta asociación son: Findhorn (Escocia), The Farm (Tennesee, USA), Lebensgarten (Alemania), Crystal Waters (Australia), Ecoville St.Petersburg (Rusia), Gyûrûfu (Hungría), Proyecto Ladakh (India), Manitou Institute (Colorado, USA) y la Asociación de Ecoaldeas Danesas.

Findhorn, Escocia, de Findhorn Foundation

En la página de GEN se encuentra un directorio de ecoaldeas. Este directorio registra ecoaldeas en todo el mundo con un total de 68 países (Chile no figura en esta lista). El país con mayor número de ecoaldeas es Estados Unidos con un total de 95 [pero todas ellas con muy pocos habitantes], y luego Australia con un total de 31 A partir del directorio, que está en forma de buscador, he realizado la tabla siguiente:

En las fichas de datos que contiene el directorio, aparece la ubicación, dirección y contacto (teléfonos, direcciones de correo electrónico y en algunos sitio web). Como información adicional, en algunas fichas se agrega también el número de habitantes, si incluyen niños, una pequeña descripción de la ecoaldea, y una lista de ciertas áreas de especialización (como el cultivo orgánico, el ecoturismo, prácticas ecológicas, etc). También se especifica en estas fichas cuáles ecoaldeas cuentan con infraestructura para recibir visitantes.

Actividades de la GEN

Una parte importante de la GEN se refiere a las actividades. Este punto parece especialmente interesante ya que deja ver el parte del funcionamiento práctico de la red y sus comunidades. Además es representativo de la información presente en las diversas páginas web de ecoaldeas visitadas, cuyos perfiles se asemejan estrechamente y por lo tanto presentan funcionamientos similares. Estas actividades se pueden agrupar de la forma siguiente: ecoturismo, Living and Learning at an Ecovillage (Viviendo y aprendiendo en una ecoaldea); Community Sustainability Assessment (Evaluación de la sustentabilidad comunitaria); por último, actividades referentes a las Naciones Unidas ya que desde el año 2000 tiene status de ECOSOC (Economic and Social Council of The United Nations) que le otorga la posibilidad de ser parte del trabajo de distintos comités que promueven las comunidades y las prácticas sustentables en diferentes partes del mundo.

Imagen de Planet Thoughts

De todas ellas puede resultar interesante la referente a la Evaluación de la sustentabilidad comunitaria. La Red Global de ecoaldeas fomenta el autoanálisis para descubrir su grado de sustentabilidad por medio de una herramienta de auditoría ecológica desarrollada por GEN y otras entidades. Está disponible en inglés francés, castellano y portugués. En interesante revisar este cuestionario, ya que a través de las preguntas, se puede entender los criterios de la GEN en relación al concepto de sustentabilidad. A quien le interese puede descargarse el cuestionario aquí. Sigue el sistema de las tres patas de la sustentabilidad: económica, social y ecológica, pero cambiando la pata económica por la espiritual.

Port Townsend Ecovillage, USA, de PTEV

El chequeo ecológico incluye apartados referentes a: conexión con el lugar, escala y ubicación de la comunidad; restauración y preservación de la naturaleza; disponibilidad, producción y distribución de alimentos; infraestructura física, construcciones y transporte, materiales, métodos y diseños ecológicos; patrones de consumo y manejo de basura sólida; agua, fuentes, calidad y patrones de uso; aguas residuales y manejo de la contaminación de las aguas; fuentes y uso de la energía.

Imagen de Ecoaldea.com

En el chequeo social aparecen: apertura, confianza y seguridad; espacios comunes,
Comunicación, flujo de las ideas y de la información; servicios, formación de redes, asistencia y difusión, intercambio de recursos (interno/externo); sustentabilidad social, diversidad y tolerancia; toma de decisiones; resolución de conflictos; educación; salud; economía sustentable, economía local saludable. Por último, en el chequeo espiritual: sustentabilidad cultural; artes y ocio; sustentabilidad espiritual; pegamento comunitario [se refiere a la armonía y creencias comunes entre los miembros del grupo]; resiliencia comunitaria [se refiere a la capacidad de afrontar perturbaciones]; una nueva visión holográfica del mundo [sentimiento de la comunidad como parte del planeta]; Paz y Conciencia Global.

Otras organizaciones

Desde el sitio de GEN se deriva a otros estrechamente relacionados con el tema de las ecoaldeas, interesantes de conocer, ya que hablan de ciertos conductos de traspaso de información y experiencia, como medios de difusión del movimiento. Así, el Global Ecovillage Educators for a Sustainable Earth (GEESE) que no es otra cosa que el equipo docente de Gaia Educación, cuyo principal objetivo es desarrollar cursos en diseño de comunidades sustentables aprovechando la experiencia de las ecoaldeas más exitosas de la Red. Uno de los mayores logros de GEESE fue la creación del Ecovillage Design Curriculum (desarrollo curricular en diseño de ecoaldeas), patrocinado y apoyado por el instituto de entrenamiento e investigación de las naciones unidas (UNITAR). También la Gaia University UK, Australia, y USA. Esta universidad Gaia ofrece un acceso a licenciaturas, maestrías y diplomados, a través de experiencias prácticas y autoguiadas. Esta metodología de aprendizaje permite estudiar localmente, en un trabajo o proyecto, apoyado por los organizadores regionales de la Universidad Gaia y una red mundial de tutores. Este sistema de aprendizaje activo permite trabajar y estudiar a la vez.


Por último está Next GEN. Se trata de un grupo está formado por jóvenes integrantes del GEN. Tiene por objeto reflexionar acerca del rol de la juventud en el movimiento global de ecoaldeas. Este grupo ha creado un post en WIKIA, que es un buscador de tópicos específicos, y NEXT GEN abrió un “WIKI” (o nuevo sub-portal de contenido) con el tema de las ecoaldeas. Además acaban de lanzar su sitio web “The Next Generation of the Global Ecovillage Network”.

Conceptos relacionados

Una ecoaldea se diseña y construye a través de herramientas comunes. Existen temas recurrentes que vale la pena mencionar, ya que son la base en la creación de una comunidad de este tipo. Se pueden destacar como más interesantes: la permacultura, la política de consenso o la bioconstrucción.

Pun Pun, Tailandia, de la página de Pun Pun

El primer concepto en relación al diseño de una ecoaldea es la permacultura. Muchas ecoaldeas han tomado a la permacultura como base de diseño de su propio hábitat, como una guía en las fundaciones éticas y holísticas para una cultura sustentable. Es un término que aparece recurrentemente en las páginas visitadas, y es la contracción de las palabras “Permanente Cultura”. El término fue acuñado por dos australianos, David Holmgren y Bill Mollison, en la década de los 70, definéndolo como: “un sistema de diseño para la creación de medioambientes humanos sostenibles. La palabra en sí misma es una contracción no sólo de agricultura permanente sino también de cultura permanente, pues las culturas no puede sobrevivir por mucho tiempo sin una base agricultural sostenible y una ética del uso de la tierra. En un nivel, la permacultura trata con plantas, animales, construcciones e infraestructuras (agua, energía, comunicaciones). Sin embargo, la permacultura no trata de estos elementos en sí mismos, sino sobre las relaciones que podemos crear entre ellos por la forma en la que los ubicamos en el paisaje.”

Pun Pun, Tailandia, de la página de Pun Pun

La política de consenso se basa en un proceso de toma de decisiones en grupo, que no sólo busca el acuerdo de la mayoría de los participantes, sino que también la resolución o la mitigación de las objeciones de la minoría. El término consenso se refiere tanto como al acuerdo general, como al proceso para llegar a ese acuerdo. Un modelo consensual es esencialmente un esquema anti-ético para la regla de mayorías. De esta manera se busca el igualitarismo versus el autoritarismo, proveyendo de voz al llamado “hombre pequeño” que es rechazado y ninguneado en modelos autoritarios típicos. En este modelo hay alguien que asume un liderazgo (no es designado como en la oligarquía, ni elegida por una regla de mayoría como en la democracia). En un proceso de toma de decisiones de consenso a esta persona se le llama facilitador. Su rol es conducir el proceso y articular el sentido de la discusión, proponer un acta de la decisión, etc. Es un sistema que se asocia a un grupo limitado de personas y no aparecen ejemplos de aplicación en escala mayor.


Se entiende por bioconstrucción el conjunto de sistemas de construcción que utilizan materiales de bajo impacto ambiental, altamente reciclables, o extraíbles mediante procesos sencillos, como por ejemplo, materiales de origen vegetal. Se basa en las tradiciones de construcción con materiales primarios, naturales, y propios de la zona a construir. El objeto de este sistema de fundirse en el entorno natural en el que se emplaza y de esta manera no constituir elementos demasiado invasivos y ajenos a lo existente.

Conclusión

Los proyectos de ecoaldeas dejan ver un nuevo modelo que refleja, una tendencia minoritaria de personas que han decidido ser parte activa de la solución a la actual crisis del planeta. Son grupos focalizados en hacer un cambio en sus estilos de vida para no ser parte de un sistema cada vez menos sostenible. Habla de un interesante fenómeno sociológico que se basa en una manera de resolver los problemas actuales desde otra perspectiva, una solución alternativa que propone cambiar el patrón cultural que rige a nuestra civilización, dejando de lado el modelo de progreso antropocentrista, por un modelo más holístico. Así, no todas las soluciones son para resolver los problemas del hombre, (como cuidar un bosque que quizás en un par de décadas nos podría ser útil), sino también para proteger la naturaleza por tener un valor en sí misma. De esta manera, se podría decir que la conformación de ecoaldeas, y su organización a través de la red global, habla de una puesta en práctica del concepto de decrecimiento, renunciando a ciertas costumbres culturalmente arraigadas en la cotidianidad, para acercarse más a la tierra y sus ritmos.

Comida comunal en Ithaca, de Ecovillage at Ithaca

Con esta idea, se podría aventurar que las comunidades poseen cierta homogeneidad en su conformación social, ya que en su mayoría son grupos de personas que tienen una forma de pensar similar, que persiguen un modelo de vida específico. En este contexto se vuelve inevitable mencionar el tema de la búsqueda espiritual como un factor recurrente en la conformación de estos grupos humanos, presente en diversas tendencias o ideologías. Las ecoaldeas se presentan como laboratorios prácticos del concepto de sustentabilidad, y pueden servir como guías en reestructuración de asentamientos humanos, tanto rurales como urbanos. Aparece especialmente interesante la posibilidad de aplicación del modelo en la rehabilitación de comunidades alejadas o poblados pequeños como unidades en peligro de extinción frente al crecimiento desmedido de las ciudades.

Tópicos fotográficos en Ithaca, de Ecovillage at Ithaca

A pesar de no existir aún una ecoaldea cien por cien sustentable, estos experimentos podrían ser el modelo de asentamiento humano que más se acerca al término. Ninguna comunidad se puede preciar de modélica, cumpliendo a cabalidad sus objetivos, ya que siguen dependiendo en muchos aspectos de actividades no sustentables en la infraestructura del sistema de desarrollo imperante. Seguramente queda mucho que aprender de las primeras y más auténticas ecoaldeas: los pueblos originarios más perdidos y alejados.


viernes, 10 de octubre de 2008

El paisaje rural como patrimonio cultural

Cuando hablo con amigos de otros países no europeos (sobre todo de Latinoamérica) comprendo las profundas diferencias que se han producido en pocos años en relación con los modos de vida. Sobre todo en lo que se refiere a la relación entre el modo de vida rural y el modo de vida urbano. Cuando era un niño todavía alcancé a conocer como se vivía en una aldea de mi Galicia natal. Esta forma de vida, en la práctica, ha desaparecido ya en la mayor parte de los países desarrollados. Pero todavía tiene una gran importancia en continentes enteros. Sin embargo, su proceso de desaparición es más lento que lo fue en Europa aunque, desde mi punto de vista, sigue las mismas pautas en todos los sitios. Pautas que pasan por la aniquilación de una cultura (lo folk) por los medios de comunicación de naturaleza estrictamente urbana. Esta desaparición de toda una cultura está relacionada con los intentos románticos de mantener determinados paisajes culturales sin que subsista la razón de su existencia.


Si algo ha cambiado a una velocidad vertiginosa, aunque desde la perspectiva de las ciudades no lo parezca, es el llamado mundo rural. Probablemente se trata de un fenómeno del que todavía no nos encontramos a suficiente distancia como para realizar análisis medianamente fiables del mismo. Pero si echo la vista atrás (sin necesidad de acudir a los recuerdos de mi niñez), cuando en el año 1975 realizaba el trabajo de campo para mi tesis doctoral sobre los asentamientos rurales gallegos o, sólo un par de años más tarde, sobre el paisaje manchego, me doy cuenta del largo camino que se ha recorrido en poco tiempo. Hasta tal punto que el mundo rural de hoy en realidad, y trataré de argumentarlo más adelante, no es tal sino simplemente un mundo urbano algo alejado de las ciudades. Esta contraposición entre el mundo rural y el urbano se ha intentado superar con la creación de una tercera vía a imitación de ambas que no es ninguna de las dos y que se ha constituido en el verdugo de ambas. Por eso el material gráfico que incluyo trata de contraponer el mundo rural a esta forma mixta que adoptan las urbanizaciones periféricas de muchas grandes áreas metropolitanas y que imita las aldeas pero que, de hecho, las han condenado a su desaparición. Las fotos del rural gallego son algunas de las que hice para mi Tesis Doctoral en los años 1974 y 1975. El resto corresponden a la periferia de la ciudad de Madrid y están tomadas de Microsoft Virtual Earth. De esta forma también contrapongo los instrumentos únicos globalizados a la labor artesanal de una persona aislada.


Pero como ya he dicho al principio, esto no pasa en todo el planeta. En áreas geográficas muy extensas de África, de América Latina o de Asia, todavía el mundo rural tradicional, el que todos tenemos como arquetipo en nuestras mentes, tiene una importancia decisiva. No sabemos si el futuro de ese mundo rural será similar a la situación actual del mundo rural europeo pero, en cualquier caso, pienso que es interesante ver como hemos evolucionado y los retos a los que nos enfrentamos. Puesto que pretendo referirme al mundo rural, primero debería plantear cual es el objeto de mis intereses. Para ello, siguiendo el esquema clásico, debería contraponerlo al urbano.


Tradicionalmente, desde el célebre artículo de Louis Wirth titulado “El urbanismo como forma de vida”, publicado en la Revista Americana de Sociología, en 1938, la distinción entre lo rural y lo urbano se ha venido basando, esencialmente, en indicadores sociales. Es decir, que la hipótesis de su diferenciación se refiere esencialmente al modo de vida. Se han utilizado otros, sobre todo el tamaño y el tipo de actividad, aunque con escaso acuerdo entre los diferentes autores. Tres de los indicadores más importantes que atienden al modo de vida, se refieren a las relaciones, y son: la superficialidad, el anonimato y el carácter transitorio de las relaciones urbanas. Se supone, por tanto, dada la dialéctica en la que se ha movido tradicionalmente el binomio mundo rural-mundo urbano, que la vecindad, el conocimiento personal y las relaciones permanentes (incluso a través de generaciones) son características propias del mundo rural. A continuación incluyo un párrafo de este artículo:

Los lazos de parentesco y vecindad, y los sentimientos forjados durante generaciones de vida en común, de acuerdo con una tradición popular, probablemente falten -o, en el mejor de los casos, sean débiles- en una agrupación humana cuyos miembros sean de orígenes, antecedentes y niveles educativos tan distintos, como los que se dan en la ciudad. En tales circunstancias los mecanismos de la competencia y del control formal sustituyen a los vínculos de solidaridad que se establecen en una sociedad tradicional para mantenerla cohesionada”.


En el fondo, subyacen las teorías russonianas sobre el “buen salvaje”. En el año 1539, fray Antonio de Guevara escribe un librito titulado Menosprecio de corte y alabanza de aldea, donde ya se encuentran muchas de estas ideas. Como buen montañés (nació en Treceño), fray Antonio se decanta claramente por “el buen salvaje”. Así, en el capítulo V, que lleva por subtítulo “Que la vida de la aldea es más quieta y más privilegiada que la vida de la corte”, puede leerse:

No tiene poca bienaventurança el que bive contento en la aldea; porque bive más quieto y menos importunado, bive en provecho suyo y no en daño de otro, bive como es obligado y no como es inclinado, bive conforme a razón y no según opinión, bive con lo que gana y no con lo que roba, bive como quien teme morir y no como quien espera siempre bivir. En la aldea no hay ventanas que sojuzguen tu casa, no hay gente que te dé codaços, no ay cavallos que te atropellen, no ay pajes que te griten, no ay hachas que te enceren, no hay justizias que te atemoricen, no ay señores que te precedan, no ay ruydos que te espanten, no ay alguaciles que te desarmen, y, lo que es mejor de todo, que no ay truhanes que te cohechen ni aun damas que te pelen.

Es privilegio de aldea que para todas estas cosas aya en ella tiempo quando el tiempo es bien repartido; y paresce esto ser verdad en que ay tiempo para leer en un libro, para rezar en unas horas, para oyr missa en la iglesia, para ir a visitar los enfermos, para irse a caza a los campos, para holgarse con los amigos, para passearse por las eras, para ir a ver el ganado, para comer, si quisieren, temprano, para jugar un rato al triunfo, para dormir la siesta y aun para jugar a la ballesta.”


Claro, este es el mismo discurso que cuando Maria Antonieta decide hacerse “una aldea” en Versalles, con sus cabañitas, el río, las ovejitas, etc., mientras la Corona explotaba a los campesinos “reales” (o directamente les cortaba la cabeza). Digamos que esta es la parte “positiva” del mundo rural, o el mundo rural visto por un urbanita. Luego está el trabajo en el campo, con el ganado o en el monte, la maledicencia, la superstición, la falta de libertad que produce el que todos tus actos estén fiscalizados...Todo esto no es nada más que el comienzo. Es lo que sucedía al principio: la sociedad rural (a pesar de todo) como sociedad de solidaridad, y al sociedad urbana como sociedad alienada.


Para que esta sociedad de solidaridad funcionara era imprescindible que se dieran, entre otras, dos condiciones: la primera, que tuviera un tamaño adecuado para que la mayoría de sus miembros se pudieran conocer; y la segunda, que fuera una sociedad “completa” en la mayor medida posible. Es decir, que la mayor parte de las actividades pudieran realizarse en el círculo cerrado de la aldea, con incursiones esporádicas a centros de mayor nivel. Es lo que me encontraba hace treinta años en mi recorrido por O Cebreiro o a Terra Chá: doscientos habitantes (eso con suerte), el bar, el maestro, el comercio en el que se podía encontrar de todo, el médico de vez en cuando, etc. Mientras tanto los urbanitas inventaban el reloj o necesitaban poner señales de tráfico en las calles. Digamos que existían dos culturas: la urbana y la tradicional (popular o “folk”, que de todas estas formas se la ha denominado).


Tenemos, por tanto, en el momento del crecimiento imparable de la urbanización, un territorio rural caracterizado por pequeños asentamientos en el que los aldeanos realizaban la mayor parte de sus actividades con incursiones esporádicas a “la ciudad” y con un modo de vida en el que el reloj era un objeto casi inservible y donde el tiempo discurría con ritmos distintos a los urbanos.


Pero ambas formas de vida han ido evolucionando y se han trasformado bastante. Un ejemplo: según Durán publica en su libro Agitadores, poetas, caciques, bandoleros y reformadores en Galicia a principios de siglo los gallegos podían leer más de cien periódicos agrarios. En la actualidad se cuentan con los dedos de una mano los periódicos de este tipo (y sobran los dedos). Aunque sea un tópico, no por ello deja de ser verdad: la forma de vida urbana es expansiva, colonial, y en la actualidad está eliminando progresivamente en todo el mundo la forma de vida rural. Es decir, que la evolución de la forma de vida rural consiste, esencialmente, en su desaparición. Sin embargo, no vaya a pensarse que la sociedad urbana no ha sufrido ninguna evolución y que ha vencido en toda regla, porque no es verdad.


Una de las carencias más significativas de la ciudad ha sido, evidentemente, el contacto con la naturaleza. Este problema se ha concretado específicamente en una de las formas que se han inventado los urbanistas para construir la ciudad. Me estoy refiriendo al movimiento de las “ciudades jardín”. Esta orientación, suficientemente conocida y utilizada hasta la actualidad por muchos urbanistas, presenta algunas características peculiares. La primera, se refiere a las bajas densidades: el lema de “las doce casas por acre”, al que se referían Parker y Unwin. En segundo lugar, la descentralización, con el objeto aparente de relacionar más directamente al urbanita con “el campo”. Y, la tercera, aunque no tan específica de este movimiento: la separación de funciones (es decir, la zonificación). Estas tendencias, originadas en el último cuarto del siglo XIX y comienzos del XX, llevadas al límite y deformadas convenientemente con las posibilidades producidas por la movilidad proporcionada por el automóvil privado han dado lugar a lo que muchos autores llaman “ciudad difusa”, “ciudad a trozos” o, simplemente “anti-ciudad”. Se trata del último episodio de aniquilación de la cultura rural por la urbana, y no sabemos hasta que punto, la tradicional del urbanita por otra nueva cuyas consecuencias no sabemos todavía calibrar suficientemente.


Hasta ahora, las ciudades se habían limitado a ocupar espacios más o menos concentrados y, más allá de los últimos bloques o de los más lejanos suburbios, se extendía aquello que genéricamente era “el campo”. En esta nueva y perversa modalidad, la ciudad tiende a ocuparlo todo apoyándose en las infraestructuras y basando su supervivencia en la movilidad originada por el automóvil.


Como ya he explicado muchas veces en foros muy distintos, la tendencia que se adivina es a vivir en pequeñas comunidades residenciales, separadas unas de otras, todas habitadas por personas de parecidas categoría económica y social, que van a trabajar a los grandes centros especializados o al interior de la ciudad tradicional, compran los fines de semana en grandes hipermercados donde, además, ya pueden ir al cine, bailar en una discoteca o cenar en un restaurante italiano. La nueva ciudad se va haciendo así a trozos, ocupando áreas de campo, y dejando espacios libres entre estos trozos. Pero esta progresiva rotura de la ciudad en partes pequeñas no produce espacios de solidaridad como eran las antiguas aldeas, porque en cada trozo no se integran todas las funciones vitales, si no al contrario, la separación se hace cada vez mayor: entre funciones, entre clases sociales, incluso entre espacios.


Este planteamiento no está todavía consolidado, pero se advierte claramente una mayor fragmentación social, mucho más dura e impermeable que lo hasta ahora conocido, con la población ocupando pequeñas islas de territorio, defendidas en algunos casos incluso por cuerpos de seguridad propios, y con un desconocimiento y, en gran medida, desprecio, por todo aquello que no les afecte directamente. Se trata de una nueva forma de vida que no es la urbana tradicional (ya que algunas de las características que hacían “libre el aire de las ciudades” han desaparecido) y que han estudiado sociólogos como Bauman. Físicamente, “el campo” se esfuma. En un libro escrito hace ya algunos años por mi compañero de departamento Ramón López de Lucio, puede leerse:

Ya no existe esa clara distinción paisajística y funcional entre ciudad -con sus distintos paisajes, épocas y estilos- y el campo. Este, a su vez, se disgrega en fragmentos que, de manera, azarosa, interponen separaciones mayores o menores entre las piezas urbanas. Y con frecuencia pierde su carácter primordial de base para las explotaciones agrícolas, hortelanas o forestales, para convertirse en baldíos semipermanentes o en depósito de detritus urbanos, cuya vocación básica parece ser la de esperar que a su vez les llegue el turno para convertirse en nuevos fragmentos de ciudad”.


Paralelamente, la vida en las aldeas también ha cambiado de forma muy acusada. Por una parte ha llegado la mecanización. Incluso determinadas labores que requieren aparatos muy especializados y costosos, como la cosecha o el rociado de insecticidas mediante avionetas, las empiezan a realizar empresas que contratan los propios interesados para esas labores específicas, con lo que el agricultor, cada vez más se convierte en un empresario que tiene que conseguir fondos europeos, gestionar créditos, contratar personal (normalmente sin cualificar, es decir que no son agricultores), etc. Por otra, el automóvil ha cambiado radicalmente sus posibilidades de movilidad. Ya no compra en el pequeño comercio de la aldea, y le apetece cada vez menos “ir a visitar los enfermos, irse de caza a los campos, holgarse con los amigos, passearse por las eras, ir a ver el ganado, jugar un rato al triunfo, dormir la siesta o jugar a la ballesta”, como nos decía Fray Antonio. Probablemente a menos de cincuenta kilómetros le espere un gran hipermercado, con cines o cafeterías y restaurantes. Así que el concepto tradicional de aldea también se va deshaciendo y, los pueblos se van pareciendo cada vez más a las islas urbanas en que se están convirtiendo las ciudades.


De forma que la ciudad y la aldea la irse aproximando, se van pareciendo más y más. El proceso no es el mismo que hace un siglo. Entonces, la ciudad al crecer de forma compacta absorbía las aldeas, rehaciéndolas e integrándolas en la trama urbana. Ahora, normalmente la ciudad llega a ese campo rota en decenas de esquirlas urbanas mimetizadas por las aldeas en su crecimiento de manera que las modas, las construcciones arquitectónicas o las formas urbanas son similares. Es decir, que la aldea se convierte en una esquirla más de la ciudad aunque sus habitantes se dediquen a la agricultura o a la ganadería.


Este proceso de aniquilación de la cultura rural va acompañado de una recesión de la forma de vida urbana tradicional que, sin embargo, se opone tenazmente a desaparecer, porque los centros de las ciudades históricas se resisten a convertirse en lugares segregados social y espacialmente en los que el espacio público pase a ser una infraestructura de comunicación (peatonal o no) en lugar de un territorio de relación. Sobre este tema ya he dedicado muchas entradas en el blog. Sin embargo he escrito poco sobre el llamado “campo”. Este campo que todavía existe en partes importantes del planeta pero que en Europa ya ha desaparecido casi en su totalidad (todavía resiste alguna pequeña aldea gala…). Por supuesto que hay explotaciones ganaderas, agrícolas o forestales, pero el modo de vida que tradicionalmente iba ligado a ellas, no. Esta sensación de haber perdido algo irremplazable es la misma que tenía Roger Heim cuando denunciaba la desaparición de tantos “monumentos vivientes”. La diversidad cultural es tan importante para la Humanidad como la biodiversidad para la naturaleza. Cuando una lengua, una forma de vida, un oficio, se pierde, todos somos algo más pobres. En Europa hemos perdido ya la cultura que cimentó las ciudades que no es otra que la cultura rural, pero ahora estamos perdiendo también la cultura urbana tradicional. Por muchos Paisajes Culturales que queramos conservar como museos el daño está hecho.


El desprecio sistemático por las formas de vida alternativas, la condena a sus practicantes como apestados (a veces como locos fuera del sistema), nos conduce directamente a una forma de pensar única y a una cultura universal en la que todos hablaremos inglés, tendremos Windows (o Google), beberemos Coca-Cola, veremos a través de unas gafas con monturas rectangulares o nos desplazaremos a un museo del “cultivo en terraza” donde unos falsos agricultores subvencionados por la Unión Europea cultivarán productos hortícolas que luego quemarán porque no cumplen los requisitos agrícolas de homologación. O iremos a un restaurante al borde de un antiguo molino de agua donde una especie de molineros – animadores culturales nos enseñarán (mientras comemos) como se molía el trigo. La harina resultante luego se tirará al río porque, tanto los costes de transportar ese trigo como de comercializar la harina, hacen que lo único rentable sea el restaurante donde, por supuesto, la harina que se utilizará para hacer las comidas vendrá de no se sabe qué industria harinera situada en no se sabe qué país. Pienso que el concepto de Paisaje Cultural no se debería parecer a nada de esto. Cualquier día me invitarán a visitar el Parque Temático del Campo donde remedos de agricultores o remedos de ganaderos nos enseñarán como se aventa el trigo o como se conduce un rebaño. Eso sí, hasta que suene el timbre de salida, momento en el cual se vestirán como cualquiera de nosotros subirán en su coche y se encaminarán a la urbanización donde “viven” sin ver a nadie más que a sus iguales.


Lamento el tono del artículo (demasiado pesimista para lo que suele ser habitual en mí) pero recientes conversaciones acerca del llamado Paisaje Cultural y su significado sencillamente me han parecido una tomadura de pelo. Es evidente que Europa está decrépita pero ¿hasta el punto de intentar sustituir la realidad por una simulación con el exclusivo objeto de conseguir un beneficio económico? En un momento como este en el cual se está viniendo abajo todo el edificio neoliberal con el pensamiento único a la cabeza, y se está viendo que la globalización mal entendida nos hace tremendamente vulnerables a cualquier catástrofe ¿no sería bueno empezar a pensar de otra manera? ¿a admitir lo diverso? ¿a fomentar modos de vida alternativos? No se trata de negar la forma de vida actual ni propongo una vuelta al pasado. De ninguna manera, el pasado no volverá nunca. Lo que habría que pensar es en un futuro diferente, más rico en diversidad, sin monopolios de pensamiento ni de vida. El mantenimiento del Paisaje Cultural europeo no puede hacerse basado en la falsedad, la tramoya y el cartón piedra. El Paisaje debería ser, ante todo, la fachada de una vida que hay detrás. No la fachada sin nada al otro lado del muro. No se pueden resucitar los paisajes agrarios tradicionales a base de decoraciones subvencionadas. Ni los falsos pastores simplemente para que pongan una nota folk en un paisaje aburrido.