jueves, 31 de enero de 2008

Sevilla, paisaje desde la orilla derecha

El viernes pasado tuve que ir a Sevilla (nunca me niego cuando se trata de una de mis ciudades favoritas) a hablar de la relación entre ciudad y naturaleza en un máster organizado por la Escuela de Arquitectura. Terminé tarde, sobre las dos y media y decidí ir andando hasta el centro. Me fui por la Palmera y Delicias que es un paseo que me encanta hacer, sobre todo por el arbolado, hasta llegar al puente de San Telmo. Allí me esperaba Félix para comer. Pero no resistí la tentación (nunca lo hago cuando estoy cerca) y le propusé cruzar a Triana para ver, desde la orilla derecha, el edificio que Moneo hizo para La Previsión Española.


Y en lugar de comer, allí estábamos mirando el edificio desde el arbolado cercano al puente, cuando llegó un grupo de turistas (no sé que hacían a la hora de comer en aquel sitio rompiendo la magia de nuestra contemplación paisajística, por Dios...) empeñados en fotografiar el río. Pero lo que querían sobre todo era la imagen de la Torre del Oro con la Giralda al fondo. Empecé a percatarme que no estaban muy contentos cuando empezaron a lanzar imprecaciones contra algo que luego comprendí que era el edificio de Moneo. -¿A quien se le habrá ocurrido plantar esa mamarrachada delante?- Hacía años que no oía la palabra mamarrachada pero el que la había pronunciado la usaba en el sentido que se había usado siempre en mi familia (sinónimo de adefesio, cosa sin sentido, incordio, según el DRAE "acción desconcertada y ridicula").


El que llamaran mamarrachada al edificio de Moneo me sublevó porque es una de mis obras de arquitectura favoritas. Pero con la prudencia que me caracteriza no hice el menor comentario. Félix tampoco porque estaba hablando por el móvil a ver si localizaba un sitio para comer a aquellas horas. Luego todo se desarrolló muy deprisa porque el AVE se iba inmisericorde, y apenas tuve tiempo de ver el nuevo tranvía y que el centro estaba como siempre (algo menos alegre porque las nubes no le sientan bien a Sevilla). Luego, en el tren, la palabra mamarrachada me asaltaba una y otra vez cuando la asociaba al edificio de La Previsión Española.

Imagen de fotos del mundo

Pero, en realidad ¿qué le molestaba a aquellos turistas? Básicamente que entre la Torre del Oro la Catedral y la Giralda se interpusiera el austero y aplomado edificio de Rafael Moneo. Así que me fuí a Internet y me puse a buscar imágenes de la Torre del Oro. El problema era evidente. No se podía eliminar el edificio de La Previsión si se quería incluir la Giralda. Para conseguirlo había que alejarse bastante del puente, pero entonces la Giralda quedaba a la izquierda del encuadre respecto a la albarrana. Era obvio que yo no había sido capaz de ver esto, condicionado como estaba por la calidad arquitectónica del edificio, y por la relación que se establecía con la Torre del Oro. Además hace ya años que no hago fotografías sino vídeos y la estética del instante a veces se me escapa.

Imagen de chain.to


En algunos casos (tal y como se puede ver en las imágenes de arriba) ¡incluso habían llegado a cortar la base de la Torre para quitar de enmedio las oficinas de La Prevision!

Estaba experimentando en mi mismo, una vez más, la importancia de los elementos subjetivos en la percepción del paisaje. La primera vez que ví el edificio de Moneo fue viniendo por el Paseo de las Delicias teniendo a la izquierda la Torre del Oro. La relación que se establecía entre ambos, el diálogo que mantenían frente a frente, realmente me impactó. Desde entonces esta es la imagen que permanece en mi subconsciente y que se impone a cualquier otra. De forma que en mis paseos a lo largo del río siguiendo la calle Betis (haciendo incursiones visuales de la orilla izquierda donde puedo), bien desde el puente de San Telmo o desde el de Triana, nunca buscaba la Torre del Oro para asociarla con la Giralda, sino para asociarla con La Previsión Española. Me parece que, a partir de ahora, la pareja se va a convertir en trio y nunca más seré tan feliz paseando por ese trozo de Sevilla como lo he sido hasta que a un turista le pareció imperdonable que la Giralda surgiera directamente de la cubierta del edificio que primero fue de La Previsión Española, luego devino en Helvetia Prevision S.A. Seguros y Reaseguros y que ahora es Helvetia a secas, aunque para mí siempre será el edificio de Moneo.


Claro, seguirá pareciéndome magnífico el edificio, pero lo que seguramente ya nunca más me parecerá excelente es ese trozo concreto de paisaje urbano visto desde la orilla derecha. Y es que no se debió haber construido de esta forma en este sitio concreto de la ciudad. No digo que el skyline de Sevilla tuviera que permanecer para siempre tal y como se muestra en esta reproducción de principios de siglo (al fin y al cabo el edificio de Moneo no cambia apreciablemente el perfil de la ciudad aunque si el fondo sobre el que se recorta la Torre del Oro).

A comienzos del siglo XX (Todocoleccion.net)


O que siempre hubiera que verla desde la altura de un edificio de enfrente tal y como se aprecia en esta vista más reciente. O que tengamos que mantener siempre los perfiles urbanos tal y como aparecen en el imaginario colectivo. Pero sí tener algo más de cuidado con las alturas, los volúmenes y las visuales cuando planificamos entornos "sensibles" como este. Menos mal que el edificio se le encargó a Moneo. Probablemente en manos de la mayoría de los arquitectos se hubiera producido una auténtica catástrofe en el paisaje sevillano.

Debo confesaros que, cuando ya tenía escrito el articulo, estuve pensando mucho si era adecuado el publicarlo en el blog. Bueno, si era adecuado darlo a conocer a través de cualquier medio. Lo digo porque, seguramente, aquellos que después de visitar el casco histórico crucéis el puente de San Telmo para admirar la ciudad desde la otra orilla y veáis, al fondo, semioculta por la cubierta de La Previsión Española, la torre de la Giralda, no podréis dejar de preguntaros como sería esta vista sin este estorbo. Probablemente vuestra alma no se expandirá tan gozosa como si esta pregunta nunca hubiera existido. Pero también puede que penséis cómo sería esta vista si el proyecto hubiera caído en manos de... (ese mismo que estáis pensando). O en lo que había detrás antes, que algo asoma en la foto nocturna de arriba. De forma que pensé: bueno, a pesar de todo voy a contarlo.


martes, 22 de enero de 2008

Ulrich Beck: “La sociedad del riesgo”

Hoy voy a comentar otro de los libros básicos que nos pueden ayudar a entender la situación en la que se encuentra la sociedad actual. Su autor es el sociólogo alemán Ulrich Beck. Nacido en el año 1944 no pertenece todavía al “club de los octogenarios” del que se nutre buena parte de la intelectualidad actual.


Las fotografías que ilustran la entrada (excepto la última) proceden del Blacksmith Institute donde se recogen los lugares más contaminados del mundo. Del desastre de Chernobyl, que hizo cambiar tantas cosas en la relación entre ciencia y progreso, no he incluido las fotos que hizo Paul Fusco para la Agencia Magnum tal y como tenía previsto, porque no estoy seguro que se puedan reproducir libremente. Pero es muy recomendable, ahora que vuelve a ponerse de moda hablar de la energía nuclear como algo benéfico, visualizar este vídeo realizado con las fotos de Fusco. Advierto que es muy duro, pero utilizar la táctica del avestruz frente a la realidad sólo sirve para equivocarnos. A pesar de que uno siente la tentación de cerrar la ventana, olvidarse de lo que está viendo y volver al confortable fondo de escritorio con nuestras fotos más felices, recomiendo (sobre todo a los jóvenes) que traten de llegar al final. Está en inglés (lo siento) pero las imágenes son suficientes para entender el mensaje.

La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad fue publicado en el año 1986 (la edición en castellano es de Paidós, del año 1998) y desde su publicación ha dado lugar a un nuevo enfoque en la disciplina que podríamos denominar “sociología del riesgo”. Después, Beck publicó obras también muy importantes como Las políticas ecológicas en la sociedad del riesgo (1988), La sociedad del riesgo global (2002), La individualización : el individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas (2003), La mirada cosmopolita o la guerra es la paz (2005) o Cómo los vecinos se convierten en judíos. La construcción política del extraño en una era de modernidad reflexiva (2007).


Pienso que se trata de un libro de lectura imprescindible, aunque no exenta de dificultades, probablemente debido a la traducción del alemán de la que se han encargado varias personas distintas.

Aparece dividido en tres partes. En la primera, que llama “Sobre el volcán civilizatorio: los contornos de la sociedad del riesgo”, estudia la evolución de una sociedad basada en el reparto de la riqueza a otra basada en el reparto de los riesgos, y la teoría política del conocimiento en la sociedad del riesgo. En la segunda “Individualización de la desigualdad social: la destradicionalización de las formas de vida de la sociedad industrial”, se ocupa de las clases y las capas sociales, las desigualdades entre hombres y mujeres, la individualización y la desestandarización del trabajo productivo. Y por fin, en la tercera, que denomina “Modernización reflexiva: hacia la generalización de la ciencia y de la política”, muestra a modo de conclusión las relaciones en las subpolíticas, los riesgos y la ciencia.

Dicho lo anterior de forma tan aséptica y abrupta, he podido más bien desanimar que animar a su lectura, de forma que ahora me corresponde centrarlo en los temas que he ido introduciendo en el blog. Sin embargo he de advertir que, aunque muchos han querido reducir las propuestas de Beck a los riesgos producidos por las nuevas tecnologías (de la mano de la ciencia), sus planteamientos van mucho más allá y, aunque por la índole de nuestra temática nos centremos en estas cuestiones no podemos hacer como si el resto no existiera. De forma que, aunque sea algo más largo y pesado, voy a intentar comentar el planteamiento global haciendo énfasis en las cuestiones ambientales y ecológicas.

Chernobyl (Ucrania), Accidente nuclear
Población afectada 5.500.000 personas
“El sarcófago nuclear” (Julien Behal)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

En la sociedad industrial clásica la estratificación social y los conflictos venían marcados por el reparto de riqueza. La familia, los empresarios, los sindicatos, es decir, los agentes tradicionales se posicionaban en razón a este reparto. El ideal lo era de progreso, siguiendo el principio de que a mayor producción mayor bienestar social. El excelente funcionamiento de este sistema trajo consigo la aparición de nuevos riesgos con grandes dificultades para su manejo y control. Riesgos que, además, afectaban de forma bastante indiscriminada a todos los estamentos y a todas las clases. En estas circunstancias ha aparecido una nueva forma de organización en la cual la sociedad ya no está basada en un reparto de la riqueza sino en un reparto de los riesgos. Y aquí es donde aparecen los nuevos conflictos sociales. El problema es que, de hecho, la sociedad industrial ya ha dado el paso a una sociedad del riesgo, mientras que en el plano normativo, de valores, etc. perviven todavía las instituciones y comportamientos correspondientes a un tipo de sociedad basada en el reparto de riqueza.

Se supone que la diferencia entre peligro y riesgo está, en cierta medida, en la voluntariedad. El peligro tiene directamente que ver con la fatalidad, con aquello que ocurre exterior a nosotros y que no podemos evitar y el riesgo con la exposición voluntaria y deliberada y calculada a un daño, normalmente para obtener algo a cambio. Cuando Beck se refiere a los nuevos riesgos atómicos, químicos o genéticos, se está refiriendo a unos riesgos normalmente imperceptibles (necesitamos que la ciencia nos diga que hay radiación atómica, no la notamos, aunque sí sus consecuencias), que no se pueden limitar temporal o localmente, es decir son globales, y que suelen ser irreversibles, difícilmente cuantificables e indiscriminados (afectan tarde o temprano a todos, ricos o pobres, aunque no de la misma manera).

Chernobyl (Ucrania), Accidente nuclear
Población afectada 5.500.000 personas
“Secuelas de la radiación” (Julien Behal)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

A pesar de todo ello siguen siendo riesgos en el sentido de que son voluntarios, aunque los sujetos no los perciban como tales y, por tanto, subjetivamente los conviertan en peligros. Y son voluntarios porque la sociedad podría decidir, por ejemplo, no cultivar transgénicos. O cerrar definitivamente todas las centrales nucleares. Sin embargo, el desfase entre una sociedad del riesgo y una sociedad en la que todavía perviven comportamientos correspondientes a la etapa anterior impide que los sujetos los perciban como tales y entonces se habla, por ejemplo, de los “peligros de la industrialización”.

En todo este discurso aparece en lugar central el tema de la ciencia. El papel que tradicionalmente se le ha asignado a la ciencia ha sido el de dominio y control de la naturaleza y en este dominio y control se ha basado todo el llamado “progreso” de la sociedad industrial. Con la crisis medioambiental este papel ha sido modificado y, en realidad, a pasado a ser el de apaga-fuegos, adaptando y ajustando una naturaleza que, previamente, se había encargado de volver disfuncional incendiándola sin miramientos. Accidentes como el de Chernobyl (que está en el origen de este libro) se convierten en referentes de la pérdida de autoridad científica como consejera y de la credibilidad de los políticos que confían en ella. El abuso de la ciencia que han realizado los políticos ha hecho que se haya producido una "cientificación" de la política pero también una politización de la ciencia.

Linfen, (Corazón industrial de China)
Contaminaciones del aire
Población afectada 3.000.000 personas
“Joven afectado” (Andreas Haberman)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

Llega, por tanto, un momento en el cual, el éxito de la Modernidad pone en peligro la propia continuidad de la misma. Es la primera vez en la Historia en que el desarrollo del sistema va en su contra. Ante esta situación la sociedad, en una segunda etapa, reacciona, produciéndose un fenómeno que Beck llama “Modernidad Reflexiva”. Esta idea de la “Modernidad Reflexiva” aparece tan destacada en el libro como el de la “Sociedad del Riesgo” ya que supone el cuestionamiento de todo el entramado en el que se ha basado la primera Modernidad. La ciencia, el progreso, la industrialización, son objeto de revisión.

En particular, la ciencia, sometida a una profunda crítica, tanto externa como interna, aparece en el fondo, como la causa y el origen de los riesgos de la Modernidad. La ciencia es la causa como se vio en Chernobyl y en tantos otros sitios. Pero la ciencia es también la encargada de definir los riesgos ya que sin su ayuda sería imposible construirlos socialmente. Lo que sucede es que esta definición de los riesgos, muchas veces, es una pura falacia “científica”. Veamos como explica el propio Beck el tema de los llamados “valores límites de tolerancia”:

“La cuestión de si planta, animal o humano pueden soportar una cantidad grande o pequeña de ese “poco” veneno y qué cantidad –y, en este contexto, qué se entiende por “soportar”, acerca de estas encantadoras cuestiones de horror; surgidas de la cocina de toxinas y antitoxinas de la civilización avanzada, trata la determinación de los valores límite.”

“Dicho de forma más precisa debería leerse: no envenenarnos completamente. Ya que, irónicamente, posibilita el famoso y controvertido “poco”. No se trata, por tanto, en esta “reglamentación” de impedir el envenenamiento, sino de la medida permitida de envenenamiento. El hecho de que esto esté permitido ya no cabe dudarlo sobre la base de esta reglamentación. Los valores límite de tolerancia son, pues, en este sentido, líneas de retirada de una civilización que se cubre a sí misma en abundancia con sustancias nocivas y tóxicas. La exigencia obvia de no envenenamiento es rechazada por ella como utópica.”

Valle de Sukinda (India), minería
El 60% del agua potable contiene cromo tóxico
Población afectada 2.600.000
“Aguas contaminadas” (Petros Morgos)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

En definitiva, según el autor, no existen soluciones científicas al problema del riesgo ya que el conocimiento científico se ve imposibilitado de evaluar soluciones culturalmente aceptables. En este campo “La racionalidad científica no sirve de nada sin racionalidad social, pero la racionalidad social es ciega sin racionalidad científica”.

A pesar de todo, el subsistema científico-técnico ha mantenido su poder incluso en la segunda Modernidad (“Modernidad Reflexiva”) ya que el subsistema político-administrativo ha dejado en sus manos la determinación de los riesgos, limitando el debate a una cuestión científica. De esta forma estamos en manos de una tecnocracia que no ha eliminado sino tan solo disimulado los conflictos. Según Beck ha ello han contribuido también determinados movimientos ecologistas que al luchar por aminorar los daños ambientales reducen a veces el conflicto a disputas entre expertos.

Bhopal (India), Fuga de isocianato de metilo
La peor catástrofe industrial del mundo
Población afectada 600.000 personas
"Union Carbide, la fábrica abandonada"
Imagen extraída del archivo de Greenpeace

Su propuesta plantea, en primer lugar, más democracia participativa para que los ciudadanos de las sociedades de riesgo sean más autónomos y libres. En segundo lugar habla de la subpolítica, una zona intermedia entre el sistema político y la sociedad civil, donde articular los nuevos sistemas de lucha en el que tendrán una gran importancia las “comunidades de riesgo”. Estas comunidades aparecen a partir de la percepción de un peligro. Por ejemplo, frente a las fábricas de productos químicos que contaminan el mar se forman grupos contrarios constituidos por pescadores, empresas conserveras, ecologistas, ciudadanos… Enfrente: las fábricas y sus trabajadores, los expertos científicos, algunos políticos, otros ciudadanos, etc. En definitiva, grupos transversales a las propias clases sociales tradicionales e incluso a los grupos de interés.

Por supuesto que la Sociedad del Riesgo y la Modernidad Reflexiva cuestionan muchas cosas, por ejemplo la teoría de los sistemas autorreferenciales y autopoiéticos de Luhman. Pero también han sufrido duras críticas de todo el conjunto de teorías que se agrupan bajo el nombre de “modernización ecológica” (en torno a Mol y Spaargaren), y que buscan la salida en el propio conocimiento científico y tecnológico, tales como el concepto de post-normal science. Aunque desde mi punto de vista la altura intelectual y ética de ambas posturas ("Sociedad del Riesgo" frente a "Modernización Ecológica") no es comparable, trataré de introducir en un futuro algún artículo acerca de esta discusión. Pero esto quedará para otro día y otro libro.


sábado, 19 de enero de 2008

Cortázar, la escalera y el paisaje

Se acaba de clausurar en la Escuela de Arquitectura de Madrid el 4º Congreso Europeo sobre Investigación Arquitectónica y Urbana, con el tema del "Paisaje Cultural" (EURAU08). Lo organizó la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, en colaboración con la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de Marsella ENSA, la Escuela Nacional Superior de Arquitectura y Paisaje de Lille y la Asociación de Institutos Superiores de Arquitectura de Bruselas, Lieja y Mons ISAI. Paralelamente a los actos y ponencias oficiales, un grupo de alumnos (en torno a Paisaje Transversal) y profesores de la ETSAM con ayudas “exteriores” como Ecosistema Urbano, Andrés Walliser, Francisco Jarauta o Basurama (todos de forma altruista) estamos intentando que las preocupaciones sobre el paisaje cultural lleguen también a los alumnos. Estos deseos se han concretado en un taller llamado “Condiciones metropolitanas contemporáneas” que, con una duración mayor que la del Congreso (una semana), acabamos de finalizar.


Probablemente le dedicaré a este taller más de una entrada pero hoy quería traer al blog la introducción que hice a la mesa que me tocó en suerte en el Congreso y que se llamaba “Paisaje, Territorio y Turismo”. Aunque aparentemente no tenía mucho que ver, pensé comenzar con algo muy distinto pero muy arquitectónico: las escaleras.

Por supuesto, al mencionar la palabra “escaleras” siempre aparece en mis recuerdos la figura de Cortázar. A estas alturas del blog aquellos que lo lean de vez en cuando ya conocerán mi predilección por este autor. Pero es que sus “Instrucciones para subir una escalera” incluidas en “Historias de cronopios y de famas” deberían de ser conocidas por cualquier estudiante de arquitectura (y por el resto de la Humanidad, claro está). Probablemente muchos ya habréis leído las líneas que voy a reproducir a continuación pero, ante la posibilidad de que muchos jóvenes terminen la carrera sin haberlas leído, las voy a reproducir por si a alguno se le ha ocurrido deambular por este blog:


“Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Julio Cortázar escribiendo
Imagen extraída de la página de Julio Cortázar

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

"Subiendo escaleras" (1884-85)
Eadweard Muybridge, precursor del cine
Visión evolutiva de la fotografía

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.”

Comprendo que algunos, a estas alturas de la introducción, estéis algo desconcertados. Divertidos, si. Pero desconcertados también. Y en vuestro derecho a preguntarme: -Muy bien, nos has dado una interesante lección de arquitectura pero ¿qué tiene todo esto que ver con el paisaje?- De momento nada, aunque para muchos de los ponentes del Congreso lo explicado en el relato anterior también sería paisaje, porque desde su punto de vista todo es paisaje (la vida es paisaje, la sociedad es paisaje, la economía es paisaje, los edificios son paisaje, los árboles son paisaje, los relatos son paisaje, las escaleras son paisaje, las relaciones sexuales son paisaje, la web es paisaje, la política es paisaje, el tiempo es paisaje). Pero bueno, resulta que luego Cortázar hizo una segunda parte de estas instrucciones. Si queréis oírlas en su voz tan peculiar podéis hacerlo aquí (altamente recomendable). Pero si, simplemente os apetece leerlas las he transcrito para vosotros:

“En un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó alguna vez que hay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que no se dijo entonces es que también puede haber escaleras para ir hacia atrás. Los usuarios de estos útiles artefactos, comprenderán sin excesivo esfuerzo que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de espaldas, pero lo que en esos casos está por verse es el resultado de tan insólito proceso.

Hágase la prueba con cualquier escalera exterior; vencido el primer sentimiento de incomodidad e incluso de vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito que si bien forma parte del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio bastará subirla de espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la tapia del jardín, salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego el molino de la Turca, estalle en los álamos del cementerio, y con un poco de suerte llegue hasta el horizonte de verdad, el de la definición que nos enseñaba la señorita de tercer grado. ¿Y el cielo, y las nubes? Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo. A lo mejor después, cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá que también allí había que mirar muchas cosas en esa forma, que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia atrás.

Fondo de escritorio extraído de Nandx

Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse; hay cosas que sólo se dejan ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en su nivel y en su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro, el campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa silla; cuidado con esa mujer.”

Espero que el lector comprenda ahora porque realicé la introducción de la mesa con esta cita de Cortázar. No se refiere, por supuesto, al concepto del paisaje, sino a la aportación que el artista hace a la sociedad. Un escritor, un poeta, un pintor, sencillamente se diferencian del resto por el hecho de que son capaces de mirar de otra manera. Un paisajista, debería de estar en condiciones de mostrar esta otra mirada (con el acento puesto en los elementos que le son peculiares y distintos a los de un pintor, un poeta, un economista o un arquitecto) a todos aquellos que no tienen la habilidad o el tiempo para mirar de otra forma.

"Subiendo y bajando" (1960, litografía), Escher
Extraído del sitio oficial de Escher

Muchas veces veces para mostrar esta mirada no es ni tan siquiera necesario cambiar nada (aunque otras haya que hacerlo), basta con decirles a los que no saben mirar de otra manera que es suficiente con subir la escalera de espaldas. Entonces, en lugar de ver los mismos escalones de todos los días, le habremos enseñado que puede ver el “campito de los Peñaloza, el molino de la Turca los álamos del cementerio e incluso el horizonte de verdad, ese que nos enseñaba la señorita en tercer grado”. Yo veo así el paisajismo y probablemente, en parte, también la arquitectura (esto lo he pensado menos).

Confieso que buena parte de las cosas que he oído y que he visto en el Congreso no me han aportado miradas nuevas (en muchos casos ni tan siquiera existían paisajes). No así en el taller sobre “Condiciones metropolitanas contemporáneas” donde he comprendido que la generación que viene sí que empieza a mirar de otra forma. Y lo que es más importante, empieza a encontrar su manera de transmitir esta mirada.


domingo, 13 de enero de 2008

Dos trabajos del curso de paisaje

En el semestre de invierno impartí junto con Javier Ruiz una asignatura de Paisaje en la Escuela de Arquitectura. Como ya indiqué en la entrada sobre “La Ceja del Atazar” en esta asignatura tratamos, básicamente, que el alumno sea capaz de valorar el territorio y analizar la influencia que tiene sobre el mismo la realización de un proyecto determinado. Para ello utilizamos el método “inverso”. Es decir, en lugar de que trabajen primero el territorio de forma exhaustiva, lo que hacen es plantear un proyecto con un conocimiento “normal” de ese territorio (el que suelen alcanzar en proyectos) y luego, en la segunda parte del curso, analizan el territorio en profundidad estudiando, por ejemplo, la calidad paisajística o la fragilidad. Por último hacen una reflexión sobre la incidencia que su trabajo tiene en ese territorio y, en su caso, lo modifican. Aunque proyectar no sea el objeto del curso lo cierto es que, probablemente debido a la escasa presión que ejercemos sobre el alumno, ya que siempre les aconsejamos que en esta parte del trabajo traten de divertirse, al final del proceso suelen aparecer ideas interesantes (algunas son locuras maravillosas) aunque, a veces, las instalaciones reales suelen superar los proyectos más "locos".

Cornelia Konrads, "Moment of decision", Lulea (Suecia)  Cornelia Konrads

De este semestre voy a publicar dos trabajos. Por desgracia los análisis de valoración y fragilidad escapan a la estructura y finalidad del blog por lo que algunos trabajos realmente buenos en estos aspectos no tienen cabida aquí. Pero sí las ideas sobre algunas de las instalaciones propuestas. Respecto al tema de los lugares donde “se inspiran” los alumnos para algunas de sus ideas, etc., no merece la pena repetir lo ya explicado en la entrada titulada “Reivindicación del color”.

Intervención en el Cerro de San Juan del Viso

Se trata de un trabajo del equipo formado por: Caroline Brochet, Raquel Durán y Michel Macedo. Aunque aquí sólo vamos a mostrar la intervención en un cerro cercano a la ciudad de Alcalá de Henares en Madrid, en realidad se trata de una actuación mayor que incluye la propia ciudad. Aparecen explícitas en la explicación las referencias a Chillida en Tindaya pero el proyecto tiene interés en sí mismo. Veamos su explicación tal y como aparece en el proyecto:

La propuesta comienza en la estación de trenes de Alcalá. Mediante un recorrido peatonal por las zonas más representativas de la ciudad, llegamos al río, de éste a las vegas y por último, tras un ascenso por la ladera, a la entrada de la montaña…

El Cerro testigo de San Juan del Viso


Proponemos un recorrido por el interior del Cerro donde lo importante es estar, pasear, sentir y contemplar las vistas, esas que ahora permanecen ocultas. El final del recorrido está en la cima pero, no es necesario subir hasta allí, es solamente un punto más.

Sección


La propuesta se forma a partir de 3 tipos de tubos: los que se recorren, los que se asoman al paisaje y también se recorren; y los de ascenso a cotas superiores.

Pinchar en la imagen para verla a mayor tamaño

Los tubos, de diferentes materiales , colores y texturas, se asoman al paisaje y a la luz.

La Grieta de la Contaminación


En este caso el equipo estaba formado por Vanina Ballini, Ariadna Barrio, María Sainz y Cristina Vidal. Veamos la explicación del proyecto con frases entresacadas del mismo:

Madrid es una gran ciudad y como tal, sus habitantes se benefician de sus ventajas, pero… ¿quién sufre sus consecuencias?, ¿qué radio de influencia tienen estas consecuencias? La contaminación es un tema estudiado desde muchos campos: ecologistas, investigadores o políticos han elaborado extensos informes sobre las causas, consecuencias y alternativas a los distintos tipos de contaminación: acústica, electromagnética, lumínica… Nuestra propuesta es una forma de exponer esta problemática a través de una experiencia propia de estos tipos de contaminación. Esta exposición se materializaría en forma de visita, que sería especialmente atractiva durante la noche, pero que también puede tener interés durante el día. Para analizar las formas de contaminación de la ciudad de Madrid, es necesario alejarse varios kilómetros de ella, para tomar distancia y verlo como algo externo al lugar en el que nos encontramos. Por otro lado, buscando un lugar donde, junto a la contaminación ambiental y lumínica se pudieran dar otras formas de contaminación, nos acercamos a las proximidades del aeropuerto de Barajas, siguiendo los cables de la alta tensión, que nos van a incrementar la contaminación electromagnética.

Planta de situación
Pinchar en la imagen para verla algo más grande

Con este conjunto de premisas iniciales y tras un minucioso análisis de la zona, nos decantamos por la pendiente Suroeste de las pequeñas elevaciones sobre las que se sitúa el municipio de Paracuellos del Jarama. Más concretamente a las afueras del pueblo, en su parte más occidental. Este borde está parcialmente tratado con un pequeño parque que termina en mirador. Como ya hemos explicado en el apartado dedicado a lugar, en esta zona tiene parada la principal línea que, cada 15 minutos conecta con Madrid, así mismo, se encuentra en la fase final de construcción un aparcamiento subterráneo. Su proximidad a Madrid y la accesibilidad mediante el transporte público, lo convierten en un lugar idóneo para nuestro propósito. La gruta-mirador materializa un recorrido y sirve de guía, de centro de interpretación de lo que se va a ver, oír y sentir:

Sala de las cámaras de infrarrojos

La contaminación lumínica (noche) o el hongo de contaminación atmosférica que envuelve a Madrid (día). Lo que se ve y lo que se debería ver (comparación con un cielo despejado o la imagen de la ciudad en un día en el que el viento o la lluvia hayan bajado los niveles de contaminación).

La sala del ruido

El ruido de los aviones, la influencia en el comportamiento de las aves. Quizá para este momento, la gruta podría cerrarse en por todos sus lados, encerrando al visitante en un espacio oscuro con el potente ruido de los aviones.

Enmarque de la red de torres y cables

La contaminación electromagnética. Este sería el punto fuerte del recorrido. En la explanada final del recorrido encontramos un gran número de torres y cables de alta tensión, aquí planteamos una instalación de fluorescentes (que se iluminan con solo la energía que desprenden los cables) y cámaras de infrarrojos. Los visitantes que han sido guiados a través del recorrido, desembarcan en una explanada en la que puedan interactuar con la exposición, caminando alrededor de los fluorescentes, viendo cómo estos se apagan a su paso…


domingo, 6 de enero de 2008

Preguntas urbanísticamente incorrectas

En este articulo voy a preguntarme sobre algunas cuestiones que, probablemente, sean incómodas para la mayoría de los que hablamos y escribimos sobre la ciudad actual. Pero es que creo que parte de estas voces corresponden a otro siglo (el veinte y en algunos casos el diecinueve). Aquellos que hayan leído las entradas anteriores del blog, se darán cuenta que, casi siempre, intento apoyar mis afirmaciones con números. Es verdad que los números son manipulables y que, en determinados casos, pueden ser objeto de diferentes lecturas pero tienen la virtud de que la manipulación puede denunciarse y que las diferentes lecturas pueden ser contrastadas. También me gustan los discursos racionales congruentes en los que se ve clara la estructura argumental desde la propuesta hasta los resultados. En cambio no me gusta demasiado “citar autoridades”. El sistema de axiomas basado en la credibilidad de quien los pronuncia da lugar a un carrusel de “autoridades citadas” que terminan citándose unas a otras como una pescadilla que se muerde la cola y que nos venden evidencias que, en realidad, son montajes.

 La ciudad funcional, CIAM IV, Atenas, 1933  hasxx

El problema es que la cita de autoridades se ha hecho imprescindible para determinadas revistas (y los revisores de estas revistas). Y lo que es peor, para el sistema de calificación tanto de las revistas como de los investigadores. No hay que confundir el "carrusel de referencias" con las citas a trabajos respaldados, bien por números contrastables o por un trabajo serio que resulta en una estructura del discurso racional y congruente.

Así que la investigación en materias como el Urbanismo, la Ordenación del Territorio, el Paisaje o la Sostenibilidad está, sencillamente, por los suelos. Parte de las afirmaciones que se hacen son simples charlas de café sin más sustento que un conjuntos de opiniones de las llamadas “autoridades” (o sin sustento alguno). Opiniones, como poco, discutibles. Además, estas “autoridades” suelen publicar en revistas bastante inaccesibles, no sólo para la gente de la calle, sino incluso para los propios investigadores. En estas condiciones es casi imposible contra-argumentar (en el supuesto de que existen argumentos) y la afirmación, convenientemente repetida por algunas autoridades más, se convierte en dogma y las fuentes originales quedan ocultas en el espacio y en el tiempo, sepultadas por el axioma de: “si lo dicen los popes será verdad”. Axioma que pronto que se convierte en: “si lo dicen muchos será verdad”. Dado que las capacidades humanas son limitadas, no se sido capaz de encontrar ni los argumentos ni los números de algunas afirmaciones que se hacen corrientemente respecto a estos temas. Voy a intentar describir mis dudas respecto a tres de ellas esperando que alguno de los lectores de este blog me las puedan resolver.

Sobre el consumo de territorio

Desde el trabajo que hicieron para el MOPU García, Gascó, López y Naredo en el que comprobaron que el requerimiento de suelo urbano por habitante de los madrileños se había multiplicado por dos entre 1957 y 1980 es un lugar común decir (yo mismo lo he dicho) que el consumo de suelo es una de las bestias negras de la sostenibilidad y que es necesario pararlo. Aparentemente, de forma general y como criterio parece algo razonable. Sin embargo, para hacer afirmaciones tan rotundas habría que comprobar:

a) El aumento total de suelo construido por habitante en la totalidad del territorio, español, europeo, etc., la superficie respecto al total y su evolución. No sea que, en realidad, estemos hablando de un problema inexistente o despreciable desde el punto de vista global.

b) Esta comprobación habría que hacerla con criterios homogéneos y fuentes igualmente fiables. Por ejemplo, si analizamos los dos inventarios forestales de Madrid de 1992 y 2003 observaremos con asombro que la superficie más antropizada (urbanizada más agrícola) decrece mientras que la forestal aumenta. No es el momento ahora de explicar un trabajo que voy a publicar en breve pero estos datos no se corresponden totalmente, por ejemplo, con los aportados por el proyecto CORINE.



c) El tercer lugar habría que analizar el significado de estos aumentos de las superficies urbanizadas. No es lo mismo construir en terrenos altamente productivos, o talar un bosque para hacerlo, que hacerlo en zonas improductivas. No parece tener la misma repercusión sobre la sostenibilidad (habría que estudiarlo) urbanizar zonas ya “machacadas” por la urbanización, eliminando por ejemplo la fragmentación, que en medio de un paisaje sin edificios ni carreteras en kilómetros a la redonda. Además, ¿qué es eso del suelo urbano: el declarado como tal por el planeamiento, el efectivamente construido? ¿no sería mejor hablar directamente del suelo antropizado incluyendo las áreas agrícolas? ¿no se incluyen los efectos en la distancia de las áreas urbanas tales como la influencia de la luz, del sonido, de las ondas, de las basuras, etc.? ¿cómo se contabilizan las láminas de agua de los embalses? ¿existen criterios de medición comunes? ¿los conceptos legal y funcional (por ejemplo, de área forestal) coinciden? ¿es lo mismo la agricultura extensiva (dehesas) que la intensiva? ¿o la de secano que la de regadío?

Sobre la ciudad mediterránea

Y su bondad, por supuesto. Este si que es un tópico manido hasta la saciedad. Sin embargo como a mí nadie me ha dado números (los únicos que conozco los he calculado yo mismo con ayuda de mis alumnos de doctorado) puedo permitirme expresar algunas dudas. Supongo que al hablar de esta ciudad nos estamos refiriendo a una ciudad de tamaño medio, compacta, compleja, con densidades altas y sistema de calle-corredor.

a) Empecemos por la cuestión del tamaño ¿qué es un tamaño medio? ¿100.00 habitantes? ¿600.000? ¿1.000.000? ¿por qué una ciudad de 600.000 habitantes funciona mejor que otra de 4.000.000? ¿qué significa que funciona mejor? ¿es que los ciudadanos son más felices? ¿viven más? ¿cuentan con más equipamientos? ¿hospitales mejor dotados? ¿universidades en las que se aprenda mejor? ¿traductores especializados en lenguas poco comunes? ¿mayores posibilidades comerciales? ¿son más eficientes? ¿alguien lo ha medido?

b) Supongo que la compacidad se referirá a que no es fragmentada. Aquí, lo admito, si existen bastantes números sobre la perversión que supone la fragmentación del territorio para el funcionamiento del medio natural y para la propia eficiencia de la ciudad. Pero existen muchas ciudades “no mediterráneas” que pueden ser no fragmentadas. Por ejemplo, la denostada “ciudad-jardín” o las periferias de bloques y torres del Movimiento Moderno.

c) La cuestión de la complejidad es, probablemente, una de las más obscuras y complicadas de explicar. Muchas veces cuando tengo que hacerlo recurro a imágenes aún a sabiendas de que puedo estar confundiendo a los alumnos. Pero supongamos que estamos hablando de lo mismo. Resulta que la tendencia de la gente (pueden leerse los argumentos que utiliza, por ejemplo, Bauman) no es a complejizar, sino a simplificar sus entornos vitales. La seguridad es una de las disculpas más utilizadas pero no la única. Todo empezó por la higiene, que expulsó a las industrias de los cascos, luego la zonificación, etc. Lo último es la expulsión de la marginalidad y la “gentrificación” de partes importantes de la ciudad. Esta es una tendencia que se basa en corrientes sociales profundas. Los planificadores con buenas intenciones posibilitan la variedad de usos, la mezcla social (con viviendas destinadas a diferentes segmentos de población), etc. como si estuviéramos viviendo en la sociedad del siglo XIX. Todo inútil, la sociedad termina por conseguir lo que realmente quiere que no siempre es lo que los bienintencionados quieren ¿no nos estaremos equivocando intentando forzar una situación que, en realidad, no es deseada?

d) Respecto al tema de las densidades ya expresé mis dudas en muchos sitios (por ejemplo en un comentario a esta entrada del blog Islas y Territorio) sobre el concepto de densidad. Actualmente, dada su inoperancia, lo estoy sustituyendo por el de radio necesario para hacer rentables (o que, sencillamente funcionen) determinados equipamientos e infraestructuras. En cualquier caso estoy esperando que alguien me demuestre que las 30 viviendas por hectárea de Parker y Unwin son menos eficientes que las 75. Y que las personas que viven en ellas son menos felices. Ya hace muchos años (la primera edición es de 1909) en su libro titulado La práctica del Urbanismo Unwin trató de demostrar que, por lo menos (desde su punto de vista) el coste monetario era mayor. Por tanto, el tema de las densidades es, como mínimo, tan antiguo como la propia construcción del planeamiento como disciplina y no parecemos tener todavía las cosas claras.


e) Sobre las maldades de la calle-corredor simplemente me remitiré a los argumentos del Movimiento Moderno. O, sencillamente, a las áreas ambientales de Buchanan que está intentando revitalizar Salvador Rueda desde la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Si para que funcionen mejor necesitamos eliminar el tráfico de paso por determinadas calles, es que el sistema tradicional no debe funcionar muy bien en la actualidad. Si en la mayor parte de los centros históricos se está eliminando el tráfico de la calzada (incluso eliminando la calzada como tal y convirtiendo toda la sección en acera) dejando sólo el de residentes, es que el principio de la calle-corredor probablemente no sea muy adecuado para la ciudad del siglo XXI.

Sobre el espacio público

Sobre este tema sí que se pueden encontrar bastantes cosas en el blog (23/sep/2007, 24/sep/2007, 29/sep/2007, 9/oct/2007, 5/dic/2007, 13/dic/2007). Ahora sólo quisiera incidir en dos aspectos que me sugieren preguntas (aunque vayan a contracorriente de la opinión mayoritaria).

a) El primero se refiere a su privatización. Parece algo obvio e indiscutible. Nuestras calles, plazas y jardines se van convirtiendo poco a poco en simples espacios de tránsito, dejando su antigua función de espacios de relación en un lugar muy secundario. Los grandes centros comerciales, los lugares de reunión de ancianos o de jóvenes, las urbanizaciones y equipamientos privados (piscinas, canchas de tenis, clubs de golf) los van sustituyendo de forma acelerada. Pero ya la afirmación sobre la necesidad de luchar contra esta tendencia no parece tan clara. El cambio hacia la individualización (argumentado y cuantificado por sociólogos como Ulrich Beck) amplificado por los nuevos sistemas de comunicación social como los móviles o Internet, ha trasladado de la calle al interior de los domicilios muchas de las necesidades de interacción social. Quiero decir que habría que estudiar los espacios de las nuevas necesidades en lugar de empeñarnos, de forma contumaz, en cambiar los usos sociales para que se adapten a unos espacios que los urbanistas diseñamos para una sociedad que no los reclama. Probablemente para algunas funciones (como lugar de manifestación de la multitud) el espacio público sigue siendo insustituible, pero para otras sencillamente no es el más adecuado para la sociedad del siglo XXI.

b) El segundo se refiere a los llamados “no lugares” ¿Por qué son tan criticados por las llamadas “autoridades urbanísticas”? Probablemente porque han surgido sin que nadie los haya llamado. Porque no son plazas, ni calles, ni parques. Porque no se entiende muy bien su función. Y en lugar de estudiarlos y tratar de explicar su significado resulta que nos hemos dedicado a demonizarlos. Son malos. Representan el resultado más perverso de la ciudad actual ¿Alguien se ha preguntado si, en realidad, sirven para algo? ¿si la gente los desea? ¿por qué, a pesar de todas las críticas, surgen de forma reiterativa cada vez en más sitios? Además, generalmente van asociados (aunque no siempre) a la llamada “arquitectura representativa”. Otro demonio, “vade retro” ¿Pero es que la arquitectura de todas las épocas no ha estado constituida, básicamente, por “arquitectura representativa” que era la referencia y el modelo en que la ciudad se miraba? ¿Es que la “arquitectura representativa” no ha constituido siempre la seña de identidad de los lugares (barrios, ciudades, pueblos)? ¿A qué viene rasgarse las vestiduras? Las sociedades y los grupos necesitan símbolos en los que reconocerse y alrededor de los cuales construir su identidad. Que esos símbolos sean arquitectónicos no me parece particularmente perverso. Más perverso me parece (estoy manifestando una opinión de charla de café) que lo sea una infraestructura como, por ejemplo, la M-30.

Las obras de la M-30 (Google Earth)

Estamos necesitados de estudios, trabajos y experimentos que nos permitan decidir con conocimiento de causa sobre el futuro de nuestras ciudades y territorios. La mayor parte de lo que sabemos se refiere a la ciudad tradicional. Mejor dicho, a la utilización que la sociedad del siglo XIX y buena parte del siglo XX ha hecho de esta ciudad. Pero sabemos bastante poco de los cambios profundos que se están produciendo en la ciudad actual (desde mediados de los años setenta del pasado siglo hasta hoy y, de forma acelerada en la última década) y de cómo su uso debería repercutir en la organización y el diseño de nuestras áreas urbanizadas. Tan sólo nos lamentamos del paraíso perdido, aunque tengo la sospecha de que el tal paraíso sólo existe en el imaginario de algunos urbanistas.