Santander después del incendio de 1941 elmontañés
Desde el primer año de la existencia del blog he publicado artículos relacionados con el tema. En 2007: Espacios urbanos seguros, Manual de diseño urbano seguro y El Atlas de la seguridad de Madrid. En el 2008: Ulrich Beck: “La sociedad del riesgo”, ¿Hay algo más triste que los túneles de la M-30?, Ciudades para mujeres ciudades para todos, Ciudades saludables y sostenibles. En 2009: Espacio público y vivienda, Cambio climático y revisión por pares. En 2010: Accesibilidad universal, prevención del delito y diseño urbano. 2011: Desigualdades en salud y entorno físico, Riesgos naturales y planeamiento, Urbanismo y Salud Pública. Me he molestado en hacer este repaso porque no quisiera ser acusado de oportunismo al aprovechar la desgracia del Madrid Arena. Sin embargo sí que me parece el momento adecuado para recordarle a algunos que la planificación urbanística sirve para algo más que “fijar el contenido del derecho de propiedad del suelo” y que su objeto supera el de ser garantía legal de especuladores inmobiliarios y corruptos. Y que el diseño urbano no debería servir sólo para enriquecer al sobrino del alcalde que tiene una concesión de semáforos, o un vivero, o una fábrica de baldosas hidráulicas.
Incendio al norte de Santiago de Chile actualidadalminuto
El objetivo de un plan de urbanismo (o del proyecto de una plaza) debe ser el de construir lugares de convivencia donde los ciudadanos se relacionen, hagan una vida sana, se muevan con un mínimo de seguridad o se diviertan. En definitiva, un escenario en el que puedan realizarse como personas. Y la primera (y obvia) condición es que no se mueran, lesionen o enfermen, por defectos achacables a un mal diseño o una mala previsión. Que sus propiedades no sufran estragos. Y que los servicios e infraestructuras no se colapsen ante el más mínimo incidente. A pesar de que la expresión gestión de riesgos está tomada de la teoría de proyectos y suele relacionarse con sistema financiero, entiendo que es aplicable al sistema urbano aunque con algunas diferencias. La principal es que la gestión de riesgos tal y como se entiende en el mundo financiero suele está asociada a un balance económico, mientras que en las áreas urbanas su objetivo básico debería ser mantener la integridad física y mental de personas e, incluso, velar por sus propiedades materiales. Una parte suele relacionarse con lo que se llama Protección Civil.
Servicio municipal de Protección Civil fauerzaesp
Se supone que Protección Civil se encarga de proporcionar socorro y asistencia a las personas (y, eventualmente, a los bienes) ante cualquier tipo de desastre bien sea natural o producido por la actividad humana. Dado que nunca se puede estar seguro al cien por cien de que no se va a producir un desastre es siempre necesario tener previsto como minimizar los daños en caso de que se produzca. Y ahí entran en funcionamiento los planes de Protección Civil. Por tanto, la mera existencia de esos planes es la constatación evidente de la imposibilidad de trabajar con riesgo cero. Esta vez hemos llegado de forma muy rápida al corazón del problema. Si es imposible planificar y proyectar con riesgo cero ¿cuál será un nivel de riesgo aceptable? Es decir, por ejemplo, en el caso de riesgos urbanos ¿cuántas personas es aceptable que mueran por cáncer de pulmón debido a la contaminación producida por los vehículos automóviles en una ciudad? O, con la actual ordenanza de protección contra incendios de nuestro ayuntamiento ¿cuál sería la cantidad de personas abrasadas admisible sin que haya que cambiarla?
La UME trabajando en las inundaciones de Écija abc
En Teoría de Riesgos se trabaja siempre con la posibilidad de que el suceso estudiado pueda llegar a desestabilizar el sistema en mayor o menor grado. El que pueda recuperarse depende de muchos factores. Incluso, a pesar de conseguir su recuperación, habría que lograrlo minimizando los daños en las personas y las cosas. Aunque, claro, la prioridad es que el sistema no entre en colapso. Existen, por tanto, dos factores a considerar que pueden ayudar a entender a qué nos enfrentamos. El primero es la capacidad de desestabilización del suceso. Y el segundo la fragilidad (hablando en términos de paisaje), resiliencia (utilizando la palabra de moda) o vulnerabilidad del sistema. Por ejemplo, si calculamos la sección de un tubo de evacuación de pluviales para un período de retorno de 10 años, el sistema funcionará bien, tendrá capacidad de absorber el impacto de una tormenta, hasta determinada cantidad de agua. Podemos aumentar la "resiliencia" del sistema de recogida aumentando el diámetro del tubo pero, probablemente, no conseguiríamos evacuar el agua producida en el Diluvio Universal aunque pusiéramos un ovoide de 100 metros de sección.
Contaminación en Madrid reflexiones
Hay otro tema que resulta ineludible. Los “sucesos desestabilizantes del sistema” pueden ser de dos tipos: exteriores (ajenos al sistema y sobre los que no hay control) e internos (producidos por el propio sistema). Estos segundos en muchos casos pueden ser controlados, por lo menos en cierta medida. La forma en que el sistema puede defenderse de unos y de otros es muy distinta. Los sucesos externos pueden ocurrir por causas “naturales”: inundaciones, actividad sísmica, corrimientos de tierras, meteoritos. Pero, muchas veces, no son debidos exclusivamente al funcionamiento de la naturaleza, sino a cambios en los ciclos naturales inducidos por la actividad humana. El cambio climático puede ser un ejemplo. El único control que podemos ejercer sobre los puramente naturales es la previsión para disminuir el riesgo y la planificación de "cuidados paliativos" si se produce el desastre. Sabemos que hay zonas cercanas a los ríos donde existe una alta probabilidad de que se produzcan inundaciones. Planificando las áreas urbanas fuera de estas zonas disminuiremos el riesgo. Pero si se produce la inundación deberíamos tener previsto qué hacer y las formas de reducir el desastre.
Inundación del año 1961 en Sevilla almagacén
Sin embargo, un párrafo tan sencillo de entender como el anterior suscita numerosos interrogantes. Si sabemos (y se sabe) cual es la llanura de inundación de un río ¿por qué edificamos precisamente en esa llanura? ¿Por qué los que decidieron establecerse en aquel enclave no lo hicieron en un alto que, probablemente, no se inundaría? Las respuestas pueden ser casi tan variadas como las áreas urbanas existentes. Por ejemplo, un puente en la Edad Media significaba el pago de un peaje para pasar. Si tengo que cobrar el peaje me tengo que instalar cerca del puente. Si yo me instalo, otros que pretenden vender cosas se instalan también y así, poco a poco, se va formando un pueblo y luego una ciudad. Los primeros que se instalaron evaluaron las ganancias que les suponía vivir cerca del río frente a la posibilidad de que se inundara y una riada se llevara sus casas y, a veces, sus vidas. Y decidieron quedarse. Asumieron un riesgo frente al beneficio que les reportaba la situación. Probablemente eran capaces de analizar el problema con cierta claridad. Pero cuando se vuelve tan complejo que supera la capacidad de análisis de una persona normal aparecen "los técnicos".
Plan para Zorrozaurre (Bilbao) de Zaha Hadid skyscrapercity
El problema es que no siempre los técnicos estamos en condiciones de realizar un adecuado análisis de riesgos. Y eso en el supuesto de que decidamos acometer la tarea. Si un planificador, un técnico “que está en posesión de la verdad”, decide que una población debe ampliarse por la zona noroeste y no por el sur es porque deben existir razones de peso para tomar esta decisión. Y que, por supuesto, la zona noroeste no se va a inundar cada época de lluvias. El comprador de una vivienda en una urbanización que se ha construido en esta zona piensa que cuenta con la garantía de aquellos que “saben”, de que tal evento es muy improbable que suceda. Sin embargo sucede, y muchas más veces de las que sería deseable. Cuando un ayuntamiento o una comunidad aprueban un plan que asume implícitamente riesgos de estas características. Aquellos que lo aprueban ¿son conscientes de lo que están aprobando? Los que los han redactado ¿se lo han explicado de forma clara y diáfana a los que tienen que aprobarlo? Y la pregunta terrible para todos los que nos dedicamos a la planificación de ciudades ¿estamos firmando con nuestros planes muertes, lesiones, estragos en personas y propiedades?
Plan para Zorrozaurre (Bilbao) de Zaha Hadid bilbaoenconstruccion
Y todavía es peor para los que nos encargamos de formar a estos técnicos ¿estamos haciendo conscientes a nuestros alumnos de la responsabilidad que van a asumir como profesionales? En España la planificación urbana está, básicamente, en manos de arquitectos e ingenieros de caminos. Se supone que su título les cualifica para, por ejemplo, redactar un plan de urbanismo. Si analizamos las asignaturas dedicadas a tal cualificación el panorama es desolador. Tampoco tengo muy claro que la solución sea una carrera de Urbanismo y Ordenación del Territorio. La organización, planeamiento y diseño de una ciudad es uno de los campos más multidisciplinares que existen y, probablemente, su enseñanza deba abordarse desde varios frentes, grado y postgrado. Pero, mientas tanto, deberíamos tener la honradez de reconocer que un planteamiento puramente arquitectónico o ingenieril es insuficiente. Aunque pueda parecer duro lo que voy a decir, en muchos casos la pérdida de vidas humanas, los estragos, se producen por el simple desconocimiento de que tales cosas podían llegar a ocurrir en aquella extensión de la ciudad tan bellamente diseñada y con esas proporciones tan armoniosas. Con esas aceras tan perfectas y esas secciones de viario tan bellas y simétricas.
Vitoria-Gasteiz, adecuación hidráulica del Zadorra ayuntamientovitoria
Como mínimo, los técnicos encargados de redactar los planes de urbanismo o de gestionar los observatorios territoriales deberían contar con el vocabulario y la comprensión de los procesos esenciales que les permitieran comunicarse entre especialistas: geólogos, sociólogos, arquitectos, biólogos, geógrafos o ingenieros. El objetivo debería ser que los temas críticos para las decisiones de planificación y diseño urbano, como la gestión de riesgos, no se quedaran en tierra de nadie y fueran asumidos como propios por todos (arquitectos e ingenieros incluidos). Siento la dureza de estas líneas pero no puedo evitar tener en la cabeza determinadas situaciones que nunca deberían haberse producido. Cuando el comprador de una vivienda en una urbanización de nueva creación invierte parte del trabajo de su vida en su compra o alquila un local para abrir un comercio presupone que “los técnicos” le dan una garantía mínima de que aquel local o aquella vivienda no van a ser devastados cada año o cada cinco, independientemente de que la manzana responda en sus proporciones al número de oro o que la retícula sea calcada de la belleza de proporciones del ensanche de San Sebastián.
2010. Duisburgo (Alemania). Loveparade. 18 muertos noticiasradiolago
Pero decía párrafos atrás que existen otro tipo de desastres cuyo origen es el propio funcionamiento del sistema urbano. Accidentes de circulación, polución y contaminación, avalanchas, crimen y violencia… la lista es larga pero todos ellos tienen en común algo: que pueden ser evitados en origen. Así como un desastre natural sólo podemos paliarlo escapando (por ejemplo, edificando en zonas no inundables) o reduciendo el impacto (diseñando el sistema para que pueda absorber parte de las puntas de tormenta), en este tipo de eventos podemos actuar para que no se produzcan o lo hagan en pequeña medida. Por ejemplo, prohibiendo la circulación de coches para disminuir la polución del aire o mediante el diseño urbano seguro para disminuir la delincuencia circunstancial. Digamos que, en estos casos, la capacidad de maniobra es mayor y, por eso mismo, la responsabilidad del planificador o el proyectista aumenta también. Empecé hablando del Madrid Arena pero, a lo largo de todo lo que he escrito, no me he referido para nada a la gestión de riesgos en lugares cerrados. Sin embargo, es obvio que lo que sucede en un lugar cerrado está íntimamente relacionado con el exterior y que, además, al referirnos a gestión de riesgos urbanos no podemos excluir a los estadios de fútbol, las viviendas, las subestaciones eléctricas, las gasolineras, los museos o las discotecas.
La gestión de riesgos permite establecer prioridades jerezcaballeros
Parece, por tanto, que decisiones tan básicas como las relacionadas con los riesgos se hurtan al conocimiento de la sociedad. En algunos casos por la ineptitud de los técnicos que no están suficientemente preparados y sencillamente ignoran lo fundamental para centrarse en lo accesorio. Y en otras, por la propia índole compleja de la información a transmitir. Porque, probablemente lo que haya que transmitir a la sociedad no sea información incomprensible sino conocimiento comprensible. Desde este punto de vista, los que vengo llamando “indicadores participativos” son fundamentales para conseguir que las decisiones de los políticos estén fundamentadas en el bien social y no en intereses particulares. Ya hace algunos años que Ulrich Beck en su libro La sociedad del riesgo lo explicaba de forma magistral al decir que ha aparecido una nueva forma de organización en la cual la sociedad ya no está basada en un reparto de la riqueza, sino en un reparto de los riesgos. El problema, según él, es que aunque la sociedad industrial ya ha dado el paso hacia una sociedad del riesgo, los valores y las normas todavía no.
Ciudad Universitaria. Madrid, CIEMAT, reactor nuclear bloglemu
Es relativamente sencillo repartir dinero. Sin embargo, en el reparto de riesgos, base fundamental de la compleja sociedad actual, parece que no hay forma de saber la cuota que se nos ha asignado a cada uno. En estas condiciones, el desastre (natural o antrópico) se comporta como un castigo divino de un dios que reparte desgracias sin que nadie sepa muy bien los criterios mediante los cuales se asignan las cuotas. Pero parece que algunos sí están en condiciones de saberlo y tienen la capacidad de obtener y elaborar la información, de forma que se sienten capaces de poner las reglas. Incluso legalmente se supone que esto es así, ya que el legislador (en teoría la sociedad) “se atreve”, por ejemplo, a fijar el nivel admisible de partículas en el aire. O ese mismo legislador (un plan de urbanismo en España es una norma jurídica) está en condiciones de decir que un terreno inundable con período de recurrencia de 25 años o mayor se puede urbanizar. El cómo se ha llegado a una decisión de este tipo es preocupante porque, en términos generales, la sociedad que va a tener que soportar la cuota de riesgo no ha intervenido ni conoce las implicaciones que supone.
Madrid. Micrófono control contaminación acústica munimadrid
Porque la cuestión básica es la respuesta a la pregunta: ¿qué “cantidad” de riesgo está dispuesta a asumir una sociedad concreta respecto a un suceso desestabilizante del sistema tal como una inundación, un incendio, un movimiento sísmico o una avalancha humana a la salida de un partido de fútbol? Cuando se redacta un plan de urbanismo o el proyecto de una plaza ¿alguien se molesta, como mínimo, en explicitar los riesgos posibles? Y una vez explicitados ¿se analizan y evalúan? Y una vez analizados y evaluados ¿se consulta a los afectados sobre la cantidad de riesgo que están dispuestos a asumir y las implicaciones (básicamente las económicas, pero no sólo éstas) que normalmente acompañan a la disminución del mismo? Y todo esto ¿de una forma comprensible suministrando al afectado un conocimiento claro de las posibilidades y no una simple información incomprensible? Estoy seguro de que para la mayor parte de los planificadores y proyectistas se trata de preguntas retóricas (sobre todo la última) cuya contestación suele ser siempre negativa. Lo que no deja de ser increíble, ya que para cualquier plan de urbanismo o proyecto urbano se trata de aspectos críticos de máxima prioridad.
Madrid. Fragmento mapa ruido distrito centro munimadrid
Cuando la ley fija en 40 microgramos por metro cúbico el valor límite de dióxido de nitrógeno en el aire para que la atmósfera pueda ser considerada contaminada y produzca un problema de salud pública ¿por qué 40 microgramos? ¿Estos 40 microgramos afectan por igual a todos? ¿Es el límite para las personas más vulnerables o es el límite medio? ¿Qué sucedería si en lugar de 40 se fijaran 50? ¿Alguien nos lo ha explicado? ¿En qué esotéricos círculos científicos se ha fijado este valor? ¿Cómo se ha transmitido la información a los políticos para su aprobación? ¿Se han ponderado las diferentes posibilidades? ¿Se nos ha consultado en algún momento o se nos ha dado como una ley divina? ¿Por qué si estos límites son tan claros y evidentes los rectores municipales madrileños, por ejemplo, no toman medidas sabiendo que en el primer trimestre de 2011 la media de mediciones de toda la red estaba en 53 microgramos? ¿No se sentían ellos mismos afectados? ¿No será que, en el fondo, existe una evaluación de riesgos implícita, y sin base racional que la sustente, mediante la cuál se supone que los 40 microgramos son una exageración ya que, en realidad, el proceso mediante el cuál se ha fijado el límite ha sido totalmente opaco y "vaya usted a saber qué significa"?
Santiago de Chile está ahí, debajo de la capa de contaminación natura-medioambiental
Necesitamos indicadores que suministren a la ciudadanía conocimiento de lo que está pasando en su ciudad y no sólo información. Indicadores comprensibles que permitan una toma de decisiones plenamente democrática y que conviertan, como dice Saskia Sassen, nuestras ciudades en ciudades transparentes y no el ciudades opacas en las que prolifere la corrupción y el poder esté en manos de unos pocos que, a veces retienen este conocimiento y otras lo manipulan, para usarlo en su provecho. Esta situación es particularmente sangrante en la cuestión de riesgos. Porque los riesgos en nuestras ciudades no significan sólo un balance económico como en el caso de los riesgos financieros. Significan mucho más: vidas prematuramente cortadas, lesiones para toda la vida, estragos y pérdidas económicas absurdas. La gestión de riesgos debería ser una prioridad grabada a fuego en la ética profesional de los técnicos que planifican y diseñan nuestras ciudades. Y en la propia sociedad que, no pocas veces y normalmente por comodidad, delega demasiadas cosas y no se compromete. Pero también en aquellos políticos que, de verdad, crean que están en política para trabajar por la comunidad (lo juro, el otro día me encontré con uno, si pudiera lo votaba pero su partido lo ha relegado al final de la lista para poner por delante un montón de impresentables y si lo voto a él también tengo que hacerlo con todos los demás).
Normas UNE sobre gestión de riesgos
Es interesante saber que existen normas UNE sobre este tema (también ISO), unas más aplicables que otras a las áreas urbanizadas. Relaciono a continuación las más importantes aunque lo cierto es que existe un notabilísimo margen de mejora tanto en las ya aprobadas como en las faltas clamorosas que se aprecian:
- UNE 150008:2008. Análisis y evaluación del riesgo ambiental.
- UNE-EN ISO 14001:2004. Sistemas de gestión ambiental. Requisitos con orientación para su uso.
- UNE-EN ISO 14001:2004/AC:2009. Sistemas de gestión ambiental. Requisitos con orientación para su uso. (ISO 14001:2004/Cor 1:2009).
- UNE-EN ISO 9001:2008. Sistemas de gestión de la calidad. Requisitos. (ISO 9001:2008).
- UNE-EN 31010:2011. Gestión del riesgo. Técnicas de apreciación del riesgo.
- UNE-ISO GUIA 73:2010 IN. Gestión del riesgo. Vocabulario.
- UNE-ISO 31000:2010. Gestión del riesgo. Principios y directrices.
Interesantísimo e imprescindible asunto éste de la gestión de riesgos en el ámbito urbanístico. Por cierto no sabía sobre las atribuciones de planificación urbanística de los ingenieros de caminos, pensaba que sólo podían hacer proyectos de urbanización pero no, por ejemplo, un plan parcial.
ResponderEliminarPepe: efectivamente, este tipo de prioridades son casi elementales que se consideren en primer lugar en la escala. Me temo que ni la sociedad lo demanda, casi seguro que por desconocimiento, ni los técnicos lo consideran en toda su amplitud. El resultado: desolación, en algunos casos muertes y lesiones. El problema es que las responsabilidades a la hora de la verdad se diluyen. Por lo que sé del Madrid Arena el Ayuntamiento le echa la culpa a la empresa, la empresa al ayuntamiento, la policía a la empresa, la empresa a la policía. Y el resultado: cuatro muertes inocentes que nada tienen que ver con la corrupción, la ineptitud y la dejadez. En el caso de las recientes inundaciones del sur y del este ni tan siquiera se ha pensado en pedir estas responsabilidades. Como dices en el artículo la gente piensa que es "una maldición divina" pero en algunos casos no es más que desconocimiento -no me puedo creer que alguien planifique donde no debe sabiéndolo-. Un articulo triste y oportuno como corresponde a la situación. Unha aperta.
ResponderEliminarPensé que esas cosas sólo nos pasaban en el hemisferio sur pero veo que no es así. Alabo la valentía de la opinión y la postura de ponerse de la parte común frente a técnicos y políticos que tantas veces hacen frente conjunto para disculparse entre sí. Me ha interesado en particular por haber sufrido en mis cercanos la ineptitud de los que deciden dónde colocar los lugares habitacionales. Gracias por decirlo. Alberto A.
ResponderEliminarNo sé si dejar decisiones de este calado en manos de la gente es la mejor opción. Sobre todo cuando pienso cuales son los bestsellers que se leen, los programas de máxima audiencia que se ven y los políticos que se votan. No digo yo que no se les consulte pero conforme voy viendo dque hay un comportamiento de la masa en bloque claramente diferenciado de los pensamientos individuales no lo tengo claro. Sse trata del mismo proceso que el comportamiento de esa masa en situaciones críticas como avalanchas. Es posible que sea demasiado negativo pero empezaría, no por implicar a "la gente" si no por educar a los técnicos que tienen un desconocimiento, casi desprecio, por esta cuestión y otras parecidas que es vergonzoso.
ResponderEliminarHasta hace dos días consideraba que mi blog era un lugar de opinión que, a modo de otra cara del poliedro, presentaba otra forma de ver mi ciudad: Santiago de Compostela.
ResponderEliminarAyer cuando entre en él para preparar un nuevo post, me encontré una frase: hacked by hacker, escrita sobre el fondo blanco de la pantalla.
“Necesitamos indicadores que suministren a la ciudadanía conocimiento de lo que está pasando en su ciudad y no sólo información. Indicadores comprensibles que permitan una toma de decisiones plenamente democrática”. Necesitamos democracia porque me han callado. Pero intentare volver.
En cuanto a las zonas indudables apuntar que múltiples planes generales que pasaron por mi mano - el plan más terrible es el de Padrón (Galicia) que se sitúa en la desembocadura del rio Sar en el Ulla y con una orografía casi plana y que sufre inundaciones como caigan dos gotas de mas, a pesar de las obras de un canal que desvía parte del caudal- en el señalamiento de zonas las correspondientes a protección de cauces, las cuales son dos bandas paralelas al cauce y cuyas distancias son las que resultan de aplicar directamente la ley de aguas, protección de 5 m o 100 m, sin considerar la orografía y topografía.
Teresa: debo entender que te han hackeado el blog. Algo sí que ha debido de pasar porque al entrar en tu página, sale en un formato raro y sólo en texto. Enfin... puedo llegar a ponerme en la piel de un hacker que entra en la página web del Pentágono para demostrar que David puede con Goliat. Pero que nos incordien a los pobrecitos que apenas somos más que un grano de arena entre los grandes lobos de la información, que además lo hacemos sin obtener ni un euro simplemente porque entendemos que internet es algo más que un conjunto de personajes que se cuentan entre sí lo que hacen cuando se levantan, se acuestan, y que han comido de postre, me parece una desgracia más de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Lo siento.
ResponderEliminarPero no podrán callarnos. Ánimo.
No es sólo Padrón y las zonas inundables. Son los trece depósitos de combustible situados en un lateral del polígono de Cobo Calleja a menos de dos kilómetros de la cabecera de pista del aeropuerto militar de Getafe enmedio de un área densamente poblada de Madrid. Es el reactor nuclear situado en plena Ciudad Universitaria, al lado de donde trabajo. Son todos los espacios públicos de los nuevos barrios de Madrid diseñados parece que para ponérselo sencillo a los delincuentes... Aunque me he centrado sólo en Madrid y en lo primero que se me ha ocurrido podría seguir y seguir.
Besos.
Respecto al Madrid Arena más que una mala gestión de riesgos o la ausencia de tal gestión, parece que la culpa ha sido de la avaricia desmedida y la corrupción. Hasta el más neoliberal sabe que determinadas cosas y servicios que no se rigen por la ley de la oferta y la demanda no pueden ser gestionados por un sistema cuyo objetivo único es ganar dinero. Es es lo que pasa si "externalizas" la seguridad o los servicios médicos. Luego hay dos médicos para 10.000 personas, 15 seguratas, etc. Se ven impotentes, claro. Mientras no sean necesarios todo bien, a ganar pasta. Pero en cuanto pasa algo suceden las desgracias. Este artículo debería ser conocido por el "gran público". Al final, los únicos que recibimos este tipo de mensajes somo los mismos. No se trata de un crítica a Fariña, al contrario, hacen falta muchos Fariñas en los medios de comunicacion.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Juan pero es que además ha habido una mala gestión de riesgos. O no ha habido ninguna. No se pueden reunir a 10.000 personas, ahora se habla ya de 17.000, en condiciones favorables para el consumo de alcohol y drogas asi sin tan siquiera plantear la posibilidad de que ocurriera algo en el estrcho pasillo que había en la salida. Y y lo de los dos médicos y el enfermero es demasiado. También parece chusca la disculpa del responsable "...a menos que cayera un meteorito..." Así nos va.
ResponderEliminarSe menciona de pasada en el artículo pero me parece importante destacar que los riesgos menos evidentes son los que necesitan más de la concienciación de que están. Me refiero, por ejemplo, con todos los que tienen que ver con la contaminación -acústica, del aire, del agua y otras- qye matan silenciosamente o producen lesiones físicas o siquícas. Es verdad que este tipo de cosas que son las que nos deberian de importar las ponemos siempre al final de las prioridades. Muy oportuno del artículo, estoy de acuerdo con Juan en que necesitamos muchos Fariñas. Gerardo.
ResponderEliminarEs un tema muy rico para discutir horas. Señalo que hay dos tipos de riesgos. Los riesgos difusos que afectan a todos como la contaminación del aire. Y los riesgos directos que afectan a personas concretas como los que viven en una zona que se inunda. Me parece que no se deben tratar igual. En el reparto de riesgos que destaca Beck no veo como se pueden repartir los primeros. Sí los segundos. Lo más incompresible es que aquellos que tienen el poder no traten de resolver los primeros antes que los segundos. Me parece que lo intentan pero no son capaces de hacerlo. De forma que los riesgos difusos por la vía de la desgracia están igualando a todos. Quiero decir, que todos tienen iguales posibilidades de morir de un cáncer de pulmón originado por la contaminación del aire. Los ricos y los pobres. Otra cosa son los riesgos directos. Ahí sí estaría de acuerdo en que los poderosos tienen ventaja.
ResponderEliminarCuando leo escritos razonables como este y luego -elecciones catalanas- veo el circo político-mediático que se organiza en torno a las pasiones más degradantes del ser humano como son los nacionalismos sean catalanidad, españolidad o europeidad, pienso sino estaremos equivocados en forma de organizarnos como sociedad. Quiero decir que si lo que llamamos democracia en realidad no es más que un engañabobos para tenerlos entretenidos mientras los de siempre hacen lo de siempre: vivir como dios a nuestra costa. Soy arquitecto y llevo tres años buscando trabajo. Estoy casado y tengo una niña de un año. Vivimos en casa de los padres de mi mujer y sinceramente tiraría por la borda a todos estos piratas que se entretienen en estupideces -tales como si se independizan o no- mientras sus "subditos" no tienen la más mínima posibilidad de construir sus propias vidad. ¿Para qué independizarse? ¿De quién? ¿Es que los que los mantienen maniatados los iban a dejar libres si son todavía más pequeños? ¿Es que la gente no se da cuenta que los negreros son el diez por ciento de la población mundial que mediante el sistema económico tiene esclavizado al noventa por ciento restante? ¿De verdad alguién se cree que Burgos o Cataluña independiente van a poder luchar en mejores condiciones contra estos negreros que todo un continente? Fariña, perdona el desahogo, pero me siento impotente ante tanta estupidez.
ResponderEliminarAlberto: estuve bastante tiempo pensando si publicar tu comentario. Aparentemente no añade nada al tema de la gestión de riesgos (a menos que consideremos la actual situación como un riesgo, claro) y, además en un blog que leen muchos de mis alumnos introducir tales dosis de pesimismo no me hace muy feliz. Sin embargo, la situación que reflejas probablemente sea en la que están muchos de ellos. De alguna forma he sentido que debía publicarlo por una sencilla sensación de solidaridad con todos, y de rabia que comparto por la ceguera y, como tú dices, la estupidez de nuestros dirigentes enzarzados en lo accesorio y abandonando las cuestiones críticas. Pasa un poco como con el planeamiento y la gestión de la ciudad en relación a los riesgos: se olvidan de lo importante y atienden sólo a lo accesorio. Comprendo que puedo hacer poco diciendo que te animes, y que comparto tu análisis, aunque soy mucho más optimista (probablemente porque estoy en mejor situación que la tuya) respecto a las posibilidades que todavía nos quedan y el futuro que nos espera. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por haber publicado el comentario que no era más que un desahogo y tenía poco que ver con los riesgos en áreas urbanas. Espero que les pueda servir a otros en mis circunstancias por aquello de "mal de muchos..."
ResponderEliminarEn el Instituto de Urbanismo de Grenoble, donde realizo mis trabajos de investigaciòn, y en el Instituto de Greografia Alpina (también en Grenoble), hay varios investigadores que estudian la gestion de riesgos urbanos y el impacto de las consecuencias no-intencionadas derivadas de la ordenaciòn del territorio. Olivier Souveyran es uno de los grandes expertos, con bastantes publicaciones sobre el tema. Dejo una referencia que viene bastante al caso: Chalas et Souveyran (2009), Incertitude, environnement et aménagement. Quelle rupture? Solo que no sé si estarà publicado en español. Saludos.
ResponderEliminarMuchas veces no se atiende a los riesgos invisibles para la salud como son, por ejemplo, la ausencia de zonas verdes cercanas. Comprendo que si ya no se consideran los visibles tales como una inundación mucho menos se van a considerar estos otros. Pero no deja de ser triste. Un despacho de abogados norteamericano se haría de oro demandando a la administración. Cris.
ResponderEliminarEs una vergüenza como se ha hecho la planificación en España. Y todavía más vergonzoso es el caso de Valencia. Lo único que importaba era declarar suelo urbano o urbanizable para que determinados corruptos se forraran. Se urbanizaron ramblas y playas. Miles de metros cuadrados de excelentes terrenos de cultivo quedaron sepultados bajo masas de hormigón. Y lo que más me duele que todo esto se ha hecho con el consentimiento de los valencianos que ahora protestan cuando se inundan sus viviendas y quieren que paguemos los destrozos entre todos. Es verdad que algunos compradores no tienen la culpa de nada, pero otros eran perfectamente conscientes de lo que pasaba.
ResponderEliminarJosé Mª Menéndez Jambrina
ResponderEliminarMilagros tiene razón.
Añado el tratamiento que dan los medios de comunicación a sus noticias cuando esto sucede: se quedan en lo anecdótico, siempre salen los paisanos con sus casas llenas de lodos, y lamentando lo que ha ocurrido.
Nunca, ningún medio, analiza las causas del problema, y es tan sencillo como la propia definición de RAMBLA: en geomorfología, barranco o torrente, es decir, un cauce con caudal temporal u ocasional.
Si alguien comete la torpeza de construir en una RAMBLA, puede, que ocasionalmente, llegue un torrente de agua y se inunde o arrastre las edificaciones, como ocurre en Levante, todos los años...
Cada año, lo mísmo, verán Uds. cómo la próxima gota fría, en TV volverán a emitir lo mísmo: coches patas arriba, habitantes de casas mostrando hasta dónde llegó el agua, gente sacando lodos,... es una especie de periodismo amarillento, donde sólo interesa lo superficial, lo grotesco, lo catastrófico. No hay intención de informar en profundidad y con rigor, es siempre la mísma repetición informativa, por los siglos de los siglos...