Las calles y las plazas de la ciudad tradicional han servido durante cientos de años como contenedores de la urbanidad. Sin embargo, en el momento actual, cuestionada la necesidad de esta urbanidad por el abandono de lo colectivo a favor de lo individual, estos espacios probablemente hayan perdido su sentido. Con la disculpa de la seguridad, nuestras ciudades tienden a una segregación feroz, y las clases medias instaladas en un verdadero pavor ante la realidad de una lucha cada vez más dura por el territorio, tienden a refugiarse en simulacros urbanos. Así, los parques temáticos y los centros comerciales se han convertido, los primeros en ideales cinematográficos de vida y los segundos en refugios seguros, donde no hay que preocuparse más que de consumir. Estas tendencias, que se van consolidando en todo el planeta, se advertían con especial nitidez ya hace más de veinte años en la sociedad que, probablemente vaya décadas por delante de las demás: la sociedad norteamericana. Sus elementos básicos pueden rastrearse en una publicación ya con unos años (el original en inglés es de 1992 pero no ha sido traducida al castellano hasta el 2004). Su titulo es ya ilustrativo:
Variaciones sobre un parque temático, la nueva ciudad americana y el fin del espacio público. Está publicada por Gustavo Gili y su coordinador es Michael Sorkin.
Pienso que es un libro necesario, muy bien escrito y que complementa perfectamente al de “La Modernidad Líquida” ya comentado. El libro de Bauman indaga sobre los procesos sociales profundos y este ejemplifica casos concretos describiendo algunos fenómenos que todavía son emergentes en las ciudades europeas. En algunos casos (Los Ángeles, Irving o Lincon Valley) ya han cumplido incluso su período vital pero en otros están en plena evolución. Se trata de ocho ensayos y una introducción de Sorkin con una cierta relación que no es otra que el espacio público. De los ocho (si dejamos aparte esta "Introducción") pienso que todavía están de plena actualidad el capitulo que Davis dedica a la militarización del Espacio Urbano, el de Neil Smith sobre la renovación de la ciudad y, por supuesto, el que Margaret Crawfort llama “El mundo en un centro comercial”. En algunos casos, la sociedad europea se ha separado de las tendencias expuestas, sobre todo las casi imposibles en cualquier otro contexto que no sea USA, y en otros sencillamente todavía no ha llegado.
La importancia de algunas de estas cuestiones en nuestro país es manifiesta. Según un informe de la consultora
Cushman & Wakefield titulado “Centros comerciales en Europa” España es el país europeo que más superficie de centros comerciales inaugurará en el período 2007/2008. Y eso en un momento, año 2007, en que Europa bate el record de aperturas con 6,4 millones de metros cuadrados (claro que este record será pulverizado en el 2008 con 10,5 millones). Además, la mayor parte de estos centros se sitúa en las afueras de los grandes núcleos urbanos consolidando una fragmentación del territorio a la que ya he hecho referencia en una
entrada anterior. El ranking de inauguraciones es el siguiente, en metros cuadrados de superficie bruta:
01 España 1.929.520
02 Polonia 1.878.780
03 Turquía 1.651.240
04 Reino Unido 1.377.350
05 Italia 1.293.460
06 Francia 1.283.460
07 Alemania 1.143.780
08 Rusia 1.067.590
Luego, por debajo del millón, Rumanía, Portugal, Lituania, Holanda… Así hasta un total de 17.010.200 de metros cuadrados en toda Europa en el período 2007/2008. En el momento actual, resulta que a cada 1.000 españoles nos corresponden 255 metros cuadrados de centro comercial (claro que si se trata de madrileños sube a 415). Son cifras impresionantes que deberían hacernos meditar sobre el profundo cambio que se están produciendo en la organización y funcionamiento de las áreas urbanizadas.
Al tema de la seguridad en el espacio público ya le he dedicado más de un artículo en este blog (ver
Espacios urbanos seguros y
Manual de diseño urbano seguro) lo que, sencillamente, refleja mi preocupación personal acerca de su importancia. Las palabras de Davis al comienzo de su capitulo son de una rabiosa actualidad incluido el desprecio (que no otra cosa es el silencio) de la teoría urbana contemporánea acerca de esta cuestión.
“Bienvenidos a la posliberal Los Ángeles, donde la defensa del lujo ha generado un arsenal de sistemas de seguridad y una obsesión por la vigilancia de las fronteras sociales por medio de la arquitectura. Esta militarización de la vida de la ciudad es cada vez más manifiesta en todos los lugares que se construyeron en los años noventa. Sin embargo, la teoría urbana contemporánea ha permanecido extrañamente en silencio con respecto a lo que todo esto implica” (pág. 177)
El corazón de Los Ángeles
Extraída de Wikipedia A lo largo de las páginas que siguen, realmente demoledoras, se va observando como esta ciudad, paradigma de tantas cosas, va destruyendo los últimos espacios públicos verdaderamente democráticos como son las calles, las plazas o los jardines a base de privatizarlos convirtiéndolos en centros y calles comerciales, centros sociales, etc. También se analiza como este estado de cosas se refleja en la arquitectura y el diseño de la ciudad.
“La forma urbana obedece a la función represiva. Los Ángeles, como siempre a la vanguardia, es una muestra especialmente perturbadora de las relaciones emergentes entre la arquitectura urbana y el estado policial” (pág. 179)
Arquitectura defensiva
"Biblioteca pública de Los Ángeles" de Frank GehryExtraída de you-are-here.com Esta situación implica, a su vez, tres procesos casi simultáneos. El primero es la segregación y “amurallamiento” de las zonas ricas, tanto residenciales como de negocios o comerciales, a base de barreras físicas, cuerpos de seguridad propios y trabas administrativas y policiales. El segundo es el aislamiento y contención de las zonas pobres y marginales de la ciudad mediante sistemas parecidos. Y el tercero es la transformación arquitectónica de los edificios en artefactos blindados.
Arquitectura defensiva
"Danziger Studio" de Frank GehryExtraída de you-are-here.com El problema, como señala Davis, es “la heterogeneidad de la multitud” enfrentada al sueño de la “igualdad de mentalidades”. Esta característica de la multitud (su heterogeneidad) la solucionan las nuevas pseudociudades seguras, léase por ejemplo los centros comerciales, mediante barreras arquitectónicas, semióticas y policiales que filtran a “los indeseables” y luego
“encierran a las masas restantes y controlan sus movimientos con una ferocidad conductista. La multitud es atraída por todo tipo de estímulos visuales, es atontada con Muzak e incluso a veces, perfumada con aromatizadores invisibles” (claro, hacer esto en las calles es más complicado).
Precisamente al análisis de lo que sucede con los centros comerciales dedica Margaret Crawford el ensayo titulado “El mundo en un centro comercial”. Partiendo de la historia de los grandes centros comerciales, poco a poco, la autora nos va mostrando como han ido evolucionando hasta constituir verdaderos remedos urbanos seguros, ya que la multitud heterogénea de que hablaba Davis se convierte en ellos en “consumidora homogénea”. Y, por tanto, no peligrosa. Para ello se recurre a las técnicas más sofisticadas casi todas basadas en el llamado “principio de atracción adyacente” que dice:
los objetos más diversos se apoyan entre sí cuando son colocados uno al lado del otro.
También se analiza su evolución y como fueron aumentando en calidad y cantidad los servicios incorporados hasta el punto que por ejemplo (se señala en el artículo) la Orquesta Sinfónica de Chicago toca regularmente en el centro comercial de Woodfield. Para ver este tipo de cosas ya no es necesario acercarse a USA (cosa por otra parte un tanto incómoda por las medidas antiterroristas en los aeropuertos), ayer en el Centro Comercial Getafe 3 había un concurso de interpretación pianística. En medio del espacio central y rodeado de estantes de gafas, señoras arreglándose las uñas (de las manos y de los pies), el kiosco de Vodafone, un coche usado en venta, los ascensores, las escaleras mecánicas y todas las tiendas que dan a la plaza central, un piano y unos altavoces esperaban ansiosos a los concursantes. La evidencia del principio de atracción adyacente era notoria.
Cuando fui a hacer la foto ya no estaba el concurso
pero el contexto seguía igual “
Pasar el rato en un centro comercial ha sustituido el paseo por las calles. En la actualidad, los centros comerciales representan, para los chavales, auténticos centros sociales, y muchos de ellos encuentran allí su primer trabajo. Además se están convirtiendo también en centros sociales para los adultos. La Galleria de Houston ha alcanzado gran prestigio como lugar seguro y benévolo para los encuentros entre personas solas y los “paseantes de los centros comerciales” –personas de la tercera edad con problemas afectivos que acuden a un lugar seguro para hacer ejercicio- llegan a los centros comerciales antes de que abran las tiendas, para realizar un calculado itinerario a pie por sus pasillos” (pág. 27).
Además, cuanto mayores son los centros comerciales, las simulaciones que presentan son más variadas y sofisticadas de forma que esta reproducción de la ciudad en un contexto seguro, claro y controlado fue otorgándole cada vez más valor como lugar comunitario y social. Como dice la autora al terminar: “
El mundo de los centros comerciales –que no respeta ninguna frontera ni se ve limitado por el imperativo del consumo- se ha convertido en el mundo entero” (pág. 43)
Este mundo de consumo que en otras ocasiones he descrito como el claustro materno (seguro, temperatura constante, suave música de fondo) podría entenderse como un parque temático de la ciudad auténtica. Hasta tal punto que se recrean situaciones que rozan el esperpento. Ayer, en un periódico de esos que dan ahora gratuitamente en los aviones (volvía de dar una charla en Irún) encontré la siguiente noticia (copio textual):
“Crean un aparca – maridos en un centro comercial.- El Centro Comercial Gran Vía 2 de la localidad barcelonesa de L´Hospitalet de Llobregat ha puesto en marcha un espacio en el que los clientes pueden descansar y entretenerse, mientras su mujeres realizan las compras, y que se ha bautizado como aparca – maridos (…) La nueva zona está equipada con sofás, televisiones y prensa y se plantea como un espacio para desconectar, descansar o bien empezar a mirar la jornada deportiva del fin de semana. Según fuentes de la dirección del complejo comercial, será una zona en continua evolución, puesto que irá incorporando nuevos servicios”.Se trata de una noticia extraordinaria. Parece que han conseguido reinventar el bar para hombres en un contexto seguro y de consumo. Supongo que la evolución consistirá en ver el fútbol (en directo o diferido), jugar a las cartas o al dominó, beber un carajillo… Eso sí, el marido está perfectamente controlado y seguro mientras la mujer compra (si existe algún hijo del matrimonio estará en la guardería infantil). Falta poquísimo para que la ciudad cree el parque temático de sí misma y pueda funcionar perfectamente entre iguales. Ni las mentes orwellianas más calenturientas podían haberlo imaginado.
Precisamente el resto de ensayos se centran en el tema del parque temático, una especialidad tópicamente norteamericana, pero que puede servir de metáfora para explicar los deseos subyacentes en las clases medias de todo el mundo. Porque, claro, la cuestión de los parques temáticos no se circunscribe a Disneylandia que, por cierto, aparece magistralmente analizada en el ensayo de Sorkin que cierra el libro: “Nos vemos en Disneylandia” ¿Sabíais que este parque puede recibir al día 100.000 personas, y al año alrededor de 30.000.000? ¡Prácticamente una ciudad entera de población flotante del tamaño de Santiago de Compostela, Cáceres, Parla o Torrevieja!
Parques temáticos son lo que Christine Boyer llama “tableaux urbanos” en su articulo “Ciudades en venta: la comercialización de la historia en el South Street Seaport”. Auténticos decorados urbanos que conforman parte de los barrios históricos, las zonas temáticas de la ciudad o las potentes creaciones del marketing urbano con las que se “venden” algunas de las ciudades más importantes. El libro se completa con otros ensayos como el de Neil Smith sobre los procesos de renovación urbana o el de Edgard Soja sobre la new town de Irving y todo el conglomerado del condado de Orange, y el de Trevor Body sobre la sustitución de la calle tradicional.
Para terminar esta reseña que me está quedando demasiado larga querría hablaros de “La Casa de los Misterios de Silicon Valley”, el ensayo de Langdon Winner acerca de este valle que se ha convertido en el “parque tecnológico” por antonomasia. Veamos la historia de esta casa.
La mujer del fabricante del rifle de repetición Winchester heredó su inmensa fortuna, pero empezó a temer que los fantasmas de todos los muertos por el rifle que fabricara su marido se vengaran de ella. Después de la visita a una médium interpretó que la casa de nueve habitaciones que había comprado en San José tenía la clave de todo y que mientras durara la ampliación de la casa no podría morir. Así que durante los 38 años siguientes empleó a decenas de artesanos y carpinteros que trabajaban las 24 horas del día para ejecutar unos planos que (decía) había recibido de los espíritus. Todo fue bien hasta que en 1922, a los 83 años y mientras dormía, Sarah Winchester murió y la construcción de la casa se detuvo.
La historia es tan fantástica y alegórica (de las que a mí me gustan) que no me he resistido a contarla. Pero además de esta historia el ensayo, que es realmente bueno, disecciona con la precisión de un cirujano la historia de Silicon Valley y su influencia en la conformación de las nuevas áreas productivas de las ciudades más desarrolladas. La conclusión es casi poética y pienso que merecedora de su reproducción textual:
“
Con toda seguridad, también la vieja Mrs. Winchester habría comprendido la fuerza motriz que se esconde detrás de este hiperespacio de alta velocidad en desarrollo. Al igual que ella renovaba su mansión, día y noche, en un frenético intento de huir de los fantasmas vengativos de unas ganancias ilícitas, la expansión de la ciudad digital electrónica es impulsada por el miedo, en este caso por el miedo al descenso de los beneficios. Edificios de oficinas por aquí, plantas de producción por allí, hoteles, centros comerciales, redes de conexión vía satélite formando una salvaje metástasis, las empresas informáticas barren el globo de un extremo a otro en busca de un rápido incremento de las ganancias económicas” (pág. 76).
“
Sea como sea, no debemos preocuparnos. Nuestro destino se vislumbra ante nosotros, más allá de la vieja mansión, más allá del Valle de los goces del corazón, más allá de las preocupaciones de las naciones, incluso más allá de nuestro planeta. Sarah Winchester debería sentirse orgullosa de que su visión haya sido hecha realidad de un modo tan fiel y supersticioso: el secreto está en seguir construyendo” (pág. 76).